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Alfredo Bullard
Abogado

¿Ha escuchado o pronunciado esa frase? Se usa para reflejar el fastidio y molestia. Y es que para los ciudadanos comunes, los de carne y hueso, ir al abogado es tan desagradable como ir al dentista.

La frase se ratribuye a Shakespeare. Y efectivamente esta recogida en Enrique VI. La frase exacta es “Primero, ¡matemos a todos los abogados!”. Hace unos meses, en una conferencia de Fernando de Trazegnies, este explicaba que el sentido en que Shakespeare usa la frase es muy distinta a como la recoge el sentir popular.

En Enrique VI se produce una revolución popular contra el Rey. Un tal Jack Cade, levantado en armas, busca redistribuir la riqueza y desaparecer la propiedad privada y los derechos individuales. Pretende instaurar un régimen totalitario. Ante ello el Derecho se interpone en su proyecto. La estructura formal de las leyes es un obstáculo para la arbitrariedad. En ese contexto Cade propone eliminar a todos los que se opongan a régimen autoritario. Y es allí donde dice “Primero, ¡matemos a todos los abogados.”

Sin perjuicio que quizás (y a pesar de ser abogado) simpatice más con la interpretación popular de la frase que con su versión original en la literatura shakesperiana, creo que aprender a mirar el Derecho desde fuera del Derecho nos ayudará a entenderlo mejor y a comprender por que la gente suele odiar a los abogados y prefiere no cruzarse en su camino.

La conferencia de Fernando de Trazegnies esta recogida, junto con otra de Carlos Gatti, en un libro publicado por la Universidad del Pacífico titulado “Derecho y Literatura” y que muestra como la literatura universal ve a los abogados y sus quehaceres.

Hace solo unos días se presentó en la Universidad Católica un libro de Lorenzo Zolezzi titulado “Derecho en Contexto” que, en la misma línea, mira el Derecho desde fuera del Derecho. Destaca el análisis del Derecho en la obra de Jorge Luis Borges y en la Divina Comedia de Dante y un divertido a la vez que riguroso ensayo titulado “El Misterio de Lizzi Borden”, en el que hace una crónica de un crimen ocurrido hace 120 años en Estados Unidos y que ha despertado un interés que perdura hasta nuestros días.

Por otro lado, el 3 de mayo se inaugura en la Universidad del Pacífico una exposición llamada “Derecho al Arte” en la que se muestran obras de diversos artistas plásticos de renombre (incluido Humareda, Gerardo Chávez, Polanco, entre otros) que tienen en común el Derecho como contenido.

La literatura, la pintura, la escultura, el cine y otras expresiones artísticas pueden enseñarnos más del Derecho y los abogados que los libros de doctrina jurídica. ¿Qué explica tantos esfuerzos recientes en mostrar esta relación?

Usualmente las expresiones artísticas del Derecho son pesimistas, cuando no agresivas. Los abogados suelen ser malos tipos, dibujados como seres resinosos, deformes y desagradables. La figura de la justicia con su balanza, su espada y su venda es caricaturizada. El Derecho se presenta como caótico, inútil e irrelevante. Usualmente no sirve para hacer justicia, y si se alcanza esta, es a pesar del Derecho y no gracias a él.

El arte, como sugiere Zolezzi, ayuda a ver al Derecho desde su contexto. Y verlo desde el contexto nos ayuda a descubrir las claves de su impopularidad.

El Derecho es demasiado importante para dejarlo en las manos de los abogados. Mirándonos en el arte quizás los hombres de leyes aprendamos como nos ve el resto del mundo, y a partir de ello descubramos por que las personas no confían en nosotros. Finamente el arte, con su ficción y con su abstracción, tiene el mérito de ser brutalmente sincero. Curiosamente más sincero que la realidad misma.

Publicado en El Comercio, el 28 de abril de 2012, p. A 23

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