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Tania Ynés Huancahuire Díaz (*)

Hace meses atrás los jueces penales de Lima realizamos una visita guiada a las instalaciones de un laboratorio de medicinas, en donde se pudo observar la tecnología y control de calidad que se utiliza en la elaboración de algunos medicamentos. Esta realidad no es nada comparada con la de los laboratorios clandestinos en donde elaboran medicinas adulteradas, sin las mínimas condiciones de sanidad, con utensilios reciclados, productos no aptos para el consumo humano y que muchas veces causan la muerte.

Tras la visita me pregunté qué se está haciendo realmente por combatir este problema; qué mecanismos de seguridad están implementados para distinguir la medicina adulterada de la verdadera. ¿Acaso son suficientes las intervenciones que realiza la Fiscalía para incautar estos productos? Son preguntas que quizá nunca tengan respuesta, porque la justificación de la comunidad siempre es la misma: “son medicinas más baratas” y las compran en lugares de dudoso prestigio; sin reparar que a la larga dicha medicina tendrá un efecto negativo y puede causar daños irreversibles. Por eso, este mensaje de alerta a la comunidad. Si compra o utiliza productos médicos, por favor esté alerta, pueden ser falsificados, amenazando su salud y la de sus seres queridos. No compre medicinas en lugares dudosos (mercados, boticas informales), donde no cuentan con un químico farmacéutico que oriente sobre la compra. Muchas veces receta el propio comerciante sin conocimiento técnico con un fin mercantilista, atentando con la salud del consumidor.

Es hora de tomar conciencia y coadyuvar a que este tipo de personas que se dedican a la elaboración y comercialización de estos productos sean sancionados con penas severas y drásticas, porque no es el simple hecho de “vender”, sino es el efecto o resultado que causa el producto, atentatorio contra la vida humana.

Concluyo este pequeño comentario, resaltando que está en manos de la población acabar con esta actividad ilícita denunciando a estas personas inescrupulosas que juegan con la salud y venden productos médicos adulterados o de dudosa procedencia. Las entidades públicas como el Ministerio Público, Ministerio de Salud, etc. deben estar alertas y así evitar el crecimiento de este ilícito. La justicia no camina sola, sino que va de la mano con la comunidad y de otras instituciones.

(*) Jueza integrante del Programa Social “Justicia en tu Comunidad” de la Corte de Lima

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