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Jaime David Abanto Torres (*)

Un domingo por la noche mi esposa me avisó que en un programa de televisión estaban entrevistando a dos jueces, sobre un tema de actualidad. Cuando los magistrados entrevistados señalaron que los medios de comunicación solo resaltaban lo malo del Poder Judicial y nunca lo bueno, la periodista replicó que “eso no es noticia”.

No sé si fue intencional o inconsciente. Solo sé que difícilmente algunos medios de comunicación harán conocer a los ciudadanos las carencias que padecemos quienes prestamos el servicio de justicia. La razón es sencilla: “eso no es noticia”.

El público poco conoce que por las noches, pasada la jornada laboral, las luces continúan encendidas en los juzgados, que siguen analizándose los folios de los expedientes, que aún suenan los teclados de las computadoras sobre incómodos y vetustos escritorios, que las hojas de las fotocopiadoras e impresoras continúan atascándose, que las agujas e hilos aún continúan cosiendo tomos y tomos de expedientes, hasta romperse. Pero no son los duendes del zapatero del cuento de hadas, son personas de carne y hueso como ustedes, amables lectores. Trabajadores que llegan tarde a casa robando tiempo a sus familias, héroes anónimos e incomprendidos. Son los milicianos de la justicia, personas que tienen sueños y esperanzas, principios y valores y luchan por ellos.

Un juez jubilado me dijo amargamente: “para ganar un juicio no basta tener la razón: hay que tener dinero o hay que tener influencias”. Lo escuché en silencio y hoy le respondo que los jueces resuelven conforme a la ley y lo que aparece en el expediente, que en los juzgados se cierra las puertas a la corrupción y al tráfico de influencias, que en un proceso gana el que tiene la razón y pierde el que no la tiene, se condena al culpable y se absuelve al inocente, y jamás a la inversa.

No podemos negar que algún juez pueda sucumbir ante los poderosos o a las más variadas de las tentaciones. De seguro usted sabrá de algún juez o servidor que anda por malos pasos, pero tal vez no se atreve a denunciarlo porque cree que de hacerlo usted se perjudicará perdiendo su proceso; pero no debe temer, presente su queja ante la Oficina de Control de la Magistratura o denuncie a ese mal juez o servidor judicial ante la Fiscalía, y si son responsables no dude que se le aplicarán las sanciones que correspondan.

Es sorprendente ver la facilidad con que algunas personas utilizan a los medios de comunicación y atacan a los jueces sin que estos tengan mayor defensa que los fundamentos de su resolución, dictada muchas veces en horas de la madrugada, como cuando se trabaja en un Juzgado Penal de Turno Permanente, recibiendo muchos atestados policiales con detenidos cuya situación debe definirse con igual número de resoluciones.

Los jueces no somos insensibles a los sentimientos y emociones de los litigantes, pero los escuchamos y formamos nuestro criterio en silencio, porque la ley nos prohíbe adelantar opinión. Y si cometemos un error, para corregirlo están los jueces de la instancia superior a la que cualquiera de las partes puede recurrir.

(*) Juez Civil, integrante del Programa Social “Justicia en tu Comunidad” de la Corte Superior de Justicia de Lima.

En http://www.expreso.com.pe/blog/la-columna-del-juez-39

Expreso, 29 de marzo de 2012

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