Fernando Vivas. Periodista
Extraño a Javier Villa Stein, el ex presidente del Poder Judicial. Era polémico y arrebatado, pero sintonizaba con los nuevos tiempos: se abocó a difundir el concepto de ‘caso emblemático’ (CE) para no desentonar con la pasión humana por seguir juicios célebres como si fueran los grandes relatos contemporáneos.
Un CE es aquel donde los procesados tienen en vilo a la nación porque con sus culpas y sus razones encarnan valores esenciales en conflicto. Y todos estamos a la espera de una sentencia satisfactoria para restablecer no solo la confianza en la justicia, sino en el sistema.
Por eso es necesario romper la reserva burocrática y, mientras no peligre una pesquisa importante, comunicar los avances y explicar las sentencias. Para colmo, la mudez judicial pareciera dar la razón a la defensa de los condenados que arremete contra los fallos (por ejemplo, casos
Fefer, Alicia Delgado o ‘petroaudios’), sin que jueces o vocales repliquen. El ciudadano no sabe si la justicia calla por endeble o por soberbia, pero en cualquier caso siente que ha desertado de su misión pedagógica. ¡Justicia ciega, hermética y necia que cree que se hace para sí misma y no para la sociedad! ¡Qué mayor prueba de hermetismo que el lenguaje indescifrable de sus resoluciones!
Los jueces y periodistas que participamos en un encuentro organizado por el Consejo Peruano de la Prensa en el 2010 concluimos que era necesario humanizar la jerga de juzgado y alentar la formación de voceros judiciales que encaren la demanda pública de información. El relator que resumió las conclusiones fue el actual ministro de Justicia, Juan Jiménez, y entre los vocales supremos que acompañaron a Villa Stein estuvo César San Martín, actual jefe del PJ.
Me temo que San Martín, más parco y convencional, no asume como Villa Stein el mandato comunicativo que supone un CE. Pero podría reivindicarse cumpliendo la Resol. Administrativa 200-2009 del PJ, que estableció la necesidad de la vocería y que Villa no supo o no pudo ejecutar. Si la mudez judicial deprime, la del Ministerio Público escandaliza. Los fiscales que podrían ser elocuentes y pedagógicos acusadores públicos, como en otros países, callan por miedo o comodidad, a pesar de que están autorizados para declarar. La justicia tiene mucho que decirnos
EL COMERCIO