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Hoy paseo por el parque,
escribiendo,
un papel entre mis manos,
siempre listo el lapicero …

Una niña se me cruza
en el camino
y me dice
“quiero saber de tu vida”.

Guardo el lapicero y el papel,
cesan los trazos
y comienzo la historia:
nombre tengo,
como lo tiene cualquiera,
un lugar donde dormir
y una familia
que me quiere de veras,
mis padres lejos
el uno del otro,
varios hermanos,
ninguno de padre y madre.

Vivo muy cerca de aquí
y el número no importa,
tampoco la calle,
me gusta estar aquí,
en este parque silencioso,
desolado y estéril,
de pasto seco y polvoriento,
de flores marchitas
y rotos azulejos.

Mi vida no existe
en la materia
mi vida es una página
en el libro inmenso de la vida,
mis días son un párrafo en la página del tiempo,
mis esperanzas una línea
en el párrafo de la angustia…

Mi vida es como un punto
en el espacio infinito,
en el sideral y en el que rodea
a uno mismo.

Mi vida es tan solo,
mi niña querida,
un refugio entre paradignas…
entre ejemplos que imitar,
combatiendo conmigo mismo.
¿Comprendes por qué
el lapicero y los papeles?
Escribiendo poemas
descubro mi vida,
dejar de escribir
es entregarse al sueño
o a la muerte (03/11/85)

**

¿Quieres saber qué es mi vida?
No lo sé todavía,
una esperanza, un consuelo, una sonrisa,
el soplar del viento que acaricia,
acaricia y congela
mis manos y mejillas,
la neblina que envuelve
mi aliento y mi vista
con las sombras,
esperando al sol
y muy temprano.

Los libros bajo el brazo
y caminar de lado a lado,
el bolígrafo en la mano,
el cabello desordenado,
ojeras exageradas,
ronca la voz,
pleno el cansancio.

El camino de siempre
y de todos los días,
entre densa neblina
y parajes soleados,
entre luces y sombras,
gozo y martirios,
los charcos de lodo,
de cieno y de fango,
el desayuno intempestivo,
la comida a deshora…

Los amigos,
verlos poco,
conocer compañeros,
tener discusiones
bizantinas y serias,
escuchar extasiado,
escuchar distraido,
las diarias lecciones,
y la espera
entre los jardines,
tendido el sol
en mis ratos de descanso.

La guitarra lejos
del alcance de mis manos,
compañeros del polvo,
compañeros del canto;
veo que el tiempo
juguetea con mis años,
con mis huesos,
con mi mente.

Los poemas truncos,
que me llaman
y me acosan,
lo mismo me hieren,
lo mismo me añoran,
los poemas sin título
envejecen sin pena ni gloria,
los poemas me llaman
pidiéndome un título,
hoy decido ponérselos
y guardarlos con la historia. (01/11/85)

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