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Sentados sobre las frías gradas de concreto,
transcurre la tarde acurrucada en el tiempo,
mientras lentamente los cielos se visten de negro,
estamos juntos contemplando tus cosas, tus recuerdos,
tus canciones antiguas, un cuaderno para autógrafos,
tu sonrisa y tu silencio.

Tú me miras y me cuentas un secreto
que tenías escondido entre tus pensamientos,
mimetizado en lo más hondo de tus esperanzas,
engarzado en lo más caro de tus anhelos.
Y yo solo leo lo que dicen tus ojos,
tu sonrisa y tu silencio.

Amigos, de sexos opuestos,
unidos por las manos
compartiendo la vida
con benevolencia,
libres de toda cadena sentimentaloide,
amigos que se buscan,
que se ríen,
que se quieren,
mineral sin ganga,
sacrificio sin manchas,
recuerdo intangible…
intangible pero breve,
no fue ni capítulo final,
ni central episodio,
quizás una palabra,
un renglón,
un párrafo.
Ni siquiera una página.

Efímero,
efímeros y felices instantes
que entresaco del recuerdo,
tomados de la mano
tu sonrisa y tu silencio.

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