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Para tí es , Señor
el poema mejor,
el cantar de la vida
ni paraíso
ni infernal,
mi primer pensamiento
del día,
mi última palabra
de la noche,
el llorar de mi tristeza,
la alegría sin soberbia,
mi esperanza, mis martirios
y mi tiempo.

Te veo en un madero clavado,
y te digo: “ven a mí”
y me dices:
“carga tú mi cruz
y contigi estaré
para siempre”.

Tú lo sabes todo, Señor,
y sabes que estoy triste,
fueron muchos mis pecados,
mis angustias y mis faltas:
¡qué difícil es seguirte!

Tú haces milagros,
tú todo lo puedes,
yo solo soy un fariseo,
yo solo soy un hipócrita,
el de vanos juramentos.

Guíame Señor
en los primeros pasos,
guíame también
por el estrecho recorrido,
guíame en la vida,
guíame en las sombras,
que el pecado
envenenó mi corazón.

Tú eres tan grande
y yo sólo un pródigo,
tú perdonas porque amas
y yo me contamino
en el rencor.

Ver los cuerpos agitados
cual ramas
y las hojas de los árboles…
ver sombras, ver pasos,
ver casas y paisajes,
y no ver lo desordenado,
caminar y seguir caminando,
caminar y seguir agradeciendo… (31/08/85)

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