Thank you football

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A veces pienso que el football me quita mucho tiempo de leer y es un deporte que la gente culta no tiene tiempo de intentar entender y me dan ganas de dejar de verlo. Luego veo el mejor partido de football en la historia de los super bowls (en serio, este sí) y se me pasa.

Moch Mochi

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Hoy fue el studio trip a Lowell, la palabra que será la más pronunciada en el tercer piso de Gund Hall durante un semestre. En una de las tiendas étnicas me crucé con unas bolsas de este pastelito japonés. O realmente es un buen producto o es solo una buena excusa para visitarme más seguido en mi desk. Lamentablemente ya se acabó.

PPD

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Impresionante la clase de Jerold Kayden. Yo que me preguntaba por ese experimento de estudiar derecho, urban planning y saber de economía. Aquí está el paradigma. Y el tipo se dedica a la docencia y, a la vez, a los negocios.

Tápate los ojos

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Decidí venir nuevamente al Brattle Theatre. Está en una de las calles que viene desde Harvard Square. Bajas unas escaleras y a la derecha se encuentra la boletería, la única boletería. Una vez que entras, a la izquierda está el kiosko de pop corn, el único kiosko. Subes unas gradas y sin más, ya estás en la sala de cine, la única sala de cine.

Home Sweet Home

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Después de haber estado una semana pensando en lo hundido que me iba a a pasar este semestre en Gund por lo pesado de los cursos y especialmente del Studio, encontré un evento que iba a ser el sábado en la noche en HKS y decidí ir con la idea de que seguramente en este semestre habrá mucha menos oportunidad de ir a explorar la universidad como lo hice en otoño. El evento era la presentación de una organización que recibe y ayuda a refugiados norcoreanos en Estados Unidos. Habló Grace Jo, una joven norcoreana que contó la historia de su llegada y de su vida desde entonces. La presentación fue dirigida por un alumno de maestría de la universidad que lidera la organización. Luego de la charla y antes de una presentación de una orquesta con canciones tradicionales coreanas que se conocen a ambos lados de la frontera hubo una presentación de danza. Tengo la certeza de que no soy capaz de transmitir escribiendo los sentimientos que esa presentación nos produjo a todos. Solo pretendo reseñar que la danza de las dos artistas era una escenificación simbólica del origen fraternal de las dos Coreas y la manera en que a través del tiempo fricciones extrañas crearon una línea entre las dos, una línea que después de muchos choques se logra eliminar para convertir la situación de una de azul y rojo a una de puro blanco. Fue un minuto y medio de aplausos, y quizás un litro y medio de lágrimas. Y pensar que estaré en Corea dentro de poco más de un mes.