Aún no se ha acabado el semestre, pero ya sé que lo que voy a recordar con mayor claridad en el futuro es el trabajo de Studio. Esa esa la venenosa magia que tiene ese tipo de curso y la razón por la que he decidido tomar dos Studios al próximo año: por más valiosos o significativos cursos que hayas tomado en paralelo, el semestre entero toma la forma de la experiencia del Studio. Por más caóticos o anti-científicos que sean los ejercicios de esos cursos, toda la escuela parece estar organizada alrededor de ellos. Nota a pie: ya veremos lo acertado de esa decisión de hacer dos Studios en exactamente un año. Hoy (o ayer, ya que no tengo claro cuál será la relación temporal de este texto con la fecha de lo que voy a contar) estábamos sentados con mi grupo de Studio en los sitios de Astrid y de Kim, a quienes en este semestre les tocó estar lado a lado. Luego de intercambiar unas ideas y observar a Astrid empezar a desarrollar los gráficos que colocaríamos en nuestro board y tratar sin éxito de entender bajo qué lógica ella construía tan intuitivamente una armonía de colores y formas, me tocaba hacer los últimos ajustes a los mapas de Lowell, Massachusetts que habíamos desarrollado. La honestidad con el procedimiento requería generar los datos de nuevo y hacer las correcciones gráficas sobre un mapa que ya incorpore los últimos ajustes. Sin embargo, la premura del tiempo requería hacer algo más rápido que eso, así que decidimos con Kim simplemente invertir los datos de la leyenda y los porcentajes para que la gradiente coincidiera con los colores del mapa. Cuando me puse a hacer el cambio me di cuenta de que invertir los datos no sería tan simple, porque, entre otras cosas, el dato demográfico que incluimos en Estados Unidos está dividido entre Racial Designation y Ethnic Designation. Era una cuestión de coger un papel y hacer la negación lógica de unas cuantas proposiciones formales para invertir correctamente los datos y arreglar el cuadro de la leyenda del mapa. Kim, al verme darle algunas vueltas al mapa, me preguntó en qué estaba pensando. Yo volteé y le dije que invertir la leyenda no era solo incluir la palabra “non-” y reordenar los porcentajes. Con la actitud amigable de siempre pero también con la autoridad propia de una persona inteligente me insistió que sí, que era solo un cambio sencillo. Entonces ya por sola curiosidad decidí no explicarle todo lo que había estado pensando, sino solo recordarle el tema de la definición compuesta de la designación demográfica. Un par de segundos después se le iluminaron los ojos y comprendió dónde es que se hacía un poco más complicado el ajuste a los datos del mapa. Para ese momento, ya habíamos tenido sabe dios cuántas horas de discusión sobre cada uno de los elementos del esquema de Commercial Community Land Trust que desarrollamos como propuesta para la ciudad de Lowell. Aunque creo que el diseño institucional ha sido mi fuerte en las conversaciones con gente del GSD durante estos meses, el background de Kim en ciencias políticas y su reciente sumersión en el cálculo diferencial de los economistas, sumado a su rapidez de mente y claridad de expresión, hicieron que tengamos unas discusiones interesantísimas y hacían que no recuerde hasta ese momento una situación en la que hubiera algo que le hubiera costado entender y sobre lo que no haya pasado inmediatamente a concordar o discrepar. Por eso, en ese momento en que le comenté la complejidad de la inversión de datos fue simplemente tremendo presenciar cómo se daba cuenta del error lógico que estábamos cometiendo y delante de mí llevarse las manos a la cabeza mientras con una sonrisa sufría tratando de hacer la operación lógica en su cabeza. Era, me parece, la primera vez que la veía tardar más que solo unos segundos en comprender o procesar algo. Lo mejor fue, a pesar del divertido mini dolor de cabeza que le causó la pregunta, ver que unos momentos después logró entender la explicación lógico formal de la situación y, sin ni siquiera utilizar un papel, aplicar la negación formal a la conjunción y formular nuestra nueva leyenda del mapa en forma de una disyunción lógica. No sé cuán común sea que la gente se mate de risa después de un episodio como este, pero así sucedió. Simplemente un lujo ser testigo de esa mente funcionando. Creo que al final de todo se nos olvidó hacer el ajuste en la versión final de los boards y creo que la disposición de los gráficos terminó siendo lo más discutido en la presentación que hicimos en Lowell, no es importante, pues nada de eso opaca el hecho de que es simplemente un lujo trabajar con gente tan agudamente inteligente en las clases de la universidad. Quizás sea una injusta evaluación del mundo, pero no puedo evitar valorar a la gente primariamente por su inteligencia, y eso hace que sea tan increíble estar en esta universidad donde la rapidez de pensamiento es un rasgo tan común en la gente.
Second Semester Core Urban Planning Studio
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