La circunstancia de estar sentado en este momento aquí ha estado construida en base a una cadena interminable de decisiones completamente aleatorias. Una de ellas fue la elección del lugar donde vivir. Pudo haber sido un departamento con uno o dos amigos, pudo haber sido un departamento de Harvard compartido con una persona por conocer, pero terminó siendo un residence hall de la Graduate School of Arts and Sciences. Esa decisión bien podría haber sido tomada con un dado, uno o cuatro departamento, dos o cinco Harvard Housing, tres o seis GSAS. Cuando me pongo a pensar en esto recuerdo que incluso estaba por pasárseme el plazo para mandar la solicitud del housing al GSAS, era el 25 o 26 de algún mes, seguramente de abril. Y como es tan difícil tomar decisiones cuando uno no está en el último minuto, hora o día del plazo, lo había ido retrasando. El plazo, además, vencía a las 5 de la tarde. Lo cierto es que nunca supe cuántas horas o minutos antes de que venza el plazo mandé mi solicitud. No solo por la diferencia de horas entre Estados Unidos y Perú, sino porque esa semana yo estaba en Brasil y fue en medio de una conferencia en el Baker Mckenzie de Sao Paulo que abrí desesperado la laptop y completé el proceso de postulación. Incluso la elección del tamaño de la habitación, del edificio Child fue una cuestión enteramente librada a la suerte. Una vez más, por pura casualidad, o quizás por alguna anatomía extraña de mi destino, caí parado. Me asignaron el 205 de Child Hall. Hasta el piso es el perfecto, considerando que no hay ascensores. En la foto Tuo en el tacho de desperdicios, porque en el tacho de reciclaje no cabía.
La Elección de Sao Paulo
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