Mis instrucciones me dicen que debo hacer cambio de trenes en Kröpcke, así que bajo del número seis con dirección a Nordhafen y subo al número cuatro con dirección a Garbsen o al número cinco con dirección a Stöcken. Tuve suerte de toparme con un chico llamado Cristoph al llegar al Hauptbahnhof, la estación central. El con paciencia delineó un mapa e instrucciones manuscritas en la palma de mi mano. Me indicó que era preciso que me bajara en Königsworther Platz. Así lo hago. En esta estación, observo el ascensor para las personas discapacitadas al fondo. El descanso que hay en las gradas que suben al nivel de la calle. Cada cosa me recuerda el terrible viaje que acabo de hacer, pero también a los entrañables amigos que he hecho en él. Salgo del subterráneo y sigo el sendero sin todavía ver persona alguna. Me voy acercando al colosal edificio que llaman Conti-Campus, no hay nadie en la portería, pienso en estos instantes que nunca había reparado en si en esa caseta había alguien normalmente. Ingreso al Erdgeschoss y tomo el ascensor de la izquierda, presionó el botón del piso 15. Roland Schwarze y Christian Wolff deben encontrarse en el 1501 y 1507 respectivamente. Si no ellos, al menos sus anaqueles de libros y mapas. Tengo que salir de este nostálgico lugar.
El Viaje de Ocicat (I)
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