Archivo por meses: octubre 2013

Muro de Cristal

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Es el último día. Esto es el puerto finalísimo y estamos en la sala de espera. El ambiente es industrial y las sillas son de plástico blanco de cebichería. La gente es de mirar mirar a los otros infiernos ellos y tú te me acercaste apoyada a la baranda de la vieja piscina Poseidón. Deliveraste tu deliberado mensaje y te encaminaste. E irresponsabilizaste, te colgaste de la baranda y la gente se dispuso a mirarte, en un 40 por ciento. Y sin ningún aspaviento te caíste. O te dejaste caer. Advertencia recogida. Y ahí nadaste desafiante manatí o ballena blanca. Me hablabas con telepatía, todo en español. Pero hubo un revuelo. Algo nos revolucionó a los esperantes, y cayó una estructura en la piscina. Salté a buscarte a los charcos restantes y vi tu cuerpo submarino, translúcido, medusa, mutilado. Solo un movimiento de una aletita transparente, ya sin telepatía. En unos momentos, dejaste de moverte.

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24 de mayo de 2010

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Mi nuevo jefe me lleva al sexto piso para presentarme entre la gente que trabaja ahí y para enseñarme el lugar en el que me instalaré por seis meses y siete días. Al encontrar el lugar saludamos a los chicos que se encuentran ahí y saludamos a una chica que con una sonrisa amable me dice bienvenido y mi jefe me dice que ése es mi lugar, al lado de ella, así podré tener a alguien a quién preguntar cualquier duda, ella es alguien muy hábil, acaba de publicarse una investigación suya en una revista de Derecho, sobré qué tema es, sobre responsabilidad civil, wow Naty, felicitaciones.

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Derechos de Autor

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Desperté con la canción en mi mente. Necesitaba una computadora, pero maquinarme no me ayudaría, no necesitaba una computadora, aún no hay el google para los sonidos, qué canción era! Una canción de primavera, de artilugios, de un golpe perpendicular a una banda elástica tensada. Y yo la admiré porque era la habilidad de Cerati, su frescura. Había incluso una espiral en ella. Y colores marrones y anaranjados. La acurruqué escuchando Sobredosis de TV, desvaneciéndola, más bien, por asimilación. Le llamé la canción del evento de aquél día sin mucho tiempo para cincelar la inscripción. Hoy 3 días después y a miles de kilómetros de ese Hilton pienso en mi limitado repertorio y me doy cuenta que no existe esa tu canción, Cerati. Al menos no fuera de mi mente. Yo la creé y te la atribuí, Soda. Demándame GEMA por derechos de autor.

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