En sus salidas a correr por el malecón a las 7 de la mañana, en su caminar alegre por los pasillos y su mirada agobiada ante sus papeles, en esas sus llamadas ansiosas por el smartphone algunos minutos antes de la hora de almuerzo, en sus visitas al Pinkberry del Centro Comercial Jockey Plaza, en el desabotonamiento no solo del primero, sino del segundo botón, en su post en el Facebook sobre su viaje a la playa el viernes a las 2 de la tarde con espacio en su auto para las personas que quieran colarse, en sus paseos por la playa a las 6 de la tarde, bajo el sol total de sábado de gafas oscuras, en su partido de voley, en su lectura erudita del cuerpo principal de El Comercio del domingo y su bohemia lectura de El Dominical, ahí muy fácilmente puedes encontrarle.