Tienes miedo sutil, un miedo que no se revela como aquellos miedos fatales, éste es solo el miedo a la finitud, pero es miedo al fín. Estás sentada del cansancio con el rostro en las manos pensando en cómo parar de pensar, creyendo que la incertidumbre nunca te abandonó, meditas acerca de la inexistencia del presente porque este río de miseria nunca concede pausa y deja siempre en el olvido, pero ni el olvido existe porque de él solo tenemos dudoso recuerdo y el porvenir tampoco existe ni existirá de manera perceptible para nosotros, de esa manera escapan las fuerzas de tus brazos, encuentran solamente la posición para descansar, sentada en esta vereda sintiendo este sol que no calienta, este aire frío que cuartea tu piel ya arrugada, no hay frutos en los árboles, no hay maíz hasta enero y ya nadie llegará porque los últimos buses pasan a las seis de la tarde. Así te encontré vieja caja de sorpresas, tú que apreciabas las pequeñeces, tú que me tapabas la nariz hasta asfixiarme. Levántate yo te escucharé todo.
Te Deseo lo Peor
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