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Una cola de caballo, una cola de caballo, me repetí todas las veces que el frío me permitió tener mi rostro fuera del pequeño agujero que hice para él con mi bufanda, tu cola de caballo en el espejo me devolvió la tranquilidad, tus orejas blancas y tu confianza en el abrazo, casi en puntas de pie, tu polera nararanja poniéndole el domingo a nuestra semana y yo observando todo como no lo puedo evitar, cola de caballo viniste en mi auxilio.