Estaba con mis compadres rondando como solo se hace en el Cusco, pequeño pueblo nuestro. En ese grupo dispar que funciona mejor que movimiento realista caminamos desde la Plaza de Armas hacia Saphi, sánguches de dos soles de lomito de por medio, tú estabas dentro de ese bar, aquél bar al cual íbamos para restregarle nuestra mayoría de edad en la cara a aquella policía que nos llevó a la comisaría vecina por ser tan buenos tipos. En el mirador rondan los policías. Me paré en la puerta para dar una miradita y para que me viera nuestra amiga común, ella salió disparada y ante una mera mirada de complicidad remota prometió ir a llamarte, y después de un cuarto de suspenso tú saliste. Y tú que estás haciendo por acá (chibolo), hip. Con unas copas demás lo único que hice fue mirarte los labios, tan víctima de tu jugar con el ratón antes de comérselo, gato. Fue en el tiempo de las llamadas alegres.
Con unas copas demás
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