Finalmente llegó mi turno. El profesor, Herr Yoshihara Muneo, se dirigió a mí e inclinando la cabeza más veces de lo que occidente puede entender me preguntó, “shitsuree desu ga, o-námae wa?”. Recité, “watáshi wa José desu”. Entonces Herr Muneo, “ah José-san, anata no senmon wa nan desu ka?”. Y cuando yo me disponía a responder, “tetsú-gaku”, sonó en el lugar el timbre de un celular. Sonó en el bolsillo de nuestro japonés profesor quien, por supuesto, no se dio por aludido. Pero ante el murmullo generalizado reaccionó y atinó a preguntarme sinceramente, “ihr oder mein?”, lo que no pudo menos que causar una carcajada general. “Ihr” me apuré a responder y entonces tomó el aparato y telefónicamente ejemplificó toda la lección del día con su interlocutor japonés. Entonces terminó de hablar y me miró con rostro de ¿dónde estaba?. “Tetsú-gaku” repetí y los alemanes volvieron a ser los mejores alumnos del mundo y Herr Muneo, el profesor más atento del mundo, agregó, “ach so, gleich wie Leibniz”.
Minna no Nihongo
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