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Por no reparar en sus pasos, la pequeña se empotró de lleno contra una damisela y un aldeano que se amaban en medio del bosque. Inmediatamente ella les reprochó el lugar tan público en el que se encontraban. Ellos no entiendieron un comino y se detuvieron a observar el vestido tan grande y antiguo que llevaba la pequeña. En ese momento se oyeron unos galopes acercarse. Era un caballero que se dirigía hacia la pareja con gesto de enojo. Descendió del caballo y recriminó: “¿cómo te atreves a hacerme esto? es imperdonable”. Entonces con un jalón de orejas se llevó el caballero a su escudero travieso.