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Te compro todo lo que es necesario en el supermarket. Selecciono para ti la mejor ropa y la separo de la vieja, todo con el cuidado de la vida, empeñando horas de sueño y de estudio. Gasto mi dinero, lo veo alagrimado escurrirse entre mis dedos, centavo a centavo. Te espero pacientemente todo el tiempo que uno podría entender que necesitas. Te observo directamente, sin quitarte la mirada de encima un segundo. Y no funcionas. Te odio lavadora.