Es una foto de sinceridad, salta a la vista un color de pintas de aerosol, cuidadosamente granjeadas de sus padres por su existir veinticuatro horas al día, un color de niñez. Y todo es sólo el adorno de un rostro; uno que en el dicho refleja inocencia, pero en el hecho revela complicidad, una complicidad en la vida insubalterna, rostro de travesura realizada como lo pedían lunático y compañía para desaparecer el mapa,”travesura realizada!” y rostro de “ahora qué vas a hacer tú, individuo”. ¿Dónde están los sentimientos, dónde se lee toda toda esta simbiosis, todo este bijou? Pues en los pómulos, dónde más, pómulos sonrojados, pómulos levantados como cejas, pómulos plantados como de marcha marcial, pómulos saltones; y sosteniendo ellos los ojos miopes que miran directo directo a los antiguos ojos tiernos.
La chica pómulos
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