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Con un sobre negro que no se podía abrir sino hasta las doce de la noche, después de un intento protocolar de mejorar una ya confortable situación, sólo seguí el camino del tontódromo, en el mismo estado que los pavos de navidad, cuando les cortan la cabeza pero siguen corriendo por el patio, sin consciencia del acto, sin consciencia, y encontré el concierto oficial de la chica más bonita y miré desde los perales la socialización en su apogeo, era, pues, sábado en la noche, “aquéllo era abandono”, ¿deséa Ud. pasar?, un gran esfuerzo en mi vocalización.