Hacía semanas que encontraba solamente desechos de gato en el césped del estacionamiento antes de salir a vivir la vida. Esta noche, con el cansancio de tanto existir durante el día, llegué manejando a casa y, a pocos metros de la puerta del garaje, divisé a un gato negro y paré en media calle. Nos observamos un momento, freno de mano y abrí la ventanilla. Entonces el gato empezó a contarme que nunca había visto a nadie interiorizar a Gorgias como yo lo hice la primera vez que lo leí, hace tanto tiempo. Me habló de mis lugares comunes. Me diagnosticó mi angustia por embutirme de alguito del conocimiento universal en los míseros 80 años concedidos. Y me sorprendió cuando aunó esa angustia con el afán de trascendencia que connotaba mi corbata uomo piu. Asentí con la cabeza. Estacioné el carro y fumé.
En el diván
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