Arrinconado me siento cuando alguien me apunta y me dice: “abogado!”. Es verdad, trabajo en un estudio jurídico, uso corbata, hablo en difícil y todo lo demás; ciertamente, ¿de algo se tiene que vivir en la vida no?. Pero pero pero, ¿es eso todo? gracias a dios no. El derecho de verdad, ese del que no conocen los especialistas en redactar contratos, en presentar escritos judiciales, en revisar partidas registrales, es un libro, un libro de conocimientos de derecho: es uno que está en el mismo estante que el libro de conocimientos de historia, de filosofía, de economía, etc. ¿Cuál es su contenido? es un libro que contiene el estudio de las soluciones creadas por el hombre para el tremendo problema sartreano de haber sido “arrojados” a un mundo con un puñado de otros individuos. Y como todos los demás libros del estante, están colocados ahí para que nosotros, los usuarios, les demos una rápida mirada a todos o a uno de ellos o a un par, en realidad, a los que nuestros escasos 80 años (como dijo el gato negro) nos permitan revisar. Todo esto mientras los que sí se merecen ser etiquetados de “abogados” pierden su tiempo en una computadora tipeando “OTROSÍ DIGO:…”.
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Archivo por meses: agosto 2011
En el diván
Hacía semanas que encontraba solamente desechos de gato en el césped del estacionamiento antes de salir a vivir la vida. Esta noche, con el cansancio de tanto existir durante el día, llegué manejando a casa y, a pocos metros de la puerta del garaje, divisé a un gato negro y paré en media calle. Nos observamos un momento, freno de mano y abrí la ventanilla. Entonces el gato empezó a contarme que nunca había visto a nadie interiorizar a Gorgias como yo lo hice la primera vez que lo leí, hace tanto tiempo. Me habló de mis lugares comunes. Me diagnosticó mi angustia por embutirme de alguito del conocimiento universal en los míseros 80 años concedidos. Y me sorprendió cuando aunó esa angustia con el afán de trascendencia que connotaba mi corbata uomo piu. Asentí con la cabeza. Estacioné el carro y fumé. Sigue leyendo
Con la buena suerte en el bolsillo
Terminada la partida de póker y perdidos todos los garbanzos apostados, comenzó a caminar, por el parque el trébol, por el parque del mapa, lluvia encima, capucha encima, avenida de la cultura arriba, manos en los bolsillos llegó a Manuel Prado, custer de muerte, apachurramiento forzado, saboreó el río huatanay en el camino, viejo saylla, ahora significativo tipón, se bajó en el paradero andahuaylillas y subió, subió hacia la plaza sorteando los restos de las vacas, pisando los correspondientes restos de caballos, y llegó al lugar, a la diestra de la sixtina, el museito de sitio, se quitó la capucha, acomodó la actitud de turista y entró depositando los 2 solcitos papá, y apurado con la hora, tocó con su mano el meteorito, y emprendió el camino de vuelta, con la buena suerte en el bolsillo. Sigue leyendo
Diéresis
Encogido en un esfuerzo, preocupado por la desaceleración, por la desafiliación, por el hurry back hurry back cantado y especialmente por el ahora sensible alejamiento de los contemporáneos, de los semejantes, de los irreconciliables escribo: que mientras la vida le quita la diéresis a mi tlön, tú le aumentas una a nuestro diptongo, y ¿qué se necesita? acaso un borrador psicológico para retornar a nuestra normalidad lingüistica, la de los plurales niveles, opino que se necesita conocer que la única consonante que acepta la diéresis en los teclados es la “y”; merecidos agradecimientos, danke schön con umlaut. Sigue leyendo