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Crítica literaria y reseña de libros

Demian y la rebeldía intelectual

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“El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios se llama Abraxas”.

Durante los años 60, Hermann Hesse fue el escritor de cabecera de aquella joven generación que en Europa inició una corriente de cambios sociales cuya influencia todavía se percibe hoy. Este escritor alemán obtuvo el reconocimiento del gran público en virtud de algunas de sus obras más notables entre las que destacan El lobo estepario, Sidarta, Demian, Bajo la rueda, El juego de los abalorios, El último verano de Klingsor y las colecciones de relatos que reúnen su narrativa breve. En todas ellas, encontraremos que el protagonista principal de las historia narradas son, usualmente, jóvenes excéntricos con grandes inquietudes intelectuales, atribulados por dilemas existenciales y con un acendrado espíritu rebelde. Al respecto, Max Demian es el prototipo del adolescente intelectual y existencialmente rebelde.

Demian (1919) fue publicada luego de la Primera Guerra Mundial durante un periodo caracterizado por una fuerte crítica contra el racionalismo y el positivismo del siglo XIX. Los horrores de la guerra marcaron a la sociedad europea e impactaron tanto en los intelectuales como en los artistas. Hermann Hesse vuelca en esta, así como en otras de sus novelas, conocimientos provenientes del saber occidental y místico oriental concernientes a la religión, literatura, filosofía y artes. La introspección psicoanalítica, el irracionalismo nietzscheano, el gnosticismo (tendencia religiosa ecléctica que busca la integración de los credos religiosos) y el cristianismo conforman los referentes culturales específicos de Demian, que aparece en un momento de notable agitación política, social y cultural: el periodo de entreguerras.

Este periodo vio la consolidación de los movimientos históricos de vanguardia que en Europa pregonaban la subversión de los cánones estéticos en aras de la construcción de un arte y de un hombre nuevos. Si bien todos los movimientos de vanguardia compartían su rechazo a la tradición, cada una difería en la manera cómo se la debía enfrentar. Cabe resaltar que no solo fueron un conjunto de movimientos que apuntaban a cuestionar lo artísticamente establecido, sino que también se constituyeron en una plataforma para cuestionar a la sociedad burguesa, sus costumbres, creencias y estilo de vida.

Este aspecto es tratado en algunas novelas de Hesse de una manera reflexiva más que contestataria o panfletaria en el sentido ideológico. Es decir, a diferencia de los manifiestos futuristas, dadaístas, surrealistas y similares, y de las exposiciones artísticas desafiantes que brindaban la oportunidad a los artistas nuevas de enfilar sus críticas contra las instituciones tradicionales artísticas, sociales y políticas, en Hesse encontramos una reflexión intimista que más que plantear certezas siembra dudas constantes que mueven a sus protagonistas a una búsqueda constante del sentido de su existencia. Sucede así con el joven Sidarta quien abandona la comodidad de su hogar y de los cuidados familiares para emprender una larga y, por momentos, dolorosa búsqueda del saber. Su familia pertenece a una connotada casta de los brahmanes en la India, lo cual no lo disuade en absoluto de sus propósitos. Al final de sus días, comprende que no podía obtener la comprensión de los misterios de la vida solo con estudios sino sobre todo con experiencias, tanto amargas como gratificantes. El joven Hans de Bajo la rueda vive el dilema de no experimentar la alegría propia de su edad porque los planes que tiene su padre para él se superponen a sus propios anhelos. La exigencia paterna por lograr ascender socialmente lo obliga a estudiar en un renombrado liceo de Berlín al que ha llegado por sus propios méritos académicos, pero sin la convicción de estar allí porque lo desease. El estudio espontáneo de diversas materias se convierte luego para él en un fastidio, en un lastre que le impide desarrollar sus inquietudes. Esta situación se agrava en un entorno que no favorece la crítica al conocimiento, sino más bien, el anquilosamiento del saber. Por su parte, Emil Sinclair, en Demian, pertenece a una familia acomodada que goza de ciertos privilegios. En estas tres novelas, vemos que la clase social impregna ciertas características a la personalidad de los individuos de las cuales parece que no pudieran escapar. Sin embargo, se plantea la posibilidad de cuestionar tal modo de vida a partir de una reflexión que indaga en el propio ser acerca de lo que es mejor para uno mismo. De esta manera, las novelas de Hermann Hesse constituyen una crítica a la sociedad burguesa y a las pretensiones de las clases emergentes que a toda costa desean lograr el ascenso social.

En lo referente a Demian, es notable la influencia del existencialismo, una de las tantas corrientes de vanguardia, sobre todo del pensamiento de Soren Kierkegaard quien durante el último periodo de su pensamiento desarrolló un planteamiento crítico sobre el pensamiento cristiano. Este filósofo danés consideraba que tener fe implicaba tener dudas. Es decir, tener fe en Dios significaba a la vez dudar de su existencia. De esta manera, la duda se convierte en una parte racional del pensamiento de la persona, ya que sin ella la fe no tendría una sustancia real; la duda como un elemento esencial de la fe. Ello obliga al narrador-personaje a cuestionar sus propios saberes para lo cual tiene que mirarse hacia adentro. Esta interiorización del mundo de los personajes a la manera de una introspección fue característica de los movimientos de vanguardia en narrativa. De esta forma, el lector puede contemplar los estados anímicos del personaje. Por otro lado, también se evidencia la influencia del existencialismo en la actitud de Max Demian quien es un librepensador que no admite por cierto ningún saber preestablecido si es que no se somete a crítica. Recordemos que el existencialismo planteaba la ausencia de alguna fuerza trascendental que actuara sobre el ser humano a quien lo definía como libre y totalmente responsable de sus actos.

Nietzsche también asoma entre los diálogos sostenidos por Demian y el joven Sinclair. No directamente, pero las alusiones son más que directas. El autor de Más allá del bien y del mal fue un crítico frontal de la religión en especial de la tradición judeocristiana, pero a la vez fue un denodado lector del pensamiento religioso que sometía a crítica. La subversión de los valores religiosos establecidos fue el principal propósito de su Genealogía de la moral y de Más allá del bien y del mal. La impronta nietzscheana en Demian la hallamos en los pasajes en los que Demian cuestiona la interpretación tradicional de la historia de Caín y Abel. En cuanto tuvo la oportunidad de hacerlo, Max Demian expuso su punto de vista acerca de las clases de religión que recibía en el colegio. A lo largo de la trama, Demian incentiva en el joven Emil Sinclair una actitud crítica frente al conocimiento tradicional recibido en las aulas. Demian no tiene reparos en cuestionar el conocimiento e incluso plantea una interpretación diferente: considera a Abel un cobarde y a Caín como un valiente. A Emil Sinclair le cuesta mucho en un principio adaptarse al cambio, salirse del molde, de la seguridad que le brinda el saber que todo está en su lugar. Por ello, de alguna manera, Demian se deja como una metáfora del pensamiento inconforme de la época, lo cual también sucedía con otras obras artísticas del periodo de entreguerras.

Respecto a la estructura narrativa, Demian no destaca por un despliegue notable de las nuevas técnicas narrativas a la manera de los novelistas norteamericanos, ingleses o franceses. Se la puede clasificar dentro de aquel subgénero conocido como novela de crecimiento o novela de desarrollo (“Bildungsroman”) en la cual el protagonista experimenta, a lo largo de su vida, una serie de experiencias que lo forman como sujeto de las que el lector es un espectador privilegiado. Característico de las novelas de formación es que el personaje principal atraviese momentos de seguridad y de conflicto que se alternan constantemente, lo que contribuye a afianzar la idea de que nada es totalmente definitivo sino que la formación dura toda la vida, es decir, que siempre estamos en constante aprendizaje. A parte de Hesse, otros escritores europeos de vanguardia también incursionaron en la novela de formación con obras que son un referente actual de este subgénero: Retrato de un artista adolescente, de James Joyce; En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; La montaña mágica, de Thomas Mann; y Las tribulaciones del estudiante Törless, de Robert Musil. En el Perú, novelas importantes de este tipo son La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa y Los ríos profundos de José María Arguedas.

Al respecto, Emil Sinclair es un jovencito que al inicio es prisionero de una mentira: afirmó que fue capaz de robar manzanas de una huerta por lo cual Kromer, otro muchacho algo mayor y abusivo, lo extorsiona bajo la amenaza de contárselo a sus padres. Demian entra en la vida del joven Sinclair cuando aquel lo libera de la extorsión de Kromer, quien intimidado por la amenaza de Demian, nunca más molestó a Sinclair. Luego de esto, la experiencia de conocer a Demian resultó cada vez más fascinante para él: admira su determinación, su sabiduría y su belleza. El aprendizaje de vida del joven Sinclair radica en asumir que, además de no conformarse con aquello que le dicen, tiene derecho a pensar por sí mismo y a seguir sus propias convicciones. Por periodos, Sinclair interrumpe este proceso de aprendizaje, ya que luego de la escuela perdió contacto con Max Demian. Sin embargo, diversas situaciones lo hacen evocar cada cierto tiempo la figura de aquel enigmático compañero que según los rumores, mantenía una relación extraña con su propia madre.

El despertar de la sexualidad es también un tema que atraviesa esta novela. La atracción que Demian ejerce sobre Emil Sinclair es distinta a lo largo de su vida. Primero se trata de una admiración intelectual, luego emotiva y después estética si es que estas tres no se superponen a la vez. Demian sabe que llama la atención de Emil y lo conmina a reconocer que efectivamente es así. Es como si supiera lo que piensa Emil. Si bien no se evidencia directamente una relación afectivo-amorosa entre ambos, por momentos nos damos cuenta que Demian realiza el papel de seductor, rol que es correspondido por Emil en la medida que “cae rendido” ante aquel: conocerlo fue una marca que lo acompaño durante toda su vida. No obstante, no deberíamos interpretar esta relación como una alegoría de la homosexualidad juvenil, sino como la admiración en su máximo esplendor por descubrir que todo puede ser diferente si nos proponemos observarlo desde otra perspectiva.

Vinculando lo anterior con algunas propuestas de los movimientos históricos de vanguardia en Europa, podemos concluir que Demian contiene un discurso que dialoga con algunas características de la vanguardia europea de entreguerras y con el pensamiento humanístico de la época. Además, a través de esta novela, es posible hallar una actitud de subversión de lo establecido, lo cual está en directa concordancia con la propuesta de la vanguardia. Lo que tiene de particular la obra de Hesse, en especial Demian, es que dicha subversión no necesariamente se basa en la eliminación de lo establecido sino en lograr una síntesis de los opuestos. Es decir, no se trata de una negación absoluta, sino de una negación que permite el avance, a la manera de la doble negación hegeliana. Por todo ello, Demian permite apreciar la influencia del pensamiento de la época, marcado por la desazón respecto al progreso y la modernidad, y el valor y la defensa del pensamiento libre.
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Vendo mi cuerpo

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Elena De Yta
Editorial Marcapasos
Arequipa, 2009

En los últimos años, la producción editorial independiente en Arequipa ha venido experimentando un notable desarrollo. Algunas editoriales como Cascahuesos y Dragostea han ido más allá del espontáneo deseo de un grupo de amigos que comparten la pasión por la literatura y que se aventuran a publicar sus creaciones, a pesar de las dificultades que ello implica. Dentro de este panorama, continúan apareciendo nuevas editoriales independientes que buscan concretar el anhelo de muchos jóvenes escritores por ver publicados sus escritos. Recientemente, la editorial Marcapasos acaba de publicar Vendo mi cuerpo, primer poemario de Elena De Yta, el cual fue presentado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Arequipa. Elena De Yta (Arequipa, 1985) había publicado anteriormente sus poemas en diarios y publicaciones diversas. También, obtuvo premios en narrativa y poesía, en los concursos organizados por la Alianza Francesa y los Juegos Florales Universitarios de la UNSA respectivamente, los que poco a poco fueron confirmando su talento en las letras.

La propuesta de este poemario destaca por el rol que asume el yo poético: la voz de una prostituta que expone con crudeza, amargura, serena resignación e ironía las vicisitudes de una mujer que encuentra en la palabra una forma de manifestar sus sentimientos encontrados. Esto hace de Vendo mi cuerpo un poemario integralmente diseñado bajo un concepto unificado: la exposición del un deseo que no es placentero, sino lacerante. Sin embargo, habría que matizar esta afirmación porque, por momentos, pareciera que el yo poético encontrara satisfacción en lo sórdido o inevitable resignación ante el dolor. Además, mantiene un diálogo en el que sugiere que su propia desgracia se originó en el amor que la unió con un imaginario destinatario. Por ello, es frecuente hallar marcas textuales que aluden a un “tú” inexistente, pero simultáneamente presente en gran parte de los poemas.

A partir del análisis del título, tenemos que el cuerpo femenino es simbolizado como una mercancía que se ofrece al mejor postor. La entrega del cuerpo no es expuesta necesariamente como una tragedia, sino como un castigo que se sobrelleva con mucha ironía, estrategia que atenúa el impacto de lo sórdido que resulta ser testigo de la invasión del cuerpo por amantes no deseados. Al respecto, el amante, interlocutor ausente para el yo poético, encuentra su presencia solo a través de diálogos indirectos que lo aluden: “Cuando tus carnes / Aderezan las mías” [Angustia]; “Alrededor tuyo / Circundándote / Fingir / Sentir / Un orgasmo / Pleno” [Existencia ideal].

Los méritos que hallo en Vendo mi cuerpo están en el desarrollo de un concepto orgánico que articula los poemas, en la cadencia rítmica de sus versos y en la atmósfera que sugieren algunos pasajes que, sin recurrir a un lenguaje complejo, se las arregla para plantear al lector escenas, cuadros, fotografías de momentos que el yo poético evoca para convertir al lector en un cómplice de su drama. Otro punto para destacar es el registro del lenguaje utilizado. No encontraremos en Vendo mi cuerpo un vocabulario impostado o ad hoc a la posible expresión de un personaje que, de primera intención, para muchos lectores está vinculado a una prostituta. Mi hipótesis partiría por asumir que no solo no se trata de un disfraz, sino que ni siquiera pretende la voz del poema disfrazarse de prostituta, sino que, en el juego metafórico, ese rol es susceptible de ser interpretado por cualquier individuo que experimente emociones tales, es decir, el “sentirse como” se convierte en “actuar como” dentro de la ficción. En este sentido, Vendo mi cuerpo no es el diario íntimo de una prostituta, sino la exposición abierta y sincera de un yo poético que construye un personaje para apropiarse de la proyección de su imagen y transmitir sentimientos, emociones y acciones, pero, insisto, no mediante la estrategia confesional del diario en prosa poética que presenta un recuento detallado de la intimidad: por ello, tales acciones son, en realidad, fotografías o estampas de un momento. Tampoco hallaremos una recatafila de palabras de grueso calibre que quieran reforzar la idea de lo grotesco, lo sórdido o visceral y ese es, conciente o inconcientemente, un mérito que vale la pena resaltar. El tono del lenguaje reserva su agresividad para momentos oportunos, pero cuando amerita rendirse, aunque fuera solo por unos instantes, al sentimentalismo lo hace de manera que no luce sentimental (en el peor sentido), sino melancólico.

Al respecto, el poema más logrado desde mi punto de vista, acorde con la poética del texto, es el que cierra el poemario: “Oración a Sarita Colonia para antes de salir”. En este —uno de los pocos o tal vez el único poema en el que los amantes y el amante ausente no son aludidos— se presenta una breve escena en la que el personaje implora protección ante la santa del pueblo.

El tiraje de la publicación fue reducido y el diseño de portada es sugestivo. Sin embargo, urge una segunda edición que corrija algunas erratas que no afectan en mayor grado el contenido, pero que, en un contexto en el que nuevos lectores se interesan en autores emergentes, vale la pena cuidar esos detalles para mantenerse competitivo en el mercado editorial. Posiblemente, Elena De Yta nos sorprenda en adelante con una nueva reimpresión o reedición de Vendo mi cuerpo, o porque no, de un nuevo libro.

Oración a Sarita Colonia, para antes de salir

Sálvanos dulce niña, santa, virgen milagrosa
Tú que sufriste en carne propia
La experiencia desgarradora
Líbranos del abuso de los hombres
Protégenos en esta triste oscuridad
En la que entregamos nuestros cuerpos por pan
Exponiéndonos al robo y odio de la gente.

Guarda nuestros corazones del falso amor
De los cuervos uniformados también
Sálvanos, Sarita, y si nos atrapan, proporciónanos
El abrigo suficiente para sobrevivir la fría celda
Logra el perdón de nuestras madres
y transfigura nuestros rostros para que ellas
Queden lejos de la humillación y la vergüenza.

A ti rogamos Sarita, que también fuiste mujer
Acompáñanos siempre para que de tu mano podamos
Al fin encontrar la luz y valentía necesaria para poder
Enmendar nuestras vidas.
Amén.

Mutatis mutandis

He pecado cuantas veces he podido
Y la absolución
Nunca la he buscado
No puedo estar en comunión
No sé donde diablos
Está Dios

Y sin pedir perdón
A nadie
He vivido
Con mucho gozo porque he amado
Después sufrido
Y también llorado

Como un menesteroso
He fingido
Como puta
He traicionado
Y casi siempre
He perdido
Pero en oportunas
Veces ganado

Aunque
Al final
No sepa a cuantos
He jodido
Seguramente
A los que
Me han amado

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¿Qué premia realmente el Nobel de Literatura?

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Cuando la ceguera es síntoma de distinción.

Mario Vargas Llosa señaló en diversas oportunidades que no haber obtenido el Premio Nobel de Literatura era para él una distinción, puesto que se sentía “muy bien acompañado” por aquellas grandes figuras de la literatura mundial que, muchos no nos explicamos por qué, no fueron distinguidos con este premio por la Academia Sueca. Vargas Llosa se refería a escritores como Tolstoi, Marcel Proust o Borges, a quienes ningún crítico literario podría mezquinarles algún elogio y que, de estar vivos, no necesitarían justificar ante ninguna instancia académica el merecimiento de algún galardón; más bien quienes los ignoraran deberían justificarse ante la historia por tamaño descuido. Esta ha sido una de las críticas más reiteradas contra la Academia Sueca que, año tras año, emite un veredicto que tiene el poder de consolidar la carrera de un escritor hasta ese momento desconocido, convertirlo en best seller y sacarlo del anonimato y otorgarle un protagonismo planetario que lo eleva por encima de la victoria moral que ha significado dedicarse a un oficio tan errático como el de ser escritor.

Año tras año, durante las semanas previas al anuncio, la crítica especializada baraja a algunos posibles candidatos, en cuyas listas casi siempre figuran escritores que la crítica considera imprescindibles por su calidad literaria, pero que, a menudo, son ignorados por completo por la Academia Sueca. Esto sucede porque los patrones en los que se basa esta institución son diametralmente opuestos a los de la crítica. El Premio Nobel, en todas sus categorías, es un premio humanístico que pretende galardonar, en primer lugar, la trayectoria vital de un individuo quien, desde su especialidad, haya aportado al beneficio de la humanidad. Es decir, lo singular de cada producción intelectual no es tan importante como el conjunto de ella, aunado a la figura que como intelectual posee el posible candidato: reconocimiento de su comunidad, ascedencia sobre la opinión pública y, aunque no quieran reconocerlo, filiación política. En las ciencias físicas y químicas, por supuesto que es muy importante el descubrimiento y los aportes a la humanidad, tanto como el individuo que hace posible su realización; sin embargo, en una disciplina artística como la Literatura, lo que ha sucedido en las últimas décadas es que aquellos que tienen a su cargo la elección del premio que para muchos equivale a elegir al mejor escritor del mundo han antepuesto las cualidades personales del candidato a los merecimientos estrictamente literarios vinculados con su obra. Tal es así que cuando la crítica señala que el próximo Nobel de Literatura debería ser otorgado a un escritor como Mario Vargas Llosa, la Academia Sueca decide otorgarlo a otro escritor que fuera de su comunidad o del circuito europeo es un completo desconocido, pero, luego del premio, es asediado por megacorporaciones editoriales que pondrán en circulación su obra por todos los rincones más rentables del planeta.

Un escritor como Mario Vargas Llosa no tiene nada que demostrarle a ningún crítico o institución académica mundial. Es más, si los miembros de la Academia Sueca consideran que aún no lo merece porque le falta una obra maestra, pues se equivocan rotundamente: ¿Cuál fue la obra maestra de Gabriela Mistral? ¿Qué vieron literariamente hablando en Orhan Pamuk, Imre Kertezs o Herta Müller por mencionar a algunos ejemplos, que no estuviera presente en las novelas del escritor peruano? Alfredo Bryce Echenique cuenta que una vez tuvo la oportunidad de conversar con uno de los integrantes de la Academia Sueca en quienes recae la responsabilidad de elegir al Nobel de Literatura. Conversaron acerca de la vida y obra de Julio Cortázar ante lo cual el distinguido académico no dudo en agendar dicho nombre para evaluar la posibilidad de premiarlo al año siguiente. Bryce tuvo que señalarle en ese instante que el autor de Rayuela había fallecido hacía y algunos años. Esto motivo una jocosa reflexión en Bryce: ¿cómo unos señores que habitan en un país que muchos desconocen y que hablan un idioma poco conocido en el mundo pueden estar encargados de elegir a un escritor que después será conocido por todo el mundo?

En lo literario, estoy más que seguro, no vieron nada que no mereciera ser distinguido; lo que sucede es que al momento de valorar a Vargas Llosa pesa más el ensayista político-cultural que quincenalmente publica en El País de España, que el célebre novelista autor de La casa verde, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta del chivo. Lo cual no es totalmente injusto, ya que Vargas Llosa conserva gran parte de su actualidad y vigencia a través de sus columnas de opinión. (No en vano, bastó un artículo suyo para pulverizar la opinión del ministro de Defensa del Perú, Ántero Florez-Araoz, quien sostenía que los museos no eran útiles y obligar al actual gobierno aprista a retroceder sobre su negativa a implementar el Museo de la Memoria). También es cierto que Vargas Llosa suele incurrir en exabruptos imperdonables para un intelectual de su talla. Llamar a Evo Morales “ardilla trepadora” o burlarse de su peinado tipo “fraile campanero” seguramente fueron frases que, traducidas al ignoto sueco, chirriaban de tal manera en las mentes de los ilustres académicos nórdicos que los obligaba a pensar más de dos veces la posibilidad de otorgarle el Nobel de Literatura. A ello se agrega la lamentable postura asumida por Vargas Llosa luego de la invasión a Irak por parte de EEUU y Gran Bretaña. Desde su perspectiva, la invasión militar se justificaba porque derrocarían a un tirano como Sadam Hussein y, en consecuencia, de la ocupación militar surgiría la democracia. Hoy sabemos que esa no fue la premisa que guió el accionar de las tropas de ocupación y que llevar la democracia tampoco estuvo en su lista de prioridades.

Particularmente, considero que este fue un hecho que le restó puntos para la mirada progresista de la Academia Sueca que suele estimar mucho el reconocimiento que un intelectual tiene en su nación (después de que perdió las elecciones en el 90, Vargas Llosa criticó abiertamente al sector de la población que le negó el voto y cuando Fujimori dio un autogolpe de Estado, no dudo en exigir un bloqueo económico contra el Perú) y el lugar que ocupa en el concierto político-cultural mundial. A Vargas Llosa, muchas veces, injustamente, se le identifica con la derecha más reaccionaria o con el neoliberalismo capitalista más salvaje, cuando en realidad, se trata de un intelectual más fiel a sus convicciones éticas que a las ideológicas. Prueba de ello es que cuando muchos conservadores en el Perú esperaban apoyarse en él para denostar el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Vargas Llosa sorprendió a propios y extraños brindando su adhesión al informe la necesidad de su difusión.

¿Le quita el sueño a Vargas Llosa el Premio Nobel de Literatura? Él dice que no, pero a todos los que admiramos su trayectoria literaria, muy aparte de los yerros o aciertos como político, nos complacería tanto como el Oso de Oro de la Berlinale a La teta asustada, la Copa Sudamericana a Cienciano o la medalla de plata en Seúl para nuestro vóley, que por fin, la Academia Sueca haga justicia no solo con distinguir a Vargas Llosa, sino con premiar a la literatura peruana en su nombre, ya que, cuando se lo den a Mario, en realidad, se lo estarán dando a Arguedas, Ciro Alegría, Scorza, Ribeyro, Vallejo, Chocano, etc. De lo contrario, Mario puede sentirse muy bien acompañado por ellos.
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I Feria Internacional del Libro Arequipa 2009

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Una buena noticia para Arequipa. Como resultado de un esfuerzo conjunto entre las principales instituciones culturales de la ciudad, gobierno local y regional, por fin tendrá lugar en Arequipa la I Feria Internacional del Libro. Eran ya habituales las ferias del libro en Lima, tanto la internacional como la Ricardo Palma en Miraflores, además de la de Trujillo que año tras año viene adquiriendo mayor trascendencia internacional. Ya era momento de que el crecimiento económico que viene experimentando la Ciudad Blanca tuviera un correlato con eventos culturales de este tipo. Ojalá el público en general acuda al recinto de la feria que estará en el parque “Libertad de Expresión” en Umacollo, cerca a la Universidad Católica de Arequipa.

Espero que este sea un precedente para que tanto las entidades culturales como la empresa privada y los gobiernos locales unan esfuerzos para que otro tipo de festivales como teatro o cine también tomen en cuenta a Arequipa y al resto de ciudades del interior.


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Creación literaria. Diego Cabrera

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IMPRESIÓN CAPITAL

Diego Cabrera
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

Advertencia: El presente texto pretende ser un reflejo visceral, pero también meditado de la relación que tengo con la ciudad en la que nací y crecí. El elemento privado e íntimo no está dado por el formato requerido por el taller (un diario), sino por los elementos vitales que lo componen. De ahí que este sea más una suerte de catarsis personal que está influida por mi educación, costumbres y experiencia que una especie de bitácora programática.

La vida nos confronta diariamente a una dialéctica de la cual la ciudad no escapa. En el caso de nuestra urbe, un diálogo que es propio de los sordos y más aún de los necios: aquel que nos somete a la nostalgia y la melancolía, a la reverberación más pura y a la imagen más pagana -y por ende más vital y verdadera-, pero sobre todo a la experiencia de crecer en medio del caos y la informalidad con indulgencia y permisividad. Se trata de un diálogo particular, ciertamente hipócrita, en el cual una de las partes de queja de la otra pero al mismo tiempo la aplaude e incentiva. Es esa dinámica esquizofrénica la que posibilita el éxito de los Polvos, los Quilcas, la situación de nuestro transporte público y la corrupción de la policía nacional por poner solo algunos ejemplos. Y es que así como Lima, la Ciudad de Los Reyes –y también “de los Chávez, de los Quispe…”), nos permite vivir como reyes si tenemos algo de dinero en el bolsillo, suficientes agallas y poca conciencia, también nos arremolina y, al hacerlo, devela nuestro lado menos amable y civilizado, y termina confrontándonos como hienas hambrientas que ven en el otro a su presa.

Pero, contrario a lo que piensan aquellos que añoran en silencio los años previos a la reforma agraria, cuando los cultores de la economía estamental reproducían practicas colonialistas que, por sobre todo, atentaban contra la dignidad de los peruanos indígenas, ese arremolinamiento y sus secuelas no llegaron durante lo que Matos Mar vino a llamar el “Desborde Popular”, sino que comenzaron a erosionar a medida que se iba consolidando el proceso de migración del campo a la ciudad, a medida que una parte del pueblo se empezó a ‘capitalizar’, es decir a integrar, en especial a partir de la década del noventa.

Paradójicamente, paralelo a la reinserción económica de nuestro país, una vez adoptadas de forma explicita las políticas neoliberales, y posterior a su despegue macroeconómico, los especialistas empezaron a hablar de una reconciliación entre las elites empresariales y los sectores más marginados de la sociedad (para fines socioeconómicos, el caso del MegaPlaza Norte serviría de contundente ejemplo), de un acercamiento que con el tiempo derivaría en la ansiada empatía social, siempre y cuando el Estado sea capaz de redistribuir con mayor eficacia los recursos que el nuevo modelo le permite acumular, pero la realidad nos demostraría lo contrario, dando lugar al escepticismo y la desazón (acá podemos mencionar los recientes casos de Bagua y Andahuaylas como ejemplo de que el mentado acercamiento siempre entraña algún interés económico y no una verdadera vocación social).

El problema es complejo y esta Lima de cielo ‘panza de burro’, superficie árida y edificación cada vez más vertical, cuyos pobladores son tan emprendedores como conformistas, cálidos en el trato con el extranjero pero malcriados en sus maneras con sus compatriotas, esta ciudad supersticiosa pero también devota, masoquista en los deportes, sincrética en sus colores y formas y deliciosa en sus sabores, esta capital que es chicha pero también limonada y sobre todo arroz con leche y mazamorra morada, aeropuerto y platos siete colores es el epicentro de esa complejidad.

De ahí que me sienta zarandeado y tironeado por su devenir, agobiado y triste por su aparente destino (decir que el sino de nuestra nación depende exclusivamente de sus dirigentes es un facilismo que pretende exculpar a una ciudadanía, por ahora, poco dispuesta a entender el hecho de ser peruano, o de ser limeño que para nuestra perspectiva capitalina, o sea centralista, vendría a ser lo mismo), pero a la vez privilegiado y feliz por acogerme en su seno.

Tengo la fortuna de pertenecer a una generación en la cual los valores no solo se formaban de manera virtual, por intermedio de teclados, a través de pantallas y a costas de clicks. He disfrutado cuando de niño acompañaba a mi madre al mercado y las fruteras que se encontraban de camino nos regalaban, gracias a mis ‘quecos’, parte de su mercadería, cuando tomaba jugos surtidos o engullía las afamadas yuquitas de Balconcillo y tuve la dicha de haber frecuentado, parroquianamente y gustosamente, el Palermo original de La Victoria todos los domingos acompañado de mis padres; en casa tuve fiestas infantiles con payasos, magos y animadoras de verdad, no de las que te improvisan en los restaurantes de comida rápida, al lado de artificios monótonos que pretenden reemplazar a los memorables columpios, subí bajas y ruedas de antaño; pude ver Cobra, Robotech y a los Transformers que valen, a Yola, al Nubeluz de Almendra y la desaparecida Mónica Santa María, Super Campeones, Los Caballeros del Zodiaco, vi luchar a Stone Cold Steve Austin y al mejor Shawn Michaels y coleccione álbumes de Navarrete cuando solo las mejores figuritas eran adhesivas, cuando era raro que te vendan los álbumes ‘llenos’; en la calle, he pichangueado en la pista y luego en el parque, jugué Bata, Lingo, Matagente, Callejón Oscuro, Paredón, Perú Fútbol, Tumbaditas, Vale Todo, Vencidas y también juegos más inocentes como Escondidas, Chapadas, Siete Pecados, Encantados al lado de otros más atrevidos como Botella Borracha o Strip Poker; he ido al Play Land Park, a la Feria del Hogar de los Grandes Estelares, pese a que no pude ir, porque tan solo tenía cuatro años, a ver al mejor de todos (el que presentó a Héctor Lavoe en el 86), me pude subir al Tagada, al Zipper, a casas del terror torrejas y montañas rusas decadentes; me envicie jugando Street Fighter en consolas gigantes mientras conocía a la gente de mi barrio adolescente -¡por eso extraño las tiendas de video juegos!-; he toneado con toldos de los cuales se sostenían luces y cortadoras que hoy me parecen ‘pacharacas’, obsoletas y anacrónicas, tonos en los que pude bailar al son de Disc jockey´s antes que les digan Dj’s, cuando surtían la bandeja de discos de sus equipos de música con ritmos que iban más allá del reggaeton, la pachanga y el abominable latin pop; también pude jugar carnavales a ‘la mala’ sin que los tombos -no los serenos- me persigan, he comerciado con mi ropa en el Ovalo Gutierrez, he apostado chelas en el Taco del frente de la Católica, he ganado six pack’s en el fúlbito de mano de la plazoleta de la playa Santa María -aunque eso les haya costado a mis amigos una paliza, de la que me salvé de casualidad, en el Club del balneario-, he canjeado ropa vieja por cebiches en el Silencio, he jugado ‘cachito’, ‘prende y apaga’, ‘Callao’ y juegos de mesa palpables al son de Cabitos, Pomalcas Light y Cartavios Limón; he mataperreado.

Por todo eso, hoy me siento un hijo bastardo de esta Lima progresista y tecnificada. No entiendo de iPod’s, iPhone’s e iBook’s, mucho menos de Mac’s o los programas de diseño que tan bien dominan los más jóvenes; sin decirlo, prefiero las cámaras de rollo a las digitales, también tomar Pisco puro por encima de sus amaneradas versiones sour; y estoy seguro que, de tener la oportunidad, más disfrutaría de jugar nuevamente World Cup con mis amigos que el comunal Winning Eleven; confío más en mi colchón que en el banco para guardar mi dinero y descreo de las tarjetas de crédito pese a que tengo, en verdad por obligación, algunas.

No creo que ser un marciano al pensar de esa manera. Estoy seguro que gran parte de los jóvenes nacidos hasta mediados de los ochenta comulgan en mi sentir respecto a esta ciudad cuyos cambios (climáticos, sociales, culturales, económicos) nos afectan con violencia sin menguar un ápice el inmenso cariño que sentimos por ella.

Lima, 03 de julio de 2009
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Literatura y creación I. Marissa Duthurburu

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Carlos Arturo Caballero
acaballerom@pucp.edu.pe

El viernes 3 de julio, finalizó el Taller de creatividad literaria en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). El taller comprendió, en la primera parte, un acercamiento a la técnica narrativa a través algunos relatos de escritores contemporáneos. En la segunda parte, se abordó la poesía y algunas estrategias para motivar la creatividad, vinculadas al entorno urbano y al diario como una herramienta de introspección que despierta la creatividad. Ambas secciones del taller fueron dictadas por el autor de esta nota y por el profesor Jaime Zapata. Como parte de las actividades del taller, iremos publicando los textos de los talleristas, tanto relatos breves como poesía. En esta oportunidad, presentamos la prosa poética de Marissa Duthurburu.

Marissa Duthurburu (Lima, 1990)
Estudiante de Arquitectura
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

No te abandono

Te conozco desde que nací, desde el primer momento en que llenaste mis pulmones con ese aire de urbe y emoción tan típico de ti. Me viste dormir, me vista soñar. Me viste sonreír por primera vez. Tomaste mi mano cuando empecé a caminar y luego, al crecer, me empujaste un par de veces para que cayera y aprendiera a levantarme sola. Bajo tu mirada gris, lloré más de una vez; oí tu voz, un murmullo en el viento, el ronroneo de motores… Avanza.

¿Cómo olvidarme de ti al acordarme de mí? ¿Cómo no hablar a los demás de ti si me enseñaste todo lo que sé? Lima mía, ciudad donde reí, ciudad de mi primer amor… Ciudad que aún se mece bajo una huella colonial…

No eres lo que solías ser. No puedo salir a tus calles sin pensar que corro peligro. No puedo estar tranquila sabiendo que con la polera que no usé, un niño pudo haber pasado la noche sin sentir las garras del frío en su piel descubierta.

Ciudad de contrastes, ¿en qué momento ocurrió? Todo el invierno nos suplicas con lágrimas que flotan a nuestro alrededor, y te desesperas al comprender que seguimos enfrascados en nuestra rutina, y no escuchamos lo que tratas de decir. Pero, ¿qué tratas de decir?

Lima de mi vida, yo no te abandono, no, y tampoco lo hará el resto. Porque vivimos en ti, y tú estás en todas partes. Eres el niño que sonríe, el enfermo que se queja, el esposo que trabaja, la madre que camina. Eres la bocina de un camión, el girasol de un novio a su amada, un disparo en la distancia y los gritos de terror, una hoja que baila en el viento, edificios imperiales, cosquilleo del mar, mis manos, mis pies, mi reflejo y mi alrededor. Y yo no te abandono. Hoy no te abandono.

Fórmula 1 Red Bull

Sábado
Lima
Multitud
Emoción
¡Apachúrrense!
¡Arrímense!
¿Empezó?
¿Empezó?

Cámara
Flash
Empínate
Agáchate
¿Pasó?
¿Pasó?
Giró
¡Voló!

Velocidad
Destreza
Adrenalina
Pasión
Motor
Ruido
“¡Repetición!”
Se exclamó

Admiración
Fascinante
Sonrisas
Sorpresas
Coulthard
Triunfante
Combi
Anhelante

Rapidez
Aceleración
Carro y
Corazón
Huellas
Autopista
Tu memoria
Mi memoria.

Al despertar

Hoy me despertaré y pensaré que es un nuevo día. Miraré por la ventana y agradeceré a Dios por estar aquí. Me tomará un buen rato decidir levantarme o no, pero después de haberlo meditado me pararé e iré a desayunar. De seguro encontraré a mi perro dormido en el sillón de la sala y será la misma historia de todos los días.

Luego, poco a poco, los recuerdos irán regresando a mi memoria. Mi familia, la universidad, mis amigos. Pensaré en lo que haré hoy día y soñaré con lo que voy a hacer mañana… Y me regresaré abruptamente de las fantasías de mi mente con el sonido de mi celular. Mi corazón se acelerará, y probablemente tropiece al correr a contestarlo, pues antes de ver la pantalla sabré que estoy a punto de escuchar a la persona que más amo en el mundo. Le diré que lo extrañé con una sonrisa enamorada y, probablemente mi hermana pase a mi costado y me pregunte por qué pongo cara de idiota si él no me puede ver.

Iré a la universidad, o a visitar a una de mis abuelas. Tal vez decida pasar a saludar a alguna amiga, o ir a montar. Me atraerá la última posibilidad, y comenzaré a imaginarme sentada en mi caballo, galopando al lado del pasto verde con el cielo celeste y viento soplando en mi cara y el sol tibio calentando mi piel… Recordaré la sensación de libertad, de estar sin preocupaciones en ese pedazo de verde al medio de tanto gris.

Llegará la tarde, y después la noche, y con un libro, o el sonido del timbre, una broma o una canción en la radio, comenzará otra historia. Y con un beso de buenas noches, terminará.

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Conversatorio sobre Mariátegui en el Dominó

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Arturo Caballero Medina

El sábado último, tuvimos la oportunidad de reencontrarnos después de mucho tiempo, algunos colegas de Literatura de Arequipa, Lima y Puno que desde hace algún tiempo radican en Lima donde ejercen la docencia universitaria. El encuentro ocurrió a propósito de una mesa de debate entre un grupo de profesores y alumnos de la Escuela de Literatura de San Marcos, convocados por Dorian Espezúa. El tema de la reunión fueron los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana de José Carlos Mariátegui. En el café Dominó de la Plaza San Martín estuvimos reunidos, además, Giuliano Terrones (UNFV), Henry Rivas (UPC), Mauro Mamani (UNMSM) y Nécker Salazar (UNFV).

Algunos aspectos de la obra más emblemática del Amauta fueron tratados a lo largo del conversatorio. Respecto a la originalidad de Mariátegui, los presentes coincidimos en que su prosa ensayística sentó un precedente respecto a la estética literaria del ensayo. Si bien Facundo de Sarmiento o Ariel de Rodó transitan entre la novela y el ensayo, en los Siete Ensayos queda muy claro que se trata de una prosa de no ficción, pero que no deja de lado el aspecto estético de la prosa ensayística, es decir, en lo referente a la persuasión, la claridad y el abordaje directo y sin digresiones excesivas que caracterizan los ensayos de Mariátegui. Otro aspecto original de esta obra tiene que ver con su visión de la cultura. Los Siete Ensayos han sido considerados por la crítica contemporánea latinoamericana como un antecedente de los estudios culturales. El Amauta hizo lo que en los años 60 y 70 los marxistas ingleses disidentes de la militancia ortodoxa, entre ellos Raymond Williams, hicieron con el marxismo: aplicarlo como método para la explicación de fenómenos culturales, lo cual trasciende el ámbito tradicional de la economía y la sociedad. Los Siete Ensayos son precisamente eso, una aplicación del marxismo como método de interpretación de la cultura peruana. Sin embargo, la impronta de la determinación económica atraviesa todos los ensayos, aunque en el último, “El proceso de la literatura”, es más evidente el sesgo culturalista que el económico.

En relación con lo anterior, tenemos que en su análisis sobre la literatura peruana, Mariátegui es conciente de que su filiación marxista está presente; sin embargo, ello no es obstáculo para que elabore una lectura desprejuiciada de la obra de autores como Eguren o Martín Adán, cuyos textos no encajaban en lo que se consideraba como literatura revolucionaria o progresista y que, además, fuera catalogada por algunos críticos marxistas locales como no comprometida, esteticista o burguesa. Por el contrario, a Mariátegui, el marxismo no le impidió desarrollar un juicio estético de la literatura.

Uno de los puntos finales con el que cerramos el conversatorio estaba relacionado con la vigencia de su pensamiento. En lo referente a la cultura, podemos afirmar que Mariátegui tuvo una visión dualista de la realidad cultural peruana. Al inicio de “El proceso de la literatura” puso especial énfasis en que la literatura y la cultura peruana estaba dividida entre los hispánico y lo quechua y que, en consecuencia, subsistía una jerarquía en la que lo quechua era marginal. Esta apreciación dualista de la cultura deja de lado todas aquellas manifestaciones no hispánicas y no quechuas que también luchan por obtener reconocimiento. Hoy en día, esa postura es insostenible si tenemos en cuenta la realidad multicultural del Perú. También hubo espacio para comentar las afirmaciones del Amauta sobre las razas. Su valoración del aporte de la raza negra es peyorativa: para Mariátegui el elemento negro aportó su sensualidad y fue casi inocua su participación como enriquecimiento de lo local; sobre los coolíes chinos que llegaron a cultivar los campos de arroz en la costa aportaron solamente su fuerza de trabajo pero fueron reticentes a integrarse a la cultura local. En contraposición, pareciera lamentar que los conquistadores españoles carecieran del espíritu aventurero y verdaderamente colonizador del pioner norteamericano. Flota la idea de que Mariátegui hubiera preferido que los ingleses hubieran conquistado estos territorios.

Respecto a la política y a la sociedad, el proyecto de la modernidad fue vital para el autor de los Siete Ensayos. La modernidad fue un anhelo para el liberalismo y el socialismo solo que diferían en la manera cómo llegarían a ella, o sea, en quien concentraría el control de los medios y los modos de producción. El liberalismo no se desarrolló a plenitud en la naciente República porque el espíritu feudal persistía en el inconsciente de nuestra burguesía, a la cual Mariátegui critica por no ser emprendedora como la chilena, sino más bien, acomodaticia, depredadora y corrupta. Censura a la burguesía peruana por no contribuir al desarrollo de un proyecto nacional y por coludirse con los intereses comerciales de corporaciones extranjeras. No obstante, se desliza la idea de que a Mariátegui el liberalismo no le es tan nefasto, es decir, el liberalismo político que apunta a la igualdad de todos individuos frente a la ley y que rechaza la sociedad estamental o de castas y que propone una sociedad constituida por ciudadanos. Al respecto, Mariátegui reflexionó extensamente sobre el rol protagónico del indio en la sociedad peruana. Siguiendo la línea de González Prada, quien consideradaba al indio como el elemento más representativo del verdadero Perú, al Amauta le preocupó mucho la integración del indio al aparato económico. No podría existir una real modernización de la sociedad (tanto económica como sociocultural) si es que persistía aquella actitud característica de nuestra naciente burguesía: liberales en la sala, pero feudales en la cocina. Como señaló en su ensayo sobre el problema del indio, este era de carácter eminentemente económico. Mariátegui concibe que mientras el indio no sea “ciudadano” poco o nada se podrá hacer para consolidar una República moderna en el Perú, porque subsistirá el espíritu feudal-oligárquico en la clase dirigente.

Muchas otras ideas quedaron pendientes de discusión, pero el conversatorio estuvo muy animado, sobre todo por la participación de los alumnos quienes no tuvieron reparos en exponer sus propios puntos de vista acerca de la obra de Mariátegui y sobre la bibliografía crítica de los Siete Ensayos. Mi conclusión particular es que si la crítica renuncia a la toma de postura, a la aventura de lanzar una interpretación propia, pierde originalidad, no porque siempre debamos tener el imperativo de decir algo totalmente nuevo, sino porque si la crítica y la teoría se limitan a repetir sin procesar, nos convertiríamos en simples divulgadores cuando de lo que se trata es de dialogar con los discursos, apropiarnos de ellos, hacerlos nuestros en el mejor de los sentidos, imprimiéndoles nuestro sello personal. Esto fue, a mi parecer, la mayor lección que nos dejó José Carlos Mariátegui: “ni calco ni copia”. El marximo no puede ser dogmático.

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Tercer Coloquio de estudiantes de Maestría en Literatura Hispanoamericana

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Tercer Coloquio de estudiantes de Maestría en Literatura Hispanoamericana

PROGRAMA
28 y 29 de mayo 2009

ESCUELA DE
POSGRADO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD
CATÓLICA DEL PERÚ

Jueves 28 de mayo

3:00 p.m.: Inauguración
• Dr. Marcial Blondet, Decano de la Escuela de Posgrado
• Dra. Carmela Zanelli, Coordinadora de la Maestría en Literatura Hispanoamericana
• Sr. Percy Ramírez, Miembro de la Comisión Organizadora

3:30 p.m. Mesa 1: Literatura colonial peruana
Moderador: Dr. Eduardo Hopkins
Participantes:
• Pamela Cueto Paz-Vergara: «La representación literaria de la religión en el Manuscrito de Huarochirí»
• Marine Bruinaud: « El ciclo teatral de la muerte de Atahualpa: estado de la cuestión»
• Javier Sánchez Ayte: «Duplicidad de representaciones del indígena en la poesía y el teatro de Francisco del Castillo»
4:50 p.m. Receso
5:00 p.m.
• Giuliano Terrones Torres: «Discursos y textos festivos: delimitación del género burlesco en dos poemas de Fray Francisco del Castillo, El Ciego de la Merced»
• Mauricio Véliz Cartagena: «Las máscaras de insatisfacción: el caso de Lorenzo de las Llamosas y La ofrenda política»

6:00 p.m. Receso
6:10 p.m. Mesa 2: Narrativa peruana de vanguardia
Moderadora: Dra. Celia Rubina
Participantes:
• Pilar García Ramírez: «La novela y la vida: Siegfried y el profesor Canella, de José Carlos Mariátegui»
• Emma Aguilar Ponce: «El problema de género en La casa de cartón, de Martín Adán»
• Miluska Benavides Bendezú: «La prosa cinética en Hollywood, de Xavier Abril»

7:20 p.m. Receso

7:30 p.m. Mesa 3: Literatura peruana del siglo XIX
Moderador: Mg. Marcel Velásquez
Participantes:
• Jorge Yangali Vargas: «El proyecto peruano-godo imaginado por Felipe Pardo y Aliaga en Don Leocadio y el aniversario de Ayacucho»
• Carlos Capellino Fuentes: « Proyecto de nación e identidad en los inicios de El Mercurio Peruano»
• Emmanuel Velayos Larrabure: «Un criollo mercantil: ambivalencia y cinismo en textos de Ramón Rojas y Cañas»

Viernes 29 de mayo

3:00 p.m. Mesa 4: Poesía peruana contemporánea
Moderador: Dr. Pedro Granados
Participantes:
• Alexander Anchante Arias: «Configuración de mundo retórico en La mano desasida de Martín Adán»
• Percy Ramírez Chacpi: «Mutatis Mutandis de Eielson: operaciones entre la eternidad y la nada»
• Magaly García Fernández: «El sentido lúdico en Los cuadernos de Luis Hernández».
• Ana María Flores Núñez: «El sentido de la antipoesía en El perfil de la materia, de Edgar Guzmán».

4:30 p.m. Receso

4:40 p.m. Mesa 5: Literatura peruana contemporánea
Moderadora: Dra. Cecilia Esparza
Participantes:
• Arturo Caballero Medina: «Una mirada crítica a las nociones de libertad y cultura en Desafíos a la libertad de Mario Vargas Llosa».
• Paula Ramos Pizá: «La intertextualidad y la reflexión sobre la cultura en Cuentos de extremo occidente de Rodolfo Hinostroza».
• Richard Solano Mollehuara: «País de Jauja, de Edgardo Rivera Martínez y el inicio de una nueva narrativa».
• Gino Testino Araneta: «La hora azul: Bildungsroman sin héroe».
6:50 p.m. Receso
7:00 p.m. Conversatorio con los poetas Carlos Germán Belli, Marco Martos y Jorge Wiesse
Moderador: Elio Vélez Marquina

Cóctel

Lugar:
Sala de Grados de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Perú

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

INFORMES: 626-2000. Anexo: 5143 y 4462

Comisión organizadora:
Miluska Benavides Bendezú
Ana María Flores Núñez
Percy Ramírez Chacpi

Profesor-asesor: Carmela Zanelli

Organiza:
Escuela de Posgrado
Maestría de Literatura Hispanoamericana

Agradecimientos:
Facultad de Letras y Ciencias Humanas
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Evocación de Miguel de Cervantes

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“Nuestras almas, como tú bien sabes y como aquí me han enseñado, siempre están en continuo movimiento y no pueden parar sino en Dios, como en su centro. En esta vida los deseos son infinitos y unos se encadenan de otros y se eslabonan y van formando una cadena que tal vez llega al cielo y tal se sume en el infierno”.

Los trabajos de Persiles y Sigismunda

Miguel de Cervantes Saavedra

EL ODISEO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS

Henry César Rivas Sucari
revistanaufrago@yahoo.es

El pasado 23 de abril, se celebró en Hispanoamérica el Día del Idioma y también un año más de la muerte del ilustre escritor y poeta Miguel de Cervantes Saavedra. Su muerte acaeció un 22 de abril, pero el 23 se celebra el día de su entierro como si esta fecha fuese la de su muerte.

Cervantes es considerado la voz narrativa más importante de todos los tiempos gracias a su novela El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, publicada la primera parte en 1605 y la segunda en 1615. Sabemos que a la publicación de esta gran novela le siguió en Europa un éxito inmediato. Ojo que por esas épocas el “éxito” no significaba, como ahora, la inmediata fama y fortuna, gracias a un mercado numeroso. A menudo, estas dos categorías han ido disociadas en la peregrinación de los artistas en busca del éxito. Al contrario de lo que podría pensarse, la buena acogida que tuvo esta novela no significó, en absoluto, un cambio significativo en la vida del escritor español.

Para hablar sobre Cervantes hay admirarse por la vida intensa, heroica y trágica que vivió. Los personajes que atravesaron su vida, más parecen sacados de la ficción que de la realidad misma. La parte trágica de escritor es novelesca, pues, a pesar de poseer, según sus historiadores, parentescos reales por parte de madre, ya desde niño supo lo que era rozar la clase del vulgo y sus desventuras. Su padre, Don Rodrigo Cervantes, tuvo que huir con la familia a Valladolid, tras una estadía en la cárcel y perseguido por las deudas. Así, el autor de Riconete y Cortadillo, si bien no gozó de una educación principesca como la de su contemporáneo Lope de Vega, sí fue un voraz aprendiz de las artes y la cultura que pudo observar y conocer a lo largo de su deslumbrante vida.

Sus viajes a Italia al servicio de Giulio Acquaviva le animaron para, posteriormente, ocupar la plaza de soldado. Así, embarcado en la galera Marquesa, el 7 de octubre de 1571, participó en la que sería la batalla que inmortalizó su apelativo: La batalla de Lepanto. Cervantes muy mal herido— dos arcabuzazos en el pecho y una mano (la izquierda) inutilizada cuando un trozo de plomo que le estropeó un nervio— fue reconocido por su valor. Pero lejos de colgar el arcabuz y dedicarse a una vida sedentaria, Cervantes continuó su carrera militar tomando parte activa en las expediciones de Navarino(1572), Corfú, Bizerta y Túnez(1573).

El 26 de setiembre de 1575 Cervantes fue hecho prisionero por una flotilla turca. Esta vez el viaje debía llevarlo de Nápoles a España. La galera en que se trasportaba, Sol, fue asaltada con facilidad por Arnaut Mamí, le acompañaba su hermano Rodrigo. Ambos pasaron las penurias de ser esclavos y sufrir la tortuosa pena de esperar el rescate desde su patria.

El caso de Miguel de Cervantes se complicó gracias a la posesión de unas cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa. Los captores pidieron quinientos escudos por su libertad.

Cervantes estuvo cinco años preso, lejos de su patria y su familia, pero a pesar de vivir en desgracia, lejos de hundirse en la pesadumbre, jamás renunció a la fatalidad, pues intentó escaparse en cuatro ocasiones, hasta que por fin, luego de una odisea de vaivenes, su familia pudo rescatarlo con la ayuda de algunos religiosos. Miguel de Cervantes volvió a su patria el 24 de octubre. Pero aquí no terminó su peripecia, pues tuvo que pasar por la cárcel y por el oprobio social al trabajar como cobrador de impuestos y verse involucrado en la pérdida de unos dineros. Además, su familia no gozaba de buena reputación, siendo esto, para él, muy doloroso debido al valor que le daban al honor en aquella época.

El misterio del Quijote

Muchas veces se ha mitificado a escritores que no poseyendo una preparación académica, terminan; sin embargo, por componer obras monumentales. Se ha querido hasta la saciedad comprobar, por ejemplo, que Shakespeare era un mero recopilador de argumentos. Un caso parecido hace sombra a la obra de Cervantes. Él mismo refiere en el caso del Quijote su posición de “no autor”, sino traductor de Cide Hamete Benengeli, dando a entender que las aventuras de Alonso Quijano (del capítulo IX en adelante) serían verídicas y escritas anteriormente en lengua árabe. Pero esta metaficción planteada por el propio Cervantes sería un recurso muy utilizado en la literatura de la época. La construcción de un narrador que demuestre verosimilitud debe acogerse de todos los recursos posibles.
Los investigadores han trabajado sobre el origen de este nombre buscando sus raíces egipcias, árabes, etc. Al final, pareciese que la afinidad de Cervantes por lo árabe provendría de su encierro en Argel.

El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha

La primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha salió a la luz pública en Madrid en 1605 a pesar de que ya en 1604 habría aparecido una edición con erratas. Sabemos que el éxito de la novela supuso su enemistad con Lope de Vega. Muchos identificaron en el Quijote una analogía con la figura del autor de Fuente ovejuna, en especial por el gusto de ambos personajes—el real y el ficticio—en abandonar a su mujer por un ideal. Mientras el Quijote se marcha en busca de aventuras, Lope lo hará para unirse a la Armada Invencible.
Este hecho trajo consigo una respuesta extraordinaria: la creación de otro Quijote. En 1614 salió la segunda parte del Quijote bajo el rótulo de otro autor, un tal Alonso Fernández de Avellaneda. En el prólogo se tilda a Cervantes de envidioso, con referencia, claro está, al asunto de Lope de Vega.

De este autor no se ha podido saber su identidad. Existen varias conjeturas, la principal dirigida al propio Lope de Vega, pero un estudioso de la obra de Cervantes, Martín de Riquer, apunta a Jerónimo de Pasamonte, un ex compañero de Cervantes, ridiculizado en la primera parte de la novela como el galeote Ginés de Pasamonte. Este hecho, por esas benditas casualidades del destino, llegó a enriquecer la segunda parte apurada por el propio Cervantes, pues el Quijote se entera de la existencia de un suplantador que anda por los caminos tomando su nombre y malogrando su reputación.

La segunda parte de El Ingenioso Hidalgo, que salió a la luz en los últimos meses de 1615, se presta al juego de la polémica, introduciendo el tema del Quijote suplantador y una defensa del propio Quijote contra las calumnias de Alonso Fernández de Avellaneda.

En suma, El Quijote es una novela desbordante y maravillosa. Las aventuras de aquel viejo loco y su escudero vulgar presentan todos los matices sobre la ficción, los deseos y la ilusión de la fantasía sobre la realidad, ordinaria y también humana. El genio cervantino consiste en la fijación de un tema más que temporal, el existencial. Fácilmente se podría condensar al Quijote con las tribulaciones del otro loco: Hamlet, y su “Ser o no ser”. Sueños y realidad, fantasía y locura, deseos y frustración, todo se entremezcla al ritmo de un castellano culto y vulgar a la vez, trágico y cómico, como la compleja afinidad con que se puede describir la historia de la humanidad y su fin.
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