Archivo por meses: enero 2010

Historia de Chancay (2)


Hacienda Huando

La hacienda Huando.- Esta famosa hacienda, ubicada a 3 kilómetros de Huaral, fue propiedad de la familia Graña y por la Reforma Agraria se convirtió en Cooperativa desde el 24 de Junio de 1969. Huando aún se recuerda por sus naranjas sin pepa, por la llegada de grandes toreros que realizaron faenas en el Toril de la hacienda, por sus caballos de paso, por su casa-hacienda de tipo español y su hermosa capilla. La historia de Huando se remonta al siglo XIX cuando era propiedad de Marco Reyes. Luego, llegó un ciudadano español de apellido Graña, quien se casa con la hija de Reyes, dando origen de los Graña Reyes, Antonio y Francisco. Mientras Francisco se va a Lima y trabaja en el Hospital Italiano, Antonio se queda a cargo de la hacienda. En 1919, Antonio Graña Reyes trajo los primeros cítricos, en especial la variedad “Washington Navel”, conocida luego como naranja “Huando”, típica del valle Chancay -Huaral. Don Antonio forma su familia con una dama de apellido Elizalde, de donde salió la rama Graña Elizalde: Carlos, Antonio, Fernando, Victoria y Jorge y Rafael (mellizos). Los hermanos Graña Elizalde, especialmente Fernando, se dedicaron a estudiar las técnicas del manejo de los cultivos (injertos, formación, podas y propagación); también se dedicaron a la crianza de caballos de paso, toros de lidia y gallos de pelea. Los visitantes que ahora llegan a Huando pueden probar los productos que ahora elaboran los trabajadores de la cooperativa, como licores a base de uva, naranja y mandarina, miel de abeja, pecanas, y espárragos. También se puede pasear por el pequeño museo, llamado “Museo Arqueológico Antonio Graña Elizalde”; esta colección cuenta con gran cantidad de ceramios, objetos, telas y una momia llamada “Rosita de Huando”.

El “Castillo” de Chancay.- La historia de este emblemático monumento histórico se inicia con doña Consuelo Amat y León Rolando, nacida en Lima en 1896, hija del coronel Manuel Amat y León, descendiente del virrey Manuel Amat y Juniet. Esta señora se casó con Rómulo Boggio Klauer, el 8 de enero de 1915, en la Capilla del Colegio Belén; su esposo era propietario del fundo La Calera, al norte de Chancay. De aquel matrimonio tuvieron seis hijos. Lamentablemente, cuando falleció don Romulo, Consuelo quedó sin ninguna herencia, por la muerte súbita de su esposo. Así, emigra a Europa a estudiar y se convierte en una mujer polifacética: arquitecta, matemática, poetiza, escritora y abogada.

Cuando regresó al Perú, compró un terreno donde fundó el hotel “Villa Madre Perla”. Ella vivió allí cuando por ese entonces ir de Lima a Chancay era una aventura de un día completo. Ya que doña Consuelo vivía en la avenida Arequipa, de allí tenia que ir a la estación de tren de Desamparados, tomaba el tren hasta Ancón; de Ancón tomaba el otro tren a Huaral y de allí tomaba una carreta que la llevaba a Chancay. Su gran visión fue hacer el que es ahora “El Castillo” de Chancay, frente al mar, en un acantilado rocoso en honor al recuerdo de su esposo. Ella misma diseñó los planos y contrató 30 albañiles, quienes tuvieron que preparar aquella zona rocosa a punto de cincel y comba. Así, dirigiendo ella misma la obra, este Castillo tuvo, en su primera fase, seis alas diferentes, una para cada uno de sus hijos.

Construir el “Castillo” no fue fácil. Doña Consuelo, a pesar de contar con pocos recursos económicos, ahorrando todo gasto adicional, logró aquel sueño que –dicen- tuvo desde pequeña. Lo cierto es que la construcción del “Castillo de la familia Boggio”, como se le llamó en un inicio, duró poco más de 10 años, de 1924 a 1935. En ese entonces, contaba con 250 habitaciones, tenía cuatro niveles y lo conformaban terrazas, torreones, miradores, escalinatas y pasadizos que nos conducían al mar. El estilo que presenta es medieval de influencia castellana.

Hace poco tiempo, Juan Barreto Boggio, nieto de doña Consuelo, después de 30 años de abandono que sufrió el “Castillo”, decidió su reconstrucción. Ya el “Castillo” había tomado el nombre de Castillo de Cancay”, ya que los chancayanos habían creado un sin numero de historias en su entorno una de este monumento. Juan Barreto, decidió su transformación y remodelación, tomando los planos ideados por su abuela, guardando sus lineamientos originales, con el propósito de transformarlo en un resort, ahora muy de moda, siempre guardando el estilo medieval.

La Covadonga.- La goleta Virgen de Covadonga, conocida también como Covadonga, fue uno de los buques protagonista durante la Guerra del Pacífico, como parte de la escuadra de la Armada de Chile. Perteneció a la escuadra española, pero fue capturada por Chile en el Combate Naval de Papudo, en el contexto del conflicto entre las repúblicas del Pacífico Sur contra España en la década de 1860.

Durante la Guerra del Pacífico, la Covadonga participó en el bloqueo del puerto de Iquique y en el combate de Iquique (21 de mayo de 1879), cuando consigue que la fragata peruana Independencia encalle Punta Gruesa; asimismo, al mando del capitán Manuel Jesús Orella, participa en el combate naval de Angamos y en el bloqueo de Arica desde abril de 1880. Después de la batalla de Arica, se le envía al Callao para participar, el 21 de agosto de 1880, en el bombardeo de Ancón. El 1 de setiembre se le comisiona el bombardeo de Chancay para relevar a la cañonera Pilcomayo. A los pocos días, el capitán Orella deja el mando de la Covadonga para asumir el de la corbeta O’Higgins, quedando a su mando el capitán Pablo de Ferrari.

Así, el 13 de septiembre de 1880, la Covadonga estaba a 500 metros de la playa de Chancay disparando para destruir el puente ferroviario pero, al no divisarlo, decidió disparar sobre una lancha y un bote que estaban a 300 metros del puerto. A las 3:40 de la tarde todavía quedaba el bote a flote, por lo que el capitán Ferrari mandó a examinarlo y mientras se izaba la embarcación, explotó a su costado (había sido sembrada de dinamita por los pobladores de Chancay). La Covadonga se hunde en tres minutos. En esta acción mueren su Comandante Pablo Ferrari y 31 hombres de su tripulación. Fueron hechos prisioneros 48 sobrevivientes y otros 29 se salvaron en un bote que llegó hasta Ancón a las 10 de la noche. Hoy la Covadonga sigue hundida en el mar de Chancay.


La Covadonga

El club Sport Unión Huaral.- Este popular club del “norte chico” se fundó el 20 de septiembre de 1947, por iniciativa de un grupo de muchachos reunidos en la casa de Nicolás Pintado; fue un equipo de barrio que se formó para enfrentarse a los equipos de las haciendas y barrios vecinos. Don Nicolás fue su primer presidente y los huaralinos decidieron adoptar los colores del Atlético Chalaco, ya que la mayoría de sus fundadores eran simpatizantes ese club porteño. En sus primeros años, en la segunda división huaralina, los grandes “clásicos” eran los partidos entre el Unión Huaral contra el Deportivo Huando y el White Star. Luego, el UH llegaría a participar en la Copa Perú. Fue así que, en 1974, tras ganarle a 17 equipos de Lima y derrotar en un tercer partido en cancha neutral al Sider Perú de Chimbote, el UH obtuvo el título regional Lima-Norte y con ello lograba su ansiado ascenso a la primera división. En su primera temporada en la elite del fútbol nacional, alcanzó el subcampeonato lo que le permitió jugar la Copa Libertadores en 1975 contra Universitario y los uruguayos Peñarol y Montevideo Wanderers, destacando en el plantel de esa copa Eusebio Acasuzo, Luis Pau, Hipólito Estrada y el genial Pedrito Ruiz, máximo ídolo del UH. Asimismo, fue el primer equipo provinciano en conquistar un campeonato nacional, en 1976, tras vencer en la final jugada en el Estadio Nacional de Lima al Sport Boys. En 1989 lograría un nuevo campeonato derrotando al Sporting Cristal en el Estadio de Alianza Lima.

Al UH se le conoce como el equipo naranjero por pertenecer la ciudad de Huaral, una zona importante de producción de naranjas. Finalmente, el símbolo del Club es “El Pelícano” ya que se cuenta como algo anecdótico que los hinchas del Club en Huaral, se reunían frente a la tienda de los Okumura y se sentaban en un tronco que ahí había, algunas veces conversando, otras celebrando y otras “descansando” y no faltó alguien que pasó y dijo: “Ve ahí están igualitos que los pelícanos en Chancay que están todos “arrumados”; y fue de esta manera que “El Pelícano” se hace el símbolo oficial del Club, y Alex Vía creó la caricatura.


Unión Huararal (1973-1974)

La presencia japonesa.- Como sabemos, los japoneses –al igual que los chinos- fueron traídos para realizar labores agrícolas en las haciendas azucareras de la costa. De allí que la fuerte presencia japonesa en los valles de Barranca, Chancay-Huaral, Huacho, Cañete, Ica, Sayán, Pisco o Laredo es numerosa. La disciplina y la unión de los silenciosos japoneses fueron de vital importancia para que conservaran sus costumbres, su idioma, su religión y sobre todo su rica gastronomía. A diferencia de los chinos, no fueron tan revoltosos ni belicosos. Esto sirvió para que a partir de 1923 –durante el gobierno de Leguía- se les permitiera ingresar como inmigrantes libres.

Durante las primeras décadas del siglo XX, los hacendados de Chancay optaron mantenerse como rentistas y entregaron sus haciendas en arrendamiento. Entre los arrendatarios aparecieron dos antiguos inmigrantes japoneses, arribados en 1899: Ikumatsu Okada y su socio, Hatsusaburu Motonishi. Ambos, inicialmente peones, se convirtieron en arrendatarios y con la participación de numerosos inmigrantes japoneses, como “yanaconas” , transformaron la estructura económica del valle, expandiéndose, además de la agricultura, a la actividad comercial. De esta manera, consiguieron una notoria influencia social no solo en Chancay sino en todo el “norte chico”.

Las actividades de Okada en Chancay se iniciaron en 1909 cuando llegó como peón a Palpa. Luego montó un tambo (bodega) y consiguió algunas parcelas en “yanaconaje”. Con él, el número de japoneses en el valle se incrementó en forma acelerada. A partir de 1923, Okada arrendó varias haciendas: “La Huaca”, “Jecuán”, “Caqui”, “Miraflores” y “Jesús del Valle”. Todas las transformó, desde la instalación de luz eléctrica y agua potable en las rancherías o viviendas de los trabajadores hasta la apertura de escuelas, cines y tambos; asimismo, la modernización de la administración y la producción. De alguna manera, cambió la explotación individual por una empresarial con el desarrollo de la mecanización, la horticultura intensiva, la introducción de nuevos cultivos y la racionalización de la administración. Finalmente, junto a sus actividades agrícolas, Okada incursionó en el comercio con el apoyo de la comunidad japonesa de la zona. La mayor parte de los japoneses trabajaba como “yanaconas” y, en las haciendas de Okada como empleados en la administración. El resto de la población japonesa estaba en el comercio y logró tener negocios exitosos en Huaral, donde desplazaron a los chinos.

En la década de 1930, además de la Negociación Okada, operaban en Chancay las empresas “Perú Menka Kabushiki Kaisha”, “J. Hechima” y la “Sociaedad Agrícola Retes Ltda.”; estas tres últimas, de capitales japoneses, controlaban las haciendas de palpa, Pacasmayo y Retes-García Alonso. En resumen, de las 19 haciendas del valle, 6 estaban en manos de antiguos inmigrantes y 3 de inversionistas japoneses, además de las numerosas parcelas en posesión de los “yanaconas” de origen japonés. En 1941, las actividades de Okada y su podere n el valle habían logrado tal éxito que llegó un enviado del emperador Hirohito para otorgarle la máxima condecoración civil del Imperio. En ese tiempo, Okada tenía dos grandes empresas: “Negociación Agrícola Okada” y la “Sociedad Industrial Japonesa”, además de algunas subsidiarias. Todas ellas controlaban las desmotadoras de La Huaca y Jesús del Valle, una fábrica de aceite, 6 haciendas (La Huaca, Jesús del Valle, Caqui, Miraflores, Jecuán, Laure), el fundo El Chical, más parte del comercio mayorista de abarrotes. Lógicamente, el poder económico y social de Okada dieron la imagen de dominio total de la estructura del valle por los japoneses, lo que ocasionó la envidia de otros sectores y fue el caldo de cultivo de la lamentable persecución que se desató en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra marcó el receso de las actividades de los japoneses en Chancay, ya que sus propiedades fueron confiscadas y la gran mayoría de ellos fueron expulsados. Okada fue deportado y enviado a un campo de concentración en los Estados Unidos y murió años después en el Japón.

A manera de resumen, podríamos decir que en el caso de Chancay, los japoneses se adaptaron a las costumbres locales. Los nuevos inmigrantes trajeron un pequeño capital que lo invirtieron en establecer pequeños negocios como bodegas, peluquerías, cafetines y restaurantes. El espíritu de trabajo, la cultura del ahorro y la unión familiar, hicieron que los japoneses rápidamente crecieran. El antiguo peón agrícola pudo adquirir una parcela y trabajar la tierra para su propio beneficio. Entonces se fundaron clubes, asociaciones, mutuales que los agrupara, con la finalidad de apoyarse solidariamente (En 1927, por ejemplo, nació la Fundación de la Sociedad Central Japonesa de Chancay). Esta práctica fue beneficiosa para todos, lo que les permitió progresar en poco tiempo y, lamentablemente también, despertar la envidia de algunos grupos.


Escuela de japoneses en Chancay (1924)

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Historia de Chancay (1)

El vocablo “chancay” viene del quechua chanka ayllu, que significa “clan familiar o ayllu de origen chanca”. Al parecer, la población que encontraron los españoles en este lugar, a 70 kilómetros al norte de Lima, eran familias provenientes de Ayacucho, de origen chanca, trasladadas allí durante el Tawantinsuyo. Hoy, es una ciudad relajada, grande pero sin mayores apuros. Tiene un buen número de casas antiguas y una bonita plaza de armas. Chancay también se le conoce a cierta especie de bizcocho, muy esponjoso, preparado a base de harina y huevo, y ligeramente aromatizado con unos granos de ajonjolí y anís. Su elaboración fue, durante un tiempo, la especialidad del pueblo del mismo nombre; por ello, se le llamaba bizcocho de Chancay. Se cuenta que el primer “bizcocho de Chancay” fue elaborado en 1917 por el señor Luis Ruiz, natural del distrito de Chancay.

Los tiempos prehispánicos.-De su historia prehispánica, destacamos dos momentos, uno de la época del precerámico y otra del Intermedio Tardío: el templo “Las Shicras” y la cultura Chancay.

El templo de “Las Shicras”.- En el año 2006, el hallazgo de un templo de 4.800 años de antigüedad, llamado Las Shicras, podría dar un vuelvo a las investigaciones arqueológicas si se comprueba que es más antiguo que Caral, la civilización más vieja de América. Su reciente descubrimiento ha abierto una nueva ventana para el estudio de los orígenes de la cultura andina, según su descubridor, el arqueólogo Walter Tosso. El templo está ubicado en el valle de Chancay y tiene suma importancia pues revela que los antiguos peruanos presentaban, en una época temprana, un complejo nivel de organización a nivel colectivo. Según estudios realizados, los restos vegetales encontrados en el templo han permitido conocer que su construcción data de 2.500 a 2.800 años antes de Cristo, la misma época en que floreció la ciudad de Caral.

La historia de este nuevo hallazgo se remonta al año 2003, cuando un grupo de ‘huaqueros’ excavó erróneamente en el valle e hizo dos profundos huecos que luego abandonaron. Ese mismo año, Walter Tosso encontró las enormes excavaciones e inició, junto con la Municipalidad de Huaral, un trabajo de protección para evitar su depredación. En junio del 2006, con el apoyo de la fundación privada peruana Museo Amano, el arqueólogo encabezó una primera excavación oficial que le permitió descubrir evidencias del importante descubrimiento. Según las investigaciones preliminares, el templo, levantado en piedra. cuenta con ocho niveles construidos en cuatro fases, lo que revela que allí se realizaban rituales religiosos. Por medio de estas ceremonias practicadas hasta la llegada de los españoles, en 1532, se tapaba un templo antiguo para construir uno nuevo en su lugar, simbolizando que lo nuevo crece sobre las cenizas de lo viejo.


Fardo de la cultura Chancay

La cultura Chancay.- Ubicada cronológicamente en lo que se denomina el Intermedio Tardío (1200-1450 d.C.), la cultura Chancay se manifestó desde Huaura hasta la parte baja del río Chillón, donde se encuentran sus restos arqueológicos más significativos. Su núcleo fue el valle del río Chillón. Según las investigaciones, Chancay debió ser una sociedad densamente poblada, a juzgar por el gran número de sitios arqueológicos y por la gran cantidad de cementerios. Sus sitios más representativos fueron Pisquillo Chico y Lauri, como centros administrativos-ceremoniales; Pancha La Huaca, como complejo palacio-residencial; y Tronconal, como un pequeño asentamiento. Chancay se diferencia de las otras sociedades de la costa central por tres rasgos:

a. Un sistema ceremonial y cosmológico complejo, materializado de la mejor manera en sus prácticas mortuorias y caracterizado por el tratamiento de los fardos funerarios, las réplicas de cabezas puestas en éstos, los rostros embadurnados de pintura, las ofrendas, la deformación craneana, las muñecas y las máscaras.
b. La cerámica, que se caracteriza por su plasticidad, elegancia y sobriedad, sobre todo en sus cántaros llamados popularmente “chinos”. De esta cerámica, se destacan principalmente los cántaros de forma ovoide con rostros humanos y pequeños relieves con las extremidades del cuerpo humano y también los ídolos de tamaño reducido, llamados “cuchimilcos”, de forma antropomorfa representando a figuras humanas con una destacada mandíbula, con los ojos pintados en negro.
c. La textilería, de gran logro tecnológico y artístico, pudiendo considerársela como creadora e innovadora en muchos aspectos. Destacan las llamadas gasas, los bordados y las telas pintadas y, entre los materiales, el algodón y la lana. Los Chancay enfardelaban a sus difuntos, especialmente con tejidos llanos y con una falsa cabeza de tela rellena de hojas de palta con pigmento rojo. Tuvieron un arte textil muy desarrollado: tapices, gasas complejas, telas teñidas, telas llanas con decoración listada, telas con plumas; con decoración de brocados y algunos bordados. Su arte se caracteriza también por las muñecas y escenas de muñecas hechas de tela y las representaciones de árboles con ramas de caña enrolladas con hilos multicolores (Ojo: la mejor colección de textiles Chancay está en el Museo Amano de Miraflores).

Conquista y virreinato.- La fundación española de Chancay corresponde a Luis Flores, según indicaciones del virrey Conde de Nieva (16 de noviembre de 1562). Su primer nombre fue Villa de Arnedo, en recuerdo del fundo que tenía en Virrey en España. Desde sus inicios, se establecieron aquí hidalgos españoles y los jesuitas fundaron la hacienda Jesús del Valle, dedicada al cultivo de la caña y la vid. Según documentos coloniales, ya desde finales del siglo XVI, Chancay abastecía al mercado de Lima con productos como vino, trigo, maíz, melones, manteca de cerdo y otros productos de “panllevar”. En 1757 el Cabildo de Justicia Mayor y Regimiento, dio el nombre de Chancay a esta Villa Colonial en reemplazo de Arnedo. En los archivos, Chancay aparece descrita como una “villa de españoles”, pero el censo de 1792 calculó su población en casi 3 mil habitantes, de los cuales solo 369 eran españoles. En realidad, la mayoría eran negros esclavos (1,600); los demás eran indios (502), mestizos (114) y otras castas (366).

Independencia y época republicana.- En 1813 la Villa de Chancay y sus alrededores contaba con la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Virgen Santísima Inmaculada Concepción, el Convento religioso San Buenaventura, la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores, en el Hospital Real y 15 Oratorios en las haciendas. Por esta gran actividad, y el apoyo de su población, el bando patriota decidió que Chancay era el lugar adecuado para establecer los acantonamientos del Ejército Libertador en 1820. En 1821, el general San Martín dictó el Estatuto y Reglamento Provisional en el que estableció la nueva demarcación territorial del Perú. En él se determinó que el lugar tome el nombre de “Distrito de Chancay” o “Corregimiento de Chancay”, sobre la base de la anterior demarcación (más adelante, Ramón Castilla, el 2 de Enero de 1857, lo ratifico como tal, para los efectos de las Elecciones Municipales). Cabe destacar que por los servicios que su población prestó a la causa de la Independencia, una Ley del 16 de abril de 1828 le otorgó a Chancay el título de “fidelísima villa”.

Entre finales del XIX e inicios del XX, el valle bajo de Chancay estaba formado por 13 haciendas muy prósperas, 7 medianas propiedades y 500 pequeños fundos. Las haciendas ocupaban la parte central y más rica del valle, mientras que las medianas y pequeñas propiedades se ubicaban en zonas marginales. Chancay y Huaral eran pequeños centros poblados. Según el censo de 1876, la ciudad de Chancay contaba con 1,825 habitantes, mientras que Huaral, solo con 535; Huaral era apenas una estación de ferrocarril, construida desde la hacienda Palpa hasta el puerto de Chancay para el traslado de caña de azúcar al mercado internacional. El crecimiento de Chancay y Huaral era lento y sus haciendas vivían aisladas de la economía nacional pues toda su producción, caña y algodón, se orientaban ala exportación.

Pero hacia 1890, mientras Chancay se recuperaba de la destrucción dejada por la guerra con Chile, Huaral, a pesar de ser un caserío muy modesto, fue experimentando un cambio radical respecto a 1879 debido a al incremento del comercio y a la formación de su primera barriada, “La Huaquilla”, integrada por negros e indios. Los negros que vivían en este nuevo habían ganado su libertad en tiempos de Castilla y era ex trabajadores de haciendas como Huando, Retes, Boza o Pasamayo.

Gran parte de la “calle derecha”, vía principal de Huaral, así como la Plaza de Armas, se encontraban empedradas. Los domingos afluían al pueblo gran cantidad de peones asalariados, yanaconas y dueños de pequeños fundos. De la hacienda Palpa llegaba la locomotora llamada “Cafetera de Palpa”, llena de indios vestidos de colores y cargados de paquetes y costalillos con víveres. Estos convertían sus productos de “panllevar” en libras de oro y abastecían las tiendas, de los numerosos chinos que habitaban en Huaral. Otros chinos se dedicaban ala servidumbre o llenando los puestos de aguadores desde la acequia del puente.

La creación del distrito de Huaral.- Frente a este relativo crecimiento de Huaral, los hacendados del valle, especialmente los hermanos Del Solar, dueños de la hacienda Esquivel, interesados en el comercio de la zona y el aprovechamiento de su espacio residencial, vieron la necesidad de darle independencia administrativa a este sector, anexo al distrito de Chancay, capital de la provincia del mismo nombre. Para ello, los hermanos Del Solar gestionaron, através de su padre, Pedro Alejandrino Del Solar, entonces vicepresidente de la República en el gobierno de Remigio Morales Bermúdez, la creación del distrito de Huaral, el 31 de octubre de 1890. Paralelamente a este hecho, con el auge de los cultivos de caña y algodón, se dinamiza aún más con la construcción del ferrocarril nor-oeste, en su ramal Ancón-Huacho (1907-1911) debido a que esta línea atravesaba buena parte del valle y su estación estaba en Huaral, mientras que Chancay queda aislada y, en cierta forma, sufre por esta postergación.

A partir de la década de 1920, la presencia de grandes capitales extranjeros por la presión del mercado internacional provocó una alteración general en el cultivo de toda la costa del país. En el valle de Chancay este proceso, luego de la crisis del maíz debido al cólera porcino, generó la expansión del algodón. Los antiguos terratenientes fueron sustituidos por una nueva burguesía agraria que canceló el antiguo nivel rentista para invertir directamente en la producción. Este cambio determinó el auge del yanaconaje y la incorporación de mano de obra asalariada, que reemplazó a la tradicional mano de obra extranjera (chinos y japoneses), los que, con el correr del tiempo, se convierten en comerciantes y propietarios agrícolas hasta su casi total dominio del valle en las décadas del 20 y 30.

Así, las haciendas se convierten en unidades muy activas, principalmente en épocas de cosecha del algodón; asimismo, hay un importante flujo migratorio de los valles vecinos de la costa y de las comunidades serranas del valle. Además, Huaral se beneficia por la construcción de la carretera de penetración a la sierra en los años 20, por iniciativa de los hacendados para atraer a estos comuneros serranos como peone sasalariados. En cambio, Chancay solo logra dinamizarse a partir de los años 30 con la construcción de la Panamericana Norte (1935-40), vía que también vinculó a Huaral por un ramal asfaltado de 8 kilómetros.

Población de Chancay y Huaral
(1876-1993)

AÑO CHANCHAY HUARAL
1876 1825 535
1940 2761 5001
1961 5192 11491
1972 10065 19960
1993 23500 54199

Si bien la Carretera Panamericana, construida durante el gobierno de Benavides, hace renacer el comercio en Chancay, la ciudad es destruida por el terremoto de 1940. Pero, a pesar del sismo, Huaral y Chancay seguirían siendo las principales receptoras de migrantes. En 1966, otro sismo de 6,2 frente a Chancay causó graves daños al conocido norte chico, y al área de Lima-Callao. En Chancay hubo 30 muertos y 4 mil damnificados. Hasta el 15 de septiembre de 1988, la actual provincia de Huaura se llamaba Chancay.

La plaza de armas.- Esta plaza de considerada “histórica” no solo por los acontecimientos que en ella ocurrieron durante la independencia o la guerra con Chile sino porque, desde 1999, exhibe, como trofeo, restos de la cañonera chilena Virgen de la Covadonga, hundida por los chancayanos, al mando del teniente Decio Oyague, el 13 de septiembre de 1880. Se trata de las siguientes piezas: el ancla, una parte del cañón y 20 metros de cadena; el conjunto está en una esquina de la plaza. En la parte central, hay una antigua glorieta de tipo colonial. Finalmente, tenemos la iglesia matriz de la Inmaculada Concepción, de origen colonial y de formas barrocas, con su altas dorado. Está la imagen de al Virgen Dolorosa que, según la tradición, defendió Chancay del bombardeo chileno al producir una tupida neblina en el puerto de la ciudad. El 8 de Julio de 1913, el médico Luís Felipe Del Solar envía al entonces alcalde de Chancay, Benjamín Vizquerra, un oficio en el que le dio a conocer su voluntad de donar a Chancay un Kiosco para ser colocado en el centro de la Plaza de Armas. El ofrecimiento es autorizado y se inician los trabajos. La inauguración de la hermosa Glorieta fue el 12 de abril de 1914; su padrino fue el empresario Teodoro Gauthier. Desde entonces, la glorieta ha servido como punto de importantes reuniones religiosas, culturales y políticas. El 10 de febrero de 2000 fue declarada por el INC Monumento integrante del Patrimonio Cultural de la Nación.


Plaza de Chancay

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50 años de la muerte de Albert Camus

Para Albert Camus no sólo la vida era absurda: tampoco su muerte hace 50 años pudo ser más absurda. El automóvil en que el escritor y filósofo viajaba a París como acompañante chocó el 4 de enero de 1960 contra el único árbol que había en el camino, después de que reventara un neumático trasero. Camus tenía 46 años.

La pregunta por el sentido de la vida erigió a Camus en filósofo del absurdo y la rebeldía, y su sublevación contra el absurdo del mundo lo moldeó como el inconformista que aún hoy tiene millones de seguidores. Entre ellos, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que hace poco propuso trasladar la sepultura del escritor al famoso Panteón parisino, con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. Pero la propuesta del mandatario generó críticas enérgicas porque, en vida, Camus rehuyó cualquier subordinación y homenaje. “No le gustaban los homenajes. El Premio Nobel de Literatura en 1957 sólo lo aceptó por motivos financieros”, explicó su hija Catherine, que a comienzos de diciembre de 2009 publicó un libro sobre su padre.

El título Solitaire et solidaire (“Solitario y solidario”) expresa dos lados esenciales de su progenitor, que marcaron a Camus como un marginado entre los intelectuales franceses. Camus era alguien comprometido con la política, al tiempo que rechazaba un pensamiento posicionado en un solo espectro político y las ideologías. Detestaba la violencia, también aquélla usada para imponer objetivos políticos. Criticaba el fascismo, tanto el español como el alemán, así como los campos de trabajos forzados en la Unión Soviética de Stalin.

‘El hombre rebelde’.- Como redactor jefe del periódico clandestino de resistencia Combat condenó el lanzamiento estadounidense de la bomba atómica sobre Hiroshima y la represión del levantamiento húngaro en 1956 por parte de los soviéticos. Su ensayo crítico con el comunismo ‘El hombre rebelde’ fue para la izquierda una señal definitiva de que Camus se había convertido en un disidente reaccionario y derivó en el quiebre de la relación amistosa e intelectual que lo unía a Jean-Paul Sartre y muchos amigos de antaño.

Camus provenía de un hogar pobre. Nació en 1913 en la argelina Mondovi, hijo de un empleado de bodega y una empleada doméstica de origen español que casi no sabían leer y escribir. En 1914, su progenitor falleció en la Primera Guerra Mundial. En 1957 Camus fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura por su no tan vasta obra literaria y filosófica, en la que se destacan ‘El extranjero’, ‘La peste’, ‘La caída’, ‘El hombre rebelde’ y ‘El mito de Sísifo’. Sus obras tratan de la búsqueda del sentido de la vida y el desgarramiento interno del ser humano. A menudo la fachada es el paisaje argelino y mediterráneo que para él era muy importante. Sin embargo, no calificó de autobiográfica ninguna de sus obras. “Las obras de una persona a menudo reflejan la historia de sus pasiones o sus tentaciones, pero casi nunca su propia historia”, consideraba el filósofo (DPA).

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Notas sobre Lima hacia 1900 (2)


Estación del tranvía en Los Descalzos (Rímac)

El cinematógrafo.- sábado 2 de enero de 1897 se llevó a cabo la primera función pública de cine en el “Jardín de Estrasburgo”, célebre confitería ubicada en la Plaza de Armas de Lima. El aparato usado fue el Vitascope, patentado por Thomas Alva Edison en 1896. La función, a la que asistieron el presidente Piérola, ministros e invitados, duró dos horas y se inició a las 9 de la noche. Dos días después el cine fue mostrado al público; los limeños pagaron entonces, por primera vez, para asistir a un espectáculo cinematográfico. Un anónimo operador filmó, hacia 1899, las primeras vistas del Perú y el 23 de abril de 1899, en el teatro Politeama de Lima, se proyectaron veinte vistas entre las que se encontraban tres llamadas La catedral de Lima, Camino a La Oroya y Chanchamayo. Fueron tal vez las primeras imágenes de la geografía peruana proyectadas por un aparato cinematográfico.

De otro lado, la proyección de películas nacionales en estos años fue escasa, sin embargo, a pesar de que el cine era un oficio muy nuevo, esto no impidió que se lograra realizar algunos films como Las salidas de misa de 11 am. De la iglesia de San Pedro (1904), Corridas de toros en la Plaza de Acho (1904), Ejercicios de fuego de la batería de Alfonso Ugarte del Callao (1904), Los centauros peruanos (1911), Negocio del agua (1913), Del manicomio al matrimonio (1913) y otros más. El cine, sin embargo, no estaba todavía en condiciones técnicas para competir con el teatro y la ópera porque era un cine mudo, con muchas imperfecciones, un espectáculo que demandaba ciertos gastos de instalación.

Finalmente, si los limeños miraban a Europa no fue difícil la excepcional acogida que dio la ciudad al curioso aparato, proveniente del soñado París, que mostraba los cafés de los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel. Como sostiene Giancarlo Carbone, el cine ayudó a ensanchar el horizonte visual local, introdujo nuevas costumbres, trastocó y rompió antiguas morales sociales, presentó noticias sobre flamantes rumbos políticos y sobre todo inyectó una modernidad en una sociedad que a pesar de haber entrado a un nuevo siglo parecía aún estancada en los moldes sociales coloniales. Es, pues, bajo el signo del cine que hemos ido modelando nuestra cultura y construyendo nuestro imaginario y nuestros sueños.

El hipódromo de Santa Beatriz.- Si bien la afición por la hípica había crecido a lo largo del último tercio del siglo XIX, Lima no contaba con un recinto lo suficientemente moderno para albergar a todos los entusiastas por las carreras de caballos. Por ello, el jueves 11 de junio de 1903 se inauguró, gracias al esfuerzo del Jockey Club de Lima, el nuevo hipódromo de Santa Beatriz, ubicado en el actual Campo de Marte. El hipódromo fue durante muchos años una de las construcciones más hermosas y modernas que pudo exhibir la capital. Su elegante arquitectura, una curiosa mezcla de estilos afrancesados y arabescos, y su perfecta ubicación, en un inmenso campo verde, ofrecieron el marco adecuado para que los altos círculos limeños lo tomaran como uno de sus lugares favoritos de reunión. Memorables fiestas y eventos se celebraron en sus instalaciones. Una de las más recordadas fue la carrera de gala con motivo de la visita del general argentino Roque Sáenz Peña, futuro presidente de su país, en 1905. Los domingos y feriados sus tribunas de madera se abarrotaban de público por lo que fue necesario luego abrir la avenida Guzmán Blanco para facilitar el acceso desde el elegante Paseo Colón y la novísima Plaza Bolognesi.

La llegada de la bicicleta.- Fue uno de los grandes inventos de finales del XIX, como medio de locomoción y de pruebas ciclísticas (de velocidad o resistencia). En Lima fue una gran novedad cuando, el 5 de septiembre de 1888, El Comercio anunciaba la venta del velocípedo Bicycle en la mueblería de C. Krug, en la calle San Martín del Callao. Sabemos también que los hermanos Luis, Antonio y Miguel Miró Quesada fueron los primeros en montar bicicleta en el jirón de la Unión; las “bicis” fueron bautizadas como las “arañas”. La afición creció y las primeras competencias se hicieron a lo largo de las calles Mercaderes y Espaderos (cuarta y quinta cuadras del Jirón fe la Unión). Esta fiebre llevó a fundar, en 1892, un Club de Bicicletas. Luego, el Club Francés, el 14 de julio de 1893 (día de la independencia de Francia) organizó, en un campo detrás del Parque de la Exposición, 5 carreras de entre 15 a 20 velocípedos. Como es lógico, gran impulso al ciclismo dieron las tiendas destinadas a la venta de bicicletas de diversas marcas y modelos de procedencia norteamericana, francesa, inglesa, alemana o italiana. También había agencias destinadas al alquiler de bicicletas. El 21 de mayo de 1898, por ejemplo, en El Comercio se anunciaba: “A 4 centavos la hora. Se alquila en la forma siguiente: Una bicicleta para señora o caballero, por un día de 24 horas S/. 5; una bicicleta por una semana, S/. 12; por dos semanas, S/. 20; por un mes, S/. 30”. Este sistema daba facilidades a las personas carentes de dinero, pero que sentían la afición y apego por el deporte del ciclismo. ¿Cuál era el precio promedio de una bicicleta nueva? Por ejemplo, una tienda de la calle Mercaderes 140 vendía modelos Corona a 150 soles.

Progresos en la salud: llegan las vacunas.- Los limeños, como los habitantes de otras ciudades del planeta, sufrieron de muchas enfermedades comunes que, eventualmente, se convirtieron en epidemias. Esto se explica, en gran parte, por las precarias condiciones de higiene que presentaba Lima. A pesar de los esfuerzos modernizadores, el acelerado crecimiento la ciudad no estuvo acompañado de una mejora sustancial en la construcción de viviendas ni en los servicios urbanos. Las viviendas eran insuficientes e insalubres. Al lado de las mansiones de las familias de la elite estaban los célebres callejones que fueron la expresión más viva del hacinamiento. En ellos se aglomeraban las familias y la suciedad. La mayoría de sus viviendas tenían silos poco profundos, paredes huecas, amplias cavidades entre el entablado de las habitaciones y el suelo, además de combinar muchas veces el adobe de la planta baja con la quincha en la planta superior. Respecto a los servicios de salubridad estos dejaban mucho que desear. Es cierto que se renovaron algunos básicos como el agua, desagüe y alumbrado público eléctrico. Pero, por ejemplo, las 60 toneladas de basura que producían los limeños hacia 1900 eran depositadas en los muladares ubicados en las márgenes del Rímac. Allí se alimentaban los cerdos que luego eran sacrificados en un matadero cercano. No había un adecuado servicio de baja policía. Además casi no había alcantarillas cerradas; la mayoría de las acequias eran abiertas y recorrían las estrechas calles. Todo esto favoreció, por ejemplo, la multiplicación de las ratas. Recordemos que, entre 1903 y 1904, la antigua capital de los virreyes fue castigada por una epidemia de peste bubónica.

En resumen, la carencia de higienes en las calles, la secreción de aguas inundadas de las acequias y la mala calidad de los alimentos que se vendían al público hizo que al fiebre amarilla y la tuberculosis hicieran estragos en la población, especialmente la última, que ocasionaba el 25% de las muertes en Lima. Asimismo, el clima, cargado de humedad, hacía que los limeños padecieran las clásicas enfermedades respiratorias como asma, asfixia, neumonía, pleuresía, bronquitis, angina y catarros. Los malos hábitos alimenticios, por su lado, eran causantes de cólicos, diarreas, lombrices, gastritis y diversas indigestiones, el popular “empacho”. Pocos, además, asociaban que las altas dosis de grasas en los alimentos desencadenaban trastornos cardiovasculares.

Frente a este panorama un tanto desolador, afortunadamente, en 1895, una junta de notables estableció en Lima, con carácter municipal, un instituto de vacuna. Luego, el 22 de mayo de 1896 se creó, por fin, el Instituto Vaccinal (o Instituto Nacional de Vacuna), a cargo del doctor Ricardo L. Flores, que funcionó en el Palacio de la Exposición. Según el médico Juan B. Lastres, “el virus remitido por el Instituto de París, (el cual) sirvió para preparar la vacuna, pasándolo de ternera a ternera, obteniendo siempre buen éxito”. Como vemos, el rol del Instituto fue el cultivo de la vacuna animalizada, conservarla y distribuirla a “preservar la salud, controlar las epidemias”. Hubo vacunas para combatir la TBC pulmonar, viruela, fiebre tifoidea, gripe influenza, sarampión, infección puerperal, difteria, tos ferina y fiebre amarilla.

Al mismo tiempo, el Gobierno estableció la vacunación obligatoria, lo que aumentó las inoculaciones en los 10 distritos de la ciudad. Luego de seis meses de la implantación de la vacuna, el Médico Evaluador Municipal remitió a la Inspección de Higiene un parte de atenciones de Vacunas y Revacunas a partir del 1 de junio al 31 de diciembre de 1896. Las vacunas se suministraban todos los días de 3 a 5 de la tarde en el local de la Exposición. Luego, se habilitaron oficinas en los mercados de la Concepción, Baratillo y Aurora.


Instituto de Vacuna, en La Exposición

Los médicos y el avance de la cirugía.- El pionero de la cirugía peruana fue el doctor Lino Alarco quien, a su regreso de Europa, practicó, por primera vez en el Perú, una operación quirúrgica a una mujer, que consistió en la extirpación de los ovarios. Fue en 1878. Utilizó como analgésico el cloroformo y un conjunto de medidas para esterilizar el recinto donde se practicó la operación. Otro médico importante fue el doctor Néstor Corpancho, también especializado en cirugía de mujeres, considerado el precursor de la ginecología en el Perú. Este “médico de señoras” atendía en su consultorio particular y en el Hospital de Santa Anita.

Otra autoridad fue el doctor Constantino Carvallo (Huacho 1853-Lima 1919) quien no solo fue catedrático de la Facultad de Medicina de San Marcos sino que introdujo la estufa seca poupinel para las esterilizaciones y los guantes de goma de Halstear y Chaput. También fue él quien trajo, en 1896, el primer aparato de Rayos X para tomar radiografías. Las primeras placas que se tomaron fueron a los huesos de la mano del presidente Piérola y del escritor Ricardo Palma. Carvallo atendía en la Clínica de Ginecología del Hospital de Santa Ana y en su clínica privada, ubicada en la calle Filipinas 159 (su teléfono era el 416); las consultas eran de 12:30 a 3:00 pm.

Otros médicos famosos de la época fueron el italiano Ernesto Mazzi, nacido en Florencia, gran oculista y que atendía en el Hospital Italiano, en la alameda Grau, cerca de Santa Sofía (hoy Politécnico Pardo). Otro médico italiano fue José Azzali, profesor de la Facultad de Medicina, pionero de las operaciones en los órganos abdominales y de riñones; trabajó también en el Hospital Italiano y su consultorio privado estaba en San Cristóbal del Tren (al costado de la estación de San Juan de Dios nº 11). Por su lado, Juvenal Denegri fue el pionero de la otorrinolaringología; fue profesor en san marcos, atendió en el Hospital de Santa Anay su consultorio estaba en la calle Boza nº 322 (su teléfono era 579). También tenemos al doctor Wenceslao Molina, especialista en cirugía de mujeres y profesor de oftalmología; atendía en el Hospital de Santa Ana y su consultorio se ubicaba en la calle de la Moneda nº 261 (Teléfono 403). Finalmente, citamos al doctor Esteban Campodónico, nacido en Chiavari (Italia), cirujano y oftalmólogo; trabajó en el Hospital italiano y las consultas particulares en su domicilio de la calle Fresa nº 263.

Fábricas y obreros.- En estos años, se produjo un interesante en la economía urbana pues buena parte de los beneficios de la exportación se invirtieron directamente en la capital. La industria, los servicios públicos (agua, luz y teléfono) y la banca experimentaron una rápida expansión. Lima era la única capital latinoamericana cuyos servicios básicos pertenecían en su integridad al capital nacional. En este proceso destacaron tanto importantes familias de la oligarquía como inmigrantes extranjeros, especialmente los numerosos italianos que llegaron desde finales del siglo XIX. Es la época en que se formaron grupos económicos de inversión siguiendo el “efecto demostrador” recibido de las compañías extranjeras. Esto permitió que las técnicas empresariales de los extranjeros influyeran sobre los miembros de la élite nacional. Igualmente, muchos peruanos estudiaron métodos empresariales británicos, franceses y norteamericanos en el exterior, o fueron empleados por compañías extranjeras que operaban en el país. En este sentido queda demostrado que la élite fomentó el desarrollo económico nacional y promovió un proceso de industrialización autónomo.

A partir de 1895 el ritmo de creación de industrias se acelera. La mayor parte de ellas está destinada a producir bienes de consumo ligero. En 1896 se creó la “Sociedad Nacional de Industria” y el “Instituto Técnico e Industrial del Perú” para servir al gobierno como órgano consultivo y al público como centro de información en técnicas industriales. De las diversas ramas, la textil fue la que alcanzó mayor desarrollo y progreso, especialmente la industria manufacturera de tejidos de algodón. En Lima se encontraban las principales fábricas como Santa Catalina (1888) y San Jacinto (1897). De otro lado, inmigrantes italianos fundaron las fábricas de helados D’Onofrio en 1897 y de elaboración de harina como Nicolini Hermanos en 1900. En 1906 había en Lima 7 fábricas de fideos y 12 en provincias. La producción de galletas estuvo monopolizada por Arturo Field. La industria cervecera, establecida desde mediados del siglo XIX, estaba representada por Backus y Johnson en Lima; en el Callao, Fábrica Nacional de A. Kieffer que luego pasaría a la familia Piaggio. Las fábricas de bebidas gaseosas incluían a La Higiénica, Las Leonas, Nosiglia, La Pureza, de R. Barton; en 1902, Manuel Ventura introdujo la Kola Inglesa. En Arequipa estaban las de Yura y D. Gutiérrez. De otro lado, en 1898, se establecieron dos fábricas de fósforos: El Sol y La Luciérnaga.

Este pequeño boom industrial reabrió el debate sobre el proteccionismo. El economista Alejandro Garland dijo que el país no debía apoyar la existencia de “industrias amparadas”. En su opinión, el proteccionismo estancaba el progreso industrial porque elimina la competencia. El país no debía pagar el costo de proteger industrias ineficientes y de altos costos; la importación de manufactura es una “corriente civilizadora”. Por su lado, Felipe Barreda y Osma, presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, defendió el proteccionismo. En realidad, era un debate entre los propietarios (Barreda) y los intelectuales de la época (Garland). Al final, la política económica se inclinó al liberalismo comercial.

Asimismo, es en esta época cuando los obreros y artesanos de Lima llegan a tomar consciencia de grupo, influidos por el anarquismo. En 1901 se convocó al Primer Congreso Nacional Obrero en el que se trató de analizar la problemática social de los trabajadores y su vinculación con los empresarios. Asimismo organizan sociedades de auxilio y ayuda mutual. Todas ellas lucharon por mejorar la condición de vida de los obreros, apoyándose algunas veces en medidas de fuerza como las huelgas. Es también en este contexto que el civilismo se interesa por la presión laboral y encomienda al congresista José Matías Manzanilla varios proyectos de índole social para ser debatidos en el Parlamento. Una de las más célebres huelgas fue la de los jornaleros del Callao quienes en mayo de 1904 presentaron un petitorio común a las autoridades del puerto reclamando mejoras salariales y otros beneficios sociales; hubo enfrentamientos con la gendarmería, siendo herido mortalmente el obrero Florencio Aliaga, primera víctima de la lucha sindical. Es necesario mencionar que el periódico que expresó de manera más lúcida las ideas y reivindicaciones de los obreros fue La Protesta que apareció en 1911.


Fábrica de cerveza Backus y Johnson hacia 1900

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Notas sobre Lima hacia 1900 (1)


La Municipalidad de Lima en 1900

Cuando culminaba el siglo XIX o, mejor dicho, se iniciaba el XX, la elite limeña miraba a Europa en su mentalidad y vida cotidiana. El modelo de ciudad era París; por ello, Lima, empezaba a transformarse y las avenidas principales, la Colmena y el Paseo Colón, terminaron poseyendo una fisonomía parisina que era signo y norte de un modo de existir. Esta cultura, entonces, estaba totalmente europeizada o, en otras palabras, afrancesada. En este sentido, la llegada del cinematógrafo, con sus imágenes, trasladaba imágenes del Viejo Mundo a las mentes limeñas. Esas imágenes en movimiento hacían posible que la gente pudiera saber cómo eran los países europeos o los Estados Unidos. Podían ver cómo vestían sus gentes, como calzaban, cómo caminaban, qué tipo de sombrero llevaban, cómo eran sus bares o restaurantes y es bastante probable que fue de esta forma como la élite asimiló costumbres y comportamientos. El cinematógrafo, en síntesis, cumplió, una eficaz función -como ahora podrían ser la televisión por cable o la Internet- de vehículo de transmisión de estas influencias foráneas, más modernas o “civilizadas”.

A Lima llegaban, además del cinematógrafo, el automóvil, el teléfono, el aeroplano o las vacunas que fueron lo que la computadora, un producto de punta de la tecnología moderna, representa para el momento actual. De otro lado, en una ciudad todavía muy pequeña, la elite ejercía sobre los demás grupos una suerte de tolerancia paternalista fruto de la educación y la moral de su tiempo. Asistían a las procesiones, a las corridas de toros, a los paseos por las lomas de Amancaes, a ciertos espectáculos deportivos y también al cine. Eran actitudes típicas de principios de siglo donde los grupos superiores se entremezclaban con el pueblo para obtener legitimidad y consenso.

La moral por esos años era sumamente tradicional. Una cultura patriarcal en la que el espacio público (la calle o la política) estaba reservado para los hombres; el espacio privado (la casa), en cambio, era el reino de la mujer. La mujer era una especie de “objeto sagrado” que se conservaba al interior de las paredes del hogar y representaba la virtud y la moral de una familia. Sin embargo, poco a poco, la llegada de las imágenes a través del cine o las revistas introdujeron nuevos comportamientos. Las nuevas actitudes amorosas, por ejemplo, que los peruanos pudieron ver en el cinematógrafo afectaron profundamente las relaciones entre hombres y mujeres. Si hasta 1900 las mujeres llevaban vestidos muy largos y los hombres trajes muy pesados, poco a poco la gente se va a despojar de todo lo que es indumentaria inútil, inadecuada para establecer una mejor relación el tipo de clima de la costa. Se inicia una especie de racionalización de la vida cotidiana, es decir, la gente quiere comportarse de manera más práctica.

Lima tenía poco más de 100 mil habitantes. Los cálculos destacan un alto porcentaje de población “blanca”, un 25%, debido, básicamente a la llegada de inmigrantes europeos, en su mayoría italianos e ingleses y norteamericanos, estos últimos trabajadores de empresas mineras, que iban y venían de la sierra central (Cerro de Pasco), por la estación de Desamparados.

Este movimiento poblacional obligó, por ejemplo, que nuestra ciudad tuviera un adecuado servicio de alojamiento. A los antiguos tambos o pasadas (el más concurrido era uno que estaba en la calle Polvos Azules), que eran casas de huéspedes para los viajeros pobres, se añadían los “grandes hoteles” de entonces: el Grand Hotel Maury, el Hotel France e Ingleterre (en 1880 estaba en la Plazuela de Santo Domingo, posteriormente ocupó el anexo del Maury, en la esquina de Bodegones con Judíos 204, la misma calle del Maury, mirando hacia la Plaza de Armas y al Palacio de Gobierno), y el Hotel Santa Apolonia (calle Santa Apolonia 355, jirón Lampa, atrás de la Catedral de Lima). En un segundo orden estaban el Hotel Central (calle Palacio 48); Hotel Europa (calle Jesús Nazareno 7); Hotel París (Plaza del Teatro); Hotel Comercio (calle de la Pescadería) y Hotel Italiano (calle de Trujillo 216).

Cabe destacar que según la Guía Mignon de Lima (1913), de Carlos B. Cisneros: “En Lima no hay hoteles que ofrezcan el confort de aquellos de primer orden en estados Unidos o Europa, a pesar que cada hotelero da título de primera clase al suyo. Los de la ciudad recuerdan por su organización lo de segundo orden de Francia o Italia; sus propietarios se esfuerzan por colocarlos a nivel de las exigencias modernas. En ellos se paga aun por solo un día, el precio de pensión, que comprende: la habitación, la luz, el servicio, el almuerzo y la comida. El desayuno a menudo se cuenta aparte. El alimento, por lo general, es bueno y abundante, sobre todo la comida, compuesta por un menú en que se mezclan guisos de la cocina criolla, italiana y francesa. El personal, aunque nacional, habla o comprende el francés e inglés. El mobiliario de las habitaciones y limpieza dejan mucho que sedear. El personal, frecuentemente, es negligente y poco servicial no comprende las exigencias del extranjero, fuera de las costumbres del país. Hay que soportar con resignación la costumbre peruana de fumar en todas partes. Las casas de huéspedes y posadas son albergues menos que mediocres. El precio de la pensión varía según esté situada la habitación; si se halla al interior o con vista a la calle fluctúa entre Lp. 1 y $6. El almuerzo se sirve por lo general de 11 am. a 1 pm. Y la comida de 7 a 9 pm. El vino se paga aparte. Hay algunos vinos nacionales regulares pero muy alcoholizados. En el salón de lectura se encuentran periódicos ingleses, americanos, alemanes, italianos y franceses. Hay que tener cuidado con la lencería fina y de color, pues toda la ropa se leva por lo general mecánicamente. En Lima no hay Boarding Houses ni Pensions de Familles”.

A parte de este servicio, Lima, como toda ciudad moderna, ya contaba con otros como:

Alumbrado eléctrico.- Desde el 14 de febrero de 1884, por resolución del Ministerio de Gobierno, algunos sectores de la ciudad y pocas casas particulares empezaron a gozar de este avance de la tecnología. La empresa prestadora de este servicio era la Peruvian Electrical Construction and Tripply and Company. Aparte la Plaza de Armas, los jirones Carabaya (desde Bodegones hasta la exposición) y Unión (hasta el Palacio de la Exposición) tuvieron luz artificial. Desde 1886, el servicio se amplió a otros sectores, incluso llegó a algunos barrios de Abajo el Puente. La energía venía de una central a vapor, un caldero y un motor de 500 caballos (es decir, un “grupo electrógeno” con la tecnología de entonces), ubicado a la entrada de lo que es hoy el paseo de la República. Luego, la “Empresa de Gas” reemplazó a la Peruvian en el suministro hasta que fue absorbida por sociedades industriales.

El teléfono.- El 15 de febrero de 1887, el Congreso dio la ley para implantar el servicio telefónico. Al año siguiente, se establecieron las cláusulas y se convocaron las licitaciones. El servicio podía vincular una o varias poblaciones a la vez, se ofrecía libertad para al importación de los aparatos y la tarifa estaba en función del costo de cada kilómetro de vía telefónica. Al final se formaron dos compañías, “Peter Bacigalupi y Cìa” y “The Peruvian Telephone Company”. La primera, con postes propios, estableció una línea de servicio de Lima a Chorrillos, con ramificaciones para Miraflores y Barranco; la segunda, establecía la conexión entre Lima y el Callao. En 1890, las tarifas de abono de la “Peruvian” eran de 90 soles para las casas comerciales y de 50 soles para las particulares.

El telégrafo.- Sabemos que, desde 1855, por iniciativa de Santiago Lombardo y con el apoyo del Estado peruano, Lima tuvo este servicio. En 1888, el gobierno de Cáceres canceló las licitaciones y declaró libre el establecimiento de líneas telegráficas.

Las máquinas de coser.- Su llegada fue un suceso histórico, pues absorbió paulatinamente el trabajo artesanal. Vino la producción en serie y la especialización. A finales del siglo XIX, el mercado limeño estaba invadido por varias marcas. De ellas, las más conocidas fueron Domestic (importada por “Crosby Hermanos”, de la calle Bodegones nº 67, Carabaya) y, sobre todo Singer, que al final fue la única que subsistió. Inventada en 1850, las primeras Singer llegaron a Lima en 1875. En 1897 había las de aparar, poner elásticos y agujas, lanzaderas, etc., así como toda clase de repuestos para las máquinas. El lugar de venta estaba en la calle de la Peña Horadada nº 278. Luego también llegaron otras clases de máquinas, tanto de pie como de mano, lo que diversificó el campo de las costuras, al poder realizarse todos los puntos de costura y bordado. De otro lado, las fábricas de calzado e industrias del cuero también se adelantaron con el concurso de la moderna máquina.

La máquina de escribir.- No hay duda se que su llegada significó un valioso aporte a los hombres de letras y a los funcionarios del estado. A Lima llegaron en 1890. Se vendieron en la librería y útiles de escritorio de J. Newton y eran de la marca The World. La de lujo, en caja niquelada, costaba 25 soles; la simple, 20 soles. Con los años, llegaron más marcas, unas en cajas de madera; otras en estuches de cuero. A veces, solo la maleta, pesaba unos 7 kilos. Sin duda, la marca que se terminó imponiendo fue Remington, primero vendida por la casa importadora alemana C.M. Schooder & co., que tenía locales en Lima y el Callao. Luego, fue vendida por la Casa Morakski Hermanos (calle Mercaderes nº 205), que se convirtió en su único agente en nuestro país.

Los automóviles.- El primer automóvil que circuló en el Perú no lo hizo en Lima. Llegó a Huaráz en 1899 y lo trajo desde Europa, en cajas para ser armado, el minero Arturo Wertheman; era un “Gardner Serpollet” a vapor que tuvo un notable desempeño al circular a más de 4 mil metros de altitud, sin duda un récord mundial. En 1903 paseó por Lima el primer automóvil; fue un Locomobil a vapor de origen europeo, importado por Ricardo L. Florez. El primer auto a gasolina llegó en 1904 y, en 1905, llegó el primer auto norteamericano marca Reo, traído por Abraham y Miguel Elguera quienes se convirtieron en los primeros comerciantes de venta de autos en Lima. Un hecho sin precedentes ocurrió en 1907 cuando 25 autos y una moto, casi todos los que existían en Lima por esos años, realizaron un rally desde el Paseo Colón hasta el balneario de La Punta; el segundo gran rally, cubrió la ruta de Lima a Ancón. Un hecho histórico ocurrió en 1908 cuando el ingeniero Alberto Grieve diseñó y construyó el primer auto en el Perú; el modelo llevó su nombre. La importación cada vez mayor de automóviles permitió la realización de algunas “proezas”.

El tranvía.- En 1877 se había inaugurado en Lima el tranvía con tracción animal o también llamado “tranvía de sangre”. Ahora, en 1903, ese viejo tranvía se trasformó en eléctrico y facilitó el transporte de la población capitalina. El primer “eléctrico” comenzó construirse en 1903 y unía a Lima con Chorrillos (14 kilómetros que atravesaban Miraflores y Barranco); la velocidad máxima que alcanzaba era de 40 a 60 kilómetros por hora. Al año siguiente otro tranvía unió a Lima con el Callao. Por esos años el alcalde de la capital era Federico Elguera, de notable gestión pues durante su administración (1901-1908) la ciudad se trasformó al modernizarse todos sus servicios públicos. Sin embargo, el entusiasmo por el nuevo sistema de transporte quedó ensombrecido por un temprano accidente. En febrero de 1904 un coche que cubría la ruta a Chorrillos sufrió un desperfecto a la altura de la Bajada de Armendariz, en Miraflores, cuando el vehículo se desconectó del cable de electricidad y quedó detenido a oscuras con todos sus pasajeros a bordo. Pocos minutos después, un segundo coche de tranvía de la misma ruta, colisionó con el averiado sin saber, obviamente, que se encontraba detenido. Cuentan que las rápidas maniobras del conductor evitaron una tragedia mayor. Por ello, felizmente solo hubo heridos y pérdidas materiales en ambos coches. Este accidente obligó a los responsables del tranvía a tomar medidas de seguridad y se construyeron teléfonos en determinados tramos de la ruta para avisar inmediatamente de cualquier situación de emergencia.
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Hoy falleció dueño del histórico bar ‘Juanito’ de Barranco

Juan Casusol, fundador del tradicional local, dejó de existir en los primeros minutos de hoy a los 97 años de edad. Pocos minutos después de que el reloj marcara el inicio del Año Nuevo, Juan Casusol, dueño del bar “Juanito” de Barranco, dejó de existir. Así lo confirmó su hijo Rodolfo. “Mi padre falleció de un paro cardíaco. Ya estaba un poco delicado, pero nadie se esperaba este desenlace. Estábamos preparados para recibir el Año Nuevo, pero indudablemente tuvimos que cerrar el local”, manifestó. Juan Casusol falleció a las 0:25 horas de hoy a los 97 años. Su hijo Rodolfo manifestó que su estado era delicado, ya que tenía problemas renales.

El bar “Juanito” se fundó el 16 de junio de 1937. Está ubicado en la Plaza de Barranco, uno de los barrios más turísticos y populares de la capital peruana. Antes de ser lo que era un almacén donde se vendía desde abarrotes hasta productos de ferretería, pero Casusol le dio un vuelco al negocio cuando colocó mesas y empezó a servir bebidas alcohólicas y platos fríos que lo hicieron famoso en Lima. “Juanito” ha sido frecuentado por ilustres visitantes como el cantante español Joaquín Sabina en los últimos años o el salsero Óscar de León, que acudía al bar a finales de la década de 1970. También era habitual encontrarse con la diva peruana de la world music, Susana Baca, o con el actual presidente del país, Alan García, quien en “sus tiempos mozos” acudía a jugar al futbolín, según Rodo. Sus restos son velados en la iglesia Virgen de Fátima y mañana será enterrado al mediodía en el cementerio Jardines de la Paz de La Molina (fuente RPP). Ver más información sobre el JUANITO de Barranco en este blog (post “Bar Juanito”).


Célebre caricatura en la que aparecen el fundador del “Juanito” y sus hijos

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Recuerdos de la década de los 80

Hasta principios de los años 80, el mundo estaba ya acostumbrado al conflicto ideológico y militar llamado “Guerra Fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo hacia mediados de esta década, se inició un proceso que nadie había previsto: el fin del comunismo. Todo empezó en 1985 con la perestroika de Gorbachov en la fenecida Unión Soviética y se consolidó en 1989 con la caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana. Ni el más optimista defensor de los valores de Occidente hubiera podido imaginar un desplome del socialismo en tan poco tiempo.

Pero estos también fueron los años en que la medicina registró una nueva enfermedad contagiosa, el SIDA, que habría de marcar decisivamente la conducta sexual y la visión del mundo de nuestro tiempo. La gente demoró en tomar conciencia de la moderna “plaga” que, los más conservadores, consideraron “bíblica”, es decir, un castigo de Dios ante tanta promiscuidad y libertinaje sexual. La Humanidad tomó conciencia también de otra amenaza sobre el planeta: el agujero de la capa de ozono crecía en ambos polos. Por ello, en los ochenta cobró mucha fuerza el movimiento ecologista.

Una nueva máquina revolucionó el mundo de los negocios y la vida cotidiana. Hablamos de la PC o computadora personal. El mundo pronto se dio cuenta del océano de posibilidades del moderno procesador. De allí en adelante, las computadoras se modernizaron cada año y su manejo fue cada vez más simple. Las ventas no hicieron sino aumentar. Hoy por hoy, no manejar el “ordenador” es como no saber leer ni escribir.

El contexto nacional.- En las elecciones de 1980 Acción Popular, con Fernando Belaunde, obtuvo una mayoría de 42%. El APRA, sin Haya de la Torre, logró el 28%, un revés político muy serio. El PPC alcanzó un magro 11% y todos los grupos de izquierda sumaron el 16%. La escena política tenía algo de familiar. Belaunde era otra vez presidente pero sin la obstrucción del APRA en el Parlamento. Su reelección era también una suerte de reivindicación: los militares lo habían depuesto en 1968 y ahora le garantizaban su vuelta a la presidencia.

Belaunde se comportó como un político de la vieja escuela. Prometía el progreso mediante nuevas obras públicas, como complejos habitacionales y la Carretera Marginal. También proponía reducir el papel del estado en la economía, fortalecer la empresa privada y garantizar la inversión externa, especialmente en el tema petrolero. Sus ideas en favor del libre mercado le permitieron refinanciar la deuda y su gobierno parecía bien encaminado al fomentar la diversificación de las exportaciones.

Todo sin embargo era un espejismo. En 1981 el crecimiento del PBI fue de 3,1% pero en 1982 cayó a menos del 1% y en 1983 se desplomó un 12%. El descalabro se debió a razones externas y a los efectos devastadores del Fenómeno del Niño que provocaron inundaciones en la costa norte y sequías en la sierra sur. El manejo económico ahora se hizo con criterios de emergencia. Se tuvo que volver a negociar la deuda externa y el régimen entró en un escenario de ingobernabilidad. La situación se agravó, además, por el surgimiento del terrorismo. Sendero Luminoso, movimiento maoísta surgido en los años 70, inició su guerra contra el estado desde la sierra de Ayacucho proponiendo una utopía igualitaria. Asaltaba pueblos, asesinaba autoridades y mantenía un absoluto secreto acerca de su estructura interna. Tras lamentables titubeos, Belaunde ordenó una ofensiva militar que dejó una peligrosa huella de represión brutal. SL no se amilanó y se extendió por otras provincias hasta Lima.

A pesar de que en 1984 hubo un repunte en el crecimiento económico, la inflación se reavivó: en 1985 llegó a un 130%. El país estaba descontento con la gestión de Belaunde. Con el terrorismo y la crisis económica a cuestas, el camino estaba allanado al APRA. Alan García, un líder joven con grandes habilidades retóricas, se presentaba como el gran salvador de la nación. En 1985 obtuvo el 46% de los votos y la izquierda, unida por vez primera, alcanzó el 22%. El APRA se hizo con el control del Parlamento lo que le permitió a García tener amplia base política. En castigo, Acción Popular casi desapareció del mapa electoral.

García defraudó todas las expectativas. En un inicio, su populismo lo empujó a elevar los salarios, recortar algunos impuestos y los tipos de interés, congelar los precios, ofrecer crédito agrícola y devaluar la moneda. Al aumentar la demanda su equipo económico esperaba reactivar la industria. Esto no sucedió. El gobierno no se dio cuenta que se enfrentaba a una economía mundial demasiado hostil. Además, García desafió a los acreedores extranjeros al incumplir con los pagos de la deuda y el Fondo Monetario Internacional expulsó al país del sistema financiero mundial.

Hacia 1987, la economía estaba resentida. García intentó nacionalizar la banca y multiplicó su descrédito. SL seguía en auge: las matanzas de campesinos en la sierra y los apagones en Lima demostraban la fuerza del terrorismo, ahora alimentado por la acción de otro movimiento subversivo, el MRTA. La población estaba agotada: 20 mil muertos y pérdidas materiales difíciles de calcular. Como si esto fuera poco el PBI se desplomó y la hiperinflación alcanzaba el 3.000%. El país se encontraba casi en bancarrota.

Notas sobre la vida cotidiana el Perú.- En 1980, cuando acababa de morir el historiador Jorge Basadre y se establecía la televisión a color, el Perú retornaba a la democracia. Había mucha expectativa en que el país podía mejorar al enmendarse los errores del régimen militar de los 70. Nada ocurrió pues la aparición del terrorismo y factores como el Fenómeno del Niño y la abultada deuda externa dejada por los militares impidieron el despegue.

Fue una decepción el tener que vivir no solo sin mucho dinero en el bolsillo sino también bajo el terror de un coche bomba, un apagón por la voladura de alguna torre de alta tensión o leyendo la noticia de una matanza de campesinos en la sierra. Así pasamos los ochenta: viendo cómo el terrorismo avanzaba, cómo los políticos se desprestigiaban y cómo miles de peruanos abandonaban el país en busca de mejores horizontes.

Quizá las dos visitas del Papa (1985 y 1988) o la medalla de plata en las Olimpiadas de Seúl (1988) conquistada por nuestro equipo femenino de vóley atemperaron los ánimos. Sí, se equipo, liderado por Cecilia Tait, Gaby Pérez del Solar y Natalia Málaga, logró la mayor hazaña deportiva nacional. Asimismo, en los ochenta, se puso de moda ver películas de Francisco Lombardi; bailar el rock en español; ir de campamento a las playas del sur; ir a fiestas con grupo electrógeno; ver los programas cómicos como Risas y Salsa; ir a comprar a Polvos Azules y a otros mercadillos de informales; cambiar dólares en la calle; llegar temprano a la casa por el toque de queda; aprender algún programa de computación; escuchar música digital gracias al disco compacto; ir a los pubs de Barranco; o gastar de acuerdo a la inflación. A finales de los ochenta, los precios subían día a adía y la inflación llegó a 7 mil por ciento y el tipo de cambio se duplicaba en un mes. Todo un desastre que fue corregido por el tremendo fujishok en 1990.

El boom de la economía informal.- La informalidad no es un fenómeno exclusivamente peruano. Ha sido la “solución”, por intuición y por necesidad, que han encontrado los sectores menos favorecidos de los países subdesarrollados frente a sus estados, sus gobiernos o sus élites que, en las últimas décadas, se han ido alejando de sus necesidades y expectativas. En el Perú, la economía informal (llamada en otros países “economía negra”) se empezó a desarrollar a partir de los años setenta con las sucesivas crisis económicas y el colapso de un Estado que se veía desbordado en su papel de control, planificación y ordenamiento nacionales debido a la penuria de sus fondos y a la incompetencia, y corrupción, de su burocracia cada vez más numerosa. La empresa privada, por su lado, afectada por las crisis, también limitaba su inversión y la generación de nuevos puestos de trabajo.

La nueva masa urbana, integrada en su mayoría por migrantes, quedó abandonada a su suerte. La falta de trabajo, el crecimiento del costo de vida, los bajos niveles salariales, el nulo acceso al crédito bancario, el aumento desesperado de impuestos dictado por un Estado carente de ideas y los famosos “papeleos” burocráticos para obtener licencia a fin de montar un negocio o construir una casa, con “coima” de por medio, hicieron que miles de peruanos optaran por la informalidad para poder sobrevivir. Se calculó, por ejemplo, que registrar debidamente un taller demoraba 289 días de gestiones y una suma de 1.231 dólares, es decir, 32 veces el sueldo mínimo vital; este ejemplo demostraba que “legalizar” una pequeña industria estaba fuera del alcance de cualquier persona con modestos recursos. La “solución”, entonces, era obviar al Estado y a su enmarañado y corrupto orden legal para poder salir adelante y crear su propia fuente de ingresos.

El vendedor ambulante se convirtió en el prototipo del “informal”, es decir, una persona que vendía productos en la calle a precios más bajos que en las tiendas formales porque no pagaba impuestos, además de no dar factura o garantía alguna por lo vendido. Pero lo que en principio no era claro es que ese vendedor, que no era tan ambulante sino que tenía su puesto o incluso su tienda aparentemente formal, no era sino la culminación de toda una cadena que empezaba en la proliferación de micro-empresas informales, con una organización casi siempre familiar, que producían una amplia variedad de artículos. Estas pequeñas fábricas funcionaban sin licencia en algún inmueble de los nuevos distritos populares y daba trabajo a más de una decena de personas y, al amparo de la clandestinidad, no pagaba beneficios sociales a sus operarios ni los impuestos de ley al Estado. Otra vía que abastecía al mercado informal fue el cada vez más creciente ingreso de productos por las fronteras o puertos marítimos sin pagar impuestos, es decir, el contrabando. De esta manera esta economía al margen de las normas vigentes fue extendiéndose y absorbió, directa o indirectamente, a buena parte del mercado laboral. Invirtió y permitió que muchas familias sobrevivieran. Los consumidores de esta economía, por su lado, veían el único refugio para poder cubrir sus necesidades dado su cada vez menor capacidad adquisitiva.

Pero la informalidad se extendió por otras esferas de la vida cotidiana. Las invasiones de terrenos; la construcción, por partes, de viviendas sin licencias, sin la participación de un técnico especialista sino con la ayuda vecinal; las líneas de microbús, o los servicios de taxis; el “pirateo” de cassettes, discos compactos y libros sin pagar derechos de autor; el acceso al crédito a través de préstamos familiares, “juntas” o “pirámides”; las conexiones clandestinas de luz eléctrica y de servicio de televisión por cable; y, en fin, tantos otros ejemplos, veces no tan edificantes, terminaron formando parte de la informalidad. Incluso las empresas formales recurrieron a estas estrategias para no pagar tantos impuestos, reducir sus costos y no quebrar. En menos de 30 años, el Perú se convirtió en un país de informales, es decir, en una sociedad donde la mayor parte de sus habitantes vivía directa o indirectamente de la economía informal.

En un famoso libro, el economista Hernando de Soto (El otro sendero, 1985) sostuvo que cuando se hablaba de una economía informal se pensaba en un problema. Se veía a esos empresarios y vendedores clandestinos como promotores de industrias o negocios que no estaban registrados, no pagaban impuestos y no se regían por el orden vigente; eran competidores desleales de las empresas y tiendas que trabajaban en la ilegalidad; y, al evadir los impuestos, privaban al Estado de los recursos necesarios para atender sus obligaciones como vivienda, educación o salud. Paradójicamente, el libro concluía que el problema del país no era la economía informal sino el Estado. Decía De Soto que esta respuesta popular, espontánea y creativa, era frente a la incapacidad estatal para satisfacer las aspiraciones o necesidades más elementales de los pobres. La tarea, entonces, era formalizar a los informales, incluirlos en un sistema que los excluía sistemáticamente. De esta manera se iniciaron programas en otorgar títulos de propiedad en los barrios populares, exoneraciones o incentivos tributarios a los que quería formalizarse y se simplificaron algunos trámites administrativos para obtener todo tipo de licencias.

La “chicha”, fenómeno musical de los setenta y los ochenta.- “…surgen géneros nuevos que hibridan culturas. De ellos, la chicha, cumbia peruana o guraracha andina, es el más importante y ha llegado a ser el segundo ritmo musical popular, después de la salsa, desde su nacimiento en 1968. Es una fusión musical de la cumbia colombiana, la guaracha cubana y el huayno serrano, tropicalizando la música andina y ejecutándolo con instrumental electrónico (guitarra, batería y órgano). Es una creación urbana y actual de los barrios populosos y de las barriadas. Surge del patrimonio traído por el migrante andino, pero se arraiga en el residente ya antiguo y en las segundas y terceras generaciones urbanas. Es un ritmo de juventudes que homogeniza su estilo a nivel nacional y supera los regionalismos tradicionales del arte peruano. Un solo conjunto ha logrado vender, en tres años, algo más de un millón de disco del “Aguajal”, un huayno en ritmo de chicha. Los chichódromos y salsódromos, locales donde se baila y se vende legalmente cerveza y gaseosas, y drogas de modo ilegal, han terminado por ocupar para la segunda generación de nuevos limeños, el mismo nivel de importancia que tuvo, para la primera generación de migrantes, el coliseo folklórico de la década de mil novecientos sesenta… Desde el punto de vista de un indigenismo purista, la chicha puede significar un cierto empobrecimiento de la rica vertiente musical andina sometida al influjo de los medios modernos. Es, sin embargo, indudable que expresa un nuevo patrón cultural en ascenso. Su presencia y avance constituyen una muestra notable del peso que han llegado a tener los migrantes y la cultura que portan, en la decisión de la dinámica viva de la cultura metropolitana y en la formación de una conciencia nacional unitaria” (José Matos Mar).

Los apagones y Radio Mar.- La cobertura radial durante los años de los apagones y el terrorismo no la inicia, “Radioprogramas”, sino “Radio Mar”, una estación de música y entretenimiento popular. Una noche, allá por 1981, se produjo un gran apagón en Lima, que se extendió a una buena parte de la costa peruana (las estaciones radiales no tenían sistemas de generación eléctrica de emergencia; tampoco la emisora del Estado ni las del circuito privado, lo que con los días fue duramente censurado por la opinión pública porque bien podía tratarse de un terremoto o alguna otra emergencia). Lo cierto es que aquella noche de apagón terrorista sólo surgió una emisora de radio para intentar brindar información y tranquilidad a la población: “Radio Mar”. En medio de un apagón, la emisora no tenía reportes ni recomendaciones sobre como actuar. Simplemente tuvieron operativo su generador eléctrico y las voces de Luis Delgado Aparicio y de Lucho Muro, con disco de risas para celebrar sus ocurrencias, que intentaron, a su modo, llevar tranquilidad a tantos y tantos millones en una Lima asustada, mientras las bombas sonaban por doquier. Cabe recordar que “Radio Mar” fue, por años, la emisora más escuchada de Lima, basada en la difusión de música salsa y programas populares, cuyo locutor estrella fue Román Gámez “El Ronco”.

El “nombre” de los años:

1980 “Año de los Deberes Ciudadanos”
1981 “Año del Bicentenario de la Rebelión Emancipadora de Tupac Amaru y de Micaela Bastidas”
1982 “Año de los Derechos del Minusválido”
1983 “Año del Bicentenario del Nacimiento del Libertador Simón Bolívar”
1984 “Año del Sesquicentenario del Natalicio del Almirante Miguel Grau”
1985 “Año del Centenario del Sacrificio de Daniel Alcides Carrión”
1986 “Año del Cuatricentenario del Nacimiento de Santa Rosa de Lima”
1987 “Año del Bicentenario del Nacimiento de Don José Faustino Sánchez Carrión”
1988 “Año de la Regionalización”
1989 “Año del Cuatrocientos Cincuenta Aniversario del Nacimiento del Inca Garcilaso de la Vega”

La televisión durante los 80.- En 1980, el gobierno de Belaunde devolvió los medios de comunicación a sus respectivos dueños, se liquida la estatal Telecentro y los grandes competidores de la TV nacional América Canal 4 y Panamericana Canal 5, quedaron listos para competir libremente. Este mismo año, la TV deja de lado el blanco y negro para producirse en su totalidad en color. En 1982, inicia su señal de prueba la Compañía Latinoamericana de Radiodifusión, Canal 2, al igual que Andina de Radiodifusión, Canal 9. Asimismo, Panamericana Producciones crea una empresa anexa para la realización de producciones dramáticas CINETEL. Se realiza el concurso Miss Universo en el Perú, así como la Copa Mundial de Voley Femenino, siendo Panamericana TV la cadena oficial encargada de dichos eventos. El 23 de enero de 1983 se fundó Frecuencia Latina y el 18 de abril se inaugura Canal 9, el “canal con sentido”; el 14 de junio Inició su transmisión oficial Canal 27 UHF, el primer canal con señal codificada. Este emblemático 1983, Panamericana TV reinicia la producción dramática con diversas series, la más sonada “La Pensión”, con Pilar Brescia y el brasilero Lauro Corona. En 1984, Panamericana produce su primera telenovela en la nueva década: “Páginas de la Vida”, con Pilar Brescia, Víctor Hugo Vieyra y Gloria Maria Ureta.

CINETEL produce “Gamboa”, la primera serie policial peruana con Eduardo Cesti; la división dramática de Panamericana produce otra serie policial “Barragán”, basada en la Guardia Republicana. Otro año emblemático fue 1985 cuando CINETEL y Panamericana producen “Carmín”, la telenovela top de los 80’s y que puso a la fabrica de telenovelas del 5 nuevamente en posición exportadora. “Carmín” conquista mercados, con récords de audiencia en Estados Unidos, Ecuador, Nicaragua, Venezuela e Italia. Aparece también al aire la señal en prueba de UNIVISION, Canal 13, quienes, antes de oficializar sus emisiones, por problemas internos, deciden cerrar y cancelan sus transmisiones.

En junio de 1986 se inauguró Stereo 33 UHF, de la Empresa Radiodifusora 1160. “PROA Productores Asociados” nace como una nueva propuesta para la telenovela peruana; su primer producto fue “Bajo tu Piel”, que trasmitió Canal 9. El 22 de diciembre del mismo 86, reaparece el Canal 11, ahora bajo la batuta de Ricardo Belmont hijo y bajo el nombre de RBC Televisión, bajo el polémico modelo de “accionariado difundido” (1 dólar la acción). En 1988, Panamericana TV inicia transmisiones por el PA NAM SAT, haciendo una gran ceremonia con transmisión desde Quito y Santiago, demostrando el alcance de su nueva señal con calidad internacional. Finalmente, en 1989, la crisis económica ahoga las producciones locales y Panamericana inaugura el Estudio Maestro del Amauta para la realización de nuevas producciones, comenzando con “El Hombre Que Debe Morir”, con Diana Quijano y el mexicano Raymundo Capetillo en los roles estelares. Ese mismo año, Compañía Radiodifusora 1160 deja la frecuencia 33, cambiando por la de Canal 13; América TV también inicia transmisiones satelitales por el PA NAM SAT.

Entre los programas de televisión, no podemos dejar de mencionar la aparición de “Buenos Días Perú”, “Panorama” (con Guido Lombardi), “Gigante Deportivo (Con el inolvidable Pocho Rospigliosi), “Risas y Salsa” (número 1 en sintonía) y “Aló Gisela” (aparecido el 28 de octubre de 1987), todo en Panamericana; en el mismo canal, continuó en vigencia “Trampolín a la fama” con Augusto Ferrando. Asimismo, las clásicas “teletones”, organizadas por Ricardo Belmont en beneficio del hospital San Juan de Dios.

Miss Universo en el Perú (1982).- El concurso se desarrolló en pleno invierno limeño y a la organización, por ejemplo, no le importó que las candidatas posaran en bikini en la Plaza de Armas en plena mañana con harta neblina. Además, casi se tuvo que retrasar el mundial de voley porque Panamericana no había desmontado el escenario en el Coliseo Amauta y no se podía armar la cancha. Tampoco nunca se supo cómo la pasaron los asistentes al espectáculo porque todo fue en inglés y la traducción de Pepe Ludmir era solo para la TV. También se recuerda que las “misses” desfilaron en autos deportivos descapotables (Fiat RX/7) saludando a los limeños en un desfile mismo de 28 de julio por la Plaza de Armas. La candidata peruana fue María Francesca Zasa (era del Colegio Raimondi), pero la que se llevó el trofeo fue la canadiense Karen Dianne. Vino a darle el premio la Miss Universo del año anterior, la espectacular venezolana Irene Saez. Un hecho muy comentado fue que el novelista Mario Vargas Llosa estuvo entre los miembros del jurado (se le criticó su “frivolidad”). La revista Monos y Monadas hizo una parodia en la que pusieron al entonces joven ministro de Energía y Minas de entonces, Pedro Pablo Kuczinski como animador, ya que Miss Universo siempre se narraba en ingles. En los programas cómicos, como “Risas y Salsa”, se hacían bromas sobre el sistema computarizado del concurso: “Las computadoras ya están computadas”, decían. También hubo un mini-escándalo que cierta prensa quiso explotar: un supuesto romance entre Miss Guam y un cholo peruano.

El rock de los 80.- El rock de esta década quedó marcado por dos sucesos casi ajenos a la música: el asesinato de John Lennon, a manos de un fan desequilibrado (8 de diciembre 1980) y el nacimiento (1 de agosto de 1981) de la cadena MTV, el primer canal musical de televisión con una programación de 24 horas. Esta emisora, basada en la emisión de videoclips, necesitaba 200 mensuales para renovar su programación, y esto dará impulso a la producción de estos videos musicales que sustituirán al single radiofónico. Por ello, el videoclip significó el predominio de lo visual sobre lo musical.

Respecto al rock en inglés, la década se caracterizó por la amplia diversidad de música en estilos, propuestas, formas y estética, gracias al nacimiento de varios subgéneros del rock (como el new wave, post-punk, techno, dark, electrónico, rap, breakdance, dark metal, new romantic, entre otros). Durante la primera mitad de la década, destacó el trío británico “The Police”, nacido del punk pero que había evolucionado y transformado su sonido con una mezcla de rock, reggae y jazz. “The Police” se convirtió en la mejor banda del mundo, hasta que se separaron en 1985, justo cuando experimentaban su punto más alto. Ante su desintegración, los tomaron la posta fueron los irlandeses de U2, que para finales de la década ya se habían convertido en el grupo de rock más importante del mundo.

El rock en español cobra fuerza al promediar la década. En México, “El Tri” decide continuar con su rock visceral. En España, una corriente llamada la Movida Madrileña presenta a bandas de tecno-pop como “Mecano” (que incluía la sensual voz de la cantante Ana Torroja) y “Alaska y Dinarama”, sin dejar de lado el rock pesado que ve nacer a los “Héroes del Silencio”. En Argentina arrancan “Soda Stereo” con su mezcla de brit-pop y pop/rock latino, “Los Enanitos Verdes” y el ska/rock de “Los Fabulosos Cadillacs”. En Chile, “Los Prisioneros” emergen en medio de un convulsionado ambiente social, del que se desprende el sentido de la mayoría de sus canciones. En el Perú, la década fue inaugurada por el grupo “Frágil” y su tema Avenida Larco. Los siguieron “Río” y “Dudó” y, al final de la década, se formó “Arena Hash”. Entre los solistas, el que más destacó, por su apuesta por la fusión, fue Micky Gonzáles (Lola, Akundún, Vamos a Tocache).

La jerga.- Según el lingüista Enrique Carrión, la jerga enriquece nuestro lenguaje, porque multiplica las dimensiones de la creatividad, vulnerando los patrones establecidos. Es un signo del ingenio de la gente y eso es bueno porque el ser humano demuestra que no es un simple cumplidor de un ritual ya trazado. Aquí un breve listado de la “jeringa” ochentera:

agarre.- relación sin compromiso
cabro.- hombre afeminado
calentao.- relación adicional a la oficial (la “otra”)
causa.- amigo
chamba.- trabajo, oficio
chancha.- colecta entre amigos
chela.- cerveza
chupódromo.- cantina, bar de baja categoría
fallo.- cigarrillo
fercho.- chofer
fumón.- quien consume drogas
hembrita.- chica, pareja sentimental
jato.- casa
jonca.- cajón de 12 botellas de cerveza
ladilla.- pesado, insistente
monse.- zonzo, quedado
mostro.- espectacular, asombroso, bonito; antes era “Qué paja”
ñoba.- baño
pacha.- chica fácil
pichanga.- partido de fútbol o fulbito por entretenimiento
terruco.- terrorista
triquear.- llevar un curso por tercera vez
villegas.- billetes, dinero
yunta.- amigo íntimo
zampón.- intruso, invitado no deseado

Los centros comerciales.- Sin duda alguna, el centro comercial emblemático de esta década fue Camino Real, en San Isidro, que inició sus operaciones en 1980. En sus inicios, su éxito se basó en la novedad (decenas de tiendas, estacionamientos y cines); sin embargo, el no contar con un modelo centralizado de administración provocó su debacle. Esto le impedía reaccionar y adaptarse a las nuevas tendencias que modificaron el concepto del negocio en la década de los 90. En efecto, Camino Real se fue a la quiebra porque cada uno era dueño de su local (eran más de 200). Además, a diferencia de los malls de ahora, no había “tiendas ancla”, es decir, establecimientos que atraigan una gran cantidad de clientes; además, había pocos estacionamientos y la tarifa por hora era muy elevada.

A pesar de estar ubicado en un lugar estratégico, para los nostálgicos de los 80, ir ahora a este inmenso local es como estar en un pueblo fantasma. En síntesis, ¿cuál es la gran diferencia entre los centros comerciales de los 80 como Camino Real, Arenales, La Gran Vía con los de ahora? Simplemente el control de la propiedad por una administración central. Los malls de ahora no se venden, sino se administran y se promueven.

Un nuevo concepto de salas de cine.- La historia empieza allá por 1979 cuando se inauguran los cines “Romeo” y “Julieta” en Miraflores. Este novedoso sistema se caracterizaba por ofrecer dos películas en un mismo complejo. En contra de la tendencia de la sala tradicional, cuando los cines eran amplios, con platea y “mezanine”, estas salas eran de un tamaño mucho menor. Luego vendrían el “Real 1” y el “Real 2”, en Camino Real, y el “Ámbar” y “Jade”, en el Centro Comercial Arenales. Pero tendría que pasar mucho tiempo antes de que estos conjuntos de dos salas se convirtieran en lo que conocemos actualmente como “multiplexes”. Los primeros cambios comenzaron como una subdivisión de salas de cine existentes durante la crisis económica de los ochenta, cuando muchos teatros no supervivieron y se convirtieron en iglesias. Hay que recordar que el fenómeno de los multiplexes se popularizó en Estados Unidos durante la época del presidente Carter, en la segunad mitad de los 70, cuando la crisis económica generó una gran cantidad de metros cuadrados desocupados en los centros comerciales. La popularización del VHS, de otro lado, y la amenaza terrorista, por otro, también contribuyeron a la crisis de las salas de cine en el Perú durante los 80.

El terrorismo y la guerra interna.- La llamada “lucha armada” por parte del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL), liderado por Abimael Guzmán, se inicia formalmente el 17 de mayo de 1980, día de las elecciones, en el pueblo de Chuschi (Ayacucho). El periodo comprendido entre 1980 y 1993 fue el más violento y traumático de todo el conflicto armado interno. La cantidad de muertos y desaparecidos reportados en este periodo representa casi el 90% de todo el conflicto. El primer gran hito mediático de un hecho de violencia fue el asesinato de ocho periodistas en el poblado ayacuchano de Uchuraccay (26 de enero de 1983). En 1984 otra agrupación, pero esta vez proveniente de la nueva izquierda peruana y de la experiencia guerrillera latinoamericana, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), se alza en armas. Poco después, ocurre otro hito de violencia, la llamada matanza de los penales (18 y 19 de junio de 1986). Los senderistas de los penales de Lurigancho, en Lima, y Santa Bárbara y El Frontón en el Callao, se amotinaron el 18 de junio. La respuesta de las fuerzas del orden fue devastadora, y se calcula que murieron más de 200 reclusos.

En la segunda mitad de la década, ocurrió un despliegue nacional de la violencia, el PCP-SL abrió frentes en Puno, Junín y el valle del Huallaga, mientras que priorizó los asesinatos selectivos de autoridades en Lima. El MRTA abrió un frente guerrillero en el departamento de San Martín en 1987 y organizó una exitosa campaña publicitaria que fue aprovechada por los opositores del gobierno. Por otra parte, se desarrollaron trabajos de inteligencia en la Dirección contra el Terrorismo (Dircote), al formarse el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que se dedicaría al seguimiento y espionaje con la finalidad de capturar a los líderes de las organizaciones subversivas. Mientras tanto, la espiral de la violencia causó estragos a nivel nacional, sucesos tristemente célebres como el enfrentamiento en Molinos entre miembros del MRTA y del ejército en 1988, el ataque al puesto policial de Uchiza por miembros del PCP-SL en 1989, la aparición del Comando Rodrigo Franco, el desarrollo de la comunidad senderista de Raucana en las afueras de Lima.

El cine peruano: “La boca del lobo” (1985).- Es la película peruana sobre la que más se ha escrito y discutido, ya que fue la primera que trató el tema del conflicto armado interno desde su inicio, en 1980, por lo cual existía una expectativa en diversos sectores preocupados por los acontecimientos de violencia que estaban ocurriendo. Su posición crítica a las estrategias contra subversivas provocó que sectores sociales y políticos que pedían una mayor mano dura en el conflicto se pronunciaran en diversos medios de comunicación. El debate y polarización sobre el tema de La boca del lobo contribuyó a generar expectativa en el público cinematográfico local. El filme, hasta el día de hoy, es uno de los más taquilleros de la historia del cine peruano, con alrededor de un millón de espectadores. Si bien es cierto que una película peruana siempre despierta expectativas, el delicado tema tocado en La boca del lobo despertó un gran interés no solo por ver el filme, sino por comentarlo y sentar una posición sobre él. Junto a La ciudad y los perros, Gregorio o Juliana es la película local que más peruanos han visto o que más les ha gustado, en parte por la constante repetición que ha tenido en canales de televisión abierta, donde es de proyección obligada cuando se realizan ciclos de cine peruano.

El Fenómeno del Niño (1983).- Todavía se recuerda el caluroso y desastroso verano de 1983, con racionamiento de agua y desastres naturales, como las inundaciones en la costa norte y sequía en la sierra sur. Fue una clara demostración de la falta de previsión y de organización para contrarrestar los impactos negativos producidos por el llamado “Fenómeno del Niño”. En efecto, las pérdidas y daños ocasionados a personas, actividades, ciudades y regiones evidenciaron cómo el desconocimiento y ausencia de preparación magnifican enormemente las consecuencias negativas de este fenómeno natural, hasta convertirlos en una verdadera catástrofe de proporciones nacionales. A continuación, algunas cifras del desastre:

1 millón 330 mil personas afectadas
120 mil hectáreas afectadas o inundadas
2 millones 600 mil cabezas de ganado sacrificado por sequía
2 mil 600 kilómetros de carreteras destruidas o afectadas
122 kilómetros de calles destruidas
56 kilómetros de alcantarillas averiadas
Total de pérdidas directas: 900 millones de dólares, aproximadamente

Ante semejante panorama, al gobierno de Belaunde no le quedó otro remedio que emitir los famosos “Bonos de Reconstrucción Nacional” (parte del sueldo de los trabajadores era pagado mediante estos papeles que la gente corría a venderlos en las casas de cambio) para financiar el problema.

El sufrido deporte nacional.- Empecemos por el llamado “equipo de todos”, la selección nacional de fútbol. Durante la primera mitad de la década el fútbol peruano nos dio algunas satisfacciones, fue el último tramo de la mejor generación de futbolistas que tuvo el Perú, aparecida entre finales de los sesenta e inicios de los setenta. Nos clasificamos al mundial de España 82 luego de una brillante eliminatoria frente a Colombia y Uruguay (todavía se recuerda el partido en el Centenario de Montevideo en el que con goles de La Rosa y Uribe derrotamos a Uruguay por 2 a 1). Ya clasificada al Mundial, la selección hizo una gira europea en la que ganó varios partidos (el más célebre fue el triunfo frente ante la Francia de Platini en el Parque de los Príncipes de París por 1 a 0, con gol de Oblitas) y en la que el equipo demostró su mejor nivel. Parece que se cansaron y se sobraron con tantos partidos y triunfos, porque la participación en el Mundial fue casi desastrosa. Por último, al Mundial de México 86 no fuimos por un pelo. Aún se recuerda el triunfo frente a Argentina en Lima por 1 a 0 (con gol de Oblitas y el marcaje de Reyna a Maradona) y el injusto empate ante la misma Argentina en Buenos Aires. Por ello, esa eliminatoria, en 1985, cerró todo un ciclo en la historia del fútbol peruano.

Pero, sin duda alguna, en el deporte colectivo, las palmas se las llevó el vóley femenino, con una brillante generación de jugadoras lideradas por Cecilia Tait. Entre los numerosos triunfos o hazañas de estas chicas, resaltan el subcampeonato en el Mundial de 1982 (12 al 26 de septiembre), jugado en Lima, y la triste, injusta y trágica medalla de plata en las olimpiadas de Seúl en 1988. Todo el Perú lloró con ellas aquella recordada mañana del 29 de septiembre. El recibimiento en Lima a las muchachas fue apoteósico.

Entre los deportes a nivel individual, destacamos la famosa pelea de box entre nuestro crédito Orlando Romero y Ray “Boom boom” Mancini en el Madison Square Garden de Nueva York, el 15 de septiembre de 1983, por el título mundial de peso ligero; lamentablemente, a pesar de haber tumbado por unos segundos a su contendor, “Romerito” cayó por KO en el noveno asalto. Mucho se habló del “Síndrome Romerito” en el deporte nacional: el fatalismo de tener que perder. Se podrá estar cerca, se llegará al “casi”, se jugará como nunca, pero se perderá como siempre. A nadie le sorprenderá la derrota (algo semejante le ocurriría al vóley en Seúl). El otro acontecimiento fue la medalla de plata en tiro (modalidad “fosa olímpica”) que obtuvo Pancho Boza en las Olimpiadas de Los Ángeles (1984), cuando contaba con tan solo 18 años.

OTROS ACONTECIMIENTOS Y COSTUMBRES EN LOS AÑOS 80

1. En 1981 el embajador peruano Javier Pérez de Cuéllar en elegido Secretario General de las Naciones Unidas.
2. La muerte de Chabuca Granda (8 de marzo de 1983). La compositora falleció en un hospital de Miami, su entierro fue multitudinario.
3. La visita del papa Juan Pablo II (1985), primera vez que un pontífice visitaba nuestro país. Los acontecimientos más recordados durante este multitudinario acontecimiento fueron su visita a Villa El Salvador, la apoteósica concentración en el Hipódromo de Monterrico y su discurso en la castigada Ayacucho.
4. Se legalizó y liberalizó el dólar, naciendo el mercado paralelo de “Ocoña” que luego se extendió por todas las ciudades del país. También se recuerdan las irregularidades cometidas durante el mandato de García con el célebre Dólar MUC (Mercado Único de Cambio).
5. El cometa Halley pasa por el Perú (1986).- Cientos de personas viajan al departamento de Ica para contemplar el paso del cometa pero no vieron nada.
6. Acudir a la Feria del Hogar y quedarse al “estelar de la Feria” por donde pasaron Celia Cruz, Gloria Stefan (Miami Sound Maching), Héctor Lavoe y Charlie García, entre otras estrellas internacionales y muchas de nuestro medio.
7. Fue la época en que empezaron a entrar en decadencia supermercados como Scala Gigante, Tía, Todos y Monterrey, así como Seas y Oeschle, tradicionales tiendas por departamentos.
8. El alcalde de Lima, Eduardo Orrego, convirtió el jirón de la Unión en paseo peatonal y reubicó a los vendedores ambulantes. Nació así el mercado “Polvos Azules”, reino de la informalidad.
9. En 1988, en plena crisis económica y auge del terrorismo, aparece el primer supermercado “E. Wong”, que innovó este tipo de negocios al poner énfasis en la atención al cliente.
10. Parte de la pequeña clase media limeña se benefició con los nuevos conjuntos habitacionales impulsados por el segundo belaundismo, las famosas “torres”: San Borja y Limatambo, las más emblemáticas.
11. Alfonso Barrantes Lingán, primer alcalde socialista elegido por sufragio en América Latina, inauguró su famoso plan de ayuda social denominado el “Vaso de Leche”.
12. Entre los jóvenes se puso de moda el peinado tipo punk y algunas marcas de ropa como OP, Lightingbolt y Ayllu (estas prendas podían encontrarse en “Galerías Persia”, en la avenida Larco).
13. Debido a los apagones, en las fiestas, especialmente en Año Nuevo, había que contratar “grupo electrógeno”; asimismo, debido al “toque de queda” decretado por el gobierno de García, resucitaron las fiestas de “toque a toque”, como en la década de los setenta.
14. Otra opción para los jóvenes en Año Nuevo o Semana Santa fueron los campamentos a las playas del sur (antes de ser lotizadas y privatizadas como ahora). En realidad era una manera de asegurarse una juerga de varios días sin necesidad de contar con grupo electrónico.
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