Notas sobre Lima hacia 1900 (2)


Estación del tranvía en Los Descalzos (Rímac)

El cinematógrafo.- sábado 2 de enero de 1897 se llevó a cabo la primera función pública de cine en el “Jardín de Estrasburgo”, célebre confitería ubicada en la Plaza de Armas de Lima. El aparato usado fue el Vitascope, patentado por Thomas Alva Edison en 1896. La función, a la que asistieron el presidente Piérola, ministros e invitados, duró dos horas y se inició a las 9 de la noche. Dos días después el cine fue mostrado al público; los limeños pagaron entonces, por primera vez, para asistir a un espectáculo cinematográfico. Un anónimo operador filmó, hacia 1899, las primeras vistas del Perú y el 23 de abril de 1899, en el teatro Politeama de Lima, se proyectaron veinte vistas entre las que se encontraban tres llamadas La catedral de Lima, Camino a La Oroya y Chanchamayo. Fueron tal vez las primeras imágenes de la geografía peruana proyectadas por un aparato cinematográfico.

De otro lado, la proyección de películas nacionales en estos años fue escasa, sin embargo, a pesar de que el cine era un oficio muy nuevo, esto no impidió que se lograra realizar algunos films como Las salidas de misa de 11 am. De la iglesia de San Pedro (1904), Corridas de toros en la Plaza de Acho (1904), Ejercicios de fuego de la batería de Alfonso Ugarte del Callao (1904), Los centauros peruanos (1911), Negocio del agua (1913), Del manicomio al matrimonio (1913) y otros más. El cine, sin embargo, no estaba todavía en condiciones técnicas para competir con el teatro y la ópera porque era un cine mudo, con muchas imperfecciones, un espectáculo que demandaba ciertos gastos de instalación.

Finalmente, si los limeños miraban a Europa no fue difícil la excepcional acogida que dio la ciudad al curioso aparato, proveniente del soñado París, que mostraba los cafés de los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel. Como sostiene Giancarlo Carbone, el cine ayudó a ensanchar el horizonte visual local, introdujo nuevas costumbres, trastocó y rompió antiguas morales sociales, presentó noticias sobre flamantes rumbos políticos y sobre todo inyectó una modernidad en una sociedad que a pesar de haber entrado a un nuevo siglo parecía aún estancada en los moldes sociales coloniales. Es, pues, bajo el signo del cine que hemos ido modelando nuestra cultura y construyendo nuestro imaginario y nuestros sueños.

El hipódromo de Santa Beatriz.- Si bien la afición por la hípica había crecido a lo largo del último tercio del siglo XIX, Lima no contaba con un recinto lo suficientemente moderno para albergar a todos los entusiastas por las carreras de caballos. Por ello, el jueves 11 de junio de 1903 se inauguró, gracias al esfuerzo del Jockey Club de Lima, el nuevo hipódromo de Santa Beatriz, ubicado en el actual Campo de Marte. El hipódromo fue durante muchos años una de las construcciones más hermosas y modernas que pudo exhibir la capital. Su elegante arquitectura, una curiosa mezcla de estilos afrancesados y arabescos, y su perfecta ubicación, en un inmenso campo verde, ofrecieron el marco adecuado para que los altos círculos limeños lo tomaran como uno de sus lugares favoritos de reunión. Memorables fiestas y eventos se celebraron en sus instalaciones. Una de las más recordadas fue la carrera de gala con motivo de la visita del general argentino Roque Sáenz Peña, futuro presidente de su país, en 1905. Los domingos y feriados sus tribunas de madera se abarrotaban de público por lo que fue necesario luego abrir la avenida Guzmán Blanco para facilitar el acceso desde el elegante Paseo Colón y la novísima Plaza Bolognesi.

La llegada de la bicicleta.- Fue uno de los grandes inventos de finales del XIX, como medio de locomoción y de pruebas ciclísticas (de velocidad o resistencia). En Lima fue una gran novedad cuando, el 5 de septiembre de 1888, El Comercio anunciaba la venta del velocípedo Bicycle en la mueblería de C. Krug, en la calle San Martín del Callao. Sabemos también que los hermanos Luis, Antonio y Miguel Miró Quesada fueron los primeros en montar bicicleta en el jirón de la Unión; las “bicis” fueron bautizadas como las “arañas”. La afición creció y las primeras competencias se hicieron a lo largo de las calles Mercaderes y Espaderos (cuarta y quinta cuadras del Jirón fe la Unión). Esta fiebre llevó a fundar, en 1892, un Club de Bicicletas. Luego, el Club Francés, el 14 de julio de 1893 (día de la independencia de Francia) organizó, en un campo detrás del Parque de la Exposición, 5 carreras de entre 15 a 20 velocípedos. Como es lógico, gran impulso al ciclismo dieron las tiendas destinadas a la venta de bicicletas de diversas marcas y modelos de procedencia norteamericana, francesa, inglesa, alemana o italiana. También había agencias destinadas al alquiler de bicicletas. El 21 de mayo de 1898, por ejemplo, en El Comercio se anunciaba: “A 4 centavos la hora. Se alquila en la forma siguiente: Una bicicleta para señora o caballero, por un día de 24 horas S/. 5; una bicicleta por una semana, S/. 12; por dos semanas, S/. 20; por un mes, S/. 30”. Este sistema daba facilidades a las personas carentes de dinero, pero que sentían la afición y apego por el deporte del ciclismo. ¿Cuál era el precio promedio de una bicicleta nueva? Por ejemplo, una tienda de la calle Mercaderes 140 vendía modelos Corona a 150 soles.

Progresos en la salud: llegan las vacunas.- Los limeños, como los habitantes de otras ciudades del planeta, sufrieron de muchas enfermedades comunes que, eventualmente, se convirtieron en epidemias. Esto se explica, en gran parte, por las precarias condiciones de higiene que presentaba Lima. A pesar de los esfuerzos modernizadores, el acelerado crecimiento la ciudad no estuvo acompañado de una mejora sustancial en la construcción de viviendas ni en los servicios urbanos. Las viviendas eran insuficientes e insalubres. Al lado de las mansiones de las familias de la elite estaban los célebres callejones que fueron la expresión más viva del hacinamiento. En ellos se aglomeraban las familias y la suciedad. La mayoría de sus viviendas tenían silos poco profundos, paredes huecas, amplias cavidades entre el entablado de las habitaciones y el suelo, además de combinar muchas veces el adobe de la planta baja con la quincha en la planta superior. Respecto a los servicios de salubridad estos dejaban mucho que desear. Es cierto que se renovaron algunos básicos como el agua, desagüe y alumbrado público eléctrico. Pero, por ejemplo, las 60 toneladas de basura que producían los limeños hacia 1900 eran depositadas en los muladares ubicados en las márgenes del Rímac. Allí se alimentaban los cerdos que luego eran sacrificados en un matadero cercano. No había un adecuado servicio de baja policía. Además casi no había alcantarillas cerradas; la mayoría de las acequias eran abiertas y recorrían las estrechas calles. Todo esto favoreció, por ejemplo, la multiplicación de las ratas. Recordemos que, entre 1903 y 1904, la antigua capital de los virreyes fue castigada por una epidemia de peste bubónica.

En resumen, la carencia de higienes en las calles, la secreción de aguas inundadas de las acequias y la mala calidad de los alimentos que se vendían al público hizo que al fiebre amarilla y la tuberculosis hicieran estragos en la población, especialmente la última, que ocasionaba el 25% de las muertes en Lima. Asimismo, el clima, cargado de humedad, hacía que los limeños padecieran las clásicas enfermedades respiratorias como asma, asfixia, neumonía, pleuresía, bronquitis, angina y catarros. Los malos hábitos alimenticios, por su lado, eran causantes de cólicos, diarreas, lombrices, gastritis y diversas indigestiones, el popular “empacho”. Pocos, además, asociaban que las altas dosis de grasas en los alimentos desencadenaban trastornos cardiovasculares.

Frente a este panorama un tanto desolador, afortunadamente, en 1895, una junta de notables estableció en Lima, con carácter municipal, un instituto de vacuna. Luego, el 22 de mayo de 1896 se creó, por fin, el Instituto Vaccinal (o Instituto Nacional de Vacuna), a cargo del doctor Ricardo L. Flores, que funcionó en el Palacio de la Exposición. Según el médico Juan B. Lastres, “el virus remitido por el Instituto de París, (el cual) sirvió para preparar la vacuna, pasándolo de ternera a ternera, obteniendo siempre buen éxito”. Como vemos, el rol del Instituto fue el cultivo de la vacuna animalizada, conservarla y distribuirla a “preservar la salud, controlar las epidemias”. Hubo vacunas para combatir la TBC pulmonar, viruela, fiebre tifoidea, gripe influenza, sarampión, infección puerperal, difteria, tos ferina y fiebre amarilla.

Al mismo tiempo, el Gobierno estableció la vacunación obligatoria, lo que aumentó las inoculaciones en los 10 distritos de la ciudad. Luego de seis meses de la implantación de la vacuna, el Médico Evaluador Municipal remitió a la Inspección de Higiene un parte de atenciones de Vacunas y Revacunas a partir del 1 de junio al 31 de diciembre de 1896. Las vacunas se suministraban todos los días de 3 a 5 de la tarde en el local de la Exposición. Luego, se habilitaron oficinas en los mercados de la Concepción, Baratillo y Aurora.


Instituto de Vacuna, en La Exposición

Los médicos y el avance de la cirugía.- El pionero de la cirugía peruana fue el doctor Lino Alarco quien, a su regreso de Europa, practicó, por primera vez en el Perú, una operación quirúrgica a una mujer, que consistió en la extirpación de los ovarios. Fue en 1878. Utilizó como analgésico el cloroformo y un conjunto de medidas para esterilizar el recinto donde se practicó la operación. Otro médico importante fue el doctor Néstor Corpancho, también especializado en cirugía de mujeres, considerado el precursor de la ginecología en el Perú. Este “médico de señoras” atendía en su consultorio particular y en el Hospital de Santa Anita.

Otra autoridad fue el doctor Constantino Carvallo (Huacho 1853-Lima 1919) quien no solo fue catedrático de la Facultad de Medicina de San Marcos sino que introdujo la estufa seca poupinel para las esterilizaciones y los guantes de goma de Halstear y Chaput. También fue él quien trajo, en 1896, el primer aparato de Rayos X para tomar radiografías. Las primeras placas que se tomaron fueron a los huesos de la mano del presidente Piérola y del escritor Ricardo Palma. Carvallo atendía en la Clínica de Ginecología del Hospital de Santa Ana y en su clínica privada, ubicada en la calle Filipinas 159 (su teléfono era el 416); las consultas eran de 12:30 a 3:00 pm.

Otros médicos famosos de la época fueron el italiano Ernesto Mazzi, nacido en Florencia, gran oculista y que atendía en el Hospital Italiano, en la alameda Grau, cerca de Santa Sofía (hoy Politécnico Pardo). Otro médico italiano fue José Azzali, profesor de la Facultad de Medicina, pionero de las operaciones en los órganos abdominales y de riñones; trabajó también en el Hospital Italiano y su consultorio privado estaba en San Cristóbal del Tren (al costado de la estación de San Juan de Dios nº 11). Por su lado, Juvenal Denegri fue el pionero de la otorrinolaringología; fue profesor en san marcos, atendió en el Hospital de Santa Anay su consultorio estaba en la calle Boza nº 322 (su teléfono era 579). También tenemos al doctor Wenceslao Molina, especialista en cirugía de mujeres y profesor de oftalmología; atendía en el Hospital de Santa Ana y su consultorio se ubicaba en la calle de la Moneda nº 261 (Teléfono 403). Finalmente, citamos al doctor Esteban Campodónico, nacido en Chiavari (Italia), cirujano y oftalmólogo; trabajó en el Hospital italiano y las consultas particulares en su domicilio de la calle Fresa nº 263.

Fábricas y obreros.- En estos años, se produjo un interesante en la economía urbana pues buena parte de los beneficios de la exportación se invirtieron directamente en la capital. La industria, los servicios públicos (agua, luz y teléfono) y la banca experimentaron una rápida expansión. Lima era la única capital latinoamericana cuyos servicios básicos pertenecían en su integridad al capital nacional. En este proceso destacaron tanto importantes familias de la oligarquía como inmigrantes extranjeros, especialmente los numerosos italianos que llegaron desde finales del siglo XIX. Es la época en que se formaron grupos económicos de inversión siguiendo el “efecto demostrador” recibido de las compañías extranjeras. Esto permitió que las técnicas empresariales de los extranjeros influyeran sobre los miembros de la élite nacional. Igualmente, muchos peruanos estudiaron métodos empresariales británicos, franceses y norteamericanos en el exterior, o fueron empleados por compañías extranjeras que operaban en el país. En este sentido queda demostrado que la élite fomentó el desarrollo económico nacional y promovió un proceso de industrialización autónomo.

A partir de 1895 el ritmo de creación de industrias se acelera. La mayor parte de ellas está destinada a producir bienes de consumo ligero. En 1896 se creó la “Sociedad Nacional de Industria” y el “Instituto Técnico e Industrial del Perú” para servir al gobierno como órgano consultivo y al público como centro de información en técnicas industriales. De las diversas ramas, la textil fue la que alcanzó mayor desarrollo y progreso, especialmente la industria manufacturera de tejidos de algodón. En Lima se encontraban las principales fábricas como Santa Catalina (1888) y San Jacinto (1897). De otro lado, inmigrantes italianos fundaron las fábricas de helados D’Onofrio en 1897 y de elaboración de harina como Nicolini Hermanos en 1900. En 1906 había en Lima 7 fábricas de fideos y 12 en provincias. La producción de galletas estuvo monopolizada por Arturo Field. La industria cervecera, establecida desde mediados del siglo XIX, estaba representada por Backus y Johnson en Lima; en el Callao, Fábrica Nacional de A. Kieffer que luego pasaría a la familia Piaggio. Las fábricas de bebidas gaseosas incluían a La Higiénica, Las Leonas, Nosiglia, La Pureza, de R. Barton; en 1902, Manuel Ventura introdujo la Kola Inglesa. En Arequipa estaban las de Yura y D. Gutiérrez. De otro lado, en 1898, se establecieron dos fábricas de fósforos: El Sol y La Luciérnaga.

Este pequeño boom industrial reabrió el debate sobre el proteccionismo. El economista Alejandro Garland dijo que el país no debía apoyar la existencia de “industrias amparadas”. En su opinión, el proteccionismo estancaba el progreso industrial porque elimina la competencia. El país no debía pagar el costo de proteger industrias ineficientes y de altos costos; la importación de manufactura es una “corriente civilizadora”. Por su lado, Felipe Barreda y Osma, presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, defendió el proteccionismo. En realidad, era un debate entre los propietarios (Barreda) y los intelectuales de la época (Garland). Al final, la política económica se inclinó al liberalismo comercial.

Asimismo, es en esta época cuando los obreros y artesanos de Lima llegan a tomar consciencia de grupo, influidos por el anarquismo. En 1901 se convocó al Primer Congreso Nacional Obrero en el que se trató de analizar la problemática social de los trabajadores y su vinculación con los empresarios. Asimismo organizan sociedades de auxilio y ayuda mutual. Todas ellas lucharon por mejorar la condición de vida de los obreros, apoyándose algunas veces en medidas de fuerza como las huelgas. Es también en este contexto que el civilismo se interesa por la presión laboral y encomienda al congresista José Matías Manzanilla varios proyectos de índole social para ser debatidos en el Parlamento. Una de las más célebres huelgas fue la de los jornaleros del Callao quienes en mayo de 1904 presentaron un petitorio común a las autoridades del puerto reclamando mejoras salariales y otros beneficios sociales; hubo enfrentamientos con la gendarmería, siendo herido mortalmente el obrero Florencio Aliaga, primera víctima de la lucha sindical. Es necesario mencionar que el periódico que expresó de manera más lúcida las ideas y reivindicaciones de los obreros fue La Protesta que apareció en 1911.


Fábrica de cerveza Backus y Johnson hacia 1900

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Comentarios

  1. Emilio Ponce escribió:

    Ante todo mis cordiales saludos profesor. Le Estaba leyendo, casi como siempre, y en este artículo, muy interesante, creo que hace falta la llegada de la televisión. Imagino que también debió haber sido histórico. Saludos.

  2. Humberto S. Hilario Y. escribió:

    Cordiales saludos profesor; me parece interesante el articulo: Progresos en la salud: llegan las vacunas.
    La foto del Instuto de Vacuna, en la exposición es de 1896 o 1900.
    La otra pregunta es: la creación del Insituto de Vacuna es el 22 de mayo de 1896 a cargo del doctor Ricardo L. Flores ó el 29 de Mayo de 1896 a cargo de José María Quiroga.

  3. pedro escribió:

    estimado profesor, podría publicar la foto del exconvento de las carmelitas que estaba junto a la iglesia de santa teresa que estaba ubicada en la plaza santa teresa lo que es hoy la av. abancay cuadra 9

  4. Cesar escribió:

    Con el aprecio por sus reseñas, le solicito si puede indicarnos donde quedaba el teatro Politeama. Veo que los había en Argentina y Chile. Qué significa el nombre?

  5. Jorge Quijano escribió:

    Gracias solo para comentar que tengo una caja de fosforos el sol y quisiera saber de que año es por lo que se observa es antigua pero no se el año gracias.

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