Archivo por meses: julio 2008

La formación del estado-nación: una economía en ruinas, 1825-1845

La Independencia tuvo un costo económico muy alto para el país. La separación de España no trajo, como soñaban los liberales, el auge comercial al eliminarse las restricciones mercantiles. La producción decreció, virtualmente se perdieron los antiguos mercados como el Alto Perú, Chile y Quito, el crédito escaseó y la renta per cápita tardó en recuperarse. Esta pérdida de mercados erosionó considerablemente a la agricultura costeña y a sus terratenientes. Además, la vida política, inestable y, por momentos, corrupta, no garantizaba ningún tipo de inversión. En 1834, por ejemplo, el cónsul británico Belford A. Wilson, informaba a su gobierno lo siguiente: Sobre la existencia de este Sistema de Soborno, yo simplemente creo que ningún funcionario público en el Perú se halla completamente exento, algunos pueden ser conquistados a menos precio que otros, pero todos, desde el último Presidente, el General Gamarra para abajo, están infectados con este vicio. La justicia en el Perú ha sido hasta ahora, y parece que continuará siendo, alcanzada tan sólo por el “soborno”.

El desorden era tal que ningún gobierno pudo implementar un modelo económico claro, menos un presupuesto. Los ingresos más importantes con los que podía contar el nuevo Estado eran las rentas de aduana, el tributo de los indios y los “cupos” de guerra que levantaban los caudillos. Es lógico suponer, además, que el principal gasto que tuvieron los regímenes de entonces fue el orden interno, es decir, garantizar su permanencia en el poder. El crédito externo, por último, estaba suspendido.

La agricultura, actividad a la que se dedicaba la mayor parte de la población, había acentuado su crisis. Muchas haciendas habían sido destruidas por las guerras y perdieron trabajadores. En la costa, por ejemplo, cientos de esclavos aprovecharon la presencia de los ejércitos libertadores y se enrolaron en la lucha bajo la promesa de conseguir su libertad. Los hacendados tuvieron que sobrevivir con solo algunos esclavos, peones libres e indios yanaconas. Por ello, los viajeros que recorrían la costa compararon su agricultura con la Venus de Milo: carecía de brazos. Otro problema de los hacendados era la escasez de crédito. Tuvieron que depender, cuando podían, de los préstamos costosos (alrededor del 18-24% anual comparado al 4-6% anual de los censos durante el Virreinato) de los comerciantes usureros o prestarse entre ellos mismos. En la sierra, la agricultura, tanto para los gamonales como para las comunidades indígenas, quedó en un nivel casi de subsistencia. Todo esto demuestra que los hacendados, por su debilidad económica, no pudieron convertirse en grupo dirigente y tuvieron que cobijarse en los caudillos para defender sus intereses.

Por su lado la minería, luego de colapsar por las guerras independentistas, se recuperó lentamente. Antes de la aparición del guano, fue el sector más importante de la economía y, al igual que en los tiempos virreinales, la plata su principal producto de exportación. Pronto se reabrieron las minas de Cerro de Pasco, Hualgayoc (Cajamarca) y otras más pequeñas en Puno y Arequipa. La producción de Cerro de Pasco era la más importante con cerca del 70% del total nacional entre 1840 y 1843, su momento más auspicioso, llegando prácticamente a igualar los niveles más altos de la producción tardío-colonial. Pero, al igual que los agricultores, los mineros también tuvieron que sufrir el problema de la escasez de capital. No hubo, como en el Virreinato, “bancos de rescate” (instituciones de crédito a largo plazo formadas con protección estatal y administrados por el gremio minero) que apoyaran a las minas. Tuvieron que depender del crédito usurero de los comerciantes. Pero los mineros sólo recibían crédito a corto plazo de los prestamistas de Lima y sólo para la comercialización del mineral. La inversión a largo plazo en la minería no era parte de las actividades financiadas por los comerciantes. Dicha inversión era esencialmente autofinanciada por los mineros (Quiroz 1993). Otro problema fue el suministro de mercurio, insumo básico para la purificación de la plata: a partir de 1830, tuvo que ser importado de España porque las minas de Huancavelica habían cerrado. Esto encarecía aún más los costos de producción. Los mineros también tuvieron que recurrir a los militares para defender sus intereses y se vieron obligados sistemáticamente a dar cupos de guerra.


Ciudad minera de Hualgayoc (Cajamarca) a finales del XIX

Los comerciantes, básicamente los de origen extranjero, fueron los únicos que gozaron de una situación relativamente cómoda. En un inicio, los traficantes británicos aprovecharon la Independencia e inundaron el mercado peruano con sus mercancías. Pero hacia 1825 y 1827 el mercado se satura y las importaciones se estancan. Los británicos pierden cerca de 1 millón de libras esterlinas en su primera aventura con el mercado peruano. Muchos se desalentaron y quebraron. Solo las casas comerciales con experiencia y solidez previas, como la Casa Gibbs & Sons, instalada desde antes de la Independencia (1818), subsistieron. Las cifras que conocemos nos indican que, en 1824, había solo 240 ingleses residentes en Lima, 20 casas comerciales de esa nacionalidad en la capital y 16 en Arequipa. Estos números se reducirían en los próximos años. Los pocos comerciantes que se quedaron se beneficiaron de la importación de artículos de lujo y, sobre todo, prestando dinero, con altos intereses, a los mineros, a los hacendados y al propio Estado. Entre 1830 y 1860, por ejemplo, tuvieron los mejores ingresos pues sus ganancias se incrementaron entre un 50 y 60%.

Por último, si hablamos en términos regionales, sólo Arequipa y la sierra sur tuvieron una economía expectante. Allá, comerciantes nativos y extranjeros, terratenientes y ganaderos, lograron establecer una economía regional sólida gracias a la exportación de lana de oveja y de auquénidos al mercado británico por el puerto de Islay. El control de este capital mercantil le dio a la elite arequipeña una importante capacidad económica y política. No en vano muchas de las luchas entre los caudillos se resolvían en los alrededores de la Ciudad Blanca. Por ello, esta región y su elite se desarrollaron independientemente y, con frecuencia, en oposición a Lima. Esto explica el apoyo de Arequipa a la Confederación Perú-Boliviana, proyecto que le ampliaba su mercado e influencia política.


Plaza de Armas de Arequipa en el siglo XIX

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La formación del estado-nación: los acontecimientos, 1825-45

Tras la salida de Bolívar, de 1826 a 1836, el Perú tuvo varios presidentes, todos ellos caudillos militares. Algunos defendían opiniones conservadoras y políticas autoritarias (como Salaverry o Gamarra); otros eran tímidos portavoces de un liberalismo republicano que ahora distraía su atención en ataques estériles y muchas veces impopulares contra la Iglesia (como La Mar y Orbegoso).

En 1827 el Congreso eligió presidente a un militar débil de carácter como José de la Mar. Su gobierno promulgó en 1828 una constitución liberal, pero el régimen no pudo funcionar adecuadamente debido a un conflicto con la Gran Colombia. Bolívar nos había declarado la guerra porque nos habíamos escurrido de sus planes federativos. El conflicto terminó sin un vencedor claro por lo que La Mar firmó el armisticio de Piura para poner fin a las hostilidades y nombrar una comisión de límites. Sin embargo desde Lima un partido de militares autoritarios, encabezado por Gamarra y La Fuente, hace un golpe de estado. La Mar es exiliado a Costa Rica.

Agustín Gamarra fue el único militar que pudo completar su mandato de cuatro años: de 1829 a 1833. Dictatorial y sin escrúpulos, pidió sin éxito autorización al congreso para invadir Bolivia y anexarla al Perú. También puso fin al problema con la Gran Colombia firmando el tratado Larrea-Gual y reconoció la independencia de Ecuador en 1832 con el tratado Pando-Novoa. Internamente tuvo que aplastar 17 actos subversivos que pretendieron expulsarlo del poder, razón por la cual tuvo que abandonar varias veces Lima para enfrentarlos. Finalmente, un grupo liberal, encabezado por Luna Pizarro y Gonzáles Vigil, lograron desde una Convención Nacional destituir a Gamarra y nombrar a Luis José de Orbegoso como “presidente provisional”.

El accidentado gobierno de Orbegoso, que promulgó otra constitución liberal en 1834, tuvo que hacer frente a los militares autoritarios desplazados por la Convención Nacional. Gamarra y Pedro Bermúdez encabezaron la oposición desatándose una guerra civil en 1834. Esta formalmente terminaría en el célebre Abrazo de Maquinguayo donde los generales Bermúdez y Orbegoso decidieron no pelear y concertar la pacificación del país.


Jarana peruana, según Pancho Fierro

Las buenas intenciones no duraron mucho tiempo. A principios de 1835 un joven general autoritario se acuarteló en el Callao. Era Felipe Santiago Salaverry. Derrocó al régimen liberal de Orbegoso e impuso un gobierno conservador que tuvo el apoyo de Lima y de la costa norte pero no necesariamente el de las otras regiones.

Estaban así las cosas cuando diversos acontecimientos hicieron posible el plan de volver a unir al Perú y a Bolivia. El proyecto de la Confederación Perú-boliviana fue ideado por Andrés de Santa Cruz quien era presidente de Bolivia desde 1829. Gamarra entró en conversaciones con Santa Cruz y decidieron unir ambos países sobre la base de tres estados confederados: Nor Peruano, Sur Peruano y Bolivia.

Mientras tanto Orbegoso, derrocado por Salaverry, también buscó la ayuda de Santa Cruz. Estos pactaron también establecer la Confederación y devolverle a Orbegoso sus poderes arrebatados por Salaverry. Este pacto obligó a Gamarra pasarse al bando de Salaverry, y con un ejército se enfrentó a Santa Cruz en Yanacocha donde fue derrotado. Finalmente cuando buscaba refugio en Lima, Gamarra fue exiliado por los seguidores de Salaverry quienes lo consideraron muy ambicioso.

La tarea de Santa Cruz y Orbegoso era ahora deshacerse de Salaverry. Esto ocurrió en Socabaya. Allí el joven general fue derrotado y luego enviado a Arequipa donde fue fusilado en la plaza de armas. Muerto Salaverry y Gamarra desterrado, Santa Cruz estableció la Confederación. El proyecto tenía raíces históricas pues la independencia no había cortado los vínculos entre la sierra sur y Bolivia. Por ello el sur del Perú, con su base en Arequipa, se convirtió en un estado independiente en el seno de la confederación apoyando siempre a Santa Cruz.

En el resto del Perú el proyecto no era popular. La élite de Lima lo consideraba una invasión boliviana, la “unidad nacional” estaba en peligro. En Bolivia tampoco había apoyo. Su élite quería guardar celosamente el poco poder que había conseguido tras la independencia.

Chile también consideraba que la Confederación era un peligro para su futuro. El nuevo bloque de poder era una amenaza a su independencia y era un competidor inaceptable en la vida económica del pacífico sur. Alentado por su ministro Diego Portales el gobierno chileno declaró la guerra a la Confederación enviando dos campañas “restauradoras”.

Numerosos peruanos desterrados en Chile (Gamarra, Vivanco, Castilla y Pardo y Aliaga, entre otros) alentaron al país del sur en su guerra contra Santa Cruz. Con el apoyo de los emigrados peruanos, Chile envió una primera expedición dirigida por Manuel Blanco Encalada que fracasó en Paucarpata. La segunda, al mando de Manuel Bulnes, sí tuvo éxito y derrotó a Santa Cruz en Yungay. El sueño de la Confederación había llegado a su fin y desde ese momento Chile construiría su hegemonía militar y comercial en el Pacífico sur.

Luego de Yungay, Gamarra fue de nuevo presidente. Un congreso reunido en Huancayo promulgó la constitución conservadora de 1839. Esta contempló un ejecutivo fuerte y un gobierno demasiado centralista que suprimió las municipalidades e ignoró las diversidades regionales. Pero a Gamarra no le bastaba con gobernar el Perú. Invadió Bolivia para establecer otra confederación pero con hegemonía peruana. Los bolivianos se unieron. En noviembre de 1841 lo derrotaron y mataron en la batalla de Ingavi, uno de los ejemplos más claros de autodestrucción entre los caudillos peruanos.

Luego del desastre de Ingavi el Perú quedó envuelto en otro ciclo anárquico. Desde 1842 a 1845 no hubo un líder fuerte y el país sufría las amenazas de los bolivianos en el sur y de los ecuatorianos por el norte. Se sucedieron varios gobiernos efímeros en medio de una cruenta guerra civil. En 1843 Manuel Ignacio de Vivanco estableció un régimen llamado el “Directorio”, un ensayo tardío de despotismo ilustrado. La estabilidad solo pudo restaurarse cuando Ramón Castilla derrotó a Vivanco en Carmen Alto. Pronto, gracias a los ingresos del guano, Castilla se convirtió en el nuevo hombre fuerte del país.


Uniforme del general Gamarra

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La formación del estado-nación: introducción

La independencia le dio al Perú una absoluta libertad de organizarse políticamente, pero con escasos cambios económicos y sociales. Por ello, la participación política se ciñó a un pequeño grupo de la población, es decir, a la elite blanca que años antes había tenido una actuación poco clara frente a la independencia y que su sentimiento de identidad nacional no era muy arraigado.

Los mismos legisladores aumentaron de 21 a 25 años la edad mínima de los votantes y limitaron ese derecho a los alfabetizados exigiendo, además, un cierto nivel de ingresos para ser elegido congresista o presidente. Era una república con muy pocos ciudadanos . La población, de 1,2 millones en 1828, estaba muy fragmentada por cuestiones de raza o clase. El sentimiento regional o local era quizá más fuerte que el nacional.

En efecto, al interior del país surgieron tendencias regionalistas e incluso separatistas como en los departamentos de Arequipa y Cuzco. Allí la presencia del estado era muy débil luego del desmantelamiento de la administración virreinal. Surge así la presencia del gamonal, es decir, el terrateniente que sumó a la propiedad de la tierra el poder político en su localidad o región.

No había un marco institucional sólido y la falta de una clase dirigente hizo que los intereses de grupo, las lealtades regionales o personales fueran la clave de la vida política. Por ello, el poder cayó en manos de los jefes militares vencedores de Ayacucho: los caudillos . Ellos representaron intereses regionales de gamonales y comerciantes a los que dispensaban cargos públicos y tierras. Eran el vértice de una enmarañada pirámide de patrones y clientes.

De esta forma, el caudillismo se convirtió en una empresa cuyo objetivo era la conquista del poder político, es decir, el estado era el botín a repartirse. Quizá el único proyecto importante surgido del caudillismo fue la idea de volver a unir Perú y Bolivia en 1836. Pero el mismo caudillismo, los intereses regionalistas y la intervención chilena hicieron fracasar la célebre Confederación Perú-boliviana.

Pero de todos estos caudillos faltó un dirigente excepcional, alguien capaz de imponer la autoridad de un gobierno central y subordinar las regiones a Lima para evitar la anarquía. Entre 1821 y 1845, es decir, en veinticuatro años, se sucedieron 53 gobiernos, se reunieron 10 congresos y se promulgaron 6 constituciones. Hubo años, como en 1838, que gobernaron 7 presidentes casi simultáneamente.

Vemos entonces que la autoridad de estos caudillos no fue resultado de un consenso ni tampoco pudo imponerse de forma estable. Cuando conquistaban el poder, concentraban su atención en satisfacer las exigencias de su clientela política: se trataba de gobiernos de minorías para minorías. No pudieron integrar a la sociedad retrasando la posibilidad de convertir al país en un estado-nación .


Moneda de 8 reales (1825)

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Test de peruanidad

Hoy es 28 de julio, día de la Fiesta Nacional. Me he atrevido a hacer un pequeño test de peruanidad que, desde mi punto de vista historiador, comparto con todos ustedes:

¿Quién es el número uno de la historia peruana, el mejor de los nuestros?
Túpac Inca Yupanqui, el “Alejandro del Nuevo Mundo”

Si José de San Martín es el “padre de la patria” ¿quién vendría siendo la madre?
La rabona anónima

De todos los grandes debates nacionales a lo largo de nuestra historia ¿cuál es el más bizantino?
El pleito entre indigenistas e hispanistas

¿Quién es el personaje más sobrevalorado de la historia del Perú?
Ramón Castilla

¿Cuál es el mejor libro para entender el Perú?
“Buscando un Inca”, de Alberto Flores Galindo

¿Qué episodio de la historia nacional me apena profundamente?
Francisco Bolognesi y “el último cartucho”

¿Quién es el más malvado o malvada en la historia del Perú?
Abimael Guzmán

¿Cuáles son las mejores palabras (o frase) que se han escuchado en la historia del país?
En esta obra de reconstitución y venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!
(Manuel Gonzáles Prada)

¿Qué presidente pasó sin pena ni gloria?
Manuel Prado y Ugarteche

Si el Perú no se llamara Perú ¿cómo debería haberse llamado?
Nueva Castilla

¿Qué episodio de la historia nacional me provoca una gran carcajada, seguida de una risa larga e incontenible?
El “tratado secreto” con Bolivia de 1873

¿Cuál es el mejor mandatario que hemos tenido?
Augusto Bernardino Leguía y Salcedo

¿Cuándo se jodió el Perú?
La tarde del 16 de noviembre de 1532 cuando ni Atahualpa ni fray Vicente de Valverde se entendieron, y el Inca arrojó el brevario del cura al piso de la plaza de Cajamarca

Ceremonia del 28 de julio en el pueblo de Huauco, hoy Sucre (Cajamarca), en 1935

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Reunión en Quito

Con ocasión de la conmemoración del bicentenario del establecimiento de la Primera Junta de Gobierno de Quito, el 10 de Agosto de 1809, el Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar organizó, la semana pasada, el Coloquio Internacional “Bicentenario de la Independencia de América Latina”. El coloquio permitió abrir el debate académico sobre la naturaleza de las primeras juntas de gobierno que se desarrollaron en el área andina a raíz de la invasión napoleónica a España (1808-1814). Así, se analizó el significado que se les atribuyó históricamente, la dinámica social del proceso de ruptura colonial y el papel que la independencia ha jugado en la construcción de los imaginarios nacionales. La reunión brindaó la ocasión para ampliar el debate tanto sobre la historia de nuestros países, como sobre los factores que influyeron en la formación de las identidades nacionales. Paralelamente, se debatió acerca de la participación de los sectores subalternos, el rol de la prensa y los letrados, el impacto de la ilustración, el papel de los cabildos y la iglesia, entre otros.

Al coloquio asistieron tanto historiadores locales como académicos de España, Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia. En representación de nuestro país, asistimos el profesor Heraclio Bonilla y el autor de este blog. Las sesiones de la mañana fueron cerradas y dirigidas solo a un público académico; por la tarde, en cambio, las sesiones fueron abiertas al gran público, en la que se destacó la presencia de estudiantes de historia, profesores de escuelas y autoridades quiteñas.

Asismismo, el autor de este blog se reunió con los representantes de la Embajada del Perú en Quito con el propósito de discutir fórmulas de mayor integración entre nuestro país y el Ecuador. Uno de los proyectos es organizar, paar el próximo año, un primer encuentro peruano-ecuatoriano de historiadores para construir una nueva “Historia para la Integración”.

Juan Luis Orrego en el coloquio de Quito (Universidad Andina Simón Bolívar)

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Rosa Campuzano, la “Protectora”

La noche del sábado 28 de julio de 1821, el Cabildo de Lima organizó una fiesta en honor a San Martín y a la proclamación de la Independencia. La recepción fue en los salones del Ayuntamiento. El General paseaba por los diversos ambientes cuando quedó muy impresionado por la belleza de una dama de rostro claro y fina de cuerpo, ojos azules, boca pequeña y manos delicadas, vestida elegantemente de terciopelo bordó y con generoso escote.

Preguntó a su asistente limeño de quién se trataba, y éste le respondió: es Rosa Campusano, una mujer que ha colaborado inteligentemente con el bando patriota. El General se acercó a la hermosa dama, la saludó con mucho interés y le hizo saber que conocía sus méritos a favor del movimiento separatista. Si lo hubiera conocido antes a usted, señor general –hizo un gesto intencionado-, mis afanes hubieran sido aún mayores. El flechazo ya se había producido. Intercambiaron algunas palabras y don José quedó atrapado con la personalidad de la muchacha.

Al día siguiente, domingo 29 de julio, San Martín devolvió la atención con otro baile, ahora en los salones del Palacio de los Virreyes. El futuro Protector del Perú se alegró sobremanera al distinguir, entre las figuras juveniles, a la bella Rosa Campusano, con un vestido de organdí blanco y peinado alto, a la griega, sobre quien se había quedado pensando desde el baile de la noche anterior. Se aproximó a ella y, luego de saludarla galantemente, la invitó a bailar una contradanza. Rosa le obsequió una sonrisa radiante y le tendió sus brazos con mucha gracia. Aunque los ojos del público estaban sin duda sobre ellos, danzaron y charlaron abstraídos, como si se hubieran conocido desde mucho tiempo antes. Ella era joven, había leído algunas noveles de Rousseau y su conversación era muy atrayente, de modo que cambiaron ideas sobre el teatro y literatura.

¿Pero quién era Rosa Campuzano? Había nacido en Guayaquil (13 de abril de 1796) y era hija natural de un funcionario rico e importante, productor de cacao (Francisco Herrera Campuzano), quien la había concebido con una mulata (Felipa Cornejo) y la reconoció por testamento, antes de morir. Había venido a Lima en 1817, a los 21 años y se había instalado en la elegante calle de San Marcelo, donde su tertulia era frecuentada por gente prominente. Amante de un general realista, Rosa había aprovechado esa relación íntima para pasar información militar a los patriotas. Más de una vez, vestida de “tapada”, había cruzado las calles de Lima llevando proclamas subversivas para ser pegadas de noche en las paredes. En una casa grande que había alquilado para tal efecto, había ocultado a varios oficiales desertores, y luego los ayudó a pasar hasta el campamento patriota de Huaura. Una correspondencia clandestina que se interceptó la mencionaba, y por ella fue detenida por unos días, hasta que la influencia de sobornos y amigos poderosos lograron liberarla. Aquí, en Lima, conoció a Manuela Sáenz y surgió entre ellas una gran amistad, y fueron cómplices en las tareas conspiradoras.

Todos los testimonios de la época coinciden en que el Protector perdió la cabeza por la Campuzano. Dicen que era mujer sensual, de ojos celestes, que arrebató de pasión al General, y por largos meses lo convirtió en un militar que adoró la pompa y desechó la austeridad. Las crónicas evocan a un San Martín vistiendo un suntuoso uniforme recamado con palmas de oro, que transitaba las calles de la aristocrática Lima en una carroza de gala tirada por seis caballos. Lo acompañaba, claro, esta guayaquileña de ojos de ensueño, que le prodigaba cariños delante de todo el mundo. San Martín se afincó con ella en la quinta de La Magdalena (hoy Pueblo Libre); no ocultó su relación con Rosa, llamada “la Protectora” en irónica alusión al Protector del Perú. En La Magdalena, San Martín solía atender el despacho diario, que uno de sus ministros le llevaba desde Lima. Dicen que Rosa, que era soltera, lo acompañaba con frecuencia y, los sábados a la noche, partían en lujosa carroza rumbo a las fiestas de la Capital, ella con vestido y zapatos de seda y él con su nuevo uniforme de general, con abundantes hilos de oro. Cuando el Protector incluyó a la Campusano las 112 mujeres condecoradas con la Orden del Sol, la sociedad tradicional limeña lo consideró una afrenta. El día que San Martín abandonó el Perú, apenas pudieron despedirse.

Las mujeres en la vida de San Martín fueron varias. Pero, evidentemente, han sido dos las que él ha amó, en mayor o menor medida: María de los Remedios de Escalada (su esposa) y Rosa Campuzano. La “Protectora” testamentó en 1843 y declaró estar casada con Ernesto Gaber, quien la había abandonado, marchándose a Europa; y tener un hijo llamado Alejandro. El escritor Ricardo Palma fue compañero de colegio de Alejandro y recuerda que, en una oportunidad, un compañero de liceo llamó a Alejandro ‘Protector’ y éste le contestó con un puñetazo. Rosa murió en 1851, a los 55 años. Fue sepultada en la iglesia de San Juan Bautista de Lima.


Vitrales del “Salón de las Libertadoras” (Universidad Andina Simón Bolívar, Quito), obra del artista cuencano Patricio León. En orden: Manuel Sáenz, María Parado de Bellido, Luisa Cáceres de Arismendi, Rosa Campusano, Manuela Cañizares, Juana Azurbuy de Padilla, Policarpa Salvatierra y Fernanda Barriga.
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Hoy, independencia de Colombia

Se desató el 20 de Julio de 1810 —día de mercado— por un hecho casi trivial: la negativa del préstamo de un florero, de parte del comerciante español José González Llorente, al señor Luis de Rubio, criollo, hecho que fue aprovechado por los hermanos Francisco y Antonio Morales para promover un motín, convocar un Cabildo Abierto, deponer al sordo virrey Amat y Barbón y suscribir un Acta de Independencia. Todo lo anterior sucedió en una céntrica vivienda de la ciudad de Santa Fe —hoy Bogotá—, capital del entonces Virreinato de Nueva Granada. El florero sería utilizado para adornar la mesa en la cena que se ofrecería para recibir la visita del comisario real Antonio de Villavicencio.

Pero el marco histórico que determinó el curso de los sucesos del 20 de Julio en Santa Fe fue el arresto, el 10 de agosto de 1809, del presidente de la Audiencia de Quito, Conde Ruiz de Castilla y sus ministros, sustituidos por una Junta Suprema de gobierno integrada enteramente por la elite criolla quiteña. Esa juntano sólo no operó sino que alimentó un espíritu radicalmente anticolonial en el bando criollo. Expresiones de este nuevo clima político fueron el “Memorial de agravios”, de Camilo Torres, fechado el 20 de noviembre de 1809, y, por supuesto, los motines de Cartagena del 22 de mayo de 1810 y la Revolución de los Comuneros en Socorro (municipio del actual departamento colombiano de Santander) del 9 de julio del mismo año, que dieron origen a las primeras juntas de gobierno.

La independencia de Colombia, como la de los demás países sudamericanos, se condicionó por impulso de diversos factores externos e internos registrados entre la mitad del Siglo XVIII y los comienzos del XIX. El centro del proceso fue el equilibrio de derechos y garantías entre los chapetones (españoles) y criollos (descendientes de conquistadores y colonizadores españoles en América). Instalados los criollos en el poder, en lugar de cerrar filas alrededor de unos objetivos de unidad y defensa, surgió la disputa entre partidarios del legitimismo en favor del rey ausente (Fernando VII, sustituido por José Bonaparte tras la ocupación de España por parte de las tropas napoleónicas) y quienes abogaban por terminar todo vínculo con la corona española, víctima de levantamientos en sus posesiones en América.

Resuelto el debate en favor de los segundos, se planteó un enfrentamiento mayor: entre defensores de federalismo y centralismo, por cuya causa se desató la primera guerra civil. De otro lado, el Congreso granadino recogió a Simón Bolívar, un oficial caraqueño que llegó derrotado a Cartagena, donde cooperó en someter algunos focos de resistencia realistas. Con un ejército que el Congreso granadino le confió, Bolívar liberó inicialmente a Venezuela en una brillante y corta campaña. Así, el 7 de agosto de 1819, el general Bolívar obtuvo una victoria decisiva en la batalla de Boyacá. Una vez en Bogotá, proclamó entonces la independencia de la Nueva Granada. Algunos meses más tarde, el Congreso de Angostura (17 de diciembre de 1819) dio nacimiento al estado de Gran Colombia, que reunía la Nueva Granada, la actual Panamá y, después de su liberación, Venezuela y Ecuador. Esta experiencia no sobrevivió a su inspirador y, en 1830, después de la muerte de Bolívar, Venezuela, después Ecuador, hicieron secesión. En 1832, Colombia y Panamá constituyen la Nueva Granada.


Acta de independencia de Santa Fe

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Plaza de la Independencia (Callao)

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Personajes de la independencia del Perú

Abascal y Souza, José Fernando de (1743-1821). Virrey del Perú durante los peores años de la crisis española (1806-1816). Defensor incondicional del imperio español, fue el líder de la contrarrevolución americana al impedir que se aplique en su totalidad la Constitución liberal de Cádiz; aplastó rebeliones, conspiraciones y juntas de gobierno como las de Chuquisaca, La Paz, Quito y Santiago.

Bolívar, Simón (1783-1830). Es el líder más notable de la Independencia latinoamericana. Logró las independencias de los virreinatos de Nueva Granada y el Perú, hoy territorios de Panamá, Venezuela (bat. de Carabobo), Colombia (bat. de Boyacá), Ecuador (bat. de Pichincha), Perú (bats. de Junín y Ayacucho) y Bolivia. Proyectó la Federación de los Andes y redactó la Constitución Vitalicia.

Canterac, José de (1787-1835). Jefe del estado mayor del ejército realista en el Perú en los tramos finales de la independencia. Fue el máximo colaborador militar del virrey La Serna.

Cochrane, Lord Thomas (1775-1860). Oficial británico que colaboró con San Martín en las independencias de Chile y del Perú. Limpió el Pacífico del poder naval español pero tuvo serias desavenencias con el Libertador respecto a la estrategia militar. Su trabajo mercenario en la guerra le significó aumentar su fortuna personal.

Fernando VII (1784-1833). Rey de España cuando se independizaron las colonias iberoamericanas. Su reinado se destacó por imponer un feroz despotismo para impedir el proceso de liberación.


Fernando VII

La Mar, José de (1778-1830). Oficial patriota nacido en Cuenca (hoy Ecuador). Fue el presidente de la primera Junta de Gobierno (1822) y presidente del Perú (1827-1829).

La Serna, José de (1770-1831). Último virrey del Perú. Asumió el poder tras el Motín de Aznapuquio y se negó a aceptar los planes independentistas de San Martín en la Conferencia de Punchauca. Gobernó desde el Cuzco y tuvo que capitular tras las derrotas en Junín y Ayacucho.

Luna Pizarro, Francisco Javier de (1780-1855). Sacerdote del bando republicano. De ideas liberales, fue hostil a la intervención extranjera y al caudillismo militarista. Presidió el primer Congreso Peruano.

Monteagudo, Bernardo de (1785-1825). Político radical argentino hostil a España y los españoles. De ideas monárquicas, fue el principal colaborador de San Martín en el Perú. Expulsado de Lima por su política arbitraria, regresó con Bolívar y fue asesinado en Lima por sus enemigos.

Olañeta, Pedro Antonio de (1770-1825). Comerciante español del bando realista que, tras la batalla de Ayacucho, se proclamó virrey del Alto Perú. De tendencias absolutistas, se enfrentó a Sucre y murió en combate.

Pérez de Tudela, Manuel (1774-1863). Político republicano y liberal que redactó (al igual que Thomas Jefferson en Estados Unidos) el Acta de la Independencia, firmada en 15 de julio de 1821 por los vecinos notables de Lima. Fue contrario a los planes monárquicos sanmartinianos y escribió en La Abeja Republicana.


Manuel Pérez de Tudela

Pezuela, Joaquín de la (1761-1830). Oficial español que tras derrotar a los patriotas en el Alto Perú (durante el gobierno de Abascal), fue proclamado virrey del Perú. Sus emisarios no aceptaron los planes independentistas de San Martín en la Conferencia de Miraflores. Su actitud un tanto pasiva frente a las tropas sanmartinianas ocasionó su relevo en el Motín de Aznapuquio.

Pumacahua, Mateo (1740-1815). Curaca del pueblo de Chichero (Cuzco). Fue opositor a Túpac Amaru pero en 1814, junto a los hermanos Angulo, se alzó en el Cuzco ante la negativa del virrey Abascal de aplicar la Constitución de 1812. La rebelión se extendió por toda la sierra sur hasta que, abandonado por los criollos y perseguido por los realistas, fue capturado y ejecutado luego de la batalla de Umachiri (Arequipa).

Riva-Agüero, José de la (1783-1858). Aristócrata criollo, patriota, autor de las 28 causas de la independencia y colaborador de San Martín. Fue el primer presidente del Perú (1823) y, al no estar de acuerdo con la política de Bolívar, entabló contacto con los realistas y fue acusado de traición. Tuvo que abandonar el país y se dirigió a Europa.

Rodil, José Ramón (1789-1853). Oficial español que organizó el sitio del Real Felipe en el Callao, último baluarte realista tras la victoria de Ayacucho. Con él se refugió buena parte de la aristocracia limeña contraria a la independencia a la que le cobró enormes sumas por permanecer en la fortaleza. Capituló en 1825 y se fue a España como un victorioso.

Rodríguez de Mendoza, Toribio (1750-1825). Sacerdote y antiguo rector del Convictorio de San Carlos donde difundió la doctrina liberal. Es considerado el “maestro de los próceres” pues en las aulas del Convictorio fue profesor de muchos de los ideólogos de la independencia. De posiciones republicanas, fue presidente honorario del Primer Congreso Peruano.

Sánchez Carrión, José Faustino (1787-1825). Republicano y liberal, fue el ideólogo peruano más importante de la independencia. Se opuso a los planes monárquicos de san martín desde sus Cartas del Solitario de Sayán y desde las páginas del periódico La Abeja republicana. Fue secretario general de Bolívar.


José Faustinio Sánchez Carrión

San Martín, José de (1778-1850). Fue uno de los líderes más importantes de a independencia americana. Luego de participar en la independencia del Río de la Plata (Argentina), liberó a Chile. En Lima proclamó la independencia del Perú y trató de difundir un plan monárquico. Al buscar una solución política y no militar de la independencia, y calculando mal el deseo de los peruanos para tal fin, se retiró y dejó el camino libre a Bolívar (tras la Entrevista de Guayaquil). Antes de abandonar el país, instaló el Prime Congreso Peruano.

Santa Cruz, Andrés de (1792-1865). Mestizo que inició su carrera militar en el ejército realista. Convertido al bando patriota, sirvió a las órdenes de San Martín y Bolívar. Lideró el Motín de Balconcillo que puso en la presidencia a Riva-Agüero y presidió el Consejo de Gobierno tras la salida de Bolívar del Perú. Luego sería presidente de Bolivia y propulsor de la Confederación Peruano-Boliviana.

Sucre, Antonio José de (1795-1830). Máximo colaborador de Bolívar en las guerras independentistas. Estuvo al mando del ejército patriota en la batalla de Ayacucho, firmó la Capitulación de Ayacucho y dirigió la independencia del Alto Perú. Fue el primer presidente de Bolivia (1826-1828).

Torre Tagle, Marqués de (1779-1825). Aristócrata criollo, intendente de Trujillo, que apoyó la independencia durante la presencia de San Martín pero regresó a las filas realistas en tiempos de Bolívar. Murió en el asedio al Real Felipe (Callao).

Túpac Amaru, José Gabril Condorcanqui (1740-1781). Curaca descendiente de los incas del Cuzco. Se levantó contra las autoridades españolas en el contexto de las Reformas Borbónicas. Su rebelión, que llegó a postular la separación de España, se extendió por toda la sierra sur y el Alto Perú. Luego de su derrota y ejecución, la Corona implementó una política con el propósito de eliminar los rasgos del nacionalismo inca (abolición de los curacazgos y prohibir la lectura de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, por ejemplo).

Unanue, Hipólito (1755-1833). Científico, médico y político peruano. Su biografía demuestra lo cambiantes que fueron las posiciones políticas de la elite criolla. De se asesor de virreyes pasó luego a colaborar con San Martín y Bolívar. Fue nuestro primer ministro de Hacienda, integró el Primer Congreso Peruano y redactó la posición de los emisarios peruanos al Congreso de Panamá.

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Cronología de la independencia del Perú

1820
Enero
1 Golpe liberal en España encabezado por el general Rafael de Riego
Agosto
20 La Escuadra Libertadora zarpa de Valparaíso
Setiembre
8 San Martín y la escuadra Libertadora desembarcan en Paracas
24 Conversaciones de Miraflores
Noviembre
10 Desembarco de San Martín en Huacho
26 Primer “Grito de la Libertad” de san Martín en un balcón en Guacho
Diciembre
3 Deserción del batallón Numancia que se pasa al bando patriota

1821
Enero
29 Motín de Aznapuquio
Febrero
12 San Martín, por el Reglamento Provisorio, crea los departamento de Trujillo, Tarma, Huaylas y Lima
Mayo-Junio
Conversaciones de Punchauca
Julio
6 El virrey La Serna se retira de Lima
12 San martín ingresa a Lima
15 El Cabildo Abierto en Lima declara la Independencia
28 San Martín proclama la Independencia en la Plaza de Armas
Agosto
3 Se inicia el Protectorado
8 San Martín funda la Biblioteca Nacional
Octubre
8 Por el Estatuto Provisorio, se da base jurídica al Protectorado
Diciembre
12 San martín crea la Orden del Sol

1822
Enero
20 San Martín crea la Sociedad Patriótica de Lima
Abril
4 Derrota patriota en Machacona (Ica)
Mayo
24 Victoria de Bolívar en Pichincha (Ecuador)
Julio
14 San martín parte a Guayaquil a entrevistarse con Bolívar
26-25 Entrevista entre San Martín y Bolívar en Guayaquil
Setiembre
20 San Martín instala el Congreso y se retira del Perú

1823
Enero
19 Derrota patriota en Torata
21 Derrota patriota en Moquegua y fracaso de la primera Expedición a Intermedios
Febrero
27 Motín de Balconcillo
28 José de la Riva-Agüero, primer presidente del Perú
Mayo
14 El Congreso peruana llama a Bolívar a conducir la guerra contra los realistas
Junio
16 Ocupación de Lima por los realistas
Agosto
25 Victoria patriota en Zepita
Setiembre
1 Llega Bolívar al Perú
Noviembre
18 Se promulga la primera Constitución del Perú
El marqués de Torre Tagle, presidente del Perú
25 Riva-Agüero se embarca a Europa

1824
Febrero
10 Torre Tagle es destituido y Bolívar es nombrado Dictador
29 Los realistas ocupan Lima y Rodil toma el Real Felipe (Callao)
Marzo
24 Bolívar decreta la libertad de los esclavos
26 Bolívar nombra a Sánchez Carrión ministro con plenos poderes civiles
Mayo
10 Bolívar crea la Universidad de Trujillo
Agosto
6 Batalla de Junín
Diciembre
7 Bolívar convoca al Congreso de Panamá
9 Batalla de Ayacucho y Capitulación de Ayacucho

1825
Enero
28 Mueres asesinado en Lima Bernardo de Monteagudo
Febrero
25 Bolívar disuelve el Congreso
Junio
2 Fallece en Lurín José Faustino Sánchez Carrión
Julio
4 Bolívar decreta la abolición de la mita
Agosto
6 Creación de Bolivia

1826
Enero
22 Capitulación de Rodil e el Real Felipe (Callao)
Setiembre
4 Bolívar se retira del Perú y deja un Consejo de Gobierno
Noviembre
3 El Consejo de gobierno jura la Constitución Vitalicia y proclama a Bolívar Presidente Vitalicio

1827
Enero
27 Un Cabildo Abierto en Lima rechaza la Constitución Vitalicia y regresa a la de 1823


Retablo de la Capitulación de Ayacucho

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