Archivo por meses: marzo 2011

Perdone ese poquito

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Foto tomada de Alexandra Sophie

De acuerdo a aquellas historias que me contaron del señor Sócrates, él solía preguntarle al General del Ejército qué era la valentía. Cuando se encontraba con un Juez, le preguntaba qué era la justicia. Si veía al ganador de los Juegos Olímpicos, él le preguntaba sobre la perseverancia.

Tal parece ser que el señor Sócrates tenía una hermosa, saludable y conflictuante curiosidad por entender las esencias y creía que aquella “persona versada” en el tema podía saciar sus dudas. Leer más »

Fukushima

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Foto tomada de rfi.fr

Ésta era, por lo menos, la opinión del doctor Rieux cuando leía en los periódicos o escuchaba en la radio las llamadas y las palabras de aliento que el mundo exterior hacía llegar a la ciudad apestada. Al mismo tiempo que los socorros enviados por el aire y por la carretera, todas las tardes, por onda o en la prensa, comentarios llenos de piedad o admiración caían sobre la ciudad ya solitaria. Y siempre el tono de epopeya o el discurso brillante impacientaban al doctor. Sabía, ciertamente, que esta solicitud no era fingida. Pero veía que no era capaz de expresarse más que en el lenguaje convencional con el que los hombres intentan expresar todo lo que les une a la humanidad. Y este lenguaje no podía aplicarse a los pequeños esfuerzos cotidianos de Grand, por ejemplo, pues nadie podía darse cuenta de lo que significaba Grand en medio de la peste.

A medianoche, a veces, en el gran silencio de la ciudad desierta, en el momento de irse a la cama para un sueño demasiado corto, el doctor hacía girar el botón de us radio, y de los confines del mundo, a través de miles de kilómetros, voces desconocidas y fraternales procuraban torpemente decir su solidaridad, y la decían en efecto, pero demostrando al mismo tiempo la terrible impotencia en que se encuentra todo hombre para combatir relamente un dolor que no puede ver: «¡Orán! ¡Orán!» En vano la llamada cruzaba los mares, en vano Rieux se mantenía alerta, pronto la elocuencia crecía y denotaba la separación esencial que hacía dos extraños de Grand y del orador. «¡Orán! ¡Orán!» «Pero no – pensaba el doctor -, amar o morir juntos, no hay otra solución. Están demasiado lejos.»

A.Camus. La Peste

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El doble sentido se dice de muchas formas

(o distintas formas de quedar en ridículo)
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Salimos a almorzar para celebrar el cumpleaños de Mario. Por casualidades del mundo de la vida todos los presentes fueron hombres y yo fui la única exponente estrogenada, así que en un inicio pensé que me sentiría muy fuera de lugar.

En contextos así, es realmente extraño confesar tu apasionamiento inmoralmente intenso por Messi. Pareciera como si estuvieses hablando en otro idioma. Pero ellos me provocaron, sino me hubieran preguntado hincha de qué equipo era, no habrían sabido que yo era ante todo, hincha de Messi.

No entiendo cuando en estas situaciones salen a flote esos temas “de mujeres” y “de hombres”. De pronto estaban hablando en un doble sentido muy macho – y no sé si hable muy bien o muy mal de mi- pero yo comprendía absolutamente todo, y me reía muchísimo.

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Vaaaamos al parqueeee

http://www.youtube.com/watch?v=2pX4BZWK6IE

La culpa la tiene esa presentación de teatro de los Tuquitos grrr…
La canción cobra sentido diez años después. A la vida le gusta manifestarse con un sentido de retrospectiva muy interesante… bien jodida la vida.

Bien bonita, la vida. Leer más »

¿Dónde estás?

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En Jules et Jim, de Truffaut hay una escena preciosa donde Jim le confiesa a Catherine que él adoraba su cuello, que era la parte más exquisita que siempre anheló de ella. Recordó que cuando viajaban en bicicleta los tres, él siempre estaba detrás de ella para poder observar minuciosamente su cuello y la bufanda que lo envolvía. Así Jules no podía darse cuenta de que Jim admiraba -secretamente- a su mujer.

Luego de todos esos años, de la guerra, de la visita de Jim a Alemania y del comentario de que un angel pasa por el mundo a las 9.20 no importa si de día o si de noche; y luego de que Jim hiciera la confesión de la veneración por el cuello de Catherine, ella se lo ofreció “tómalo, ahora es todo tuyo”

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¿Qué es el erotismo?

Anhelo la seducción sutil y reflexionada.
La poesía hecha caricia,
el aliento de la suavidad.

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Foto tomada de Sheridan


Recuerdo que en una de mis clases del año pasado, estábamos hablando sobre las fuentes de la autenticidad. El tema necesariamente nos interpelaba a hablar del individualismo y de la sociedad moderna.

Por cosas del mundo de la vida, y porque en clases nuestras mentes vuelan muldimensionalmente por todos lados… llegamos a Allan Bloom y a su libro “Amor y amistad”. Tal parece ser que nuestro mundo contemporáneo es víctima y victimario a la vez: «ha reducido el amor al sexo. Es un mundo que ha perdido lo que separa al hombre de las bestias, es decir, que ha perdido el poder de la imaginación… único elemento capaz de transformar el sexo en eros» [1]. Leer más »

Aquellos hombres que no aman a las mujeres

El día de hoy me sentí violentada. ¿Esa es la palabra propicia que debería usar? Sí, creo que es así. Me sentí traspasada por la mirada vulgar, pecaminosa y lasciva. Por aquella baja mirada impúdica, lujuriosa, y sinvergüenza.

Me sentí doblegada y desnudada a la fuerza por el zezeo impertinente y aberrante “mamachita-rica-te-haría-de-todo-y-por-todo”.

El irrespeto llegó a extremos deplorables. Todas las calles de Lima no son suficientes para expresar los alcances geográficos y la multiplicidad de sus reincidentes. Parecían equipos organizados con la vacuidad como estandarte: con los mismos gestos repetitivos, los mismos sonidos y zezeos, las mismas indiscretas y aberrantes volteadas para mirarte. Hay hombres que no aman a las mujeres.

Odié sentirme doblegada, indefensa, disminuida y reducida al mero objeto sexual. Hoy me quiero vengar. Quiero desfogar toda mi ira enfurecida sin limitaciones…

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Foto tomada de Flickr de carlosjtj

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Esa «palabra»

Una de mis palabras favoritas es “desbordante”
«Tú me desbordas»
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En aquella palabra -que él hacía referencia y que situaba en el origen actual de todo lenguaje- hay una suerte de “derramamiento”, de “desborde”, de “exceso”, respecto a todos los anteriores niveles de expresión que ella alguna vez integró. Este “exceso”, este “derramamiento”, este “desborde” hace que a través de la palabra podamos comunicarnos, ya no por aquellas -desgastadas- rutinas del lenguaje instituido, sino diciéndonos “algo que no habría sido dicho antes”.

(inspiración en “Reflexión radical y lenguaje en la Fenomenología de la Percepción de Merleau-Ponty”. II. La ampliación de la precepción en el gesto y la palabra. Pag. 7. Brnrd Hr.)
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