¿Qué es el erotismo?

Anhelo la seducción sutil y reflexionada.
La poesía hecha caricia,
el aliento de la suavidad.

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Foto tomada de Sheridan


Recuerdo que en una de mis clases del año pasado, estábamos hablando sobre las fuentes de la autenticidad. El tema necesariamente nos interpelaba a hablar del individualismo y de la sociedad moderna.

Por cosas del mundo de la vida, y porque en clases nuestras mentes vuelan muldimensionalmente por todos lados… llegamos a Allan Bloom y a su libro “Amor y amistad”. Tal parece ser que nuestro mundo contemporáneo es víctima y victimario a la vez: «ha reducido el amor al sexo. Es un mundo que ha perdido lo que separa al hombre de las bestias, es decir, que ha perdido el poder de la imaginación… único elemento capaz de transformar el sexo en eros» [1]. Entonces, era inevitable que yo preguntara “¿Qué es el eros?” Mi pregunta pública encontró un primer eco de respuesta con una voz de la ultratumba “Yo te enseño”. Un segundo eco fue “Yo seré tu maestro”. Ya no hubo un tercer eco, felizmente. Me estaban emocionando demasiado, además nos estábamos desviando del tema radicalmente y el tiempo era muy corto. “Diana, si quieres conocer al eros, te puedes remitir a los clásicos… podrías comenzar quizás con el Banquete de Platón” respondió mi profesor.

Al parecer la vida conspiraba para que realmente no supiera con certeza qué era el eros. Me habían robado mi venerado libro «El Banquete de Platón», de la también venerada Ed. Gredos, cuando justo estaba por llegar al discurso de Sócrates, que en realidad era la voz de la divina Diotima.

Me preguntaba si esta búsqueda sedienta para saber qué es el eros no sería como querer aprender a nadar sin sumergirte en una piscina o en las aguas del mar. No lo sabía, pero me decía que esas posibles limitaciones no me harían menos rigurosa, desbordante y empeñosa en mi investigación y en la pregunta de mi vida… ingenuidad que le llaman.

Fuentes: [1] Patricia Guerrero B. Revista signos Versión On-line Universidad Católica de Valparaíso. Chile.

Puntuación: 4.67 / Votos: 3

Comentarios

  1. Jonathan escribió:

    Que curioso justo hoy estaba leyendo el libro Afrodita de Isabel Allende y me encuentro con un capítulo que tiene mucha relación con tu post. Te lo transcribo. (no vayas a creer que soy un acosador o algo así, solo quería compartirte esto)

    “Sobre erotismo
    En la década de los cuarenta, Anais Nin y Henry Miller sobrevivieron un tiempo escribiendo cuentos eróticos para un hombre que les pagaba por página. Este cliente, que se hacía llamar el coleccionista, permaneció siempre anónimo, llenando de indignada curiosidad a los dos grandes autores que prestaron su talento y su pluma para satisfacer sus caprichos. Este coleccionista de pornografía no apreciaba el estilo y en repetidas ocasiones les exigió que “se saltaran la poesía” y se concentraran en el sexo, porque lo demás no le interesaba. Anais Nin le escribió una carta en la que define magistralmente la esencia del erotismo:
    Querido coleccionista: Le odiamos. El sexo pierde todo su poder y magia cuando es explícito, rutinario, exagerado, cuando es una obsesión mecánica. Se convierte en un fastidio. Usted nos ha enseñado más que nadie sobre el error de no mezclar el sexo con emociones, apetitos, deseos, lujuria, fantasías, caprichos, vínculos personales, relaciones profundas que cambian su color, sabor, ritmo, intensidad.
    No sabe lo que se pierde por su observación microscópica de la actividad sexual, excluyendo los aspectos que son el combustible que la enciende: intelectuales, imaginativos, románticos, emocionales. Esto es lo que le da al sexo su sorprendente textura, sus transformaciones sutiles, sus elementos afrodisíacos. Usted reduce su mundo de sensaciones, lo marchita, lo mata de hambre, lo desangra.
    Si nutriera su vida sexual con toda la excitación y aventura que el amor inyecta a la sensualidad, sería el hombre más potente del mundo. La fuente del poder sexual es la curiosidad, la pasión. Usted está viendo su llamita extinguirse asfixiada. La monotonía es fatal para el sexo. Sin sentimientos, inventiva, disposición, no hay sorpresas en la cama. El sexo debe mezclarse con lágrimas, risa, palabras, promesas, escenas, celos, envidias, todos los componentes del miedo, viajes al extranjero, nuevos rostros, novelas, historias, sueños, fantasías, música, danza, opio, vino.
    ¿Sabe cuánto pierde por tener ese periscopio en la punta de su sexo, cuando podría gozar un harén de maravillas distintas y novedosas? No hay dos cabellos iguales, pero usted no nos permite perder palabras en la descripción del cabello; tampoco dos olores, pero si nos expandimos en esto, usted chilla: ¡Sáltense la poesía! No hay dos pieles con la misma textura y jamás la luz, temperatura o sombras son las mismas, nunca los mismos gestos, pues un amante, cuando esta excitado por el amor verdadero, puede recorrer la gama de siglos de ciencia amorosa. ¡Qué variedad, qué cambios de edad, que variaciones en la madurez y la inocencia, perversión y arte…!
    Nos hemos sentado durante horas preguntándonos como es usted. Si ha negado a sus sentidos seda, luz, color, olor, carácter, temperamento, debe estar ahora completamente marchito. Hay tantos sentidos menores fluyendo como afluentes al río del sexo, nutriéndolo. Solo la pulsación unánime del sexo y el corazón juntos pueden crear éxtasis.”

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