Archivo de la categoría: Cuentitos

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Drunk in love

Me dijo que quería hablar conmigo y si era posible reunirnos el jueves en el Café Angola. Sonreí internamente con el secreto placer de saber que la tendría solo para mi. “Tendría”. ¿Era posible acaso “tener” a Catherine? Una criatura tan desbordante, una fuerza de la naturaleza irremediable y radical, una ser que me enternecía y que a la vez me apasionaba profundamente. Procuré no demostrar mi emoción.

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La despedida

«Tengo pues, mi presente efectivo visto como futuro de este pasado»
Merleau Ponty

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Foto tomada de Flickr de jody9

– ¿Qué tal? Hace tanto tiempo que no sé nada de ti. Estoy demasiado emocionada… nunca nos despedimos.

– Quizás porque nunca dijimos que nos despediríamos

– Se sobreentiende. Temía haberte lastimado. Me lamentaba pensar que te hubiera hecho daño.

– Lo hiciste y mucho. Lo sabes

– Lo siento

– Y también me hiciste mucho bien. Digamos que tú me hiciste muchísimo bien y que fue la ruptura la que me lastimó.

– Tú iniciaste la ruptura

– Tú la continuaste

– Tú la terminaste indefinidamente. Un fin sin fin. Sigue ahí. Nunca te despediste. Cruel eh?

– Te di mi silencio… y también te lo quité

– Me hiciste mucho daño

– Estamos a mano.

– Y me hiciste mucho bien. Y te quiero mucho. Y te agradezco tanto. Te lo quería decir.

– Insisto. Estamos a mano.

– Somos afortunados, entonces. Leer más »

la locomotive à vapeur

«Si el invierno te es muy largo, yo puedo acortarlo.
Si te gustan los planetas yo te los llevo a tu puerta.
Y si quieres ver a Dios, tengo su foto en un cajón…
Si te molesta tu padre, mejor dile que se prepare»
(Dënver)

– Los tiempos cambian… eres miserable, luego eres feliz… vuelves a ser miserable, y eres feliz nuevamente. Y así continuas en la vida. Consolación y desolación…

– Cuestión de ciclos del mundo de la vida.

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Sangrona

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Foto tomada de I am not Ana

Recientemente le confesé a un amigo muy querido que no actué de una manera leal con él, quizás por un excesivo escrúpulo respecto a su libertad de elegir, quizás por prudencia para evitar lanzar prejuicios negativos a mansalva, quizás porque pensé que tarde o temprano tomaría conciencia de que lo estaban utilizando… o quizás mi silencio fue la simple respuesta a la pregunta «¿y quién soy yo para juzgar?»

A pesar de que el hecho sucedió hace muchísimos años, todavía me fastidiaba no haberle advertido en el momento oportuno. O más sutil aún, no haberle preguntado «¿a quienes frecuentas, ah?» (el “ah” final es fundamental en la formulación de la pregunta – siempre y cuando entienda el sarcasmo, claro -).

Hace miles de años, decidí participar de la intensidad adrenalínica de una fiesta del antaño en uno de los tantos bares discotequeros de Barranco. La buena esperanza estuvo propicia y mi amigo Fer me acompañó a la fiesta. De entre las tinieblas y neblinas de la mala y de la buena muerte, emergió mi entrañable amigo – razón de mis históricos remordimientos desleales – al lado de una señorita de naricita respingada y muchas pecas como lunares de cielo, quien inmediatamente me comenzó a preguntar por mi amigo Fer. Mi ingenuidad era extrema y pensé que quizás le caía simpático y le lancé el “¡sácalo a bailar!”. Pero su respuesta, me desencajó por completo – luego de algunos minutos, ya que me demoré en comprender las graves y crueles dimensiones de su comentario -. «¡Sángralo!» me dijo sin desparpajo. Leer más »

traidora

«Mi vida me aparece absolutamente individural y absolutamente universal.»

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Foto tomada de sarah.yusko

– Y, aunque no lo creas, Foucault fue alumno de Merleau Ponty

– Nooo… ¡anda! ¿Así? ¿estructuralista y todo?

– Así…. estructuralista y todo….

– Entonces, sería una traición si después de todo yo me convierto al estructuralismo…

– Y… es que no sería del todo cierto. Porque las estructuras necesitan del germen de la temporalidad

– Eco… creo que eso le falta a la Gestalttheorie: fermento

– La autoconstitución del tiempo…

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Tu chica será muy afortunadamente feliz

«Te habrá conocido»

Pitonisa despertó en tierras desconocidas para ella. No estaba rodeada del entorno de oráculos al que estaba acostumbrada. Estaba en las tierras que fueron soñadas por Alexandre, y que ahora estaban siendo revividas por alguien más, que estaba soñando un sueño que otro alguien, alguna vez soñó.

Mejor dicho, Pitonisa estaba viviendo en el recuerdo de la vida de un sueño que alguien soñó. Ella no sobreviviría a ningún análisis si Freud estuviera aquí. Pero él no estaba. Y en el mundo onírico nos podemos dar ciertas licencias que la rigurosidad intelectual no nos permitiría en otros contextos. Leer más »

J’Accuse

«¿No serás una infiltrada humanista, no?»

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– Ella es ingeniera ante todo. Doy fe de su ingeniericidad.

– ¿Tiene alguna prueba?

– Se rió de mis chistes de macho y de caviares. Y no se inmutó cuando le gritaron “habla mamacita, qué rico material”

– ¿Algo más contundente, digamos?

– En la ronda de chistes tradicional, ella contó – con mucha gracia – el chistecito de la función deprimida… Leer más »

Física 3 sensual

– Yo odio a las jotapés de Física 3 y de Marketing… ¡cómo las odio!

– Yo odio a los pitufos… ¡cómo los odio!

[Y adoro el obsesivo apasionamiento del odio de Gargamel por los suspiritos azules… ¡es tan intenso!]

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Laetitia Casta en Film “Visage” de Tsai Ming-liang. Foto tomada de movieplayer.it

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Oh Roy Orbison, acaríciame como lo solías hacer con tu guitarra

Y en la historia paralela, Pritiwuman guardó completitos todos los treinta billetes que Richard Gere le había dejado en un sobre. Es tu regalo, le había dicho. Y ya no te veré más. Nunca más.

Pritiwuman solía conservar los billetitos como trofeo de guerra. Habían perdido por completo su valor monetario para adquirir un valor simbólico y lleno de significado en su imaginario personal. Era la sedimentación de la palabra expresada en rectángulos de papel verdes con imágenes de viejecitos con peluca. In God We Trust. Simpáticos los billetitos.

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