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Hablemos sobre ella… la mujer del César

Hace mucho tiempo, en Iquitos, mi amigo Edgardo, para tratar de explicarme una situación empleó el refrán objeto de reflexión en mi post… craso error!

Inmediatamente le respondí con el dicho de Anthony: “Si crees ser lo que tus amigos y enemigos dicen que eres, evidentemente no te conoces a ti mismo”

Naturalmente para ser coherente con lo que De Mello dice, debí pagar un precio caro… muy caro.

Le dije, Edgardo, amigo mío… no estoy de acuerdo con ese refrán. Me quedé con las ganas de explicar el por qué…. ahí te va! Leer más »

César, Soy! Y no me importa si no lo parezco…

Reflexiones de la mujer del César sobre el ser y el parecer en el contexto de los refranes

Creo que muchas veces las personas toman los refranes a la ligera y hacerlo conlleva a consecuencias muy peligrosas ya que dichos refranes pueden ser inconcientemente aceptados como verdades absolutas, como justificación a determinadas perspectivas sobre una realidad, como recurso para explicar superficialmente de una manera realmente escandalosa una situación que amerita un gran esfuerzo de reflexión.

Los refranes, conjuntos de versos armoniosos al oido; frases recurrentemente escuchadas y mencionadas; oraciones popularmente tradicionales, son frecuentemente aceptados como ansiosas salidas para explicar una circunstancia compleja de la realidad. Sin embargo yo digo que no podemos aceptar un refrán como un referente verdadero, per se, para explicar, justificar y finalmente simplificar, una realidad.

“La mujer del César no sólo debe ser la mujer del César, sino también parecerlo”

¿Es que acaso no sólo basta el hecho de “ser” para también “parecer”?

¿Qué implicancias trae consigo cambiar “la mujer del César” por “el César”?

¿Transmitiría el mismo mensaje decir “El César no sólo debe ser el César, sino también parecerlo”?

¿Por qué el refrán hace referencia “a la mujer del César” y no al César?

¿Existe acaso la posibilidad de “ser” y “no parecer”?

¿Quién en, su sano juicio, se ocuparía y preocuparía de parecer algo que no es?

¿Por qué yo me esforzaría en parecer algo que no soy?

El concepto de “ser” es motivo y ocasión de reflexión de muchas ramas de estudio como la filosofía, la lingüística, la psicología, la antropología, etc.

Según el estudio de Benveniste [1]; que habla sobre el significado de “ser” como verbo por su propio derecho, y no como cópula; en las lenguas indoeuropeas “ser” se expresa con la raíz “es“, que significa “existir, encontrarse con la realidad”.

Existencia y realidad se definen como “lo auténtico, consistente, verdadero.”

“Ser” en su raíz etimológica significa más que una afirmación entre sujeto y atributo, también es más que un término meramente descriptivo de un fenómeno. Denota la realidad de la existencia, lo que es o quien es; afirma autenticidad y la verdad (de él, de ella, de ello).

Al afirmar que alguien o algo es, nos referimos a la esencia de la persona o de la cosa y no meramente a su apariencia.

Si yo soy la mujer del César, ¿debería acaso preocuparme de parecerlo? ¿La complejidad y profundidad de “ser“, no implicaría necesariamente que “parezca“?

Ser”, de por sí, implica varios conceptos filosóficamente complejos, reflexionados desde los presocráticos hasta la filosofía moderna. Y uno de sus puntos críticos es la reflexión y análisis en torno al concepto del proceso, actividad y movimiento como elemento del ser.

También quisiera llevar esta reflexión del ser y parecer a un nivel más íntimamente personal y rozar a pincelazo fino el tema del conocimiento a sí mismo y del “qué dicen ellos que soy yo?

No eres los que tus amigos dicen que eres, tampoco eres lo que tus enemigos dicen que eres; eres… err…. ¿quién eres?

“Si crees ser lo que tus amigos y enemigos dicen que eres, evidentemente no te conoces a ti mismo”[2]

¿Sería esta la respuesta de la mujer del César luego de escuchar el refrán que motiva mi reflexión?

Desde mi enfoque un tanto simplificador; la idea de “ser”, implica cambio, devenir, transformación. El desarrollo, lo impermanente, lo mutable son conceptos inherentes al proceso vital.

El hecho de que la mujer del César esté abierta a la posibilidad de preguntarse, junto con los otros sobre la naturaleza del “ser y la razón de la mujer del César”, es una afirmación categórica de su ser; y que irónicamente, podría ser vista, por una reacción simplista y superficialmente, como la negación de su ser.

Y si el César estuviera en una sociedad budista zen y su mujer le preguntara ¿qué dicen ellos que soy yo?, entonces, ¿qué le respondería el César?

¿Podría la mujer del César ser fiel a sí misma, coherente y valiente para decirles a ellos que no le importa realmente lo que digan que ella es, si ella sabe qué es? ¿Se atrevería a hacerlo en una sociedad como la nuestra? ¿Estaría hablando con seres humanos que ven más allá de los superficial y con profundidad de reflexión? Y si ese no fuera el caso, ¿cuál sería el precio que pagaría la mujer del César? ¿La exclusión, la discriminación, la indiferencia?

César, soy! Y francamente, me importa un pepino lo que digan...

[1] FROMM, Erich. Una primera ojeada, en: ¿Tener o Ser? Madrid, FCE, 1976. pp40
[2] DE MELLO, Anthony. La Oración de la Rana Leer más »

¿qué le digo a la vida?

Creo que actualmente nos sentimos presionados socialmente por “ser exitosos”, por ser los más poderosos, los más inteligentes, por destacar rápidamente en el campo profesional. En mi caso, debido a la carrera que estoy estudiando, sería en el campo empresarial. Determinados enfoques educativos privilegian esa visión de “tener más” sobre “ser más” y excluyen una visión completa que valore todas las potencialidades: espirituales, cognoscitivas, emocionales, etc de un ser humano.

Pero hay experiencias que enriquecen al hombre en su etapa de crecimiento, como por ejemplo los voluntariados, la ayuda desinteresada por los demás, los aportes a causas nobles, la lucha por ideales de justicia, amor, libertad y verdad. Creo que las personas que viven esa experiencia conciben el éxito no sólo en una dimensión económica, sino que incorporan otras dimensiones de mucha mayor relevancia, como por ejemplo el valor de la familia, la amistad, la capacidad de autoconocimiento, el valor de la libertad.

En mi humilde experiencia, he visto la articulación del exito familiar con el profesional, en la labor de amor y servicio de un educador. Es una profesión cuya remuneración económica jamás se comparará con la retribución que podrás obtener en el sector privado… pero ver crecer a tus alumnos, imprimir en ellos la huella de valores como la honradez, honestidad, solidaridad, veracidad presenta una retribución mucho más rica y agradable que la económica.

Creo que para aquellas personas para las cuales el “exito” tiene otras dimensiones más allá que lo económico, vivir en una sociedad que reclama como valor supremo el “tener más”, es sumamente complicado, difícil y hasta desesperanzador… pero también creo que reflexionar y preguntarse sobre este tema, es a su vez una brisa de esperanza para trabajar por ser más felices.

Esta reflexión la hice gracias al artículo de Raquel Caso “¿Qué le das, qué le pides a la vida?”. La imagen también la tomé de ahi.

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