Archivo por meses: noviembre 2009

Sobre ser sangre de tu sangre y la vigilia por una condena justa

El Colectivo Acción Crítica está organizando un conversatorio denominado “Identidades Indígenas”. Me parece una iniciativa inteligente y juiciosa por abrir y crear espacios de diálogo intercultural. Veamos pues…

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Y luego del conversatorio, es muy probable que un grupo -muy nutrido- vaya al Plantón-Vigilia por la Ratificación de la Sentencia de 25 años Fujimori en el Palacio de Justicia. Ver más información en el blog de la Coordinadora contra la Impunidad.

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Gracias a la creatividad de Alvaro Portales (siempre te aportas buenamente!)
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Sutil

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– Pensar que hay veces en las que interpreto las cosas de maneras tan extrañas… por no decir tan alejadas de lo que realmente el Otro me quiere dar a entender – pobre Ego- … Uy, ni te imaginas!

– Son simplemente tus interpretaciones. Las descripciones en base a tu percepción. ¿Qué te podría decir? Supongo que a todos nos pasa algunas veces.

– No sé, me parece que en estas dimensiones siento que soy una reincidente Full – Time… ay con la hermenéutica!

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El espíritu de la sutileza que le llaman…. Pascal, dicen… será pues

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¿Y la fungierende Intentionalitä…? ¿me podrías explicar por favor?

No se lo he dicho, pero ser su amiga es uno de mis más grandes tesoros. Para mí es un gran honor sentarme a hablar con él y que me escuche y que yo lo escuche. No le he dicho lo mucho que nuestras conversaciones me ayudan a pensar y a reflexionar más sobre la vida, tampoco le he dicho lo mucho que lo admiro… aunque yo intuyo que él ya lo sabe.

Algunas veces es una bendición que tu mirada refleje tu simpatía por alguien. Benditos los ojos que brillan cuando amas a alguien.

Su risa sincera, su sentido del humor, su brillante inteligencia, su humilde sabiduría… esa delicadeza para respetar en silencio cuando me quiebro delante de él. Y esa autenticidad suya para también cuestionarse delante de mi. La sinceridad de esta amistad es una dulzura en mi vida, es como la leche y la miel.

Mientras escribo, me pregunto porqué quisiera compartir mi admiración y mi agradecimiento hacia él, e intuyo que lo hago porque cuando estás orgulloso y agradecido hacia alguien, lo quieres expresar con todo tu ser. Todo tu cuerpo quiere expresar una vivencia así de gloriosa. Es como correr por un campo lleno de verdor y de flores gritándole al viento: “¡es mi amigo, es mi amigo!”

Es como una suerte de brisa fresca, como estar frente al mar en un atardecer con los brazos abiertos al viento, y los ojos cerrados, sintiendo en tus mejillas el aire marino. Y de pronto, de nuevo gritas: “¡es mi amigo, es mi amigo!”

Luego, en tu cotidianidad, te das cuenta de que ves las cosas de manera distinta, que andas más calmada, más pausada, más sutil incluso. ¿Qué será? ¿qué será? Son tantas cosas, yo creo que es por todo y debido a todo. Y la musicalidad del francés también hace su aporte. Merci! ¡Todo aporta! ¡Todo!

¿Si él me leerá? No, no lo creo y sonrío aliviada por ello.
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No, no me gusta. Por el contrario, lo repudio

El día de hoy escuchaba conmovida a mi amiga hablar de cómo falleció la joven Paola Vargas. Luego de un profundo silencio mio, finalmente, le dije que yo podía verme en ella y que la forma tan canalla en que murió, pudo haber sido mi muerte también y la muerte de cualquiera de nosotras.

Y me entró una profunda tristeza y desolación. Recordé el artículo de Patricia del Río donde menciona que por lo general “cualquier acto criminal contra una mujer suele derivar en un episodio de agresión sexual”. Y al recordar las experiencias que ella vivió y que también sus amigas experimentaron, caí en la cuenta de que estamos sometidos todos a una suerte de violencia a la que casi ya estamos acostumbrados, tanto hombres como mujeres. Tal es así, que esta violencia ya nos parecería algo cotidiano, del día a día. Y cuando algo te parece normal, pierdes la capacidad de asombro, y por ende, de indignación.

De pronto se me vinieron a la mente aquellos recuerdos de adolescente que quise sepultar en lo más profundo de mi subconciente. Recuerdos muy feos, tristes y vergonzosos. E intuyo que experiencias tan desagradables como las que viví, también las han vivido muchas más mujeres y adolescentes.

En el verano de mis 15 años, regresaba de mis clases de inglés. Tanta gente y tanto tumulto me confundía. ¿Por qué la Javier Prado y la Av. Aviación tenían que ser tan sonoras, sudorosas y tumultuosas a las 6 de la tarde? Necesitaba cruzar la Av. Aviación, justo me quedé en la berma central ya que el semáforo cambió a verde y los carros comenzaron a pasar. Yo estaba parada esperando que el semáforo cambie a rojo, me entretenía viendo las lucecitas de colores que ya estaban vendiendo por Navidad con esas cancioncitas de villancicos… siempre las mismas! De pronto, un tico de color blanco volteó lentamente y pasó cerca de mi y el conductor extendió su mano y me rozó la pelvis de la manera más impúdica y deleznable. El miserable siguió avanzando y luego aceleró. Me quedé pasmada, avergonzada, y las lágrimas comenzaron a brotar por mis ojos. ¿Por qué a mi? ¿Qué le hice? ¡Qué vergüenza! Me sentí un objeto, sucia, y llena de asco… fue una experiencia muy desagradable y triste.

Cuando estaba en mi segundo ciclo en la universidad, decidí comenzar a estudiar francés por la musicalidad del idioma. Estaba regresando de mis clases, caminando por la vereda de Paseo de la República mientras me entretenía tratando de imitar a Pepé le Pew con su “ oh mademoiselle – Mon chérie, mon chérie” a la vez que me dejaba hipnotizar por el atardecer del sol y el cielo – me encantaba ver un cielo de color naranja y cómo a cada momento sus colores se oscurecían – Será por eso que no me percaté que un grupo de cuatro chicos vestidos de escolares venían en sentido opuesto a mi rumbo. Al pasar a mi lado, uno de ellos me tocó el trasero. Me sentí con una profunda impotencia de no poder hacer nada, me dio rabia, cólera, ira y frustración. ¡Qué cólera! ¡Y qué dolor! ¡Qué impotencia! ¡Miserables!

Guardé esas experiencias, como otras más, en mi subconciente… Mejor dicho, las quise olvidar. No las quise pensar más, ni encontrar más dimensiones para explicarme el por qué de esos vejámenes contra una adolescente que ni siquiera conocían. Con el tiempo, mi mamá, mi abuelita, mi tía abuela y las mujeres más mayores de mi familia me enseñaron a protegerme frente a esta suerte de “normalidad de la sociedad limeña de hoy”. – Si estás en la combi y te rozan, patéales en los huevos. ¡Defiéndete! Si en la custer estás en el sitio que da al pasadizo y un hombre se para a tu costado, ten cuidado que no te roce el hombro, dile “señor por favor, aléjese”. ¡Haz escándalo, de ser necesario! Evita caminar sola por zonas muy silenciosas y solitarias. ¡No te arriesgues!

Sin embargo, el día de hoy vuelvo a desempolvar estas vivencias, a raíz de la muerte de Paola. Esto hace que vea las cosas nuevamente y considere aspectos que antes, por ser tan adolescente, no tenía en consideración. Percibo que existe una profunda y marcada visión de la mujer como un mero objeto que todavía persiste en el subconciente colectivo. Una especie de reduccionismo de la dignidad de la mujer a aspectos meramente sexuales: Puro poto, pura teta, pura carne. Más aún, una suerte de desdén y aversión hacia su feminidad.

No quisiera limitarme y decir que esta visión es exclusiva del género másculino, porque yo percibo que no lo es, sino que el género femenino también se ve susceptible de reducir, simplificar y minimizar toda la profundidad de su dignidad al mero objeto – a cosificar. Y atribuyo esta tendencia al mismo entorno social e intuyo que también intervienen otros factores más, que aún no puedo dilucidar del todo bien.

Todavía me pregunto si esta percepción sólo se da en el entorno en el que me desenvuelvo, es decir, en la ciudad de Lima. ¿Pasará lo mismo en la Sierra? ¿y en la Selva? ¿Y cómo será en otras culturas como en Asia, o en el Medio Oriente, o en Europa? ¿Esta tensión persistirá en este mismo grado y con las mismas dosis de violencia? Probablemente todo sea distinto.

Mientras tanto, sí puedo hablar de lo que pasa aquí y ahora. También puedo dolerme por la muerte de Paola y por “el terror que sintió en los últimos minutos que estuvo con vida” tal como también lo lamenta Patricia.

Y también puedo indignarme y decir que me parece absurdo y hueco, vacío, sin potencial, seguir perpetuando prejuicios de la mujer como objetos meramente sexuales. ¿Oiste Brahma?



Gracias al Facebook de Álvaro Portales, por la foto de protesta.

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¿Cómo se llama la belleza? Audrey

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– ¿y tú la conoces?

– Por supuesto… es una de las mujeres más bellas, sino es la más bella.

– Wau, eres la primera persona que no es de mi cole que la conoce… eres raro.

– ¿yo? Pero por favor… por favor… ¿quién no conoce a Audrey Hepburn?

– él por ejemplo…

– ¿Yo qué?

– Que no manyabas a Audrey sino hasta después de que te hablé de ella…

– Ah sí, si…

– ¿Viste Breakfast at Tiffany’s?

– Noooooo… todavía! ¿puedes creerlo? Me quedé prendada de Roman Holiday, incluso tengo una cartera con la foto de ella como la princesa. Soy su fan! También la vi en La Guerra y la Paz como Natasha y luego en My Fair Lady. Si te contara…

– Si me preguntaran qué es la belleza, respondería “Audrey, simplemente Audrey”

* * *

Y sé muy bien que Sallesino también cayó rendido a sus pies…

“Por cierto, si algún curioso se preguntara quién les tiende la carnada a éstas feminas impolutas , la respuesta es obvia: una DIOSA

Ahora si arrodíllense…”

– No lo haré querido Sallesino, nunca tanto con Audrey. Pero de que es bella… bella es!


Agradecimientos especiales por la primera foto al álbum de mujeres bellas del Hi5 de Heduardo.
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See Kuashat

– Kuitamumkata. Shiig pegkejaitme. ¡See Kuashat!
– Aneajame shigmaush
– ¡See Kuashat!

– ¿Y cuántos hermanos son?
– Dos
– ¿Dos nomás? ¿Por qué tan poquitos? ¡Nosotros somos siete!
– Wau! qué chévere!

– Me dejas tu correo, no te olvides. Y también tu dirección por si un día te voy a visitar.
– Sí claro, pero donde yo vivo no tiene dirección.
– Ah
– Pero te puedo enseñar algunas palabras en awajun.
– Para mí sería un gran honor… Leer más »

Sí, te creo… me enamoraré

Aquello de lo que te enamores,
lo que te arrebate la imaginación, afectará todo.

Determinará lo que te haga levantar cada mañana,
lo que harás con tus atardeceres,
cómo pases tus fines de semana,
lo que leas,
a quién conozcas,
lo que te rompa el corazón,
y lo que te llene de asombro con alegría y agradecimiento.

Enamórate, permanece enamorado, y esto lo decidirá todo…

Pedro Arrupe sj

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