Pequeño Gato de Nacimiento
Gris gris paisaje, metálico hasta donde llegaba la humanidad del observador, chillido de metal viejo por doquier, pues así es la ciudad del futuro, la ciudad de los metales viejos, esa de los insultos y de los improperios ya permitidos, la de los pirotécnicos legalizados, among otras sustancias, la de las voces vacías, de coros unipersonales y de quejidos, de desencuentro y desesperanza, y desconfianza del cercano a tu hombro, de calor sin sol, de rebote de negatividades, de siluetas sigilosas y en el que nadie sabe lo que hará a continuación, porque ya está programado, ya hay algo a cambio. En ese mundo me dijiste: “no seas pussy y ponte pijama antes de dormir”.
El Sur de California
Me encontré solo sobre mis pies en ese país extraño que era el no centro de la ciudad, reparé en ese momento en las pocas previsiones que tomé para la situación de que no hubiera alguien esperándome. Intenté prender un cigarro pero no pude accionar el nuevo encendedor. Eso me restó puntos entre los observadores pensé así que me apuré a comprar algo de comida de los ambulantes y carretilleros. Y una vez más como si hubiera estado mirando nerviosa desde la casa de sus padres, apareció ella en el camino de tierra. Me besó con sigilo y me quitó de esa calle por sus padres minada y caminamos en dirección de las rieles. Observé los metales oxidados, los cables empolvados y en marañas. Cruzamos un puente peatonal solamente para levantar la vista sobre las casas y apreciar el paisaje de pobreza y finalmente visitamos una iglesia que era distracción y vida para las personas, un poco de organización que hacía tanta falta después de aquel desastre, y eso fue todo lo que nos pudo ofrecer un domingo de sol. Después de despedirme me subí a ese bus destartalado para al menos llegar a una zona menos desconocida. Seguí observando las calles en el trayecto. La gente era feliz y sacaba pecho en ese día de sol.
Examen Rezagados
Solo en el momento en que salen de la boca de la coordinadora de la evaluación las palabras que componen mi nombre me doy cuenta que sí era el lugar en el que tenía que estar, que no era algo opcional, que lo estudiado tenía que serlo, lo trabajado tenía que serlo y lo recorrido tenía que serlo, y es que en el camino a veces parece tanto que todo fuera opcional, que no hubiera obligación alguna y dan tantas apariencias de que sería indiferente el estudio o la localización, que resultan necesarias esas repeticiones de nombre, aunque en este caso solamente sea para sentarme ante un papel que tiene escrito “el polinomio de Taylor”, que lamentablemente es nada más para mí que un solitario significante.
Walking Dead
Vamos amigo, ten fuerzas, piensa en los tuyos, olvida a los ajenos, ponle puntos a tus señores, olvida esos blasfemos narcóticos, refresca tu memoria, distráela de ese adoctrinamiento, olvida tus comunicaciones, despierta ya, de una buena vez, apertura que me la pediste tú ten ahora, suelta unos centímetros esa soga sangrienta, cree en las palabras no más en los rostros, colócale parlantes a tus dudas, que yo sé que ni dudas sino certezas y crees que será así, así como se siente, y lo que se siente es todo y todo no es aquello, aquello es así de pequeño, así de rápido y de un mes de vida y ya lo has venido a saber.
Prealegría
Pleasure delaying y Vorfreude, alguna razón de ser tenía que tener dentro de mi cabeza. Buen día para recordar la expresión. Y es que el carro encendió, estamos leyendo dos libros y hemos pensado en entrecruzar ciudades y también años. Era un día de necesidad visual, y entramos a un bar que estaba en las cercanías de Kröpcke y dek Stadtmitte, encontramos un bar de los bien alemanes, mucha madera y algunos barriles. Nos sentamos en la barra y nos atendió el dueño del lugar, un buen tipo con pretensiones de tuerto y con felizmente curiosidad. Nos dio el vaso al que le puso un collarín de papel, una suerte de posavasos, y le puso una raya con el lapicero, va una. Un tipo del costado, con cara de citadino nos sorprendió cuando nos dijo que venía del norte, me apunto un lugar en algún mapa que no sé de donde salió, tan al norte que se dedicaba a pescar en el Nordsee y en la plática que estuvo entre los
pescados, los smartphones y Deutscher Fussball le agregó un par de rayitas a su posavasos y ahorró una en el nuestro. La señora del lado también se interesó, también le gustó la charla geográfica y abandonó el tragamonedas personal que había al lado de la barra. Ihr beide seht richtig wie Morey and Babette Dell und auch ein bisschen wie Phil und Cookie. Eine ganze Stunde, um das zu erklären. Curiosidad curiosidad. Éste fue un martes interesante.
Augusto Armando Polo Campos
El que de verdad sabe me introdujo a Jorge Cafrune uno de esos días. Detuve el trabajo de la tesis y de la matemática para escucharlo. Y él me ofreció aquella “Zamba de mi Esperanza” cantada en Jujuy y yo le puse toda mi atención a Don YouTube. Y en el comienzo del disfrute me sonó algo conocido, y los segundos alargados en que escuchaba “(…) Zamba, a ti te canto (…)” se me vino a la cabeza una canción que tiene la bandera del Perú en cada una de sus letras, una que a la Guitarra le dice “(…) te envío mis palabras (…)”; y el resto de la estrofa me introdujo la sospecha en el cerebro, y no me quedó más remedio que comparar la canción de Cafrune con “Cuando Llora mi Guitarra” . Y era claro, una le habla de frente a su Zamba y la otra le habla de frente a su Guitarra. Ambas canciones comparten testigos del llanto del autor, ambas ofrecen sus palabras y su canto y ambas culminan evocando la soledad y que sin su cariño “me muero”. Uno más uno es dos. Lo dicho más la melodía parece el origen de aquella composición de Polo Campos. Jorge Cafrune cantó en los sesentas, antes de que el régimen militar lo atropellara, según dicen algunos. La canción, sin embargo, la habría escrito Luis Profili y, quien sabe, Polo Campos en uno de sus viajes a Argentina se encontró con Cafrune que estaba “de a caballo por su Patria” y se la escuchó, se la aprendió y se la homenajeó, y los Morochucos la hicieron famosa, en qué decada, ah, en los sesentas. Y ahora los limeños la cantamos con la mano en el pecho. El buen Polo Campos nos introdujo al “turco”Cafrune y al folcklore argentino puro. O quizás no.
Muro de Cristal
Es el último día. Esto es el puerto finalísimo y estamos en la sala de espera. El ambiente es industrial y las sillas son de plástico blanco de cebichería. La gente es de mirar mirar a los otros infiernos ellos y tú te me acercaste apoyada a la baranda de la vieja piscina Poseidón. Deliveraste tu deliberado mensaje y te encaminaste. E irresponsabilizaste, te colgaste de la baranda y la gente se dispuso a mirarte, en un 40 por ciento. Y sin ningún aspaviento te caíste. O te dejaste caer. Advertencia recogida. Y ahí nadaste desafiante manatí o ballena blanca. Me hablabas con telepatía, todo en español. Pero hubo un revuelo. Algo nos revolucionó a los esperantes, y cayó una estructura en la piscina. Salté a buscarte a los charcos restantes y vi tu cuerpo submarino, translúcido, medusa, mutilado. Solo un movimiento de una aletita transparente, ya sin telepatía. En unos momentos, dejaste de moverte.
24 de mayo de 2010
Mi nuevo jefe me lleva al sexto piso para presentarme entre la gente que trabaja ahí y para enseñarme el lugar en el que me instalaré por seis meses y siete días. Al encontrar el lugar saludamos a los chicos que se encuentran ahí y saludamos a una chica que con una sonrisa amable me dice bienvenido y mi jefe me dice que ése es mi lugar, al lado de ella, así podré tener a alguien a quién preguntar cualquier duda, ella es alguien muy hábil, acaba de publicarse una investigación suya en una revista de Derecho, sobré qué tema es, sobre responsabilidad civil, wow Naty, felicitaciones.
Derechos de Autor
Desperté con la canción en mi mente. Necesitaba una computadora, pero maquinarme no me ayudaría, no necesitaba una computadora, aún no hay el google para los sonidos, qué canción era! Una canción de primavera, de artilugios, de un golpe perpendicular a una banda elástica tensada. Y yo la admiré porque era la habilidad de Cerati, su frescura. Había incluso una espiral en ella. Y colores marrones y anaranjados. La acurruqué escuchando Sobredosis de TV, desvaneciéndola, más bien, por asimilación. Le llamé la canción del evento de aquél día sin mucho tiempo para cincelar la inscripción. Hoy 3 días después y a miles de kilómetros de ese Hilton pienso en mi limitado repertorio y me doy cuenta que no existe esa tu canción, Cerati. Al menos no fuera de mi mente. Yo la creé y te la atribuí, Soda. Demándame GEMA por derechos de autor.