Miguel González
Hoy en día, en nuestro país, la mujer goza de un prestigio social y cultural admirable. Cabe recordar que en un inicio sólo unas pocas mujeres resaltaron con su pluma. Tales son los casos de Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera y Angélica Palma, quien publicara sus novelas bajo seudónimos para que su padre, el gran tradicionalista don Ricardo Palma, no se molestara.
Si rastreamos, en los últimos cincuenta años, el inicio de la literatura femenina, dejando por supuesto de lado las obras escritas por hombres, diremos que el punto de partida se da en 1967, año en el que apareció la antología poética dirigida por Esther M. Allison. Escritora que publicó, en 1939, su poemario titulado “Alba Lírica”. Su participación literaria la hizo merecedora, al final de su producción, de varios reconocimientos. Este sería un caso aislado en las letras femeninas.
Posteriormente, marcando la década de los setentas en Lima, destacan ciertos grupos literarios como Hora Zero o la revista Estación Reunida, cuyos integrantes se sitúan en los más altos peldaños de la poesía peruana contemporánea. A Hora Zero se sumaron otros importantes grupos como La Tortuga Ecuestre, Cirle, Collage y Nueva Humanidad.
Toda esta generación de jóvenes escritores privilegió la importancia de la literatura peruana, en especial, la importancia de nuestra poesía. Dentro de los escritores que sobresalieron en esos años podemos mencionar a Rosina Valcárcel, Ana María García, Carmen Ollé y la joven María Emilia Cornejo, cuya poesía suelta fue reunida mucho después de su temprana muerte en el libro “En la mitad del camino recorrido” (1989). Podemos agregar a esta lista a Elvira Roca Rey, Sonia Luz Carrillo, Otilia Navarrete, Cecilia Bustamante y, según la crítica especializada reciente, a la poetisa Josefina Barrón.
En la década de 1980, estas poetisas publicaron obras de reconocido mérito literario. Durante esta década las escritoras tendrán un progreso significativo. Tal el caso de Carmen Ollé que publicó sus importantes poemarios “Todo Orgullo Humea la Noche” (1988) y “Noches de adrenalina” (1981). Tanto Santiesteban como Doris Moromisato fueron también fundamentales. Rocío Silva se inicia con el libro de poemas “Asuntos Circunstanciales” cuya calidad poética irá en ascenso hasta su más logrado poemario “Turbulencias”, a ellos se suman sus artículos periodísticos, ensayos y su libro de cuentos “Me Perturbas”. Doris Moromisato incursionó en la poesía con “Morada donde la luna perdió su palidez” (1988); en su producción se percibe la herencia cultural japonesa, en especial de Okinawa, lugar de donde provienen sus antepasados.
En la literatura peruana, la poetisa más sobresaliente es, sin lugar a dudas, Blanca Varela. Su carrera literaria se inicia en 1959 con la publicación de su poemario “Ese Puerto Existe”, y dentro de sus últimas producciones se cuentan “El libro de Barro” (1993) y “Concierto Animal” (1999). Su reconocimiento internacional llegó en 1986 cuando se editó una antología, “Canto Villano”, que incluyó lo mejor de su producción hasta entonces. El año pasado, por su impecable trayectoria literaria, se le concedió el premio Reina Sofía.
Pocas son las escritoras que se han dedicado a la novela. Podemos mencionar dos casos importantes: Carmen Ollé con “Las Dos Caras Del Deseo” (1994) y “la Pista Falsa” (1999); y Laura Riesco, quien escribió la mejor novela hecha por una mujer “Ximena De Dos Caminos” (1994).