Como señala Antonio Cano, corresponsal de El País en Washington, D.C., nunca como ahora el Nobel había sido la expresión de una esperanza, de un llamado a la acción tan fuerte en el imaginario de la humanidad: “El Nobel de la Paz agiganta la dimensión universal de Barack Obama y eleva hasta el desasosiego las expectativas sobre su presidencia y su responsabilidad personal en la transformación del mundo que conocemos. Obama ha aceptado públicamente esa pesadísima carga al declarar que entendía la concesión del prestigioso premio como “una llamada a la acción”, un estímulo para hacer frente a conflictos que desangran a la humanidad desde hace décadas y a nuevas amenazas que renuevan cada día los riesgos de una catástrofe.”.
Desde estas Páginas Libres, hacemos nuestra esta esperanza y este llamado a la acción por un nuevo orden mundial compasivo, solidario y pacífico, no sin ser consientes de que es un camino empedrado y lleno de emboscadas. Es un sí, pero todavía no, es la tensión del pensamiento y la acción en una aventura humana por la verdad, la justicia y la paz mundial.