Archivo por meses: febrero 2017

Hannah Arendt: “Solo el bien tiene profundidad y puede ser radical”.

¿Por qué este  estallido desde el depósito de mi memoria? Estoy empezando a tomar conciencia de los arquetipos poéticos que están en mis escritos. No sabía nada de su presencia silenciosa que ahora escucho, un silencio que se escucha como un eco, desde Amadeus Mozart hasta Hannah Arendt, y qué seguirá Dios mío. Esta explosión de mi alma me mueve hasta los conchos, quedo exhausto luego de cada irrupción de imágenes e ideas tan cargadas de humanidad y belleza.

Las imágenes e interpretaciones, muchas de ellas cuestionables sobre Hannah Arendt, a raíz del filme de Margarethe Von Trotta, sobre la investigación que realizó la gran pensadora, en el juicio en Jerusalén a Adolf Eichmann, que  acaba en la creación de su concepto genial sobre  la banalidad del mal,  sólo han sido un estímulo exterior, que ha movido mi insight interior. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical, ir a la raíz de la condición humana en nuestro tiempo extremo de tragedia y esperanza.

“En mi opinión, en efecto, que el mal no es nunca “radical”, que sólo es extremo, y que no posee ni profundidad ni ninguna dimensión demoníaca. Puede crecer desordenadamente y arrasar al mundo entero precisamente porque se extiende como un hongo en la superficie. “Desafía al pensamiento”, según dije, porque el pensamiento intenta alcanzar alguna profundidad, ir a la raíz, y en el momento en que se ocupa del mal, se ve frustrado porque allí no hay nada. Ésta es su “banalidad”. Sólo el  bien tiene  profundidad y puede ser radical”.”.

Hannah Arendt, The Life of the Mind (La vida del espíritu) (Nueva York. Hancourt Brace Jovanovich, 1978).  1: 3-5.

Fotografía: Hannah Arendt, gran filósofa de nuestro tiempo de tragedia y esperanza.

San Juan de la Cruz: poeta universal del amor humano

El amor sanjuanista se revela como un: “Éntreme donde no supe: y quédeme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo”. El misterio del amor que te envuelve inesperadamente es un saber no sabiendo, la paradoja del amor que nos trasciende quebrando toda lógica calculadora, es la gratuidad insondable del: «Amado en la amada transformado».

“Éntreme, por San Juan de la Cruz.

Éntreme donde no supe:

Y quédeme no sabiendo,

Toda ciencia trascendiendo.

 

  1. Yo no supe dónde estaba,

sin saber dónde me estaba,

grandes cosas entendí;

no diré lo que sentí,

que me quedé no sabiendo,

toda ciencia trascendiendo.

 

  1. De paz y de piedad

Era la ciencia perfecta,

en profunda soledad

entendida, vía recta;

era cosa tan secreta,

que me quedé balbuciendo,

toda ciencia trascendiendo.

 

  1. Estaba tan embebido,

tan absorto y ajenado,

que se quedó mi sentido

de todo sentir privado,

y el espíritu dotado

de un entender no entendiendo.

toda ciencia trascendiendo.

 

  1. El que allí llega de vero

de sí mismo desfallece;

cuanto sabía primero

mucho bajo le parece,

y su ciencia tanto crece,

que se queda no sabiendo,

toda ciencia trascendiendo.

 

  1. Cuanto más alto se sube,

tanto menos se entendía,

que es la tenebrosa nube

que a la noche esclarecía:

por eso quien la sabía

queda siempre no sabiendo,

toda ciencia trascendiendo.

 

  1. Este saber no sabiendo

es de tan alto poder,

que los sabios arguyendo

jamás le pueden vencer;

que no llega su saber

a no entender entendiendo,

toda ciencia trascendiendo.

 

  1. Y es de tan alta excelencia

aqueste sumo saber,

que no hay facultad ni ciencia

que la puedan emprender;

quien se supiere vencer

con un no saber sabiendo,

irá siempre trascendiendo.

 

  1. Y, si lo queréis oír,

consiste esta suma ciencia

en un subido sentir

de la divinal esencia;

es obra de su clemencia

hacer quedar no entendiendo,

toda ciencia trascendiendo.”.

Fotografía: Joan Miro, Liebe (Amor).  

El Cristo de Velázquez, de Miguel de Unamuno

A Soledad, mi hija amada: “…una flor que muriendo resucita.”. Arturo Corcuera, Balada del soneto que vuelve.

Entre el tiempo de compartir de Cuaresma y el tiempo de orar de Semana Santa, nuestro corazón pensante se concentra en el Cristo Resucitado de la Pascua: la vida que vence a la muerte, la libertad que vence a la esclavitud, la luz que vence a la oscuridad. Este bello poema de Miguel de Unamuno, “El Cristo de Velázquez” (1920), inspira este espíritu de afirmación terca de la vida y del amor, en tiempo duro de tragedia y esperanza.

“¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?

¿Por qué ese velo de cerrada noche

de tu abundosa cabellera negra

de nazareno cae sobre tu frente?

Miras dentro de Ti, donde está el reino

de Dios; dentro de Ti, donde alborea

el sol eterno de las almas vivas.

Blanco tu cuerpo está como el espejo

del padre de la luz, del sol vivífico;

blanco tu cuerpo al modo de la luna

que muerta ronda en torno de su madre

nuestra cansada vagabunda tierra;

blanco tu cuerpo está como la hostia

del cielo de la noche soberana,

de ese cielo tan negro como el velo

de tu abundosa cabellera negra

de nazareno. Que eres, Cristo, el único

hombre que sucumbió de pleno grado,

triunfador de la muerte, que a la vida

por Ti quedó encumbrada. Desde entonces

por Ti nos vivifica esa tu muerte,

por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,

por Ti la muerte es el amparo dulce

que azucara amargores de la vida;

por Ti, el Hombre muerto que no muere

blanco cual luna de la noche. Es sueño,

Cristo, la vida y es la muerte vela.

Mientras la tierra sueña solitaria,

vela la blanca luna; vela el Hombre

desde su cruz, mientras los hombres sueñan;

vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco

como la luna de la noche negra;

vela el Hombre que dió toda su sangre

por que las gentes sepan que son hombres.

Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos

a la noche, que es negra y muy hermosa,

porque el sol de la vida la ha mirado

con sus ojos de fuego: que a la noche

morena la hizo el sol y tan hermosa.

Y es hermosa la luna solitaria,

la blanca luna en la estrellada noche

negra cual la abundosa cabellera

negra del nazareno. Blanca luna

como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo

del sol de vida, del que nunca muere.

Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre

nos guían en la noche de este mundo

ungiéndonos con la esperanza recia

de un día eterno. Noche cariñosa,

¡oh noche, madre de los blandos sueños,

madre de la esperanza, dulce Noche,

noche oscura del alma, eres nodriza

de la esperanza en Cristo salvador!

A L B A

Blanco estás como el cielo en el naciente

blanco está al alba antes que el sol apunte

del limbo de la tierra de la noche:

que albor de aurora diste a nuestra vida

vuelta alborada de la muerte, porche

del día eterno; blanco cual la nube

que en columna guiaba por el yermo

al pueblo del Señor mientras el día

duraba. Cual la nieve de las cumbres

ermitañas, ceñidas por el cielo,

donde el sol reverbera sin estorbo,

de tu cuerpo, que es cumbre de la vida,

resbalan cristalinas aguas puras

espejo claro de la luz celeste,

para regar cavernas soterrañas

de las tinieblas que el abismo ciñe.

Como la cima altísima, de noche,

cual luna, anuncia el alba a los que viven

perdidos en barrancos y hoces hondas,

¡así tu cuerpo níveo, que es cima

de humanidad y es manantial de Dios,

en nuestra noche anuncia eterno albor!

O R A C I Ó N   F I N A L

Tú que callas, ¡oh Cristo!, para oírnos,

oye de nuestros pechos los sollozos;

acoge nuestras quejas, los gemidos

de este valle de lágrimas. Clamamos

a Ti, Cristo Jesús, desde la sima

de nuestro abismo de miseria humana,

y Tú, de humanidad la blanca cumbre,

danos las aguas de tus nieves. Águila

blanca que abarcas al volar el cielo,

te pedimos tu sangre; a Ti, la viña,

el vino que consuela al embriagarnos;

a Ti, Luna de Dios, la dulce lumbre

que en la noche nos dice que el Sol vive

y nos espera; a Ti, columna fuerte,

sostén en que posar; a Ti, Hostia Santa,

te pedimos el pan de nuestro viaje

por Dios, como limosna; te pedimosa

a Ti, Cordero del Señor que lavas

los pecados del mundo, el vellocino

del oro de tu sangre; te pedimos

a Ti, la rosa del zarzal bravío,

la luz que no se gasta, la que enseña

cómo Dios es quien es; a Ti, que el ánfora

del divino licor, que el néctar pongas

de eternidad en nuestros corazones.

¡Tráenos el reino de tu Padre, Cristo,

que es el reino de Dios reino del Hombre!

Danos vida, Jesús, que es llamarada

que calienta y alumbra y que al pábulo

en vasija encerrado se sujeta;

vida que es llama, que en el tiempo vive

y en ondas, como el río, se sucede.

Avanzamos, Señor, menesterosos,

las almas en guiñapos harapientos,

cual bálago en las eras remolino

cuando sopla sobre él la ventolera,

apiñados por tromba tempestuosa

de arrecidas negruras; ¡haz que brille

tu blancura, jalbegue de la bóveda

de la infinita casa de tu Padre

-hogar de eternidad-, sobre el sendero

de nuestra marcha y esperanza sólida

sobre nosotros mientras haya Dios!

De pie y con los brazos bien abiertos

y extendida la diestra a no secarse,

haznos cruzar la vida pedregosa

-repecho de Calvario- sostenidos

del deber por los clavos, y muramos

de pie, cual Tú, y abiertos bien de brazos,

y como Tú, subamos a la gloria

de pie, para que Dios de pie nos hable

y con los brazos extendidos. ¡Dame,

Señor, que cuando al fin vaya perdido

a salir de esta noche tenebrosa

en que soñando el corazón se acorcha,

me entre en el claro día que no acaba,

fijos mis ojos de tu blanco cuerpo,

Hijo del Hombre, Humanidad completa,

en la increada luz que nunca muere;

mis ojos fijos en tus ojos, Cristo,

mi mirada anegada en Ti, Señor!”.

Fotografía: Pintura, El Cristo, de Diego de Velázquez.

 

Cabras y bosque: salvar la ecología de la algarroba en el norte del Perú

La crianza de cabras mejoradas para la sostenibilidad del bosque seco de la ecología de la algarroba. Proyecto emprendedor, con tecnología limpia y con alta rentabilidad del Fundo María Angélica, Jayanca, Lambayeque.

El programa completo que pasaron en PLUS TV/ CANAL 6, en Desde el Jardín, la semana pasada. Con Suzan Boza de Piqueras, Jorge Piqueras y el chef Pedro Miguel Schiaffino, como conductor. !Magnífico programa, no se lo pierdan!.