Archivo por meses: septiembre 2013

El papa Francisco cambiara la descristianización de América Latina

Los datos hablan, la descristianización de la juventud es sorprendente en América Latina, producto de la rígidez formal y el temor a la disolución conservadora desde hace muchos años, contra el Concilio Vaticano II. Solo el papa Francisco puede revertir esta tendencia, él es bastante lúcido y su mensaje tan humano y tan cercano a la gente rendirá frutos, su gran espiritualidad y su gran realismo lo hacen fuerte. Nuevos tiempos, sopla el espíritu.

http://www.larepublica.pe/columnistas/aproximaciones/una-iglesia-disminuida-29-09-2013

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Francisco: tiempos nuevos, sopla el espíritu

A pesar de vivir en esta Tierra de nuestros dolores y alegrías, el papa Francisco, nos da esperanza, ánimo, regocijo

Francisco es de una gran humanidad, paradojal combinación entre un gran espiritual y un gran político en el sentido más alto de la palabra. Me trae a la memoria a Ignacio de Loyola: “Amigo de Dios, amigo del pobre”, “Actúa como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios”. Llamarse Francisco lo viste bien de la sencillez maravillosa de Francisco de Asís.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/19/actualidad/1379603194_165072.html

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El papa Francisco con los indignados

Hoy quiero hacer memoria de los indignados y del amor preferencial de Dios por ellos, los jóvenes y los pobres. Más allá de su visita a Brasil, el papa Francisco se hace presente en medio de ellos, con palabras llenas de vida, libertad y ternura: “Habría querido llamar a cada puerta, decir buenos días, pedir un vaso de agua fresca, tomar un cafezinho, ¡no un poco de cachaza [aguardiente de caña]!, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos. ¡Pero Brasil es tan grande! Así que elegí venir aquí…”. Al corazón de la pobreza y la violencia.”

El mensaje del evangelio social de este discípulo de Jesucristo es la compasión y la solidaridad a la vez  “No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor, sino un hermano”. Compasión y solidaridad como praxis, como palabra y acción que se refuerzan una a la otra.  

 

“El papa Francisco llegó por fin a la periferia. Después de repetir una y otra vez desde hace cuatro meses que la Iglesia debe abandonar el centro —los cómodos palacios del ensimismamiento— y buscar los arrabales del mundo, allá donde falta el pan y la justicia, Jorge Mario Bergoglio llegó a una favela de Río de Janeiro, se mezcló con su gente y lanzó un mensaje muy nítido: “Ningún esfuerzo de pacificación será duradero para una sociedad que ignora, margina y abandona en la periferia a una parte de sí misma. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza”.

Después de recorrer Varginha, una barriada de unas 2.000 personas en el corazón de la favela de Manguinhos, el Papa dirigió un mensaje a los jóvenes, verdaderos protagonistas de las últimas protestas en Brasil, para pedirles que no se abandonen al desánimo: “Ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. No se habitúen al mal, sino a vencerlo”.

Desde que emprendió el viaje a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), las principales intervenciones de Bergoglio —las palabras a los periodistas en el vuelo papal, la homilía en el santuario de Aparecida, su mensaje ante los drogodependientes del hospital de San Francisco de Asís y su discurso en la favela— han estado caracterizadas por un marcado contenido social. Sus intervenciones no pretenden circunscribirse a la comunidad cristiana, sino ir mucho más allá. El Papa argentino utiliza con habilidad el altavoz de su popularidad para tratar de influir, de cambiar las cosas. Una y otra vez, Bergoglio presenta a la Iglesia como acompañante de los buenos propósitos, nunca como único y excluyente camino. Ante los muchachos golpeados por las drogas o los desheredados de las favelas, utiliza la misma fórmula: “La Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto”.

El Papa de la sonrisa y el utilitario no presenta jamás a Jesús como el Todopoderoso que todo lo ve, dispuesto a condenar al infierno a quien se pase de la raya, sino como un Cristo que dudó y sufrió en la cruz, dispuesto siempre a echar una mano. Tal vez pertenezcan a la misma empresa y vendan el mismo producto, pero el cardenal español Rouco Varela —por poner solo un ejemplo— y el obispo argentino de Roma utilizan aromas muy distintos. De las bolas de alcanfor al agua fresca. De la resignación cristiana a la santa indignación.

En su discurso en la favela, Jorge Mario Bergoglio dijo: “Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo. Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor, sino un hermano”.

Al llegar a la favela de Varginha, el papa Francisco tardó dos frases en meterse a la gente en el bolsillo. Dijo que, ya desde el principio, al programar el viaje a Brasil, su deseo era visitar los barrios: “Habría querido llamar a cada puerta, decir buenos días, pedir un vaso de agua fresca, tomar un cafezinho, ¡no un poco de cachaza [aguardiente de caña]!, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos. ¡Pero Brasil es tan grande! Así que elegí venir aquí…”. Al corazón de la pobreza y la violencia. Hasta hace siete meses, el control de la favela de Manguinhos lo ejercían los narcos locales, a tiro limpio contra la policía y los sicarios vecinos. Ahora existe una paz precaria, artificial, impuesta a culatazos.

De las 500 favelas de Río, solo unas 20 han sido pacificadas. Son la excepción. La realidad es más dura. El 6% de los brasileños —unos 11 millones de personas— sigue viviendo en favelas donde los servicios más básicos son artículos de lujo. La visita cordial del papa Francisco los sacó de la invisibilidad por unas horas. Amara Oliveira, de 82 años, incluso se hizo la manicura. Su casa fue una de las preseleccionadas para recibir al Papa. En los días anteriores a la visita contó que toda su vida trabajó de taquillera en un cine, pero que ni siquiera le alcanzó para ver una película. Es el destino de una estirpe que tiene prohibido hasta soñar.”.

 http://internacional.elpais.com/internacional/2013/07/25/actualidad/1374778417_539775.html 

El País Internacional, Pablo Ordaz, Río de Janeiro, 25 JUL 2013.

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La libertad para amar de los indignados

La libertad, por una parte, debe ser auténtica a la raíz, si está guiada por el inconformismo, por la rebelión, de otra, debe estar al servicio del Rostro del prójimo −no por ideologías ni partidos, no por iglesias ni dogmas− En síntesis es una libertad para amar de los indignados.

La tranquilidad y la paz son un asunto diferente, es balance, es algo que se necesita como la alimentación sana, como el sueño que descansa profundamente, como la agresividad regulada con sabiduría por la defensa de tu dignidad, como la sexualidad humana maravillosa. Es balance en el sentido de la búsqueda de un equilibrio más profundo.

La felicidad, un instante en el aquí y el ahora, lo que podemos aspirar en el reino de la tierra −la muerte es lo desconocido−, es lograr espiritualidad y balance a la vez, sino somos acogidos caemos en la tentación de creernos dioses o diosas mortales, necesitamos de los amigos y amigas de a verdad para que nuestro estilo y proyecto de vida estén cargados de alma, de espiritualidad y de balance, en la soledad y en la comunión.

 

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El papa Francisco: la grandeza de su lucha por la paz en Siria

Nunca me he sentido tan identificado con un papa, desde el papa Juan XXIII, como con el papa Francisco. Su grandeza espiritual y su realismo político en la lucha por la paz, los comparto plenamente. La verdad es que “el Papa libra una ofensiva diplomática para evitar la intervención militar” en Siria. “Francisco envió una carta al G20, mientras el Vaticano convocaba a 71 embajadores”.

El presidente de USA Barack Obama busca intervenir militarmente Siria, contra Rusia y China, aislado en el G 20, actuando ilegalmente contra la ONU, la democracia y los derechos humanos, sin buscar una solución política negociada con el gobierno y la oposición Siria. La locura de la soberbia armada, de un presidente por el cual hubiera votado si hubiera sido ciudadano USA

Luchemos junto al gran papa Francisco por la paz en Siria y en el mundo.

 

“Al  mismo tiempo que el papa Francisco enviaba una carta a Vladímir Putin y a los líderes del G20 reunidos en San Petersburgo pidiéndoles que eviten “soluciones militares” al conflicto de Siria, el secretario vaticano de Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti, reunía a los embajadores de 71 países acreditados ante la Santa Sede —la práctica totalidad de la representación diplomática— para que trasladen a sus respectivos Gobiernos la necesidad del cese inmediato de la violencia. Jorge Mario Bergoglio no parece dispuesto a contentarse con las previsibles llamadas a la paz —ya sean desde la plaza de San Pedro o desde las redes sociales— ni con la jornada de oración y ayuno a la que, el próximo sábado, ha invitado a los fieles de otras religiones e incluso a los ateos. El papa argentino pretende que la vieja y siempre bien engrasada diplomacia vaticana presione con fuerza a favor de la paz.

Un ejemplo muy gráfico se está produciendo en Estados Unidos. Los obispos estadounidenses —auténticos baluartes del papa Francisco— se acaban de dirigir a los católicos para pedirles que presionen a sus representantes en el Congreso para que, ya sean republicanos o demócratas, voten en contra de la intervención militar. Los términos del llamamiento de los obispos estadounidenses son prácticamente idénticos —en claridad y contundencia— a las palabras usadas por Bergoglio a la hora de dirigirse a Putin. “A los líderes de los Estados miembros del G20”, escribe el Papa, “les pido que no queden indiferentes ante el drama que vive desde hace tiempo la querida población siria (…). Desgraciadamente, duele constatar que demasiados intereses han prevalecido desde que comenzó el conflicto en Siria, impidiendo encontrar una solución que evitase la inútil masacre a la que estamos asistiendo”. Bergoglio urge a los políticos más poderosos del mundo a “encontrar las vías para superar los diferentes enfrentamientos y abandonen cualquier pretensión de una solución militar”.

En la reunión con los embajadores de 71 países acreditados ante la Santa Sede, monseñor Dominique Mamberti fue incluso más allá. El ministro vaticano de Exteriores no solo advirtió de que la crisis de Siria “corre el peligro de tener consecuencias imprevisibles en otras partes del mundo”, sino que alertó ante la proliferación de “grupos extremistas” y pidió tanto a la población como a los grupos de oposición que tomen distancia de ellos y no validen el terrorismo. Mamberti dijo a los embajadores que tras el ataque con armas químicas perpetrado el pasado 21 de agosto por el régimen de Bachar El Asad “no pueden permanecer callados” y explicó que la Santa Sede espera que los responsables rindan cuentas ante la justicia.

La condena firme del Papa a los métodos de Bachar el Asad —“con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas”, escribió en su cuenta de Twitter— no es óbice para que, con idéntico ímpetu, haya movilizado al Vaticano a favor de la paz. Consciente del interés que su elección como Papa y sus primeras medidas al frente de la Iglesia están suscitando, Jorge Mario Bergoglio parece dispuesto a enviar un mensaje inequívoco a favor de la paz. Ha enviado una invitación a judíos, musulmanes y ateos a que se unen a la jornada de ayuno y oración contra la guerra de Siria que tendrá lugar en la plaza de San Pedro de Roma desde las siete de la tarde del sábado hasta la medianoche.”.

Pablo Ordaz, Roma: 5 SEP 2013. El País Internacional.  

 

 

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