Archivo por meses: marzo 2012

La pobreza es la forma más mortal de la violencia

La pobreza es la forma más mortal de la violencia.
Mahatma Gandhi.
Los datos hablan: la pobreza es la forma más mortal de violencia, causa alrededor de 18 millones de muertos al año en el mundo, mientras que todos los conflictos armados causan aproximadamente 100 mil muertos al año. Asimismo, la pobreza ocasiona más muertos que el crimen violento en el planeta. En el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, la criminalidad causa 10 homicidios por cada 100,000 habitantes por año y la mortalidad origina 286 muertes de afrodescendientes por cada 100,000 habitantes por año. Las mediciones estadísticas más serias revelan que la pobreza victima más seres humanos que las guerras mundiales, regionales y civiles, y que los campos de concentración y exterminio del Siglo XX. Manuel Piqueras, Solidaridad frente a Homicidio.

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A veces los sueños se desensueñan y se encarnan

Pedro Salinas (1891-1935), gran poeta español de la generación del 27 del siglo pasado, poetiza el amor y el desamor desde los sueños que, a veces se desensueñan y encarnan. La realidad de la aventura humana del amor y su transfiguración poética se fusionan: sólo un sueño es verdadero cuando es amor, sólo el amor se manifiesta en un sueño creativo. El ser humano es en última instancia un animal amoroso, un corazón pensante, allí reside el centro de su tragedia y su esperanza.

“Torpemente el amor busca.
Vive en mí como una oscura
fuerza extrañada. No tiene
ojos que le satisfagan
su ansia de ver. Los espera.
Tantea a un lado y a otro:
se tropieza con el cielo,
con un papel, o con nada.
Ni aire ni tierra ni agua
le sirven para salir
desde su mina a la vida,
porque él ni vuela ni anda.
Sólo quiere, quiere, quiere,
y querer no es caminar,
ni volar, con pies, con alas
de otros seres. El amor
sólo va hacia su destino
con las alas y los pies
que de su entraña le nazcan
cada día, que jamás
tocaron la tierra, el aire,
y que no se usaron nunca
en más vuelos ni jornadas
que los de su oficio virgen.
Y así mientras no le salgan,
fuerzas de pluma en los hombros,
nuevas plantas,
está como masa oscura,
en el fondo de su mar,
esperando que le lleguen
formas de vida a su ansia.
Se acerca el mundo y le ofrece
salidas, salidas vagas:
una rosa, no le sirve.
El amor no es una rosa.
Un día azul; el amor
no es tampoco una mañana.
Le brinda sombras, espectros,
que no se pueden asir,
llenos de incorpóreas gracias;
pero un querer, aunque venga
de las sombras,
es siempre lo que se abraza.
Y por fin le trae un sueño,
un sueño tan parecido
que se siente todo trémulo
de inminencia, al borde ya
de la forma que esperaba.
Que esperaba y que no es:
porque un sueño sólo es sueño
verdadero
cuando en materia mortal
se desensueña y se encarna.
Y allá se vuelve el amor
a su entraña,
a trabajar sin cesar
con la fe de que de él salga
su mismo salir, la ansiada
forma de vivirse, esa
que no se puede encontrar
sino a fuerza
de esperar desesperado:
a fuerza de tanto amarla”.

Pedro Salinas
(de Razón De Amor – 1936)”.

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El silencio, por Jorge Luis Borges

La belleza y la hondura de este poema de Jorge Luis Borges, es el silencio como experiencia, como paradoja que nos recupera para el amor, que nos dirá todo: “Sentirás el latido enamorado/ Con que tu corazón recuperado/ Te irá diciendo todo, todo, todo.”.

El silencio

No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar quédate mudo
Que un silencio sin fin sea tu escudo
Y al miso tiempo tu perfecta espada.

No llames si la puerta esta cerrada
No llores si el dolor es más agudo
No cantes si el camino es menos rudo
No interrogues sino con la mirada.

Y en la calma profunda y transparente
Que poco a poco y silenciosamente
Inundarás tu pecho transparente.

Sentirás el latido enamorado
Con que tu corazón recuperado
Te irá diciendo todo, todo, todo.
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De ‘otras Indias mejores’ a ‘otras Américas mejores’

“Embarcarse para estas y otras Indias mejores”, San Juan de la Cruz. Correspondencia.

Por Manuel Piqueras

Tiempo de memoria en tiempo de crisis, volver a las fuentes, desde estas Páginas Libres, queremos hacer la remembranza de dos grandes creadores de la cultura peruana, Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937) y Gustavo Gutiérrez Merino (1928). Tengo conciencia de que son dos fuentes de inspiración de mi vida y mis escritos, de mi imaginario intelectual y vital, pero manteniendo el  maravilloso  discernimiento y elección del hombre libre: releyéndolos y respetándolos en el misterio impenetrable de sus creaciones.

 

“Estamos, en estos días, asistiendo a la exposición retrospectiva de la obra del artista español Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937), en el Museo de Arte de Lima. En pocas semanas se entregará el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades al teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino (1928). ¿Qué une a estas dos originales personalidades de nuestra creación cultural? Piqueras Cotolí y Gutiérrez Merino, cada uno en su propio lenguaje, en dos momentos críticos y lúcidos de la historia de las Américas, logran articular, con fortaleza y delicadeza, todas las sangres fragmentadas y enfrentadas en estas tierras de tragedia y esperanza. Sus obras iluminan como un haz de luz, el laberinto de nuestra identidad: ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?

Manuel Piqueras, escultor y arquitecto español, en su búsqueda de un lenguaje plástico -arquitectónico y escultórico- que congregara universos complejos, diversos y polarizados -los horizontes tempranos, intermedios y tardíos del mundo andino, y las tradiciones del mundo hispánico-, trazó un camino original en la creación de una obra artística, de una visión estética, y de un principio de humanidad andino y universal. El Pabellón del Perú, su obra cumbre, que ganó la medalla de oro para nuestra patria en la Feria Iberoamericana de Sevilla (1927-1930), es la plasmación de lo que Piqueras nombró como estilo “neoperuano”, un collage andino e hispánico llevado hasta sus últimas consecuencias: “Manuel Piqueras Cotolí fue, sobre todo, el forjador de un estilo arquitectónico que reivindicaba nuestro lugar en el mundo. La mixtura entre lo hispano y lo precolombino, entre lo moderno y la raíz de nuestra identidad”.

Su exploración artística está ubicada en una gran corriente del pensamiento de sentido y del gran arte de los siglos XIX y XX en Europa y América, que se ha ido planteando crecientemente como una ruptura con una visión europea -u occidental- encerrada en sí misma, y se ha ido embarcando en una apertura ascendente a la diversidad cultural dentro de la universalidad humana. Gustavo Gutiérrez -fraile, sacerdote y teólogo peruano-, a lo largo de su vida y su obra, va abriéndose paso no sólo en la maduración de un gran pensamiento teológico, sino en la ascensión hacia un bello lenguaje poético cargado de fuerza y ternura. Sus obras maestras, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, una reflexión sobre el libro de Job (1986) y En busca de los pobres de Jesucristo, el pensamiento de Bartolomé de las Casas (1992), constituyen una contribución fundamental a la creación cultural, histórica y actual de una utopía andina y universal.

Gutiérrez va haciendo camino desde su hablar de Dios, desde el sufrimiento del inocente. En esa huella humilde va hilvanando una utopía que conduce desde “otras Indias mejores” en el siglo XVI hasta “otras Américas mejores” en el siglo XXI. Entre estas dos centurias se producirán dos cambios de época que han conmovido los cimientos de la humanidad hacia horizontes ilimitados. En nombre del Dios de Jesucristo, del valor de la vida y la libertad humana, y desde el punto de visión de los pobres, Gustavo Gutiérrez es, junto con su antecesor Bartolomé de Las Casas, la conciencia lúcida de la continuidad y discontinuidad de la destrucción y la restitución de los indígenas en el siglo XVI, y de la opresión y liberación de los pobres en el siglo XX largo.”.

 

La Republica.pe
28 de septiembre de 2003

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