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Presentacion de Iluminaciones en el desierto, de Manuel Piqueras. Feria del Libro de Murcia, España

Presentación del libro “Iluminaciones en el desierto”. Feria del Libro de Murcia. Conversatorio entre Manuel Piqueras, Mónica Pelluz, Asensio Piqueras y Mariví Mujica.

Museo Arqueológico de Murcia, España, 5 de octubre de 2019.

 

 

Manuel Piqueras: escritor por amor a la lengua de la Mancha. Diario La Opinión de Murcia, España

Bella entrevista literaria realizada por Mónica Pelluz, lingüista, correctora y periodista. 

 

El autor peruano es uno de los invitados más destacados de la Feria del Libro de Murcia 2019, que le ha invitado a la ciudad para presentar, esta mañana en el Museo Arqueológico, Iluminaciones en el desierto.

El escritor peruano Manuel Piqueras llega hoy a Murcia para presentar, invitado por la Feria del Libro, su última referencia, Iluminaciones en el desierto, un recorrido por sus anteriores obras. En él habla de sueños, libertad, amor y esperanza, y evidencia un bagaje cultural inconmensurable: cine, música, pintura, poesía, prosa y filosofía. Y es que al autor –que estará a partir de las once de la mañana en el Museo Arqueológico– le apasiona aprender; no en vano, sus palabras nacen desde esa «inocencia con experiencia» de la que hablaba Hannah Arendt.”

En el preámbulo de Iluminaciones en el desierto, Marco Martos no sabe cómo definir sus escritos: poesía, prosa, textos académicos… ¿Usted podría calificarlos?

Es la idea de una cierta libertad frente a los géneros literarios. Me muevo entre géneros distintos por libertad. He sido muy rebelde, en el sentido de Albert Camus.

En este libro hay una versión del cuento de El patito feo. Dice de él que es un patito no querido, que «llevaba una espina en el alma que lo hacía agresivo y violento», pero que encontró quien le enseñó a no atacar. ¿Es su reflejo?

Es la historia de mi vida desde la niñez a la adolescencia. Creo que he tenido una vida un poco dura, pero siempre he sido acogido en el amor, en la enseñanza. En el cuento hay dos maestros, uno era cinturón negro de judo y, el otro, el mejor boxeador de Perú; ellos me inculcaron a aprender a defenderte, no a atacar. Con diecisiete años, marca mucho…

Encontramos textos en los que habla de ética, de valores de comunidades, del amor a los otros y del «morir por el otro». Usted fue fundador de Aprodeh, una organización en favor de los derechos humanos en Perú.

Sí. Creo en unos derechos y libertades. Tengo tres sensibilidades altas: la del niño, la de la mujer y la de los que están desvalidos, a los que nadie les da la mano. Yo los defiendo. Sobre todo, hubo una época, al ser diputado, en la que me dediqué mucho a ayudar a la gente mediante métodos no violentos. Insisto: defenderte, pero no atacar.

Vivió una etapa dura para Perú, con el dictador Fujimori.

Fue una época negra. Tengo una espiritualidad un poco sui generis. Marco Martos me asocia con César Vallejo, con el poema Quiero hablar de la esperanza, que es, en realidad, sobre el sufrimiento. Yo soy muy feliz a pesar de los golpes; no soy amargado, soy alegre.

El libro tiene un componente religioso.

Diría que soy un creyente no religioso. Tengo muy buenos amigos en la iglesia católica, pero me quita libertad el amarrarme a ideologías, a partidos, a religiones. No es un acto soberbio; es una cuestión de alma.

Parece que cuando habla de Dios se refiere a un «Dios amor».

Estoy en un diálogo con el budismo. Es un viejo tema que me toca desde que comencé a leer a Gandhi a los quince años. ¿Él afirmaba que era judío, cristiano, musulmán, hinduista, budista? Tengo la impresión de que este ‘Dios amor’ es de todos, nadie puede hacerse propietario de él. Hay una fuerza de ‘infancia espiritual’. El niño está por todos lados en mi libro. Teológicamente, es exacto; la inversión mesiánica de Jesús de Nazaret es la de los niños: «Yo te bendigo, Padre, porque no revelaste esto a sabios y 0prudentes, sino a los niños», decía Mateo.

La filosofía también es un elemento constante en su narración. Cita mucho a Hannah Arendt.

Sí, Hannah Arendt es un canon en la filosofía contemporánea, y es una pensadora poética. Hay un vacío en no conectar la filosofía con la literatura, pero hay grandes pensadores poéticos, incluso terribles pensadores poéticos, como Heidegger: Ser y tiempo es una belleza de libro; es un nazi, sí, pero es una belleza de libro. Por ejemplo, volviendo al tema de los niños, Hannah Arendt decía de Walter Benjamin que era inocente consciente, inocencia con experiencia, que es tener el alma de niño.

Pero ¿es posible mantener la inocencia una vez adquieres experiencia y contemplas la vida?

Es a lo que apuesta Arendt. Aunque el tema es más antiguo; hace una inversión a la Ética a Nicómaco de Aristóteles, que es en buena parte un tratado de la amistad; pero amistad entre amos, ahí no hay inocencia…: los esclavos y las mujeres no son ciudadanos. En Hannah Arendt hay un antecedente clave: su tesis doctoral estudia el concepto del amor según San Agustín. Conoce el hebreo notablemente bien y tenía una base teológica: sabía que la inversión mesiánica central de eso que llama «religión del amor» eran todas las otras inversiones mesiánicas. Toda gira en torno a la infancia espiritual.

Camus es un pensador que ha mencionado ya y un autor recurrente en el libro. Le pregunto lo mismo que se preguntaba él: «La vida, ¿vale la pena de ser vivida?».

Es una frase que retoma Camus: en el hombre hay más razones de admiración que de desprecio, la vida vale la pena de ser vivida; la respuesta está en El hombre rebelde. Por supuesto que la vida vale la pena. «Estamos condenados poéticamente a amar la vida porque la vida es bella», decía Roberto Benigni en La vida es bella; es una frase notable y real.

Hablando de belleza, la obra está formada por cuatro libros. El primero que escribió se llamaba La belleza nos hace libres. ¿Realmente lo cree así?

Probablemente esa especie de sentido de libertad y rebeldía, de no venderme, tiene mucho que ver con la belleza, que me relaja. La belleza es una cosa muy personal. Ha habido monstruos políticos que han escrito páginas inolvidables, llenas de belleza. ¿Qué tiene que ver la creación artística con la política? No veo qué correlación hay. Me molesta ese pensamiento rígido que no hace mediaciones. El bueno y el malo son categorías que están fuera en la creación. Lo que sí importa es ser auténtico, hablar con el alma. Soy universalista, no quiero excluir a nadie; voy a una tolerancia radical, no extremista, sino a la raíz, y personalmente soy moderado, a la mitad del camino. Sin humildad no vas a ningún lado.

Fotografía: María Angélica, mi madre, la fuente de mi lengua materna, el español, ternura poética…

Manuel Piqueras: escritor entre el Perú y España. Entrevista del diario La Verdad de Murcia.

El escritor peruano Manuel Piqueras presenta en la Feria del Libro ‘Iluminaciones en el desierto’, que recoge escritos de 20 años

Diario La Verdad. Entrevista: Manuel Madrid. Jueves, 3 octubre 2019.

‘Iluminaciones en el desierto’ es el libro que trae a España estos días al escritor peruano Manuel Piqueras, que reúne escritos desde 1999 a 2019, con un preámbulo de Marco Martos, presidente de la Academia Peruana de la Lengua y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. «Inquietud y sosiego» es lo que, según Martos, trae a la mesa de lectura Piqueras, bisnieto de un comandante valenciano del Ejército español que cayó muerto en la guerra de Cuba y nieto del arquitecto, escultor y urbanista peruano Manuel Piqueras Cotolí, que se formó en la Escuela de Huérfanos María Cristina de Toledo. «Mi bisabuela murió al poco tiempo de pena, y no te explicas por qué, pero mi abuelo hizo una resiliencia ante la pérdida del padre y en Perú tiene una vigencia enorme. En España tendré muchos parientes».

Piqueras ya vino a la primera edición de la Feria del Libro de Murcia, en 2018, acontecimiento que recuerda con gratitud – «encontré a muy buenos escritores, calidad humana, sencillez, valores para mí muy importantes, y especialmente a Asensio Piqueras, especialísimo amigo, una cosa maravillosa»-. El peruano, entrado en los 70, cuenta a ‘La Verdad’ que pasó en Perú por un largo periodo en que intentó parar la violencia: «Muy jovencito, antes de los 40 años, fui elegido parlamentario, y ayudé a un compañero mío en todo ese tema de la matanza en los penales del Perú, en junio de 1986. Era Alan García, que ahora se ha suicidado. Y años después asumí la investigación de un grupo paramilitar de ese gobierno, pero en nombre de la paz y de la no violencia. Tengo una habilidad, pero la política no es algo que me muera por ello, siempre he estado en choque con el poder, pero la lucha me internacionalizó. Un hombre que me ayudó mucho fue Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, Nobel de la Paz 2002, un tipo maravilloso, y muy amigo de mi padre. Pero yo llegué a él a través del cardenal Pablo Evaristo Arns, brasileño. Si no se internacionalizaba la lucha nos mataban a los parlamentarios. Y Carter me recibía cada vez que tenía un libro». Carter ensalza en un breve comentario en el libro «la oportuna contribución» de Manuel Piqueras «a los esfuerzos globales para lograr la paz y promover el respeto por los derechos humanos. Hacen falta muchos como él».

Piqueras ha armado numerosos proyectos en Perú para que los niños pudieran salir de la violencia organizada por las altas esferas del poder. «En esta andadura entre la violencia y la lucha por una paz auténtica, tuve la mayor iluminación de mi existencia mortal. Su impacto en los ríos subterráneos de mi alma fue tan profundo que algo, «alguien», me condujo de la mano, por los caminos del pensamiento poético y la lírica, desde el dolor más atribulado al misterio del amor y la resurrección». Esa andadura, según el autor limeño, se inicia con ‘La Edad de la utopía’ (2001), que gira años después en ‘Libro de Emmanuel’ (2017) y culmina en ‘El ángel doliente. Dolor y amor’ (2018).

Piqueras, que se autodefine como «un universalista», dice que estando en la Feria del Libro de Murcia adquirió conciencia de escritor. «Antes escribía a tientas», afirma. «He trabajado durísimo, pero logré lo que Marco Martos llama una percepción formal del español. Mi enamoramiento por el español es total». «La creación es gracia, la soberbia es laberinto humano», señala en esta obra, plagada de referencias a pensadores y autores europeos, desde Kierkegaard a Walter Benjamin, Albert Camus y Erik Erikson, «pensadores poéticos en tiempos de oscuridad y de luz». Afirma que «la belleza y la espiritualidad me salvaron, y Amadeus Mozart, alguien importantísimo en mi obra, se transfigura en un Amadeus andino y universal, Cristo azotado de América, el réquiem de los pobres». «Soy un hispanoamericano, y cuando me preguntan qué es el desierto, no solo hablo de los Andes sino del Mediterráneo». A Hannah Arendt no sé la quita de la boca para afirmar, a modo de glosa, que «moverme entre los géneros literarios fue un acto de libertad», y lo que emana de este libro es «poesía sabia de alguien que ha vivido con intensidad».

Manuel Madrid. Murcia, España, 1979. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Jefe de Área de Culturas de ‘La Verdad’. Cada sábado publica la columna de opinión ‘La Vereda del Capitán’. Autor del libro de crónicas de viajes ‘Amarás América’.

Manuel Piqueras