‘Manuscrito encontrado en Malambito’

Alejandro Piqueras Sánchez-Concha, Arquitecto, intelectual, artista y escritor nos revela, cincuenta años después del hallazgo, este “Manuscrito encontrado en Malambito”, la gran casa de la familia Sánchez-Concha Aramburu en el centro histórico de Lima. La fuerza poética del texto es la significación de la ternura de las cosas importantes, aunque logrará subsistir con pan en el estómago, como la experiencia fundamental que ha marcado el itinerario del alma del autor anónimo. La belleza de la escritura de estos textos, logra romper la sintaxis para poder decir algo significante en las misteriosas relaciones entre el pensamiento y el lenguaje, que tocan lo más intimo de la intimidad.

“Soy extraño”

Memoria del hogar originario, donde pese a que “crecí a golpes bajos” era “un mundo donde la ternura era fácil”. Recuerdo del Día de la Madre: Zoila, la madre, se revela como el corazón de esa morada donde el golpe y la ternura formaron parte de la condición humana temprana del autor. Una morada cercana y extraña. […] “hay veces que creo ser un tipo extraño”.

“La ternura, con sólo pan en el estómago”

La remembranza de la partida del hogar natal: “Porque elegí buscar la humanidad en un mundo seco de sentido”, lleva al escritor a evocar esa morada: “Recuerdo que de niño pensaba en la ternura de las cosas importantes y lograba subsistir con pan en el estómago”. Está expresión final de añoranza de la ternura con sólo pan en el estómago, es de una fuerza poética muy grande.

Pensamiento y lenguaje por el médium de la escritura

No me atrevo a tematizar más estos bellos textos anónimos que llamamos: “Manuscrito encontrado en Malambito”, queremos señalar que para poder decir lo significante de un alma, como nos ilumina Albert Camus: “Lo que cuenta es lo que yo saque de todo ello. Y lo que quiero sacar es un cierto pensamiento humano, clarividente, limitado en el tiempo […] Todo el mundo puede tener ideas. Pero meterlas en una obra, mantener esa continua maestría del creador es lo que hace al escritor.” Albert Camus, Correspondencia.”.

“SOY EXTRAÑO

Cualquiera diría que soy un tipo extraño.

Y hasta es posible que tenga sus motivos.

Pero pienso en la pasividad escondida de mis veinticinco años, que usted sabe muy bien

las cosas que me pasan.

Las que saludan y se marchan.

Y las que por mérito a estarse frente a mí, me dicen que soy bueno.

No sé, hoy es el día de la madre y aunque parezca mentira no estoy solo de ella.

Tal vez porque la siento cerca.

Y hasta quizás porque me tomo atribuciones de creer por un rato que a la hora de comer

me siento frente a ella.

Lo dije antes, no lo sé.

Tal vez por mi claudicado sentido de patriota. O por un cuidadoso recuerdo de las

mejores cosas.

Porque crecí a golpes bajos. Y porque nunca dejaron de llamarme Alejandro.

Me dijeron la vida que querían y me atormentaron pidiéndome prestado.

Llegue a esta edad con una castigada espalda de cosas desformadas.

Gastado por el uso desmedido.

Sin saber decir que hay que usar a sus amigos.

Pero me descubro inofensivo y me arrepiento.

Acorralado por todo lo que pueda ver con los dos ojos que tengo.

Y estipulado a querer como me salga.

Con sonrisas de primera mano. O frases de amigos de segunda.

Hoy es el día de la madre y he pensado en usted.

Porque me crezco peleando un mundo donde la ternura sea fácil.

Capaz de ser usada sin títulos ni castas.

Capaz de atormentar la sombra de cualquiera.

O caminar del brazo de la vida esperando las mejores palabras que me salgan.

Hoy es un día especial.

Hoy es un día normal y sin embargo, hay veces que creo ser un tipo extraño.”.

“DÍAS QUE PASAN

Yo sé que hoy por hoy, es un día difícil.

Difícil de hilvanar criterios que sean diferentes a los otros.

Cuando sentimos la extraña pasividad de los días que restan.

Con la certeza de saber que será todo tal cual a como lo pensamos.

Que el sol saldrá temprano y que la gente morderá con furia su sonrisa.

Que se alimentarán los sueños más lejanos y que el presente quedará
dormido hasta más tarde.

Yo sé. Ya lo sabía.

Porque descubro en la memoria de las cosas cercanas, ya no me
quedan los días más tranquilos.

Porque elegí buscar la humanidad en un mundo seco de sentido.

Donde la palabra regresó cabizbaja al diccionario. Y los gestos más
simples se tornaron complejos.

Recuerdo que de niño pensaba en la ternura de las cosas importantes y
lograba subsistir casi feliz con pan el estómago.

Ahora es diferente.

Y hasta tal vez un niño de diez años se queda convencido que todo
forma parte de un sueño actualizado.

Como si lentamente la sala quedara sin lugares.

Como si el fuego terminara por consumir los más vagos panfletos.

Y prometieran al amor un digno sueldo.

Así todo se mezcla en medio de todas las cosas que nos pasan. Aunque
muchas nos quedan. Y dijeron que pasan. Que han venido a pasar y
seguir viaje.

Pero tal vez quedaron entretenidas en la sombra de nuestras pequeñas
cosas.

En el silencio largo que recorremos.

Y al tiempo nos pareció indiscreto y las llamamos a la mesa.

Les preguntamos un pedazo de historia.

Y atinamos a sonreír después de un comentario.

Sin recordar siquiera que nos separa la educación. El tiempo y la
paciencia.

La forma de mirar y la locura.

Sin pensar en más nada. Apenas que hoy por hoy sea un día difícil.

Difícil de hilvanar criterios que sean diferentes a los otros.

Cuando sentimos la extraña pasividad de los días que restan.

De los que es posible se hayan olvidado del camino de vuelta.

O hayan elegido buscar la humanidad en un mundo disperso.

Sabiendo que era factible se nos murieron lejos.

Días que me respondo no volvamos a verlos.

Al menos con la ternura que yo me imaginaba cuando lograba subsistir
casi feliz con pan en el estómago.

Cuando me situaba frente a las palabras hechas, y de mi soledad o no
me animaba a iniciar un diálogo con ellas.”.

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