Archivo por meses: diciembre 2012

Romance del Nacimiento, por San Juan de la Cruz

En la poesía de San Juan de la Cruz, el romance entre el amado y la amada transfigurado en la pareja humana, predomina sobre cualquier otro tema literario: “Abrazado de su esposa […] festejando el desposorio que entre tales dos había […]”. “Dios en el pesebre allí lloraba y gemía […]. Y el llanto del hombre en Dios, y en el hombre la alegría, lo cual del uno y del otro tan ajeno ser solía […]”. Este genio para la humanización de lo divino en toda su poesía, hace de este poema, bellísimo y único. Estamos acostumbrados a una poética dulzona sobre Navidad. San Juan de la Cruz rompe con estos poemas almibarados.

“Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,

abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,

entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,

festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,

que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:

el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.”.

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Gustavo Gutiérrez. Premio Nacional de Cultura.

Gustavo Gutiérrez —fraile, sacerdote y teólogo peruano— se mueve en la paradoja de la muerte de la teología por la supremacía de la práctica, la contemplación y el silencio. En contraindicación, anuncia la vida de la teología por la preeminencia del hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.

El signo distintivo de la personalidad de este hombre que bebe del pozo de la tragedia andina y universal es su maestría de la amistad que rompe todo límite. El significado de esta gracia se asocia a su espiritualidad marcada por el proyecto de amistad con Dios y de amistad con los pobres. El tiempo, como escucha de los seres humanos concretos que sufren despojo y asesinato, y de todas las personas únicas e irrepetibles que se duelen a secas. El Evangelio de Juan, que proclama el proyecto de amistad de Jesús, inspira esta centralidad de la amistad en la palabra y la acción de Gutiérrez. En esta alteridad se inscribe su apasionado gusto por la vida, la libertad y la belleza, y su notable sentido del humor, que marcan toda su existencia y su obra.

Lo que más le indigna a este testigo del Dios de Jesucristo es el cinismo de quienes fundan y conservan el sufrimiento humano, despojan y asesinan al pobre y al diferente, exterminan las culturas nativas y destruyen el hábitat natural en el fontano lugar de “las Indias”, “las Américas” y el mundo. El Evangelio de Mateo, en el que Jesús habla del discipulado como un camino acechado por los riesgos del fariseísmo y el cinismo -cuando va acercándose la hora de su muerte en cruz-, es una fuente esencial de la reflexión y la acción de Gutiérrez. No es Pedro negando a Jesús tres veces a causa de su poca fe el que lo indigna; no es Judas traicionando a Jesús, por razón de su ideología mesiánica y sectaria, el que lo indigna; es el cinismo de Herodes y Pilatos asesinando y despojando a los inocentes el que lo indigna, el que lo remueve hasta los conchos.

Recorrer la vida y la obra de este hombre con sus 84 años nos lleva al misterio de Dios y al misterio del mundo, en el cual el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y de Jesucristo se encarnó, sufrió muerte de cruz y resucitó. Este misterio del amor de Dios, que todo lo envuelve, se juega entre la cálida luz y la dura luz, es la sinrazón de la esperanza de Gutiérrez, aunque este principio de esperanza no llegue siquiera a tener la pequeñez de una gota de rocío o de una brizna de paja. El discípulo es, a la vez, en su mundo interno y externo, aquel que articula con firmeza y delicadeza todas las sangres fragmentadas y enfrentadas en estas tierras de tragedia y esperanza.

Manuel Piqueras. Gustavo Gutiérrez. Hablar de Dios desde las Indias y las Américas. Lima: 2004. http://blog.pucp.edu.pe/media/avatar/392.pdf Leer más »

San Juan de la Cruz y César Vallejo

Noche oscura, de San Juan de la Cruz, uno de los poemas más bellos de la literatura, nos conduce a una experiencia de contemplación del misterio del sufrimiento humano, de su naturaleza paradojal: “la noche oscura me guiaba más cierta que la luz del mediodía”.

“Voy a hablar de la esperanza”, remembranza y despertar, el excepcional poema en prosa de César Vallejo. Es sorprendente la trasposición poética de la realidad de este gran poeta universal, en que la esperanza se teje, con firmeza y delicadeza, desde el sufrimiento humano, limpio de calificativos, solo sustantivo.

Como en el poema de César Vallejo, Juan de la Cruz nos revela el gran arte poético que la humanidad ha creado, la mayor lucidez de que es capaz la especie humana en la Tierra y el universo. El pensador poético, tal como nos lo manifestó Walter Benjamin, permite mirar lejos, como un Amadeus de la lengua de La Mancha. Juan de la Cruz y César Vallejo, entre unas Indias y Américas mejores, son el principio y el fin.

Noche oscura y Voy a hablar de la esperanza, tejidos poéticos de San Juan de la Cruz y de César Vallejo, son un collage maravilloso de dos grandes clásicos. Intuyo que esta amalgama abre espacios maduros y originales en la poética hispanoamericana. Más allá de su publicación, los poemas tocan fibras íntimas del lector. Estos textos, desde mi juventud, estuvieron en mi imagen mental fragmentados; la articulación se produjo por inspiración en un punto crítico de mi existencia madura, como interrumpido por la idea de Henri Bergson sobre “[el] instinto esclarecido por la inteligencia”.

Manuel Piqueras, VII. Epílogo, en Las Paradojas de la soledad. Lima: 2012. Biblioteca virtual Amazon.

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