El uso siniestro de la fuerza de parte de los funcionarios de hacer cumplir la ley, especialmente de la fuerza letal es lo normal en la experiencia de violencia ilegal e ilegitima con que se enfrenta con mucha frecuencia los problemas de seguridad y orden público, sus causas y consecuencias, esto ha devenido en una mala práctica minada de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad de parte de las fuerzas de seguridad, salvo honrosas excepciones.

Esta experiencia acumulada en el tiempo y agravada por los medios científicos técnicos modernos de destrucción de la vida humana, ha llevado a establecer los Principios Básicos sobre el empleo de la fuerza y de armas de fuego por los funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley, adoptados por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990, dirigida a los funcionarios cuya competencia es la seguridad y el orden público, sean electos o designados, policías o militares. Estos Principios Básicos constituyen una concreción en continuidad estricta con el Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley adoptado por la Asamblea General de la ONU en Nueva York en su resolución 34/169, de 17 de diciembre de 1979.

Los Principios Básicos tienen como fundamento el respeto irrestricto a la vida del funcionario, de la población y de los delincuentes, adquiriendo la característica del derecho a la defensa personal y comunitaria, poniendo límites a las afectaciones al derecho a la vida y estableciendo penas a las contravenciones contra la ley penal por la brutalidad en el uso de la fuerza.

Recientemente estas normas de las Naciones Unidas se va extendiendo en las legislaciones nacionales de países de América Latina y el Caribe, especialmente de aquellos que han pasado o pasan por conflictos armados internos, problemas de alta delincuencia o conflictos sociales violentos.

Estamos ante una cuestión de la máxima importancia en materia de políticas públicas nacionales e internacionales de seguridad y convivencia. No hay posibilidad alguna de una democracia de ciudadanos y ciudadanas sin un control estricto de la fuerza letal que perpetran las fuerzas de seguridad.

Incluso en el gran arte del cine, en la trama de la automatización, se revela como un problema de muy alta sensibilidad, para poner un ejemplo entre varias muestras notables, es muy interesante seguir al cineasta inglés Ridley Scott, como director o productor de los filmes Gladiador (2000), El reino de los cielos (2005), American Ganster (2007), o en la serie policial para la televisión que produce con su hermano Tony, Numbers. Más recientemente, Denzel Washington, como director y actor principal, nos sorprende con su bello filme The Grate Debaters.

El ex ministro de Cultura de Francois Mitterrand, Jack Lang, visitó Venezuela recientemente y ahora le explica a los franceses la “democracia particular” bolivariana. Este artículo fue escrito por Teodoro Petkoff y publicado en la revista Tal Cual el Viernes 8 de febrero de 2008, referido a la visita de Monsieur Lang y a sus apreciaciones sobre la Venezuela de Chávez.

El artículo de Teodoro Petkoff es lúcido y relevante, muestra los hondos desgarramientos de la Venezuela de Chávez, tiene el carácter de un testimonio de un intelectual connotado de la izquierda democrática venezolana en la trama de una democradura particular.

Existen vínculos complejos y múltiples entre la marginación social y la violencia delictiva. El escenario de esta relación es la gran ciudad con sus espacios físicos, sociales y mentales: los cascos urbanos viejos y los tugurios, los conos de los suburbios y las barriadas, los barrios medios deteriorados que están poblados por precarios y marginales que padecen y ejercen violencia. Lejos de ahí, en pequeños enclaves de barrios acomodados y opulentos, florece la delincuencia de cuello blanco.

Si existe un nexo mediado (no mecánico ni simplista) entre violencia urbana y marginación social, la seguridad pública es entonces una lucha por la paz, la justicia, la inclusión de todos los habitantes de las sociedades urbanas. Violencia y marginación, paz y justicia, como el contenido concreto y práctico de la seguridad, constituyen la razón de fondo de este breve boceto que intenta articular datos, ideas y propuestas. Lo sorprendente es que está reflexión fue realizada en el año 1998, sin embargo, los datos revelan que nada de fondo ha cambiado en el año 2008, diez años despues.