Archivo por meses: diciembre 2009

El dolor: una rabia negra de poesía en el pecho

A Rocío Silva Santisteban, notable poetisa peruana, en su dolor, en su rabia negra de poesía en el pecho. Este poema de Pier Paolo Pasolini.

“Muerte

Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz, tanto
como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad, y ahora
casi con otra alegría
lívida, árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia, de oscura
hambre, de ansia casi de criatura nueva.”.

De “La religione del mio tempo” 1961
Versión de Delfina Muschietti

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Obama en Oslo: la retórica abyecta de la “guerra justa”

En memoria del sultan Saladino, con su inteligencia, sensibilidad y apertura, miró lejos en el Siglo XII.
La “guerra justa” sólo puede existir en la retórica más abyecta en la era nuclear, se supone que se trata de una guerra limpia. Todas las guerras son sucias y violadoras de los derechos humanos en el Siglo XX largo, acaban todas en genocidios, holocaustos, masacres y asesinatos, especialmente de la población civil que es el chivo expiatorio. Como señala con una lógica irrebatible, Jimmy Carter, Premio Nobel de la Paz 2002, en su discurso al recibir el premio, citando al Nobel de la Paz Ralph Bunch: “sugerir que la guerra puede prevenir la guerra es un juego de palabras abyecto. El mundo tiene pruebas de que la guerra sólo engendra más guerra”.

La violencia es nuestra epidemia más mortal, nuestro punto de visión sobre la violencia es que es una tragedia; una catástrofe mortal para las relaciones entre los seres humanos, en la intimidad y en la sociabilidad, en lo privado y en lo publico, en la sociedad y en el estado, entre las naciones y para toda la humanidad. Pero, en tanto es una relación social y personal -una ideología y una acción humanas-, puede ser prevenida.

Desde estas Páginas Libres, coincidimos con una de las reflexiones más profundas sobre toda violencia, moderna y posmoderna: “La violencia estructural es también la principal causa de la violencia conductiva, en una escala epidemiológica y socialmente significativa (desde el homicidio y el suicidio hasta la guerra y el genocidio). La pregunta sobre cuál de las dos formas de violencia -estructural o conductiva- es más importante, peligrosa o letal es debatible, porque ellas están inexorablemente relacionadas entre sí, como causa y efecto. (James Gilligan, Nueva York: 2000).”

El discurso reciente del presidente Obama en Oslo al recibir el Premio Nobel de la Paz, no convence ni teórica, ni prácticamente. En un sentido realista e historicista es una falsa conciencia de su entrampamiento en Agfanistán, donde sólo una jugada estratégica y táctica de último momento podría resultarle exitosa, pero no lo que ha llamado “guerra justa” en Oslo.

El problema de fondo -real y no discursivo-, es que la estrategia del choque de las civilizaciones de Samuel Huntington predomina sobre la estrategia de la pluralidad de los diferentes de Amartya Sen. El simplismo sobre la complejidad. El manual sobre la lucidez. Obama no está dispuesto a negociar con la pluralidad de los diferentes presentes en el pueblo afgano, todos los gatos son pardos, todos son talibanes o Al Qaeda, o socios sin legitimidad y corruptos que se prestan a colaborar por un plato de lentejas con el invasor. Pero su política militarista no habla de concertar voluntades con los que no caminan por la huella de los talibanes o de Al Qaeda, que son la mayoría del pueblo afgano.

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El patito feo: de Hans Christian Andersen a Boris Cyrulnik

El patito feo, es la obra maestra de Hans Christian Andersen, desde ese pensamiento poético se despliega su obra narrativa magistral, todos sus cuentos. El relato de El patito feo se puede revelar en esta expresión notable de su obra: “Se dirigió entonces hacia ellos, con la cabeza baja, para hacerles ver que estaba dispuesto a morir. Y entonces vio su reflejo en el agua: el patito feo se había transformado en un soberbio cisne blanco…”.

Tanto para Hans Christian Andersen, como para Boris Cyrulnik, El patito feo y Los patitos feos, respectivamente, son la memoria y el relato de historias personales singulares de sufrimiento, golpe y trauma en circunstancias culturales e históricas muy diferentes, por cierto. La clave es que ambos son capaces de transponer poéticamente la realidad del sufrimiento en la escritura, sin ese talento y trabajo la experiencia no hubiera tenido ninguna trascendencia, no podría ser leída, vista y oída.

En Los patitos feos, Boris Cyrulnik recoge el relato originario de Andersen, lo transfigura en un sueño y un proyecto: “nos ofrece en este libro una visión alternativa y optimista a las actuales teorías sobre el trauma infantil y sus efectos dañinos e irreparables. A través de ejemplos de personajes famosos y de pacientes de su propia práctica clínica, nos muestra la existencia de un mecanismo de autoprotección, la resiliencia, que se pone en marcha desde la infancia mediante el tejido de lazos afectivos y la expresión de emociones y que amortigua el choque de la experiencia traumática. Los patitos feos es un libro optimista que demuestra que ninguna herida es irreversible, que un niño herido no está condenado a convertirse en un adulto fracasado ya que no todo se juega antes de los tres años y no todo está decidido a los seis. En contra de la creencia general, un niño con una infancia infeliz no está determinado a ser un infeliz toda la vida, en contraposición, tiene un protencial de resiliencia, de metamorfosis en un niño feliz, productivo y creativo.

No es por azar que, Cyrulnik, haya sido la primera persona en Francia en interesarse por el fenómeno de la resiliencia. Con tan sólo seis años de edad consigue escapar de un campo de concentración, del que jamás regresó el resto de su familia, rusos judíos emigrantes, residentes en Francia cuando entraron las tropas de Hitler. Empieza entonces para el joven huérfano una etapa errante por centros y familias de acogida. A sus ocho años, la asistencia pública francesa lo instala en una finca agrícola donde está a punto de convertirse en un niño granjero analfabeto; se convierte, sin embargo, en un médico empeñado en entender sus propias ganas de vivir.

Neurólogo, psiquiatra y psicoanalista, Cyrulnik es uno de los fundadores de la etología humana. Trabaja como profesor de la Universidad de Var en Francia y es responsable de un grupo de investigación en etología clínica en el Hospital de Toulon.”

Hans Christian Andersen, “El patito feo”, en Cuentos Completos, Cátedra editorial. Madrid: 2005.

Boris Cyrulnyk, Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Gedisa editoral. Barcelona: 2006. Leer más »

Obama: atrapado en su estrategia imaginaria en Agfanistán

Un sabor amargo nos deja el discurso del presidente Barack Obama en West Point, en el fondo atrapado en su estrategia imaginaria en Agfanistán. La escalada militar en esa Tierra tiene objetivos como el de acabar con los talibanes y Al Qaeda, pero absurdamente unifica a todo el pueblo afgano contra el invasor, no hay una propuesta de concertación de voluntades con la pluralidad de posiciones de ese mundo, no separa el trigo de la paja.

La estrategia del choque de las civilizaciones de Samuel Huntington, se impone contra la estrategia de la pluralidad de los diferentes de Amartya Sen. Es el simplismo y la cháchara de Huntington frente a la complejidad y lúcidez de Sen ‒los gobernantes y su ceguera tienen mucha historia, desde los orígenes de la Edad Moderna, la preferencia por el simplismo y el manual de Maquiavelo frente a la complejidad e inteligencia de Montesquieu, salvo rarezas‒.

Como señala acertadamente don Lluís Bassets, director adjunto del diario El País de España, en su blog: “Hay momentos en que parece que nadie conduce nuestro mundo. En la era Bush era peor. Había conductor y una dirección clara: el abismo. Ahora hay buena voluntad e incluso buena gente, pero es dudoso que los medios de que se dispone sirvan para los objetivos que se buscan. El resultado es la indeterminación y el caos, corregidos de vez en cuando por alguna jugada suelta que resulta acertada. Si fuera el caso con Afganistán, Obama se aseguraría ocho años de presidencia y un lugar destacado en la historia del mundo. En caso contrario corre el riesgo de situarse entre Johnson y Carter, presidentes también demócratas a los que la seguridad nacional les ganó el pulso y les rompió la muñeca.”.

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