Archivo por meses: julio 2012

Las paradojas de la soledad, por Manuel Piqueras, en Amazon

“Las Paradojas de la Soledad, es una obra literaria escrita en las fronteras de géneros distintos. Con gran libertad creativa, se desplaza entre la lírica, la reflexión y la narrativa breve. Es el diario de un alma, escrito a lo largo de casi una década y decantado en un intenso período de meditación. Manuel Piqueras, recorre en pocas páginas el extenso territorio que va desde la infancia hasta la madurez, marcado por rupturas y continuidades en un mundo que integra lo hispano, lo andino y lo universal. Dos poemas de San Juan de la Cruz y César Vallejo, puestos como epílogo del libro, son a la vez resumen y fundamento de toda su exploración.”. Luis Delboy.

“The Paradoxes of Solitude, is a literary work written in the borders of different genres. With great creative freedom, moves between lyrical, reflection and short stories. It is the diary of a soul, written over nearly a decade and decanted into an intense period of meditation. Manuel Piqueras, runs in a few pages the vast region extending from infancy to maturity, marked by ruptures and continuities in a world that integrates Spanish, Andean and universal. Two poems of San Juan de la Cruz and Cesar Vallejo, placed as epilogue to the book, are both abstract and foundation of exploration.”. Luis Delboy.

Las paradojas de la soledad (Spanish Edition) Leer más »

Patria de mí pecho

Desde estas Páginas Libres, publicamos fragmentos de un bello poema cargado de sentido y lucidez, Noción de patria, de Mario Benedetti. Si patria es humanidad, como el mismo escritor titula otro de sus poemas ¿Por qué tanta inhumanidad en la existencia de una mayoría de compatriotas que son los olvidador de la patria? Siento la patría en mí pecho -esa notable pintura de Salvador Dalí-, pero siento la patria en mi pecho desde la memoria del sufrimiento “del más chiquito y del más olvidado” en esta Tierra de nuestros dolores y alegrías: “quizá mi única noción de patria sea este regreso al propio desconcierto”.
“Noción de patria, por Mario Benedetti

Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados
donde sin embargo mi mujer me entiende
y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres
y llamo a mis amigos de vereda a vereda
y puedo ver los árboles desde mi ventana
olvidados y torpes a las tres de la tarde
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.

Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obsena.

Confieso que otras veces me he escapado. […]

Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo
todo es estupendo
sólo allá lejos puede uno saberlo
y es una linda vacación
es un rapto de imágenes
es un alegre diccionario
es una fácil recorrida
es un alivio.

Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.

Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.

20120730-patria_de_mi_pecho-_por_salvador_dali.jpg

Leer más »

El canto universal del pequeño

“Yo te bendigo, Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños”. Mateo, 11: 25.

Los humanos vivimos un complejo, difícil y largo proceso entre el ver y el no ver, entre el amor al mundo y el mal radical. Ver significa romper con los condicionamientos de la esclavitud interior y de las coacciones externas que nos aprisionan en la miopía y en la ceguera. El ver indica el amor al mundo cuyo principio y fundamento es el valor de la vida y de la libertad, y cuyo portador es el pequeño. Resumo mi mirada al mundo humano crepuscular y matinal desde el pequeño, en quien el valor de la vida en el claroscuro simboliza la metáfora del hallazgo del sentido del siglo XX hacia el nuevo milenio.


Una actitud global

La inocencia constituye la actitud global de los pequeños. La condición de pequeño no se refiere sólo a los niños sino a cualquier ser humano abierto a la experiencia de la “infancia espiritual” o de la “inocencia con experiencia”, tanto en su estilo de vida como en su proyecto de vida y en el sentido último que otorga a su condición humana. El corcel negro y El jardín secreto, dos bellísimas películas de Carol Ballard y Agnieszka Holland producidas por Francis Ford Coppola, y el Imperio del Sol, de Steven Spielberg, nos aproximan a ese mundo.

Sólo un pequeño puede domar a la bestia

En la transposición poética de Ballard se establece un paralelismo con la leyenda antigua en la que un niño pequeño —quien en su adultez se llamó Alejandro El Magno— doma a Belcebú, un corcel salvaje, en un enorme arenal frente al mar. Muchos siglos después, un niño moderno, luego de un naufragio en el que muere su padre, subyuga a Negro (Black), un caballo árabe hasta entonces indomable. La belleza de la naturaleza —la playa, la arena y el mar, la luz solar y lunar, el hermoso sonido de la música— conforma el escenario de este amaestramiento de la bestia.

La narración artística de Ballard sobre los pequeños evoca, por oposición, la tragedia moderna que nos muestra Coppola en su obra cumbre, El padrino, o en Apocalipsis Now. A las bestias salvajes e indomables de la mafia siciliana y del horror de la guerra de Viet Nam les contrapongo al único sujeto humano capaz de amaestrarlas: el pequeño. El pequeño se nos muestra como portador de la vida de todos. Simbólicamente, el niño se manifiesta investido del poder de domar a la bestia moderna de la brutalidad, de la violencia y del asesinato, del afán de lucro sin fin y del poder sin límite.

El jardín secreto: el mundo de los pequeños

En El jardín secreto, la maestría de Holland nos coloca frente al misterio; trata este filme de la curación de un niño por una niña en el hábitat del jardín del Edén. Como señalaba Albert Camus, la condición necesaria para la creación es el secreto y es ésa precisamente la metáfora de Holland. El juego de los niños es el proceso de la creación que permite transitar de la enfermedad a la curación, de la tristeza a la alegría. Inocencia, celebración de la amistad, belleza poética y naturaleza van creando, en ese ámbito íntimo y escondido, la sinfonía del renacimiento de la vida.

Los adultos frecuentemente sembramos enfermedad, tristeza y muerte en los otros; los pequeños, en cambio, son portadores, a través de su inocencia, de la risa y el juego, de la curación y la alegría para todos nosotros. En contraste, siempre se muestra el reverso de la historia desde los pequeños. Al final, todos, niños y adultos, convergen hacia la nueva natalidad, la curación y la alegría.

La gesta del pequeño

El imperio del Sol, bellísima película de Steven Spielberg, narra la historia de un niño inglés creativo y alegre, que vivía con sus padres en una mansión ubicada en el gueto imperial británico de la ciudad china de Shanghai, durante la Segunda Guerra Mundial. En medio de la invasión japonesa a la ciudad, huyendo con sus padres para protegerse de los invasores, Jimmy pronto se encuentra perdido entre la multitud buscando infructuosamente a su madre y a su padre; queda envuelto en el submundo de la guerra y cae prisionero en un campo de concentración nipón.

La mirada, los sueños y los juegos del niño se van constituyendo en la atmósfera envolvente de todo el relato de Spielberg. En esta fábula se desarrolla un combate simbólico entre la infancia valiente, creativa y astuta del niño, y el horror de los poderosos combatientes de la Tierra que pusieron en movimiento la guerra mundial, la guerra chino-japonesa, la invasión nipona a Shanghai, los campos de concentración y la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

En la universidad de la vida, el niño aprende de la mujer que lo cuida, del médico que le enseña, de un cínico que le instruye acerca de la forma de sobrevivir como una pantera en los escenarios de la guerra y del jefe japonés del campo, quien se paraliza ante su inocencia, su inventiva, su forma de hablar en japonés y sus bellísimos juegos y cantos de combate. La historia de Spielberg nos muestra a un niño excepcional, inocente, astuto, amigo y servidor de todos.

Hacia el final del relato, con los aliados vencedores y con Japón y la Alianza vencidos, el pequeño se hunde en la más profunda tristeza ante la visión de Hiroshima y de sus 100,000 muertos. La luz blanca en el cielo, la imagen luminosa del hongo nuclear, enmascaran las tinieblas que ocultan al Goliat moderno que extermina a los inocentes. El niño, el pequeño David, se instituye en la metáfora del único sujeto capaz de vencer a Goliat.

Vivir según el espíritu de los pequeños

El texto del Evangelio de Mateo que narra la inversión que opera el mensaje de Jesús de Nazaret entre los sabios e inteligentes y los pequeños, es la clave de todas las demás inversiones mesiánicas del proyecto de amistad de Jesús que notablemente registran los otros evangelios. Sólo si se tiene una actitud global de infancia espiritual, la lucha por la justicia queda envuelta en gratuidad, se humaniza y se cristianiza.

Estableciendo una relación de sentido entre las bellas historias sobre los niños de Ballard y de Holland y las notables tragedias de Coppola, estamos frente a una polaridad ética entre, por una parte, el cinismo, la mentira, el crimen y la muerte, y por la otra la vida, la integridad, la verdad y la inocencia. El bello himno de Spielberg evoca al pequeño como el sujeto personal, histórico y trágico -y cómico- de la nueva fundación de un campo global y comunitario de vida en la tierra de los hombres.

Nuestra experiencia nos muestra que la existencia humana es un combate espiritual entre los pequeños y los sabios e inteligentes; una lucha cuyo escenario se sitúa al mismo tiempo en el mundo interior y en el exterior, en la historia personal y en su circunstancia histórica. Sólo es posible domar, curar y combatir en la condición humana viviendo según el espíritu de los pequeños.

Manuel Piqueras,”El canto universal del pequeño”, La edad de la utopía. Ideele. Lima: 2001. (con modificaciones).
Leer más »

William Faulkner: Yoknapatawpha

Si hubo un autor admirado por las letras latinoamericanas, a raíz de su estilo para describir la vida pobre y violenta del viejo sur de Estados Unidos, ese escritor se llamó William Faulkner, fallecido hace medio siglo, el 6 de julio de 1962. Hacemos memoria de William Faulkner, en el 50 aniversario de su muerte.

Como nos reveló Gabriel García Márquez, el rincón real y mágico de Macondo, en Cien Años de Soledad, fue inspirado originariamente en Yoknapatawpha, esa utopía de la imaginación creadora de William Faulkner. Como afirmaba García Márquez, en El Olor de la Guayaba, la notable entrevista que le hizo Plinio Apuleyo Mendoza, en 1982: “En el caso de Faulkner, las analogías son más geográficas que literarias. Las descubrí mucho después de haber escrito mis primeras novelas, viajando por el sur de los Estados Unidos. Los pueblos ardientes y llenos de polvo, las gentes sin esperanza que encontré en aquel viaje se parecían mucho a los que yo evocaba en mis cuentos”.

Más allá de estos rincones imaginarios magníficos de estos dos grandes creadores, Yoknapatawpha y Macondo, toda gran creación artística crea un lugar utópico, como Ítaca de Homero o Utopía de Tomás Moro, en el fondo recreamos la porción de la Tierra y el universo donde vivimos, en un espacio de vecindad, en una ciudadanía universal, en una metáfora arquetípica, como nos ilumina Walter Benjamin: “La utopía más que de esperanza de un futuro mejor, viene de la memoria del sufrimiento”.

Leer más »

La habitación vacía: poema ganador del XX Premio de Poesía de España

Desde estas Páginas Libres, publicamos, “La habitación vacía”, de Juan Vicente Piqueras, poeta valenciano, excepcional poema ganador del XX Premio de Poesía Manuel Alcántara, uno de los concursos poéticos más importantes de España, donde se premia al mejor poema, al único. La palabra poética habla por sí misma.
LA HABITACIÓN VACÍA
a Carlos Edmundo de Ory

Era uno de tus juegos preferidos.
¿Qué hay en una habitación vacía?,
preguntabas. Guardábamos silencio.
¿Qué hay en una habitación vacía?

Los que no conocían el juego
tal vez decían: Nada, y tú decías: No.
Nada es nada, he dicho qué.

Hasta que alguien decía, por ejemplo: El silencio.
Y tú decías: Sí
Y otro decía: Polvo.
Y el juego comenzaba a tomar vuelo.

Unas huellas de pasos en el suelo.
Un fantasma. Un enchufe. El agujero
de un clavo. La penumbra.
El cuadrado que deja en la pared
la ausencia de un cuadro. Un hilo.
Una carta en el suelo.
La huella de una mano en la pared.
Un rayito de sol que entra por la ventana.
Una telaraña. Un trozo
de papel. Una uña. Una hormiga extraviada.
La música que llega de la calle
(¿hay música sin alguien que la escuche?).
Una mancha de humo o de humedad.
Garabatos o pájaros o nombres
o un dibujo de Laura en la pared.

Tú ibas diciendo sí o no.
Tú lo sabías. Eras el inventor del juego.
Tú ya sabías, Carlos, lo que hay
en la habitación vacía donde acabas de entrar.

Era uno de tus juegos preferidos.
– ¿Qué hay en una habitación vacía?
– Un fantasma.
– Ya lo han dicho.
– Sí, pero el que yo digo es otro.

Juan Vicente Piqueras

http://wp.fundacionmanuelalcantara.org/?p=7080

http://cultura.malaga.eu/portal/menu/seccion_0003/secciones/subSeccion_0008d/subSeccion_0001
Leer más »