La lectura en el proceso de investigación

Rechazo intelectualmente el “enciclopedismo de la A a la Z”, “un océano de conocimientos con un dedo de profundidad”. Amado Alonso, el lingüista español, señalaba lúcidamente que “la sabiduría consiste en saber dónde está lo esencial”; es una enseñanza que recibí tempranamente de Luis Jaime Cisneros, ese inteligente maestro de lingüística de Estudios Generales Letras de la Universidad Católica del Perú.

La selección de una bibliografía nunca debe pretender ser exhaustiva, más bien debe buscar ser selectiva. Muchas veces, lo mejor es preguntar a diez académicos amigos con una alta cultura sobre un campo especializado del conocimiento y del pensamiento ¿Cuáles son los diez mejores textos que conoces sobre este tema específico? Luego de tener las diez listas cortas vale ensayar leer con detenimiento las obras donde hay consenso por su mayor calidad como indagación y escritura; esta es una recomendación con sentido de un invalorable maestro como Julio Cotler.

Como una respuesta aproximada a preguntas sobre metodología de la investigación que hacen frecuentemente profesores y estudiantes de universidades públicas del interior del Perú, es que publico en mi blog pucp esta breve narración que es un resumen y traducción libre elaborada por Carmen Díaz Bazo del capítulo sobre la lectura en la investigación del libro de R. Quivy y L. Van Campenhound, Manuel de Recherche en Sciences Sociales. Dunod. Paris: 1995.

“Todo trabajo de investigación se inscribe en un continuum y se sitúa en corrientes de pensamiento que le preceden e influyen. Es normal que un investigador tome conocimiento de los trabajos anteriores los que serán analizados en relación a aquello que los aproxima o diferencia del propio trabajo de investigación. Es muy importante situar claramente el trabajo en los marcos conceptuales reconocidos. Es presuntuoso pensar que se pueda realizar una investigación sin tomar en cuenta esos aportes.

Generalmente el estudiante que está enfrentando un trabajo de investigación tiene poco tiempo para abordar la lectura de decenas de libros. Pero, por otra parte “la bulimia libresca” es una pésima manera de empezar una investigación. Por tanto, es importante que el investigador seleccione muy cuidadosamente un número de lecturas y organizarse para sacar el máximo provecho de ellas.

1. Los criterios para seleccionar las lecturas:

a) Partir de la pregunta de inicio. Todo trabajo tiene un hilo conductor, y éste está definido en el problema de investigación. La pregunta es la que guía la elección de las lecturas.

b) Evitar sobrecargarse de textos para leer. No es necesario, e incluso es imposible, leer todo sobre un tema; pues de una u otra manera las obras y artículos se repiten y un buen lector se da cuenta de ello rápidamente. En principio hay que leer aquellas obras que presentan una reflexión de síntesis o artículos de revistas. Es preferible leer de modo profundo y crítico algunos textos bien escogidos que leer superficialmente miles de páginas.

c) Buscar –en la medida de lo posible- documentos donde los autores no se contentan de presentar datos sino que incluyen elementos de análisis e interpretación.

d) Procurar recoger textos que presentan enfoques diversos del fenómeno estudiado. La posibilidad de abordar el objeto de estudio a través de diversos enfoques, implica que se pueda confrontar perspectivas diferentes.

e) Tomar espacios de tiempo regulares para la reflexión personal y para el intercambio de puntos de vista con colegas o personas con experiencia en el tema.

Las sugerencias presentadas se refieren a las primeras fases del trabajo de lectura. A medida que se avance en ella, los criterios de selección serán más precisos y específicos; y ello se logrará cuando la lectura ha sido intercalada con espacios de reflexión, y de lo posible debate y discusión.

Los autores recomiendan organizar la lectura por “salvas” sucesivas de dos o tres textos (obras o artículos) a la vez. Después de cada salva, se parará de leer durante un tiempo para reflexionar, tomar notas y discutir. En esas pausas de lectura se podrá decidir el contenido exacto de la salva siguiente.

2. ¿Dónde y cómo encontrar los textos?

Algunas ideas sugeridas por los autores para encontrar fácilmente los textos que convienen, sin tomar mucho tiempo:

a) Pedir consejo a especialistas que conocen bien el campo y objeto de estudio. Pero, para ello, es necesario precisar muy bien el problema de investigación.

b) Las revistas especializadas en el campo de estudio son particularmente interesantes por dos razones. La primera porque su contenido incluye el conocimiento más reciente y porque plantea una mirada crítica al conocimiento anteriormente adquirido. De otro lado, incluyen las referencias bibliográficas más actuales. La segunda razón, es porque las revistas publican comentarios bibliográficos o reseñas de las obras más recientes. Gracias a ello, se puede acceder a los textos más actuales.

c) Las bibliotecas científicas tienen repertorios especializados. En esos repertorios, se presentan -a modo de index temáticos- una gran cantidad de publicaciones científicas, generalmente, con resúmenes.

d) Las obras presentan siempre una bibliografía final que recoge los textos citados por los autores. Estas obras pueden ser interesantes cuando son actuales.

e) No es siempre indispensable leer completamente un texto. Se puede leer capítulos o acápites que interesen. Para ello, conviene revisar la tabla de materias, índice o sumarios. Si no se tiene índice, se recomienda leer los primeros y últimos párrafos de cada capítulo para conocer el contenido de la obra y, con ello decidir, su lectura profunda.”

Resumen y traducción libre elaborada por Carmen Diaz Bazo del capítulo referido a la lectura en el texto de Quivy, R. y Van Campenhoundt, L., Manuel de Recherche en Sciences Sociales. Dunod Paris: 1995, pp. 42 – 50.

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