Archivo de la categoría: General

Items that do not fit in other categories

Prólogo de Carmen Ollé a Libro de Emanuel, de Manuel Piqueras

 

Libro de Emanuel, se inspira en la metáfora poética esencial de Isaías (7:1-25), uno de los grandes poetas de la humanidad. Manuel Piqueras.

 

“Conozco personalmente a Manuel Piqueras desde que presenté su libro Solidaridad frente a homicidio: ensayos sobre la no violencia militante en el siglo veintiuno (2003) en la ONG IDL. Desde entonces, sé de su afán por defender la libertad y los derechos humanos.  Anteriormente, yo ya había escrito una reseña sobre La Edad de la Utopía (2001) en la sección Luces de El Comercio. En este libro, Piqueras hace una lectura reflexiva de filósofos trascendentales como  Hannah Arendt (1906-1975), Emmanuel Levinas (1905-1995) y Amartya Sen (1933), premio Nobel de Economía 1998 por su lucha contra la pobreza, con el propósito de descifrar el espíritu de la época a través de la filosofía y una economía humanista, y lo que para él significa el valor de la vida como bien supremo (Arendt), la libertad integral (Sen) y el amor al prójimo (Levinas); sentimientos, ideas, valores que hoy han perdido autoridad y han dejado de guiar el desarrollo de los pueblos y los destinos de los habitantes de este planeta, impulsados por intereses mezquinos, lucrativos. En la Edad de la Utopía anota Piqueras: “El siglo XX nos deja la herencia de un cementerio planetario de alrededor de 37 millones de muertes entre 1914 y 1991”. Para el sociólogo peruano la importancia de la paz es crucial, la democracia y la compasión por el prójimo. Ya en su segundo libro, le dedica un capítulo a la violencia en Ayacucho durante la posguerra terrorista, para que la historia no se repita.

El siglo XXI no parece dar marcha atrás ni parar la máquina del horror. Por eso, los últimos escritos de Piqueras se sumergen en un lirismo que remonta el intimismo de la poesía y nos sitúa en el terreno del amor absoluto, el que va de lo personal a lo universal, de lo concreto a lo simbólico, de los cariños parentales, filiales, a la admiración de los grandes mitos y de los poemas epifánicos como  “Noche oscura de San Juan de la Cruz” y “Voy a hablar de la esperanza” de César Vallejo.

Libro de Emanuel es un texto híbrido, compuesto de dos partes intensas: “Las paradojas  de la soledad” y “Libro de Emanuel”. El estilo que elige Piqueras para tramarlo es el de la fusión: poemas, reflexiones, crónicas y ficción, que rompen los parámetros de los géneros cuyas fronteras absolutas a veces son un símil de otros lindes, políticos y/o geográficos que impiden a las gentes moverse libremente por el mundo.

En “Las paradojas de la soledad”, el referente inicial es un cuento infantil del escritor danés Hans Christian Andersen, “El patito feo”, que Piqueras hace suyo para revisar su periplo vital. No se trata de rememorar el tiempo pasado con este peculiar símbolo que  -según el relato-: el de un patito deleznable que se convierte en la madurez en un hermoso cisne, sino de pasar revista a su infancia, a su país, a los acontecimientos que hicieron época y dejaron huella en él, como Woodstock, y descubrir, ya como cisne, la talla de Gandhi como pacificador y la sabiduría del Papa Juan XXIII.

Aunque no solo son Gandhi y Juan XXIII los paradigmas; surgen otros personajes emblemáticos tomados de la Biblia y de la literatura universal: Job, el Principito y en especial Amadeus, este Amadeus andino que Piqueras asocia con el réquiem de los pobres, con un “Cristo azotado de América”. Amadeus es también tierra Wanka, piedra sagrada, en lengua quechua. Pero estamos cruzando los límites culturales, uniendo con líneas intangibles el mapa de la historia, de la vida, de los amores de Piqueras. En el texto lírico “El réquiem de los pobres. Misa fúnebre”, el versículo –podemos llamarlo de este modo para darle un hálito espiritual- que pone el énfasis en estos primeros apartados de “Las paradojas de la soledad”, no es ajeno a la trayectoria filosófico-literaria de su autor, pues tiene que ver con aquello que sirve de apoyo en las luchas de los grandes líderes de la paz y también en la trayectoria del artista como sufridor ejemplar, como lo describía la escritora norteamericana Susan Sontag en Contra la interpretación: “La pobreza es la forma más mortal de la violencia”, escribe Piqueras. Y entonces recordamos la pobreza de Mozart, ese Amadeus que fue enterrado en una tumba comunitaria simple; la de Vincent Van Gogh, siempre angustiado por la sobrevivencia y espoleado por la locura; la de César Vallejo en París, para citar a tres vitales paradigmas en la obra del escritor peruano.

Sin embargo, cómo no mencionar otros ejemplos magníficos, presentes en Libro de Emanuel: la Odisea de Homero, el Ulises de Joyce; gracias a ellos se expresa la incertidumbre no solamente del exilio, sino la del “migrante sin patria y sin hogar”. Por ello, Piqueras se remite al poema de Vallejo “Voy a hablar de la esperanza”, porque en este texto el poeta de Santiago de Chuco dice: “Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor”.

En “Libro de Emanuel”, el segundo capítulo que da título al libro de Manuel Piqueras, está dedicado  sobre todo a su abuelo paterno, Manuel Piqueras Cotolí, artista, arquitecto, escultor, quien diseñó el Pabellón del Perú en la Feria Iberoamericana de Sevilla (1929), donde ganó la medalla de oro para nuestro país por su trabajo artístico, escultura integral y obra cumbre: “la plasmación de una síntesis mestiza genial, un collage andino e hispánico”.

Piqueras explora la diversidad cultural, planteada como una ruptura con la visión europea u occidental; el principal referente es Piqueras Cotolí, pero también el sacerdote y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, cuya obra abona en la creación de una utopía andina y universal.

En “Libro de Emanuel”, “Bebiendo del pozo de los ancestros y descendientes en la Tierra del llanto, de la que surge la risa y en la que el cielo se abre”,  el autor encuentra en vivos y muertos un camino hacia la poesía, que junto a la crónica familiar y con un aliento místico configuran un lenguaje filosófico cargado de lirismo. Este tono poético-filosófico le sirve para inmortalizar a personajes de su familia que, como su abuela Zoila Sánchez Concha, “limeña culta, inteligente y sensible”, esposa de Piqueras Cotolí, forman parte de lo que él llama los ancestros hispanos, andinos y universales: lazos de sangre, corazón y entrañas en la vida de las personas. Ellos iluminan, a decir de Manuel Piqueras, su historia personal y su circunstancia histórica. Por ello dedica párrafos intensos y apasionados a su vez a los lazos de sangre maternos en la obra de los Luna. Uno de sus antepasados fue su tata tatarabuela Juana Manrique de Luna, marquesa de Lara, ejemplo de lealtad y sacrificio puestos al servicio de la patria, a quien Simón Bolívar llamara “La patrona de Lima”, quien  merece nuestro eterno reconocimiento.

Es la única mujer que se jugó la vida por la patria, cuyos restos reposan, por Ley del Congreso de la República de 1963, en el Panteón de los Próceres. Otro ancestro importante fue  su bisabuelo Roberto Luna Vargas,  héroe de la resistencia contra la invasión chilena.

En “Libro de Emanuel” se rinde culto al espíritu libre de estas mujeres y hombres, por esa razón deja constancia de algunas mujeres extraordinarias, entre ellas se refiere a su madre, María Angélica, como “una Luna espiritual”.  Su enseñanza radica en un tema fundamental: inocencia con experiencia, asunto que recorre la Biblia y puntal en la enseñanza de Jesús. La importancia que tiene en la prédica de Jesús la inocencia en el niño se transforma en inocencia con experiencia en el adulto. La compasión, la solidaridad, la justicia y la caridad son puntos nodales en este valioso libro de Piqueras; su composición ata y desata cabos, para iluminar a los “hijos de las tinieblas”: “Los hijos de las tinieblas son más astutos (…) que los hijos de la luz” (Lucas 16-8), una cita de la Biblia con la que su madre le daba fortaleza y ánimos.

Libro de Emmanuel “son los huesos de mi alma”, anota Manuel Piqueras, y se pregunta por qué el arquetipo poético de Amadeus como espíritu íntimo de su obra. Tal vez porque en Mozart-Amadeus, la libertad de su genial temperamento artístico está urdida sobre la base de su hermosa música y de su temperamento irreverente. Libro de Emanuel es un libro con una música propia que fortalece  alma y cuerpo en los lectores.”.

Prólogo de Carmen Ollé a Libro de Emanuel (entre comillas), de Manuel Piqueras (en proceso de publicación).

Fotografía: dibujo de Cristo Crucificado (1923-1925), de Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937).  

 

 

Soledad: un ángel crucificado lleno de amor. Luz más Luz.

Soledad: un ángel crucificado lleno de amor. Luz más Luz.

Querido Manuel:

La partida de tu maravillosa hija es una tragedia, pero nos engrandece al golpearnos y hacernos reflexionar sobre lo que es realmente importante, estamos vivos y debemos tenerlo presente. Sobre muchas cosas no tenemos control. En cambio otras nos suspenden para fortalecernos y crecer en espíritu. La muerte de Soledad es un brusco aterrizar que nos enseña la fragilidad de la vida. Este es un tiempo corto y prestado.  El amor hay que expresarlo, vivirlo y agradecerlo todo el tiempo.

Un abrazo muy fuerte.

Suzan Boza De Piqueras

Dedicatoria a Libro de Emanuel, por Manuel Piqueras (en proceso de publicación). Con prólogo y corrección de Carmen Ollé.

 

 

Luna de miel, por Manuel Piqueras

No sufro como Manuel Piqueras

sufro solamente como la Luna

noche oscura me guía

no el Sol del mediodía

huesos de mi alma

dolor dulce.

Fotografía: Manuel y los niños.

Sobre la intolerancia, la violencia y la paz auténtica

¿Tercera Guerra Mundial? u ¿Ojo por ojo, diente por diente?

Hay que confirmar o desechar la declaratoria de una supuesta tercera guerra mundial por el Consejo de Seguridad de la ONU, son noticias que vienen desde el 2015, con el atentado de Paris, desmentidas en esa ocasión por la Directora del Consejo de Seguridad de la ONU y por el Papa Francisco, me parece histérica para ser real.

Más bien veo esta noticia como reveladora de las estrategias electorales de las superpotencias para capitalizar el miedo a la intolerancia y la violencia del Estado Islámico (EI) a escala global y local, para sus partidos y candidatos en las elecciones presidenciales que se juegan en el futuro inmediato.

Incluso aparecen noticias de que América Latina sería el próximo blanco de los yihadistas, extender el miedo a escala mundial para justificar intervenciones armadas sin pies ni cabeza, ojo por ojo, diente por diente. La intolerancia y la violencia se extienden a escala global y local, nadie está a salvo, de ambos lados, desde las potencias occidentales y desde el EI.

El canto universal del pequeño por la paz auténtica

Mi experiencia y mis escritos están marcados por la violencia y la paz, siempre encontré en el pequeño una luz en la noche oscura que me guiaba más que la luz del medio día, esta es una expresión de San Juan de la Cruz en su genial poema, Noche Oscura. ¿Se puede ser un gran espiritual y un gran político para luchar con gratuidad y eficacia por un mundo más compasivo, solidario y pacifico contra la intolerancia y la violencia a escala global y local, por una paz auténtica? Pregunta sin respuesta, de inspiración gandhiana, muy lejos de mis posibilidades. Pero vale la pregunta, desde el pensamiento y la acción del papa Francisco.

Fotografía: Carátula libro, Manuel Piqueras, Solidaridad frente a homicidio (2003), con breve comentario de Jimmy Carter, Premio Nobel de la Paz-2002.

Intolerancia y terrorismo a escala global, por Manuel Piqueras

Intolerancia y terrorismo extendido a escala global, ningún lugar del mundo está a salvo.

El Estado Islámico (EI) emplea kamikazes que son criminales salidos de las cárceles o simplemente hombres violentos desequilibrados, no necesariamente a sus propios militantes duros, esto muestra una debilidad política del terror fundamentalista del EI. Es esencial estudiar este asunto central y diseñar políticas globales y locales eficaces  de paz auténtica, recomiendo el notable libro de Amartya Sen, Identidad y violencia: la ilusión del destino. El choque violento del terror por razones de civilizaciones, de religiones, de culturas es el gran asunto a abordar desde el pensamiento y la acción por la paz aquí y ahora. Equivale a los estudios que realizo Hannah Arendt, Sobre los orígenes del totalitarismo, su actualización creativa hoy.

En un momento de las elecciones presidenciales peruanas y estadounidenses, me preguntaba qué significaría el triunfo de Trump en USA y el de Fujimori en Perú, incendiar la hoguera de una espiral de violencia sin fin en las Américas, el peor de los mundos. La dictadura venezolana ya es la ruptura de toda humanidad, por la crisis humanitaria y por la represión brutal de los opositores, y sin embargo se mantiene normal, no más.

Fotografía: 86 children burned alive in Nigeria by Boko Haram.

Conmemoración del fallecimiento de Juana de Dios Manrique de Lara de Luna, prócer de la independencia del Perú

Hacia el Bicentenario de la Independencia.

Doña Juana de Dios Manrique de Luna, marquesa de Lara (1800-26 de junio de 1877) fue una mujer de temple, a quien le tocó vivir en la época más difícil de nuestra independencia. Ella abrazó con inteligencia y pasión la causa libertadora, participando activamente junto con su esposo, don José Cayetano Luna Zegarra, cuando los realistas ocuparon Lima.

José de la Riva Agüero y sus funcionarios tuvieron que establecerse en Trujillo. Para la defensa de la plaza se quedó el General Antonio José de Sucre en el Callao. Doña Juana de Dios Manrique de Luna ayudaba económicamente a los patriotas y colaboraba estrechamente con José Olaya Balandra en su labor de difundir la correspondencia entre los patriotas.

Gracias a sus vinculaciones, doña Juana de Dios se enteraba de las actividades y de los planes de los realistas, los cuales llegaban al General Sucre a través de una perfecta organización de espionaje con base en su casa. Las comunicaciones de Sucre a los patriotas de Lima fueron entregadas por José Olaya Balandra, quien fue apresado por el ejército realista. Lo torturaron con el fin de obtener información sobre las fuerzas patriotas. José Olaya Balandra no se amilanó ante el dolor. Le aplicaron doscientos palazos y doscientos latigazos, que soportó sin ceder aun cuando le arrancaron las uñas. En la mañana del 29 de junio de 1823 pronunció, agónico, la frase: “Si mil vidas tuviera gustoso las daría por mi patria”; luego fue fusilado en el pasaje de la Plaza Mayor de Lima, que ahora tiene su nombre: Pasaje Olaya.

El jefe realista conminó entonces a doña Juana de Dios Manrique de Luna, heroica y valerosa mujer, a comparecer ante él; como estaba enferma, ordenó a la tropa registrar su casa y someterla a intensos interrogatorios, pero ella con gran entereza negó todos los cargos que le hicieron y no pudieron probárselos. Doña Juana ocultó hábilmente la organización, logrando salvar la vida de muchos que sostenían la causa libertadora.

Doña Juana Manrique de Luna, ejemplo de lealtad y sacrificio puestos al servicio de la patria, a quien Simón Bolívar llamó “La patrona de Lima” merece nuestro eterno reconocimiento.

Es la única mujer que se jugó la vida por la patria cuyos restos reposan, por Ley del Congreso de la República de 1983, en el Panteón de los Próceres.

Corrección: Carmen Ollé

Fotografía: Archivo Privado Familia Luna

Por amor a la patria: ¡No a KF, mi voto es por PPK!

¿Por qué mi oposición a KF? Porque ella representa la mentira, la corrupción, el asesinato, el narcopartido, el narcoestado, la narcodictadura; el autoritarismo y el populismo más destructivo, el peor de los mundos. No me cabe la menor duda de que KF puede ganar la elección presidencial, pero su padre y su entorno gobernarán al Perú.

Lucho para que los peruanos y peruanas tengan la oportunidad de vivir en democracia, los niños, los jóvenes, los adultos, los ancianos. ¿Dónde dormirán los pobres? En la democracia, como proyecto histórico y como camino concreto. Democracia y seguridad son condiciones sine qua non para cualquier cambio real.

Soy un intelectual limeño con trayectoria política nacional. Soy un científico social –profesor universitario e investigador− y un escritor. No tengo un ápice de ingenuidad política, tengo una larga experiencia que me permite mirar lejos, saber discernir entre la mentira y la verdad, entre la dictadura y la democracia, entre la propuesta de cambios serios y la demagogia barata del clientelismo.

Sé que el pueblo peruano ha sido degradado y emputecido en sus valores más fundamentales en todos los estratos sociales. Creo, como señala con lucidez el maestro Julio Cotler, que los políticos más destructivos del Perú actual y de los valores populares son Alan García Pérez, Alberto Fujimori y Abimael Guzmán. El primero, AGP, ha sido derrotado en la primera vuelta de estas elecciones presidenciales; el último, AG, está preso por delitos de terrorismo de por vida para bien; pero el segundo, AF, saldrá de prisión por la puerta grande a gobernar.

Nunca más. La ingenuidad es una trampa mortal. Votemos por PPK. ¡Viva el Perú!

Caricatura: Heduardicidios. Perú21.pe

En busca de mis ancestros maternos Luna, por Manuel Piqueras

La trascendencia de la obra de los Luna en Pacasmayo

Los lazos de parentesco, la veneración por los antepasados que aportaron al arte y a la cultura en el Perú no son solo un sentimiento de orgullo ante personas ilustres, sino la necesidad de arraigo, de estar vivo en el otro, amado, reconociendo su legado, el de los Luna en tiempos de conflicto y en tiempos de paz.

Roberto Luna Vargas: el paradigma de los Luna

El paradigma de la trascendencia de los Luna en Pacasmayo fue Roberto Luna Vargas (1852-1916), quien luego de un tiempo largo y formativo en el Colegio inglés, de Valparaíso, Chile, logró “El artificio científico técnico del reservorio que surgió de la irrigación de El Hornito en el Valle de Jequetepeque, obra del talento y del trabajo realizado con una cultura superior”. Heredó tierras de su madre, que él extendió con una destreza comercial especial, como lo señalan los relatos orales y la documentación que los sustenta.

Este centro de estudios internacional le dio una visión amplia de la técnica moderna, los negocios y la política: “Por indagaciones hechas, estudió en The Valparaíso Artisan School, dirigido por Peter Mackay, profesor natural de Glasgow, Escocia. Por esa época Valparaíso contaba con una fuerte presencia inglesa. Fue por ello que en el año 1857 se formó el primer colegio en Chile, que basaba su estructura educacional en el diseño británico. No solo su fundación fue un hito en la historia de Valparaíso, sino que además durante sus años de enseñanza en la región proporcionó al Perú y a Sudamérica políticos, comerciantes y empresarios importantes como Manuel Pardo, Billinghurst, Leguía y Piérola del Perú, el presidente Ballivián de Bolivia y otras distinguidas personalidades chilenas, como Agustín Edwards de El Mercurio (…)”.

Sus padres y abuelos

El primer Luna que llegó de Lima a Pacasmayo a mediados del siglo XIX fue Antonio Luna Manrique, hijo de Don José Cayetano Luna Zegarra, capitán de fragata, quien fue propietario del bergantín GLINA. Colaboró con Lord Cochrane en la Independencia (el GLINA es considerado como el primer barco que tuvo el Perú independiente; en el año 1822 compró el bergantín Antelope que se llamó después General La Mar). Su madre fue la patriota peruana Doña Juana de Dios Manrique de Luna, marquesa de Lara, distinguida dama limeña, quien tuvo un rol protagónico en la causa de la emancipación al auspiciar económicamente a los patriotas y ayudar, arriesgando su vida, al pescador chorrillano y gran héroe José Olaya en su misión de trasladar las correspondencias entre aquellos.

Antonio Luna Manrique viajó al norte buscando nuevos horizontes, recaló en Pacasmayo, que era un puerto mayor de comercio internacional; y ahí se enamoró de la ilustre dama sampedrana Doña Josefa Vargas Ríos, propietaria de grandes terrenos agrícolas sembrados de alfalfa colindantes con El Hornito; fruto de ese amor vio la luz su hijo único, Roberto Luna Vargas. Los padres de Josefa Vargas Ríos fueron dos acaudalados españoles, Don Agustín Vargas y Doña Fermina Ríos, quienes dejaron un legado de educación y una fuente de recursos a sus hijas, Teresa y Josefa. Gracias a ello, Josefa despegó con gran talento en los negocios, que luego heredaría su hijo Roberto.

Años después, Roberto Luna Vargas compró a sus primos maternos, hijos de la tía Teresa, la tierra colindante a El Hornito, llamada “Signan arena de la Pampa”. La huaca mochica Signan tuvo un alto valor simbólico relacionado con los orígenes de los negocios de su madre y gozó de una buena oportunidad comercial.

Agricultura, irrigación, comercio y patriotismo

Roberto Luna Vargas es el primer Luna que nació en Pacasmayo; fue un héroe de la resistencia contra la invasión chilena. Apoyado por un grupo de jóvenes de San José se enfrentó a una patrulla de soldados chilenos para defender el honor de unas damas, víctimas de abuso sexual. Por temor a las represalias tuvo que internarse en la sierra de Cajamarca y pasó a formar parte del movimiento de montoneros que hostilizaron al ejército invasor. Después de un tiempo regresó a Pacasmayo y fue recibido como un héroe del Valle de Jequetepeque.

En la guerra civil de 1985 colaboró con Piérola en la revolución contra Cáceres (en 1894, este había ganado las elecciones presidenciales en un cuestionado sufragio nacional, hecho que provocó -contra él- la formación de la Coalición Nacional, integrada por los demócratas y civilistas, encabezados por Nicolás de Piérola). Señala Razuri en el libro citado que “En su indómita altivez, don Roberto tuvo, en 1894 (…) una valerosa resolución. Tomando la carabina al brazo, se sumó a los revolucionarios de la época que demandaban el respeto a la ley y la vuelta a la constitucionalidad. Se incorporó a las huestes revolucionarias de Teodoro Seminario; asistió al combate de Guadalupe; derrotó a Vivanco en San Marcos y desempeñó importantes comisiones durante la larga campaña.” Participó en ella en varios enfrentamientos armados, uno de esos combates fue el ataque a la plaza de Guadalupe, donde “le obsequiaron un tiro que le hizo perder un ojo y con el único que le quedó, siguió adelante en sus afanes revolucionarios y en sus labores agrícolas”); desde esa oportunidad fue conocido como el “Tuerto Luna”.

Roberto Luna Vargas, luego de su formación profesional en la escuela inglesa de ingeniería en Valparaíso, consolidó las propiedades de su madre Josefa Vargas Ríos, ampliándolas a cerca de 7,000 mil hectáreas de ricos terrenos agrícolas, convirtiéndose en uno de los más grandes propietarios agrícolas del Valle de Jequetepeque. Se dedicó a la siembra del arroz, a la crianza de ganado lechero y a otros negocios que le dieron balanza equilibrada en su fortuna.

En la ciudad de Guadalupe, construyó el primer ingenio de pilar arroz de la provincia de Pacasmayo. Se transformó de ese modo en pionero de la agroindustria, integrando verticalmente sus actividades agroempresariales. Este emprendimiento se tradujo en la búsqueda tanto de superiores utilidades como en la creación de un mayor valor agregado, partiendo del sector primario en la cosecha del arroz hasta el consumidor final en el pilado y comercialización del mismo.

Antonio Saavedra y Roberto Luna Vargas compraron la hacienda “Catalina” y “La Calera”, la que fue explotada por muchos años -después de disolverse la sociedad-. En la división y partición, a los Luna se les adjudicó “Catalina” y a los Saavedra “La Calera”. En total, las haciendas que tuvo Roberto Luna Vargas en sociedad con Saavedra fueron Chafán Grande, Chafán Chico, Faclo Grande y Faclo Chico, Cafetal, Campanita y Casque, además de Catalina y La Calera.

Con doña Micaela Polo Esteves tuvo once hijos, de los cuales vivieron Roberto Antonio, Eleodoro Augusto, Micaela Josefa, Jorge Eleuterio, Víctor Alfredo, Juana Manuela, Julia Leonor, María del Carmen Elena; fallecieron a temprana edad: Carlos Miguel, María Teobalda (gemela de Julia) y Manuel Antonio. De su unión con doña Gaudiosa Izquierdo Razuri, de San Pedro de Lloc nacieron Carlos Miguel, Josefina, Ramiro Alfonso y Roberto Armando.

Mujeres extraordinarias

Doña Juana de Dios Manrique de Luna, marquesa de Lara, abuela de Roberto Luna Vargas –quien como ya mencionamos desempeñó un rol protagónico al intervenir en la causa de la Independencia con un coraje hasta casi entregar su vida- es la única mujer cuyos restos mortales reposan en el Panteón Nacional de los Próceres. Doña Josefa Vargas Ríos, propietaria de grandes terrenos agrícolas, mujer emprendedora y madre dedicada de Roberto, su único vástago.

Sus descendientes y la continuidad de su obra

Los principales fundos agrícolas que pertenecieron a la familia Luna Polo fueron El Hornito, Catalina y Farfancillo. Con gran visión desarrollaron la agricultura intensiva en el valle, realizaron los estudios inaugurales del proyecto de irrigación del Valle de Jequetepeque y construyeron el primer reservorio de agua de la costa norte, que fue la laguna del Hornito. De esta manera aseguraron el regadío y la productividad de los terrenos agrícolas. Este estudio es el único que fue íntegramente financiado por los propios agricultores liderados por los Luna Polo, base para la construcción del reservorio de Gallito Ciego.

Escrito por: Equipo de investigación Luna (Fernando Luna Salcedo, Francesca Denegrí Álvarez Calderón y Manuel Piqueras Luna), sin la colaboración de nuestros familiares Luna (especialmente de los Luna Polo y de los Luna Izquierdo, y de sus descendientes) y de amigos especialistas en genealogía e historia, esta síntesis documentada hubiera sido imposible. Cabe destacar la iniciativa y coordinación de Jorge Hernán Luna Duran.

Correctora: Carmen Ollé.

Documental realizado por: René Gatelumendi Luna. 

Beber de tu propio pozo: la belleza nos hace libres, por Manuel Piqueras

 

 

Pabellón del Perú en la Feria Iberoamericana de Sevilla 1929, por Manuel Piqueras Cotolí. Gran Premio.

Escribir a contrapelo por amor al mundo

Solo bebiendo de tu propio pozo cultural, familiar, generacional e histórico es posible escribir con autenticidad: “Lo que cuenta es lo que yo saque de todo ello. Y lo que quiero sacar es un cierto pensamiento humano, clarividente, limitado en el tiempo […]. Todo el mundo puede tener ideas. Pero meterlas en una obra, mantener esa continua maestría del creador es lo que hace al escritor”. Albert Camus. Solamente rompiendo esquemas, explorando en lo más íntimo de la intimidad del alma, la belleza nos hace libres, a costa de ser marginales, pero dando sentido a nuestra vida y a nuestra obra, en el claroscuro de la soledad y la comunión.

La contemplación de la belleza como consumación de la libertad

La libertad es el corazón de la filosofía trascendental: en el obrar moralmente es su realización; en la contemplación de lo bello radica su cumplimiento. “La contemplación de lo bello −denominado “juicio del gusto” por Immanuel Kant− hace experimentar un placer, estado vibrante del alma. Conforme este se prolonga, se va profundizando e intensificando.

El juicio del gusto en comparación con el juicio lógico es siempre de carácter individual y no universal. Su predicado no es ningún concepto, sino el sentimiento del placer o desplacer. No cabe fundarlo en nada, hay que ensayarlo como cosa propia. Cuando se pretende demostrar que tal poesía es bella, “me tapo los oídos”.

A riesgo de parecer soberbio, voy a romper esquemas convencionales sobre el pensamiento poético en el Perú, César Vallejo y Manuel Piqueras Cotolí son dos momentos lúcidos de la historia de la patria del siglo XX (hay que entrar en la traducibilidad de los lenguajes de la literatura y de las artes plásticas; eshistoria y filosofía del arte). Creo que Gustavo Gutiérrez es un lapso inteligente, perspicaz del Perú más contemporáneo. Cada uno a su modo. Tierra de nuestros dolores y alegrías, algún día lo escribiré a horcajadas, lo que me interesa es el estallido poético.

Tanto Mario Vargas Llosa como José María Arguedas −dos panoramas distintos de una misma América− tienen fragmentos narrativos notables, nunca he visto en estos dos grandes narradores visiones totales. La creación literaria es experiencia e imaginación, el Perú es un país fragmentado, así como es una pregunta inútil pensar en una visión total del país desde las ciencias sociales, es imposible pensar en una narrativa integral de la patria. Solo fragmentos, que hay que articular con temor y temblor. En este tema, la poesía ilumina el laberinto, como en el mito de Sísifo.

Es una hipótesis de la exploración tras la cual ando hace años inspirativamente −que hay que validar-, sabiendo además que es un hilo en el laberinto, discutible como todos los otros puntos de visión sobre el pensamiento poético.

San Juan de la Cruz y César Vallejo

“Noche oscura”, de San Juan de la Cruz, uno de los poemas más bellos de la literatura, nos conduce a una experiencia de contemplación del misterio del sufrimiento humano, de su naturaleza paradojal: “la noche oscura me guiaba más cierta que la luz del mediodía”.

“Voy a hablar de la esperanza”, remembranza y despertar, el excepcional poema en prosa de César Vallejo. Es sorprendente la trasposición poética de la realidad de este gran poeta universal, en que la esperanza se teje, con firmeza y delicadeza, desde el sufrimiento humano, limpio de calificativos, solo sustantivo.

Como César Vallejo, Juan de la Cruz nos revela el gran arte poético que la humanidad ha creado. El pensador poético, tal como nos lo manifestó Walter Benjamín, permite mirar lejos, como un Amadeus de la lengua de La Mancha. Juan de la Cruz y César Vallejo, entre unas Indias y Américas mejores, son el principio y el fin.

“Noche oscura” y “Voy a hablar de la esperanza” son un collage, tejidos poéticos, una amalgama que abre espacios maduros y originales en la poética hispanoamericana. Más allá de su publicación, los poemas tocan fibras íntimas del lector. Desde mi juventud, estos textos estuvieron en mi imagen mental fragmentados; la articulación se produjo por inspiración en un punto crítico de mi existencia madura, como interrumpido por la idea de Henri Bergson sobre “[el] instinto esclarecido por la inteligencia”.

De “otras Indias mejores” a “otras Américas mejores”

Asistimos en estos días a la exposición retrospectiva de la obra del artista español Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937) en el Museo de Arte de Lima. En pocas semanas se entregará el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades al teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino (1928). ¿Qué une a estas dos originales personalidades de nuestra creación cultural? Piqueras Cotolí y Gutiérrez Merino, cada uno en su propio lenguaje, en dos periodos críticos y penetrantes de la historia de las Américas, logran modular con fortaleza y delicadeza todas las sangres enfrentadas en estas tierras de tragedia y esperanza. Sus obras son un haz de luz, el laberinto de nuestra identidad: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?

Manuel Piqueras, escultor y arquitecto español, en su búsqueda de un lenguaje plástico −arquitectónico y escultórico− congregó universos complejos, diversos y polarizados −los horizontes tempranos, intermedios y tardíos del mundo andino, y las tradiciones del mundo hispánico−, trazó un camino único en la creación de una obra artística, de una visión estética y de un principio de humanidad andino y universal. El Pabellón del Perú, su obra cumbre, que ganó la medalla de oro para nuestra patria en la Feria Iberoamericana de Sevilla (1929-1930), es la plasmación de una síntesis mestiza genial, un collage andino e hispánico llevado hasta sus últimas consecuencias. Su exploración artística se inscribe en una gran corriente del pensamiento de sentido y del gran arte de los siglos XIX y XX en Europa y América, que se ha ido planteando como una ruptura con una visión europea −u occidental− encerrada en sí misma, y orientado hacia la diversidad cultural dentro del universo humano. Gustavo Gutiérrez -fraile, sacerdote y teólogo peruano-, a lo largo de su vida y su obra, va abriéndose paso no solo en la maduración de un gran pensamiento teológico, sino en la ascensión hacia un bello lenguaje poético cargado de fuerza y ternura. Sus obras maestras, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, una reflexión sobre el libro de Job (1986) y En busca de los pobres de Jesucristo, el pensamiento de Bartolomé de las Casas (1992) constituyen una contribución fundamental a la creación cultural, histórica y actual de una utopía andina y universal.

Gutiérrez va haciendo camino desde su hablar de Dios, desde el sufrimiento del inocente. En esa huella humilde hilvana una utopía que conduce desde “otras Indias mejores” en el siglo XVI hasta “otras Américas mejores” en el siglo XXI. Entre estas dos centurias se producirán dos cambios de época que han conmovido los cimientos de la humanidad hacia horizontes ilimitados. En nombre del Dios de Jesucristo, del valor de la vida y la libertad humana, y desde el punto de visión de los pobres, Gustavo Gutiérrez es, junto con su antecesor Bartolomé de Las Casas, la conciencia lúcida de la continuidad y discontinuidad de la destrucción y la restitución de los indígenas en el siglo XVI, y de la opresión y liberación de los pobres en el siglo XX.

Manuel Piqueras, Libro de Emmanuel, en proceso de publicación. Corrección: Carmen Ollé. Lima: 2016.

Fotografía: Pabellón del Perú en la Feria Iberoamericana de Sevilla-1929, por Manuel Piqueras Cotolí. Gran Premio.

Mestizaje: el tesoro perdido, por Manuel Piqueras

Placa conmemorativa del Inca Garcilaso de la Vega, 1935Manuel Piqueras Cotolí y el Inca Garcilaso de la Vega: síntesis mestiza.

La fusión hispana, andina y universal del Inca Garcilaso de la Vega y de Manuel Piqueras Cotolí tuvo en el siglo XVI y en el siglo XX una influencia decisiva de Al Andalucí. En ese crisol ambos forjaron su mestizaje, cada uno en su tiempo -cuatrocientos años de diferencia y cada uno con su originalísimo genio. Córdova fue el centro cultural de esas fusiones.

El trasfondo histórico y su eco en el siglo XVI y el siglo XX: tolerancia y mestizaje.

Como observó María Rosa Menocal en su libro La joya del mundo, ya en el siglo X, en la España gobernada por los musulmanes, Córdoba llegó a ser un rival tan serio como Bagdad, incluso más, para alcanzar el título del lugar más civilizado del mundo. La tolerancia entre musulmanes, judíos y cristianos se manifestó  en este tiempo de gran creación artística en Córdoba, como el gran centro multicultural.

Esta porción de la historia del arte en Al Andalucí constituyó estímulo de intuiciones muy bellas y hondas, cuya resonancia se oirá con fuerza, pero también con delicadeza, en el siglo XVI y en el XX. No podemos dejar de pensar e imaginar que este eco, como un haz de luz, marcó las obras del Inca Garcilaso de la Vega y de Manuel Piqueras Cotolí, en épocas muy distintas, en sus creaciones maduras y originales tan diferentes.

El Pabellón del Perú en la Feria Iberoamericana de Sevilla en 1929:  obra maestra del mestizaje.

Cuando Manuel Piqueras Cotolí llegó al Perú en 1919 como profesor de escultura en la recién fundada Escuela de Bellas Artes, exploró su proyecto estético y su creación artística: síntesis originalísima del mestizaje. El giro genial, el Pabellón del Perú en la Feria Iberoamericana de Sevilla 1929, recibió el Gran Premio del Jurado Superior por el Pabellón y por el conjunto escultórico, La Patria, su obra maestra, como él la describe notablemente aunque con modestia en sus breves escritos de madurez y da cuenta de su monumental legado arquitectónico, escultórico y urbanístico. Piqueras Cotolí dibujaba magistralmente antes de realizar sus proyectos.

Manuel Piqueras, Libro de Emmanuel, en proceso de publicación. Corrección Carmen Ollé. Lima: 2016.

Fotografía: Placa conmemorativa del Inca Garcilaso de la Vega  (1935). Escultor, Manuel Piqueras Cotolí.