Lo que el mundo valora, no es realmente lo que tiene valor; esta idea va ligada con la concepción de que el ser humano siempre será fin y nunca un medio. El ser humano de por sí es un fin y por tal motivo se debe respetar su sana búsqueda de la realización del ser, es decir, de todo aquello que lo hace ser más humano. Más ser humano… pero tal parece que en este planeta vertiginoso, donde todo es rápido, donde vivimos merced al dinero que recibamos mensualmente y con el cual podamos acceder a fabulosos descuentos por la cuenta BCP, en este mundo plagado de hedonismo, y satisfacción inmediata para otorgar placer, en este mundo donde se valora al hombre por lo que tiene, por la utilidad que puede dar, en este mundo donde se ve al hombre como un medio, como un escalafón más…. en un mundo así uno se olvida de lo realmente importante, de lo “trascendente” (y aquí me acuerdo de ti Simons).
Algunas veces pareciera como que no hay escapatoria, como que te sientes amenazado por semejante situación, como si la esperanza se apagara, y de pronto, recuerdas a Sócrates, el profundo, el trascendente, el que fue capaz de morir por lo que creía, el que iba a un mercado donde le ofrecían de todo: gimnasios para tener unos abdominales fuertes, Xenical para bajar de peso al toque, cremas de concha de nacar para las manchitas en la cara, libros de Padre Pobre Padre Rico para ganar dinero en un saz, buffets criollos con lo último de la cocina peruana, exquisitos platos franceses, perfumes Christian Dior, ropa de Dolce & Gabbana, guitarras Gibson Les Paul Robot que te valen $3600, la colección completa de la revista Vogue, los libros de Donald Trump (si, aparte escribía), estadías ilimitadas en el hotel de los Hilton, etc, etc y Sócrates rechazaba toooodo, todito esto, sencillamente porque no lo necesitaba (aparte de que el broder no tenía ni donde caerse muerto, pero la idea es esa).
Tal parece ser, que si crees que lo realmente importante vale la pena, tendrás que hacer muchos sacrificios, porque serás un incomprendido, porque por más que expliques tu concepción, no te van a entender… es como si solo vivieran aquí, en el presente, en lo que está aquí no más, como si no hubiera trascendencia, como si nos hubieramos olvidado de reflexionar, como si la apabullante realidad te aplastara y no te queda más salida que la estrátegica regla de mantenerte jugando, algo así como que eres, pero no eres… Y es que para creertela y ser coherente debes ser valiente, y hacer sacrificios, que definitivamente no te darán ningún fruto aquí y ahora, y que todo lo contrario, parecerás un monse de primera, uno que se queda atrás por los más criollos y el mayor temor que me da es que de tanto mirar a los otros y de tanto sentir la soledad, termines admitiendo, que mejor es jugar el juego de todos.
No puedo juzgar a la sociedad, porque esta es la sociedad que nosotros hemos creado, la sociedad de consumo, la sociedad del placer, aquella sociedad que tiene una infinidad de avances tecnológicos y científicos y que aún tiene gente que literalmente muere de hambre. Y en una sociedad así, donde a la gente no se le enseña a pensar, donde sólo se le estimula para producir, para continuar viviendo con determinados pardigmas, una sociedad que profesa que “el fin justifica los medios”, con una sociedad así, qué esperabas? Mi posición puede ser muy pesimista y negativa…. pero aún tengo la fe y la esperanza de que en cada sociedad, en cada cultura, en cada época difícil, existen aún muchas Sophie Scholl dispuestas a morir por ser coherentes, existe aún gente dispuesta a realizar sacrificios por la libertad y porque, citando a mi querido (y a la vez muy criticado por mi misma) Eric Fromm “l’amour est l’enfant de la liberté”: el amor es el hijo de la libertad y porque hay algo más trascendente que estamos llamados a buscar.
Supongo que es precisamente por eso que me fascina el software libre, porque te demoras en encontrarlo, porque es diferente y porque te permite colaborar con otros desarrolladores. Porque es algo que no te lo dan por sentado, sino que tienes que buscarlo. Porque Windows te lo dan por default, porque te invade y porque encima no te deja leer el source code. Y porque creo, que si Sócrates estuviera vivo, definitivamente usaría Linux. ¿Qué tiene que ver libertad con software libre? Mucho, pero mi amigo Richard Stallman lo explicaría mucho mejor que yo.
el cuento de papita
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