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Río de Janeiro – Centro

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Aventura cultural en la ciudad del carnaval

Para la gran mayoría de cariocas visitar el centro histórico de Río de Janeiro forma parte de su rutina laboral diaria. En el centro de Río, se hallan algunos ministerios, cortes federales, oficinas gubernamentales, institutos y centros de investigación y antiguos edificios residenciales. En este sentido, transitar por las viejas calles del centro de esta ciudad no les representa mayor atractivo, sino, posiblemente, un mal necesario con el cual lidiar. Sin embargo, para el turista cuyas expectativas no solo se limitan a tomar sol en la playa o salir de compras pasear por el centro de Río puede ser una experiencia muy gratificante.

El turismo cultural puede que no esté en la cima de las preferencias de los miles de visitantes que llegan a esta ciudad, lo cual es muy comprensible, pues cuando se piensa en Río de Janeiro inevitablemente lo asociamos al carnaval, la samba o el fútbol. De hecho, luego de conversar con algunos profesores universitarios, todos apuntaban a que cuando se inaugura una exposición artística, feria del libro o festival cinematográfico se piensa más en São Paulo o Brasilia que en Río de Janeiro. A pesar de ello y ante la mirada reticente de algunos amigos cariocas, me aventuré a pasear por centro de esta ciudad que es dueña de una parte muy importante de la historia del Brasil.

El transporte público en Río está muy bien organizado, por lo cual no es difícil movilizarse en bus. Hay muchas líneas que atraviesan el centro y todas ellas provienen de distintos puntos de la ciudad. Mi aventura cultural en la ciudad del carnaval la inicié en el Palacio Tiradentes. Este lugar alberga la historia de la democracia y las vicisitudes que esta tuvo que enfrentar contra los embates del autoritarismo. La exposición permanente “Palacio Tiradentes: lugar de memoria de Parlamento Brasileño” muestra los principales acontecimientos sociales y políticos ocurridos en la ciudad desde la época imperial hasta el presente. Su nombre es un homenaje a Joaquim José da Silva Xavier (Tiradentes), quien estuvo preso allí cuando funcionaba la “Cadeia Velha” lugar de reclusión durante la Colonia.

La parte que más me interesó fue la republicana, exactamente la del primer gobierno de Getúlio Vargas, quien, a pesar de sus exabruptos autoritarios fue el responsable de la modernización del país. Vargas puso fin a la Republica Vieja y fundó el Estado Nuevo, periodo en el que hubo una fuerte represión contra la oposición, persecución al comunismo y en el que se cerró el Congreso. Durante este periodo, el Palacio Tiradentes pasó a ser identificado como la principal fuente de difusión de la propaganda política del “Estado Nuevo”, al punto que el frontis del palacio fue decorado con una gigantografía que conmemoraba el cumpleaños de Vargas en 1941. Luego de la caída de su régimen, la democracia volvió con la instalación de la Constituyente de 1946.

A partir de aquí, el Palacio se volvió sede de la Cámara de Diputados, condición que mantuvo hasta que la capital del Brasil se mudó a Brasilia. Desde 1975, el Palacio es la sede de la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro (ALERJ). Para los interesados en temas de derecho, la biblioteca del ALERJ ofrece una vasta colección de textos y documentos. Si el visitante lo desea, puede ser asistido por la guía de estudiantes universitarios de la UERJ (Universidad Estadual de Río de Janeiro).

Después del Palacio Tiradentes, puede pegar el salto al Paço Imperial, edificio colonial que fue el despacho administrativo de los virreyes del Brasil, así como del rey Juan VI y de los emperadores del Brasil. Actualmente, es un centro cultural con exposiciones permanentes acerca de la historia colonial e imperial del Brasil, fotografía, música, libros y escultura.

Para recobrar energías nada mejor que beber un buen café en Kopenhagen, cruzando la vereda al frente del Paço Imperial y siguiendo una cuadra hacia adelante. Sugiero el capuccino con chocolate, que es verdaderamente una delicia. Kopenhagen tiene locales en varios puntos de la ciudad y en todos ellos la asistencia es masiva a media mañana y poco antes o después del almuerzo.

De aquí ya estamos preparados para continuar con la siguiente visita al Museo Nacional de Bellas Artes. Esta institución es responsable de la custodia y divulgación del arte brasilero. La entrada al mismo es totalmente gratuita, lo que anima a su visita. Este museo brinda un espacio para la preservación de la memoria de la nación, de su arte, de la educación, de la inclusión y de la transmisión del conocimiento. El Museo Nacional de Bellas Artes se encuentra a disposición de toda la ciudadanía con vista al desarrollo y conservación del patrimonio cultural brasilero. Ubicado en la avenida Río Branco, en pleno centro de Río de Janeiro muy cerca de la Biblioteca Nacional y del Teatro Municipal, el acervo del museo tiene su origen en el conjunto de obras de arte traídas por Joao VI de Portugal en 1808, el cual fue ampliado posteriormente por Joachin Lebreton, quien dirigió la Misión Artística Francesa. De esta manera, se conformó la más importante pinacoteca del país que luego fue enriquecida con nuevas incorporaciones a lo largo de los siglos XIX y XX. La antigua sede del museo se hallaba en unas de las áreas que actualmente ocupa el Jardín Botánico. Con la construcción de la nueva sede de la Escuela Nacional de Bellas Artes en el centro de Río de Janeiro, todo el acervo se trasladó al nuevo edificio que fue inaugurado en 1937.

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Dependiendo de las normas de la institución, tomar fotografías puede estar prohibido en todas las instalaciones o solo en algunas. Por ello, es conveniente cerciorarse antes. Salvo en algunas salas, casi en todas las galerías del Museo de Bellas Artes está prohibido tomar fotografías. Permanentemente, hay un piso dedicado al arte brasilero contemporáneo que contiene pinturas, grabados, esculturas, dibujos e instalaciones de los artistas brasileros más connotados del siglo XIX y XX. Ahí podrán apreciar las escenas costumbristas de los pintores de inicios y mediados del XIX pasando por la evocación histórica de la conquista y los años de la esclavitud a fines del XIX y principios del XX, hasta las nuevas tendencias vanguardistas del periodo de entreguerras y la constante renovación del arte posmoderno. Algunas secciones contienen obras de destacados artistas como Cándido Portinari, Oswaldo Goeldi y Carlos Oswald. La Galería Nacional del Siglo XIX contiene pinturas de grandes dimensiones que evocan pasajes de la historia colonial, imperial y los inicios de la república. Son cuadros dotados de un realismo impresionante tanto por las escenas retratadas como por sus dimensiones. De todas las galerías recomiendo recorrer detenidamente esta en particular.

Si visita el Museo Nacional de Bellas Artes durante este mes de agosto, podrá apreciar la exposición del artista Paiva Brasil, denominada Jogos da arte en la cual presenta obras de gran vigor, dotadas de un lenguaje propio y fácilmente reconocibles. Paiva pertenece a una generación que transformó el quehacer artístico de manera definitiva y revolucionaria. A pesar de no haber integrado grupo alguno, su obra ha sido una pieza clave en la ruptura del arte moderno brasileiro, ocurrida en los 50. Su obra destaca junto a la de otros artistas contemporáneos como Ubi Bava y Rubem Ludolf.

En la sala Bernardelli hay una exposición de las obras de Sergio Telles, que reúne una muestras bastante amplia y representativa de sus pinturas, dibujos, grabados y acuarelas. Telles también colaboró con la ilustración de libros de escritores brasileros y portugueses entre los que destacan Jorge Amado, Fernado Pessoa y Carlos Drummond de Andrade. La obra de Telles retrata escenas urbanas cotidianas, playas, mercados, bailes populares e interiores de sus ateliês.

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La sala de esculturas clásicas es de las pocas que se pueden fotografiar. Contiene réplicas de esculturas que datan de la época del clasicismo griego como la Venus de Milo y la Victoria alada de Samotracia que se ubica justo en el centro de la sala.

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Nuestra aventura cultural culmina en el Centro Cultural Justicia Federal (CCJF). Este forma parte integrante del Corredor Cultural de Cinelandia y tiene como vecinos al Teatro Municipal, la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes. La sede del Supremo Tribunal de Justicia Federal fue reabierta en 2001 como Centro Cultural. El proceso de restauración respeto las formas del diseño original. La construcción, iniciada en 1905, estuvo destinada al Arzobispado de Río de Janeiro. Fue adquirida por el Gobierno Federal que lo transformó, en la sede del Supremo Tribunal Federal de 1909 a 1960. Con a mudanza del Supremo Tribunal Federal para Brasilia, el edificio fue ocupado por funcionarios de Hacienda Pública y por la Justicia Federal.

El actual edificio posee una vasta y moderna infraestructura. El CCJF dispone de 14 amplias salas de exposiciones, teatro, biblioteca, tienda y una cafetería. También, conserva una sala de cine para la proyección de películas. Constantemente, hay una programación cultural muy variada: música, pintura, fotografía, conferencias, seminarios, cursos y presentaciones de libros. Durante mi visita, pude apreciar la muestra “Livres do Pecado” del artista plástico André Malinski, quien aborda temas como la religión, sexo y SIDA, los cuales todavía pueden ser tabú en algunas esferas sociales.

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Otra exposición que me agradó fue “Nos” de Tatiana Verbicario, cuya muestra contiene cerca de 46 obras, incluyendo pinturas, dos instalaciones y una projección, en las que las texturas, agujas, hilos y pigmentos se entrelazan buscando despertar la curiosidad y la reflexión. Además, durante todo el mes de agosto y setiembre estará la muestra fotográfica “Rocinha, Arquitetura e Cotidiano”, que busca mostrar el corazón de la comunidad de Rocinha, en Río de Janeiro, a partir de imágenes que revelan la cotidianeidad de sus habitantes y también la peculiar arquitectura de la que es considerada la mayor favela de América Latina.

En estas líneas, he intentado bosquejar una pequeña ruta cultural que de ninguna manera agota todas las posibilidades de una visita al centro de Río de Janeiro. Quedan muchos otros museos, centros culturales, bibliotecas y fundaciones por visitar en esta “ciudad maravillosa”, sin contar una aventura musical en el tradicional barrio de Lapa o en Santa Teresa, o una incursión en búsqueda de las raíces de la música popular brasilera, de sus intérpretes, compositores, poetas y artistas. Se trata solamente de una entrada sugerente y muy particular de un turista que observa y disfruta de lo desconocido.

El próximo post estará dedicado al bossanova y a sus principales exponentes. Sigue leyendo