Literatura y política: los ejes de la obra de Mario Vargas Llosa

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UNIVERSIDAD PERUANA DE CIENCIAS APLICADAS

DIÁLOGO DESDE LAS HUMANIDADES

CONVERSATORIO

LITERATURA Y POLÍTICA. LOS EJES DE LA OBRA DE MARIO VARGAS LLOSA

Viernes 5 de noviembre 3pm.

1. “El conflicto con el poder y las utopías. Una lectura panorámica a la novelística de Mario Vargas Llosa”

Henry César Rivas Sucari

En esta presentación, se brindará un panorama literario de las novelas más representativas de Mario Vargas Llosa con el objetivo de explicar merecimiento que la Academia Sueca otorgó a su trayectoria literaria: “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”. Es decir, se intentará descifrar la nominación que la Academia concedió a la obra vargallosiana mediante la discusión de conceptos como “cartografía”, “poder”, “individualismo”, “sublevación”, etc.

2. “Fuentes del pensamiento político de Mario Vargas Llosa”

Carlos Arturo Caballero Medina

Se explicará las nociones de libertad y cultura a través del pensamiento político de Vargas Llosa. En esta intervención, se abordará sobre todo su obra ensayística. Además, se rastrearán las fuentes del pensamiento político vargasllosiano y los vínculos que mantiene con su teoría de la novela.

3. “Cómo se hace un gran escritor. Concepción de lo literario y método de trabajo de Mario Vargas Llosa”.

Paul Llaque Minguillo

A lo largo de su trayectoria literaria, Mario Vargas Llosa ha demostrado poseer, desarrollar y poner en práctica una determinada concepción de lo literario en general y de la novela en particular. Al mismo tiempo, ha difundido un método de trabajo personal que le ha permitido escribir novelas con resultados altamente exitosos. La disertación expone, críticamente, los principales componentes de la concepción y el método literarios vargasllosianos.

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Los géneros vivos y los géneros muertos

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En Los géneros literarios, Kurt Spang comenta las diversas aproximaciones que intentan explicar el origen y evolución de los mismos. Una de ellas considera que su desarrollo es equiparable al de las especies vivientes, es decir, que de la misma forma que una especie animal se va adaptando a los cambios para sobrevivir, los géneros literarios sufren alteraciones producto de las circunstancias de la época para lograr vigencia.

Esta interpretación acerca de la génesis y desarrollo de los géneros literarios es comprensible en la medida que durante mediados y fines del siglo XIX y principios del XX la impronta del positivismo en las ciencias sociales y humanidades fue tan notable que muchos académicos llegaron al convencimiento de que estas disciplinas debían asumir sin cortapisas los métodos de las ciencias naturales, pues ello sería garantía de rigor científico y brindaría mayor solidez a los resultados de la investigación.

El desarrollo de la hermenéutica a principios del siglo XX, bajo el influjo de Dilthey, permitió darle un giro a la epistemología positivista que imperaba en ese momento. Wilhelm Dilthey rechazaba abiertamente el modelo epistemológico de las “Naturwissenschaften”, “ciencias naturales”, esto es, el método científico propio de las ciencias naturales. Esto le condujo a proponer el desarrollo separado de un modelo para las “Geisteswissenschaften”, “ciencias humanas” o “ciencias del espíritu” (filosofía, psicología, historia, filología, sociología, etc.) Su argumento se centraba en torno a la idea de que las ciencias naturales explican los fenómenos en términos de causa y efecto; por el contrario, en las ciencias humanas el mecanismo fundamental para comprender los fenómenos no es el principio de causa y efecto sino el empleo de la comprensión y penetración humana. De este modo, la hermenéutica desbarató las pretensiones exageradamente optimistas del positivismo científico.

El sustrato de la hermenéutica diltheyana era un vitalismo de corte historicista. El vitalismo considera la vida, y especialmente la vida humana, como la realidad primordial o central del pensar filosófico. Dentro de esta corriente filosófica, destacan, entre otros, Dilthey y Bergson. Ya mencioné que la orientación vitalista de Dilthey era historicista, es decir que “la vida misma es un enigma que exige una interpretación y una comprensión, y para ello los hombres parten de sus vivencias repetidas”. Posee una concepción cíclica de la historia, y cree que toda comprensión debe de realizarse desde ella; nada puede verse fuera de un contexto histórico. En consecuencia, la historia es un conjunto de estructuras dinámicas, de modo que cada etapa histórica constituye un horizonte cerrado, pero transitorio. Por otra parte, la orientación de Bergson enfatiza el impulso vital (élan vital) que anima a la evolución creadora (título de una de sus más celebradas).

En atención a estas ideas de Dilthey y Bergson es que hace un tiempo concebí la idea de introducir otra distinción dentro de la clasificación de los géneros literarios. Se trata una especie de división de aguas, tan arbitraria y convencional como cualquier otra que la haya precedido. Al respecto, sostengo que es posible distinguir entre géneros vivos y géneros muertos. Que un determinado género se ubique aquí o allá dependerá del grado de vitalidad que anime su desarrollo interno, no así su desarrollo externo. El aspecto interno tiene que ver con la transformación de estados, con la sucesión de eventos y la realización de secuencias no solo lógicas sino también cronológicas. En este sentido, un género se encontraría “vivo” porque durante su contemplación la conciencia puede observar una historicidad que conlleva transformaciones continuas, manera que lo observado se parece a la vida misma en su esencia, tal como lo manifestaban los filósofos vitalistas: un constante devenir animado por un impulso vital. Por el contrario, un género muerto es aquel en donde no podemos hallar, internamente en cualquiera de sus especies, movimiento, cambio, progreso o transformación de estados, o sea, no podemos contemplar el desenvolvimiento de una historia. Ejemplo de los primeros son la épica, la epopeya, el cantar de gesta o sus descendientes como el cuento, la novela, la crónica. Incluso podríamos extrapolar esta división a otros géneros artísticos. En consecuencia, también compartirían esta cualidad el cine y el teatro. Entre los segundos, me atrevo a colocar al ensayo, el artículo, la monografía, la fotografía y la pintura, solo por mencionar algunos ejemplos.

Posiblemente, alguien objetaría esta clasificación aduciendo que es demasiado caprichosa, artificial y forzada, pues lo vivo o muerto de un género se está evaluando solo en función de la presencia o ausencia del movimiento, cuya actividad se explica por la existencia de un impulso vital en su estructura interna. ¿Acaso las cavilaciones de un ensayo en el que se tiene que argumentar e hilvanar ideas y hechos que nos conducen a la obtención de conclusiones que, a su vez, servirán de premisas para nuevos razonamientos no son evidencia suficiente para demostrar que hay movimiento, cambio o desarrollo en este género? ¿Es posible afirmar que estos géneros denominados “muertos” no han experimentado cambios a través de la historia e incluso complicado la delimitación de las fronteras intergenéricas? Y además, ¿la contraargumentación, el debate, la confrontación de ideas opuestas no es una señal de que existen oposiciones que pueden dar lugar a una síntesis que supera a la anterior y, así, avanzar hacia un nuevo estado?

Frente a esta posible y muy comprensible objeción, replico, en primer lugar, que ambos géneros poseen existencia, mas solo los primeros poseen un espíritu que anima su ser. El criterio es que todas las especies de los géneros vivos contienen una representación de la vida misma, la cual, en términos de Dilthey, no difiere de la historia. La vida no se puede comprender fuera de la historia porque todos los acontecimientos de la primera se hallan relacionados dentro de un mismo marco que los organiza y les da coherencia global. Ello, por supuesto, no impediría el análisis y la interpretación de uno solo de los acontecimientos con prescindencia total del resto, pero ello significaría limitar su comprensión. Del mismo modo, en una novela, por ejemplo, encontramos que nos conmueve de manera distinta que el más riguroso de los ensayos, porque durante su contemplación vivenciamos las experiencias narradas y nos hacemos partícipes de una vida paralela a la que vivimos en la realidad. El ensayo posee una existencia racional, cuya vitalidad o forma de vida es diferente a la de la novela o cuento; la vitalidad del ensayo, en el cual no niego que exista cambio o movimiento de ideas, es diferente, ya que se asemeja a la existencia de un ánima en pena que ha perdido su corporeidad. Existe, sí, pero más allá de la realidad. Las ideas que se intercambian en un debate y que podrían generar nuevas ideas ad infinitum tienen una existencia y una dinámica que no se asemeja a la vida, pues no representan nada más que a ellas mismas. En cambio, los personajes de una novela, que también podrían ser portadores de alguna ideología, suelen adquirir dimensiones mayores que las ideas que defienden. ¿Qué trasciende más en Crimen y Castigo: la teoría del superhombre sostenida por Raskolnikov o el drama existencial y psicológico que lo agobia? Por ello insisto en dejar claro que el criterio para calificar como vivo o muerto a un género será el grado de representación de la vida como historia.

De hecho es muy posible que el término “muerto”, que encierra una connotación negativa, impregne esta clasificación de un sentido que no se desea. Generalmente, lo “muerto” es asociado no solo a lo que carece de vida o movimiento sino también a lo infértil, improductivo o inerte. Debo aclarar que dentro de mi perspectiva, lo muerto no es de ninguna manera un adjetivo que pretenda valorar negativamente un género, desprestigiarlo o privilegiar las cualidad de otro. Lo muerto de un género es, simplemente, la ausencia de vitalidad entendida como sucesión de acontecimientos similares a la vida misma, donde no solo hay lugar para la racionalidad o la génesis y/o cambio de ideas, sino también para la voluntad, la intuición, los sentimientos, la pasión, etc. En tal sentido, la multiplicidad de propósitos que puede albergar una película, un cuento o una novela (el placer de la contemplación, la vivencia de una vida paralela, la conmiseración por un estado de cosas injusto, etc.) contrastan con el objetivo primordial de un ensayo o un artículo de investigación (la validación de una postura o la explicación de un tema). La cerrazón de estos últimos en un solo objetivo los aproxima, a mi modo de ver, a la categoría de géneros muertos.

Lo muerto, para mí, también dista mucho de lo improductivo. Por supuesto que en el ensayo o la monografía hay producción, cambio y obtención de nuevos conocimientos, pero lo que no hay es una existencia autónoma y descentralizada de los componentes que integran el género. El narrador de un cuento, novela o crónica, o la voz que orienta al espectador en una película tiene vida propia, pues es una creatura del autor. Lo mismo podemos afirmar de los personajes e incluso del paisaje .No hay nada revelador en recalcar la distinción entre autor y narrador. Sin embargo, la traigo a colación para dejar en claro que esto ocurre en los géneros vivos, a diferencia de los muertos, donde, por ejemplo, existe una sola voz plenamente reconocible e identificable con el autor: no podemos culpar a Stevenson por las atrocidades cometidas por Mr. Hyde, pero sí puedo emitir un juicio de censura contra el autor de Mi lucha (Mein Kampf) por la naturaleza perniciosa del nazismo. Estoy seguro de que ningún individuo podría aceptar como un descargo válido que la voz del ensayo representa un alter ego del autor y que, en virtud de ello toda acusación contra aquel carece de fundamento, pues se trataría de entidades distintas. Si tuviera que definir de una manera muy personal a la novela, atendiendo a la clasificación que vengo proponiendo, este sería un género en el cual hay una vida virtual procede de o hace referencia a la vida real.

Por último, lo muerto tampoco debe ser interpretado como signo de decadencia, involución o detenimiento en el avance. Pienso que una errónea interpretación de mi propuesta podría manifestarse en enunciados del tipo “el artículo es un género muerto, es decir, acabado, en vías de extinción”. Muerto no es extinto o desaparecido o rumbo a la desaparición. “Cerrado” me parece un sinónimo mucho más acertado y próximo a lo que sostengo.

A pesar que tengo algunas certezas sobre el asunto que acabo de explicar, no puedo negar que me asaltan aún muchas dudas. La principal radica cómo ubicar a la poesía. ¿Está viva o muerta? ¿La prosa poética, la novela poética, la poesía novelada donde se ubicarían? Temporalmente, ensayo la siguiente explicación no sin reconocer que merece una mayor profundización.

Obras como La casa de cartón, de Martín Adán, o algunos textos de Borges que lindan entre el cuento y el ensayo nos colocan frente a una situación complicada cuando se discuten las clasificaciones de género. De mi parte, me parece que aunque una novela poética resulte a veces inclasificable porque haya incorporado recursos, estrategias, registros u otros elementos de la poesía e incluso de otros géneros extraliterarios, estructuralmente, sigue siendo una novela. Bombardero, de César Gutiérrez, e Inka trail, de Oswaldo Chanove, solo por citar dos ejemplos, son narraciones fragmentarias en las que se integra el discurso de la novela, la noticia periodística y la crónica o reportaje, pero no dejan de ser en esencia novelas como lo es Rayuela por más deslumbrante que fuera su experimentación. Por esta razón, no habría mayor polémica en ubicar tales obras dentro de la categoría de los géneros vivos. Sin embargo, la cuestión se complica cuando se trata de poesía.

La poesía es el género más permeable a la inserción de cualidades de otros géneros incluso no literarios. Comparte esta característica con la música. Tomando este punto como premisa, tenemos que hay una nueva oposición: la que contrapone los géneros abiertos y los cerrados, cuya elucidación no voy a abordar en esta oportunidad. Solo bastará decir que la apertura o cerrazón de un género dependerá de la abundancia o escasez de propósitos del género. La mayor variedad redundará en una mayor apertura o visto desde otro punto, su mayor disposición a la apertura ha generado una mayor variedad de especies; ahí tenemos a la novela y todas sus variedades; así como el cine con sus respectivas familias genéricas y subgenéricas. No ocurre así con el ensayo, la tesis o la monografía, por ejemplo, ya que sus variantes son muy limitadas.

La poesía es un género abierto en el sentido de su permeabilidad, a tal punto que podría invisibilizarse su esencia literaria oral o escrita, pero no por ello dejar de existir. Me refiero al aire poético que podemos hallar en discursos como el ensayo, la crónica o la novela. No son poesía propiamente dicha, pero poseen una atmósfera poética que nos indica su presencia. Sin embargo, es, además, un género muerto si es que, fieles a la premisa establecida al inicio, el criterio fundamental para decidir su clasificación es la presencia del movimiento. Algún lector asiduo de poesía o tal vez alguien que cultive este género con denodada pasión podría plantear la siguiente inquietud: ¿Cómo clasificaría Ud. a la poesía épica o a la poesía dramática? Mi respuesta no distaría mucho de la que utilicé en referencia a la prosa poética o a la novela poética. La Iliada y La Odisea fueron inicialmente un conjunto de relatos, cuya forma de expresión se adecuaba más a la oralidad de la poesía; pero, en lo que se refiere al contenido, me queda muy claro que se trata de una novela heroica y otra de aventuras, respectivamente, que sentaron un precedente para las novelas fundacionales de una identidad nacional y de las novelas de aventuras, abundantes durante los siglos XVIII y XIX, durante el apogeo de las potencias coloniales.

Mi problema con la poesía está en la dificultad para establecer una esencia en el género que me permita distinguirla de otros de manera clara e indubitable. Su enorme permeabilidad tanto para integrar como para integrarse en otros discursos dificulta esta tarea. Como mencioné, puede no existir un texto poético, pero ello no significa que lo poético no exista. Esta situación se complica cuando nos hallamos frente a la poesía cinética. Para comprenderlo mejor, revisemos el siguiente poema.

Déjame cubrir tu piel

Soy como un río que navega por la vertiente occidental de tu cintura
Derramando hilos de agua sobre tu vientre de praderas fértiles
He venido desde las alturas de tu cabellera espumosa
Dejándome caer por las laderas de tu cuello
Inundando las quebradas de tu espalda
Llenando todos tus espacios vacíos.

Soy, como una serpiente que silenciosa baja por las ramas de un árbol
Y en ondulados movimientos lo rodea
Y tiemblas de sólo sentir como desciendo para envolverte
Y ya quisieras tener
Los puños como martillos
Y las uñas como garras
Para liberarte.

Soy alrededor tuyo como la red es a la presa
Y como una torrencial lluvia de verano
Como un huracán enloquecido
Me dejo caer en ti.

La poesía cinética es aquella que se caracteriza por la presentación de imágenes en movimiento, a diferencia de otro tipo de poesía que podemos equipararlas con una fotografía o una pintura: una sola escena estática. En el poema anterior, apreciamos que si tuviéramos la intención de retratar la escena que se sugiere, no habría más remedio que elaborar un corto cinematográfico, pues solo podríamos aproximarnos a lo expuesto mediante un montaje secuencial de las imágenes sugeridas. Esta dificultad es extensible a la música, que no es más que una forma mucho más intensa y sublime de poesía. Recurriendo a una analogía de la física, la poesía es materia sumamente condensada, mientras que la música es energía sumamente sublimada.

Las teorizaciones ponen a prueba las creencias que tenemos acerca de la realidad. A veces pueden confirmarlas, otras, desencadenar una secuela de inquietudes que nos sumergen en la búsqueda de una concepción de alcance universal. Con estos breves apuntes acerca de los géneros literarios, solo pretendo llamar la atención sobre las posibilidades de la hermenéutica dentro de la investigación literaria y del resto de ciencias humanas, e ilustrar con la mayor claridad un particular punto de vista sobre el tema en cuestión.
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Dificultades en la enseñanza de la Literatura

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Es muy extendida la idea de que los cursos de letras no son tan importantes como los cursos de ciencias —oposición errónea, ya que se sugiere la idea de que las humanidades o letras no son ciencias—. Esta idea tiene mucho arraigo en la actualidad, sobre todo en los directivos de escuelas privadas y de colegios preuniversitarios, así como en los padres de familia, quienes están convencidos de que los alumnos deben prepararse para la universidad, es decir, solo para un examen de admisión. Tal idea se ve reforzada por el prestigio que tienen ciertas profesiones vinculadas a carreras técnicas en las cuales los conocimientos prácticos son más importantes que la especulación teórica.

Sin embargo, creemos que desde las humanidades, específicamente desde la Literatura, es posible fomentar el pensamiento crítico si se toman en cuenta algunas consideraciones que durante muchas décadas, han sido ignoradas, lo cual trajo como consecuencia que la Literatura sea percibida como “un curso de relleno” y no como una vía que conduce no solo al disfrute de una experiencia artística, sino a la reflexión.

La primera dificultad que encuentra la Literatura tiene que ver con la manera en que se la define. Según Miguel Ángel Huamán (2001), la definición de Literatura es compleja, puesto que en esta disciplina el objeto de estudio coincide con la denominación de la disciplina. Por ello, convendría hacer una primera distinción. ¿De qué hablamos cuando hablamos de Literatura? Huamán señala que la Literatura puede ser entendida como creación artística, donde tenemos a los diversos géneros literarios; como historiografía (épocas, contextos, movimientos literarios, autores, etc.); y como teoría y crítica, es decir, como reflexión científica sobre el quehacer literario y como valoración de dicha experiencia; y, finalmente, como enseñanza de la Literatura, o sea, la transmisión de algunos de los saberes antes mencionados.

De todas estas definiciones, la más extendida entre los profesores de Lengua y Literatura, hoy denominada Comunicación Integral, es la Literatura como historiografía, pero muy poco o casi nula la valoración e interpretación del fenómeno literario. De esta forma, se tiene que para la gran mayoría de profesores y estudiantes de secundaria, el curso de Literatura consiste no tanto en analizar obras, sino en memorizar argumentos, biografías de autores, contextos históricos y características de movimientos literarios. Todo ello, si bien es importante, no debería ser lo central al momento de enseñar Literatura, porque se trata de conocimientos extraliterarios que no contribuyen directamente a la valoración del texto que tendría que atravesar ciertas etapas previas.

En consecuencia, los análisis literarios que se plantean bajo este enfoque historicista rodean el texto pero no lo interpretan. Se concentran en la vida del autor, pero no demandan al estudiante a que plantee una interpretación propia del mismo. Y cuando se pretende esto, se suele transmitir las reflexiones más consolidadas y se tiende a desvalorar aquello que el alumno pueda plantear, por considerarlo poco elaborado.

El historicismo y el biografismo en la enseñanza de la Literatura en la escuela se explican por la seguridad que brindan estos enfoques al maestro (Sánchez 2004). Es más fácil refugiarse en un saber establecido e inamovible que plantear nuevos desafíos, tal como lo exigiría la interpretación personal de una novela, cuento o poema. Al respecto, existe mucha resistencia por parte de un sector importante de los maestros de la especialidad en cambiar estos enfoques por otros más innovadores.

Esto a su vez se explica por una deficiente formación en los que respecta a los estudios literarios. En las facultades de educación, no es común que los docentes de Lengua y Literatura tengan como profesores a especialistas de Lingüística y Literatura, sino más bien a otros educadores que también fueron formados bajo el mismo paradigma, lo cual conduce a que se repita el mismo modelo ciclo tras ciclo. Se necesitaría revertir esta situación para que los planes curriculares cambien y así cambie la manera de enfocar la Literatura desde la educación. En general, debería balancearse la didáctica con los contenidos. Conocimientos básicos de narratología, análisis estructural del relato, nociones de teoría literaria servirían mucho para aclarar tantos malentendidos en torno a la ciencia literaria como la confusión entre el autor, narrador y el personaje, o la excesiva confianza en la biografía como método para interpretar la obra.

El segundo paso luego de resolver lo referente a la formación del docente en estudios literarios tiene que ver con la didáctica de la literatura. Lo que se busca no es que el alumno se convierta en escritor ni que memorice datos sobre escritores o épocas o que recite versos de memoria y mucho menos que piense que un texto está cerrado a la interpretación única que le da su libro o su profesor. El objetivo es que el alumno dialogue con el texto y que contraste valoraciones en un ambiente en el que el propósito mayor es mucho más que comprender un texto: se trata de formar individuos capaces de intercambiar posturas diversas acerca de un mismo hecho sin negarse a la posibilidad de exista la pluralidad. El reconocimiento de una realidad cultural diversa en un país como el nuestro es una de las tareas pendientes que se debe asumir desde la educación (Córdova 2007) y la Literatura puede colaborar con este objetivo. Una educación en democracia no puede dejar de lado el hecho de que cada sujeto posee una perspectiva que podría ser diferente, pero no necesariamente incompatible con las demás, sino complementaria.

Bibliografía

Huamán, Miguel Ángel. Educación y Literatura. Lima: Mantaro, 2003.
—————————–. Problemas de Teoría Literaria. Lima: Signo Lotófago, 2001.
Sánchez Mejías, Rolando (ed.) Obras maestras del relato breve. Barcelona: Océano, 2004.
Córdova, Paula. ¿Cambio o muerte de las lenguas? Reflexiones sobre la diversidad lingüística, social y cultural del Perú. Lima: UPC, 2007.
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El Galeao

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Hace unos meses, lei un gran aviso publicitario en el cual la empresa administradora del Jorge Chávez se complacía en informar que nuestro primer aeropuerto había sido reconocido como el mejor de Sudamérica. La verdad, me costó creerlo, aunque era conciente de que carecía de referentes para compararlo con otros aeropuerto del continente. El Arturo Merino Benítez de Santiago de Chile de hecho no es superior al Jorge Chávez, pero el Ezeiza de Buenos Aires nos supera en tamaño, frecuencias y cantidad de líneas aéreas que llegan a esa ciudad. Sin embargo, a pesar de carecer de puntos de comparación, me resistía a aceptar -tal vez por esa natural actitud de los peruanos a creer que no estamos preparados para afrontar grandes retos- que el Jorge Chávez era el aeropuerto más moderno de esta parte del mundo.

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No era la primera vez que tenía noticia de algo semejante. Hace algunos años atrás, leí en un antiguo número de Caretas que luego de su inauguración durante el primer gobierno del Arq. Fernando Belaúnde Terry el Jorge Chávez había sido reconocido como terminal aéreo más moderno de Sudamérica. Hoy, cincuenta años después, me pregunto por qué le habrán otorgado ese reconocimiento nuevamente y cuáles serán los criterios de evaluación.

Pero el motivo de esta nota no es el Jorge Chávez sino el Galeao de Río de Janeiro. También es conocido como Antonio Carlos Jobim, en homenaje al autor de “Garota de Ipanema” y la “Samba do aviao”. Estos son dos de sus temas más emblemáticos y que identifican el sentir de los cariocas por su ciudad y, posiblemente, inclinaron la balanza en favor de Tom Jobim al momento de elegir un nombre, pues lugares públicos que hayan adoptado los nombres de músicos, artistas, poetas y escritores fascinados por la ciudad del carnaval más famoso del mundo abundan por doquier. Por ello, no debería sorprender que muchas instituciones, fundaciones, plazas, calles, parques y edificios tengan el nombre de un personaje famoso.

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El Galeao posee dos terminales: uno para vuelos nacionales y otro para internacionales. Aparte hay un aeropuerto exclusivamente para vuelos nacionales; es el Santos Dumont, ubicado en la zona portuaria. Comparado con el Jorge Chávez, el Galeao tiene una mayor extensión en el área de las pistas de aterrizaje y las instalaciones del terminal son también mas amplias. No obstante, lo que gana en tamaño lo pierde en presencia, pues luce muy austero y modesto. Desde afuera, apenas es visible el nombre; lo que más destaca es un enorme edificio de concreto gris. No hay grandes avisos luminosos o carteles publicitarios que sugieran la llegada a un aeropuerto (como sí ocurre a lo largo de la avenida Faucett en el tramo previo al Jorge Chávez). Mientras nuestro primer terminal aéreo lucha cada vez más contra la urbanización de sus alrededores, por lo cual se ve obligada a litigar con sus numerosos vecinos para expropiar sus viviendas, el Galeao se encuentra lo suficientemente lejos de la ciudad, de manera que no enfrenta estos problemas.

Al caminar por sus amplios corredores siento como si estuviera dentro de un enorme hospital u otro edificio de tipo estatal debido a la opacidad de sus paredes, pisos y columnas solamente interrumpidas por los monitores que anuncian a todos color las llegadas y salidas de vuelos. La sala de comidas (food court) no es nada ostentosa ni impactante como la que se encuentra en el Jorge Chávez (que poco a poco parece Plaza San Miguel o el Jockey). La del Galeao es muy espaciosa, ordenada, sí, pero muy discreta. No hay franquicias comida rápida una tras otra y las tiendas de ropa son tan sencillas que me recuerdan a las galerías de Gamarra con sus pequeñas puertas y vitrinas que aprovechan el menor espacio al máximo.

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La sala de espera para pasajeros es un poco más elegante. Allí están las tiendas Duty Free y franquicias de reconocidas marcas de ropa internacional. Infraero, empresa que administra el Galeao, se ha tomado muy en serio su labor; por ello, podemos afirmar que el Antonio Carlos Jobim es estrictamente un aeropuerto que brinda las comodidas necesarias para atender a un pasajero, pero, definitivamente, dista mucho de ser lucir como un Megaplaza con pista de aterrizaje, como sí lo parece el Jorge Chávez. Quizás por el comfort que este último ofrece a los pasajeros, la detallada señalización y lo moderno de sus instalaciones lo hayan hecho merecedor de un reconocimiento internacional.

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Sin embargo, la mayor ventaja que posee el Galeao sobre el Jorge Chávez es que en el primero el transporte desde el aeropuerto no está diseñado para favorecer los caprichos de un grupo de empresas de taxi que controlan el monopolio del traslado de pasajeros. Cualquier taxi -todos están empadronados, no hay taxis de privados- puede ingresar y dejar o llevar pasajeros si este así lo desea. Además, una gran ventaja es que el transporte público también ingresa al aeropuerto. Algunas líneas cubren las principales rutas del aeropuerto hacia las zonas más estratégicas de la ciudad desde donde los pasajeros pueden continuar su ruta hasta su destino final. Son buses diseñados para especialmente para este tipo de transporte. De esta manera, es el pasajero quien decide y no la empresa administradora del aeropuerto ni los taxistas que con su anuencia parecen haber tomado por asalto el parqueo en el Jorge Chávez.
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Río de Janeiro – Centro

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Aventura cultural en la ciudad del carnaval

Para la gran mayoría de cariocas visitar el centro histórico de Río de Janeiro forma parte de su rutina laboral diaria. En el centro de Río, se hallan algunos ministerios, cortes federales, oficinas gubernamentales, institutos y centros de investigación y antiguos edificios residenciales. En este sentido, transitar por las viejas calles del centro de esta ciudad no les representa mayor atractivo, sino, posiblemente, un mal necesario con el cual lidiar. Sin embargo, para el turista cuyas expectativas no solo se limitan a tomar sol en la playa o salir de compras pasear por el centro de Río puede ser una experiencia muy gratificante.

El turismo cultural puede que no esté en la cima de las preferencias de los miles de visitantes que llegan a esta ciudad, lo cual es muy comprensible, pues cuando se piensa en Río de Janeiro inevitablemente lo asociamos al carnaval, la samba o el fútbol. De hecho, luego de conversar con algunos profesores universitarios, todos apuntaban a que cuando se inaugura una exposición artística, feria del libro o festival cinematográfico se piensa más en São Paulo o Brasilia que en Río de Janeiro. A pesar de ello y ante la mirada reticente de algunos amigos cariocas, me aventuré a pasear por centro de esta ciudad que es dueña de una parte muy importante de la historia del Brasil.

El transporte público en Río está muy bien organizado, por lo cual no es difícil movilizarse en bus. Hay muchas líneas que atraviesan el centro y todas ellas provienen de distintos puntos de la ciudad. Mi aventura cultural en la ciudad del carnaval la inicié en el Palacio Tiradentes. Este lugar alberga la historia de la democracia y las vicisitudes que esta tuvo que enfrentar contra los embates del autoritarismo. La exposición permanente “Palacio Tiradentes: lugar de memoria de Parlamento Brasileño” muestra los principales acontecimientos sociales y políticos ocurridos en la ciudad desde la época imperial hasta el presente. Su nombre es un homenaje a Joaquim José da Silva Xavier (Tiradentes), quien estuvo preso allí cuando funcionaba la “Cadeia Velha” lugar de reclusión durante la Colonia.

La parte que más me interesó fue la republicana, exactamente la del primer gobierno de Getúlio Vargas, quien, a pesar de sus exabruptos autoritarios fue el responsable de la modernización del país. Vargas puso fin a la Republica Vieja y fundó el Estado Nuevo, periodo en el que hubo una fuerte represión contra la oposición, persecución al comunismo y en el que se cerró el Congreso. Durante este periodo, el Palacio Tiradentes pasó a ser identificado como la principal fuente de difusión de la propaganda política del “Estado Nuevo”, al punto que el frontis del palacio fue decorado con una gigantografía que conmemoraba el cumpleaños de Vargas en 1941. Luego de la caída de su régimen, la democracia volvió con la instalación de la Constituyente de 1946.

A partir de aquí, el Palacio se volvió sede de la Cámara de Diputados, condición que mantuvo hasta que la capital del Brasil se mudó a Brasilia. Desde 1975, el Palacio es la sede de la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro (ALERJ). Para los interesados en temas de derecho, la biblioteca del ALERJ ofrece una vasta colección de textos y documentos. Si el visitante lo desea, puede ser asistido por la guía de estudiantes universitarios de la UERJ (Universidad Estadual de Río de Janeiro).

Después del Palacio Tiradentes, puede pegar el salto al Paço Imperial, edificio colonial que fue el despacho administrativo de los virreyes del Brasil, así como del rey Juan VI y de los emperadores del Brasil. Actualmente, es un centro cultural con exposiciones permanentes acerca de la historia colonial e imperial del Brasil, fotografía, música, libros y escultura.

Para recobrar energías nada mejor que beber un buen café en Kopenhagen, cruzando la vereda al frente del Paço Imperial y siguiendo una cuadra hacia adelante. Sugiero el capuccino con chocolate, que es verdaderamente una delicia. Kopenhagen tiene locales en varios puntos de la ciudad y en todos ellos la asistencia es masiva a media mañana y poco antes o después del almuerzo.

De aquí ya estamos preparados para continuar con la siguiente visita al Museo Nacional de Bellas Artes. Esta institución es responsable de la custodia y divulgación del arte brasilero. La entrada al mismo es totalmente gratuita, lo que anima a su visita. Este museo brinda un espacio para la preservación de la memoria de la nación, de su arte, de la educación, de la inclusión y de la transmisión del conocimiento. El Museo Nacional de Bellas Artes se encuentra a disposición de toda la ciudadanía con vista al desarrollo y conservación del patrimonio cultural brasilero. Ubicado en la avenida Río Branco, en pleno centro de Río de Janeiro muy cerca de la Biblioteca Nacional y del Teatro Municipal, el acervo del museo tiene su origen en el conjunto de obras de arte traídas por Joao VI de Portugal en 1808, el cual fue ampliado posteriormente por Joachin Lebreton, quien dirigió la Misión Artística Francesa. De esta manera, se conformó la más importante pinacoteca del país que luego fue enriquecida con nuevas incorporaciones a lo largo de los siglos XIX y XX. La antigua sede del museo se hallaba en unas de las áreas que actualmente ocupa el Jardín Botánico. Con la construcción de la nueva sede de la Escuela Nacional de Bellas Artes en el centro de Río de Janeiro, todo el acervo se trasladó al nuevo edificio que fue inaugurado en 1937.

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Dependiendo de las normas de la institución, tomar fotografías puede estar prohibido en todas las instalaciones o solo en algunas. Por ello, es conveniente cerciorarse antes. Salvo en algunas salas, casi en todas las galerías del Museo de Bellas Artes está prohibido tomar fotografías. Permanentemente, hay un piso dedicado al arte brasilero contemporáneo que contiene pinturas, grabados, esculturas, dibujos e instalaciones de los artistas brasileros más connotados del siglo XIX y XX. Ahí podrán apreciar las escenas costumbristas de los pintores de inicios y mediados del XIX pasando por la evocación histórica de la conquista y los años de la esclavitud a fines del XIX y principios del XX, hasta las nuevas tendencias vanguardistas del periodo de entreguerras y la constante renovación del arte posmoderno. Algunas secciones contienen obras de destacados artistas como Cándido Portinari, Oswaldo Goeldi y Carlos Oswald. La Galería Nacional del Siglo XIX contiene pinturas de grandes dimensiones que evocan pasajes de la historia colonial, imperial y los inicios de la república. Son cuadros dotados de un realismo impresionante tanto por las escenas retratadas como por sus dimensiones. De todas las galerías recomiendo recorrer detenidamente esta en particular.

Si visita el Museo Nacional de Bellas Artes durante este mes de agosto, podrá apreciar la exposición del artista Paiva Brasil, denominada Jogos da arte en la cual presenta obras de gran vigor, dotadas de un lenguaje propio y fácilmente reconocibles. Paiva pertenece a una generación que transformó el quehacer artístico de manera definitiva y revolucionaria. A pesar de no haber integrado grupo alguno, su obra ha sido una pieza clave en la ruptura del arte moderno brasileiro, ocurrida en los 50. Su obra destaca junto a la de otros artistas contemporáneos como Ubi Bava y Rubem Ludolf.

En la sala Bernardelli hay una exposición de las obras de Sergio Telles, que reúne una muestras bastante amplia y representativa de sus pinturas, dibujos, grabados y acuarelas. Telles también colaboró con la ilustración de libros de escritores brasileros y portugueses entre los que destacan Jorge Amado, Fernado Pessoa y Carlos Drummond de Andrade. La obra de Telles retrata escenas urbanas cotidianas, playas, mercados, bailes populares e interiores de sus ateliês.

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La sala de esculturas clásicas es de las pocas que se pueden fotografiar. Contiene réplicas de esculturas que datan de la época del clasicismo griego como la Venus de Milo y la Victoria alada de Samotracia que se ubica justo en el centro de la sala.

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Nuestra aventura cultural culmina en el Centro Cultural Justicia Federal (CCJF). Este forma parte integrante del Corredor Cultural de Cinelandia y tiene como vecinos al Teatro Municipal, la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes. La sede del Supremo Tribunal de Justicia Federal fue reabierta en 2001 como Centro Cultural. El proceso de restauración respeto las formas del diseño original. La construcción, iniciada en 1905, estuvo destinada al Arzobispado de Río de Janeiro. Fue adquirida por el Gobierno Federal que lo transformó, en la sede del Supremo Tribunal Federal de 1909 a 1960. Con a mudanza del Supremo Tribunal Federal para Brasilia, el edificio fue ocupado por funcionarios de Hacienda Pública y por la Justicia Federal.

El actual edificio posee una vasta y moderna infraestructura. El CCJF dispone de 14 amplias salas de exposiciones, teatro, biblioteca, tienda y una cafetería. También, conserva una sala de cine para la proyección de películas. Constantemente, hay una programación cultural muy variada: música, pintura, fotografía, conferencias, seminarios, cursos y presentaciones de libros. Durante mi visita, pude apreciar la muestra “Livres do Pecado” del artista plástico André Malinski, quien aborda temas como la religión, sexo y SIDA, los cuales todavía pueden ser tabú en algunas esferas sociales.

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Otra exposición que me agradó fue “Nos” de Tatiana Verbicario, cuya muestra contiene cerca de 46 obras, incluyendo pinturas, dos instalaciones y una projección, en las que las texturas, agujas, hilos y pigmentos se entrelazan buscando despertar la curiosidad y la reflexión. Además, durante todo el mes de agosto y setiembre estará la muestra fotográfica “Rocinha, Arquitetura e Cotidiano”, que busca mostrar el corazón de la comunidad de Rocinha, en Río de Janeiro, a partir de imágenes que revelan la cotidianeidad de sus habitantes y también la peculiar arquitectura de la que es considerada la mayor favela de América Latina.

En estas líneas, he intentado bosquejar una pequeña ruta cultural que de ninguna manera agota todas las posibilidades de una visita al centro de Río de Janeiro. Quedan muchos otros museos, centros culturales, bibliotecas y fundaciones por visitar en esta “ciudad maravillosa”, sin contar una aventura musical en el tradicional barrio de Lapa o en Santa Teresa, o una incursión en búsqueda de las raíces de la música popular brasilera, de sus intérpretes, compositores, poetas y artistas. Se trata solamente de una entrada sugerente y muy particular de un turista que observa y disfruta de lo desconocido.

El próximo post estará dedicado al bossanova y a sus principales exponentes. Sigue leyendo

El restaurant Garota de Ipanema

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Ubicado en la esquina de Prudente de Morais con Vicente de Moraes, el bar restaurant Garota de Ipanema se ha hecho célebre porque allí surgió la letra y música de la que es, posiblemente, la canción más emblemática de Río de Janeiro. Tal ha sido la repercusión de este tema musical que el restaurant cambió su nombre original y adoptó el que da título a la canción compuesta por Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim.

Allá por los años sesenta, el restaurant era frecuentado por intelectuales, poetas, músicos y artistas. Actualmente, ese panorama ha cambiado mucho, pues el público asistente es muy variado y no necesariamente bohemio. A este establecimiento viene gente para almorzar, cenar o beber, en parejas o en familia; independientemente de sus inclinaciones artísticas o políticas, ahora el público asistente acude sobre todo para pasar un momento agradable.

Luego de que Vinicius y Tom Jobim se conocieran y fueran asiduos visitantes del lugar, surgió la idea de componer esa bella melodía en tributo a la belleza de las muchachas que veían pasar por aquella calle camino a la playa de Ipanema, (el restaurant está exactamente a una cuadra de la misma) pero en especial a Helo Pinheiro, su musa inspiradora. El diseño del local facilita una vista panorámica desde la esquina hacia la calzada que conduce al balneario. Si tuviera la oportunidad, no le resultará difícil ocupar, por unos instantes, el lugar de ambos artistas y explicarse por qué se animaron a componer la Garota de Ipanema.

Si cabe la comparación, el Garota de Ipanema vendría a equivaler al Queirolo, al Super Ba o al Cordano de Lima, es decir, un tipo restaurant caracterizado por ofrecer comida y bebidas típicas del lugar que en el presente procura, además, conservar el espíritu de una época esplendorosa. Aquí se ofrece comida típica carioca todos los días desde el mediodía. Sugiero probar el bolinho de bacalao acompañado de una caipirinha o caipivodka. Así como para los peruanos el arroz es titular en todas nuestras comidas, el feijão preto (frejol negro) forma parte de la dieta diaria de los cariocas y de la gran mayoría de brasileros. Sin embargo, en Río se aprecia más la comida internacional —francesa, italiana y, recientemente con mucho interés, la japonesa— y la del interior, sobre todo la comida mineira, del estado de Minas Gerais.

El lugar está decorado con motivos que evocan la presencia de Vinicius de Moraes y Tom Jobim entre los que hallaremos fotografías de época, instrumentos musicales y la ampliación de un fragmento de la partitura del tema Garota de Ipanema.

Al pasar de los años, y debido a la fama que adquirió la zona han aparecido otros establecimientos por los alrededores, los cuales han intentado, sin mucho éxito, imitar la mística del “Garota de Ipanema”. Bares, cafés, shows de bosanova, fuentes de soda y restaurantes de comida típica carioca amenizan la vida nocturna en este sector del barrio de Ipanema. A manera de competencia, justo al frente, se halla “Vinicius”, cuya decoración y ubicación es muy semejante a la del célebre restaurant carioca.

Si regresa de la playa, termine la jornada donde Vinicius de Moraes y Tom Jobim compusieron la que es, quizás, una de las canciones más interpretadas en el mundo y acompañe la tarde con una cerveza bien helada o una caipirinha, mientras disfruta del rítmico andar de las muchachas de Ipanema.

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Jalla Brasil 2010: primera y segunda jornada

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Ayer lunes empezaron las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana Jalla 2010 organizado por el Instituto de Letras de las Universidad Federal Fluminense (UFF), situada en la ciudad de Niterói. Esta novena edición de Jalla tiene la particularidad de ser el primer encuentro en el que se ofrecen ponencias en dos idiomas: portugués y español. Eso es muy significativo pues una de las razones por las cuales se otorgó la sede del congreso a una universidad del Brasil fue precisamente porque históricamente la literatura brasileña ha sido excluida de los eventos organizados bajo la denominación de literatura latinoamericana y, a la vez, ello se ha reforzado debido a que algunos sectores de la comunidad académica del Brasil y determinadas políticas culturales de fuerte sesgo nacionalista aislaron o intentaron promover la idea de que la cultura brasileña debería mantenerse al margen de la comprensión de lo latinoamericano.

La conferencia inaugural estuvo a cargo de Silviano Santiago uno de los más importantes investigadores de la literatura y cultura brasilera contemporánea, en la cual expuso su noción de entre-lugar aplicada a la situación del intelectual latinoamericano. Dicho concepto es una elaboración teórica de Silviano Santiago que se suma a una serie de propuestas que obedecen a una demanda de autointerpretación de lo latinoamericano, tales como la heterogeneidad (Antonio Cornejo Polar), transculturación (Angel Rama) e hibridismo (García Canclini) entre otros. El entre-lugar es un concepto que da cuenta de un espacio articulador en el cual diversos discursos confluyen en tensión y cuya comprensión exige tener en cuenta que cualquier análisis de dicho espacio será incompleto si es que no se cuestionan las perspectivas esencialistas. Ello es muy pertinente en el caso latinoamericano pues de esta manera se pueden superar el particularismo, cuya versión más nefasta es el etnocentrismo nacionalista, o las tesis que abogan por la desaparición de lo autóctono en favor de la apertura total hacia lo foráneo. Silviano recalca la necesidad de reconocer a Latinoamérica como un entre-lugar, ya que no somos europeos, peninsulares, castellanos ni tampoco sociedades ancestrales a las que cuatro siglos no hubieran cambiado en nada. Si algo no debemos olvidar es que Latinoamérica puso en entredicho todos los presupuestos esencialistas provenientes de Europa, su racionalidad, sus paradigmas, y que, en consecuencia, forzó a los intelectuales tanto de aquí como de allá a pensar la diferencia y la pluralidad.

Las ponencias son numerosas, variadas y simultáneas, lo cual obliga a seleccionar no con poca dificultad aquellas que se consideren más interesantes de acuerdo al interés personal. A pesar de ser un encuentro cuyo título anuncia jornadas de literatura, esta se debe entender en su sentido más amplio, propiamente discursivo, pues no solo hay ponencias que tratan lo estrictamente literario, entendido como obra de arte, sino que también hay lugar para la discusión sobre cine, historia, pensamiento político y música, por mencionar algunos ejemplos.

En la mesa Perspectivas sobre el cine, Miriam Ester Goldstein presentó “Argentina: el secreto de tus Oscars”, ponencia en donde analiza la cinta ganadora del Oscar como mejor película extranjera, El secreto de sus ojos. Destacó la fidelidad del director a la trama de la novela sobre la cual se adaptó el guión del filme e interpretó su desenlace como una forma de superar la venganza contra el victimario mediante un castigo que mantiene a quienes buscan justicia en una posición de superioridad moral. Luego hizo su presentación María Celina Ibazeta (PUC-Rio) “Mirar al otro: la comunidad boliviana en Argentina desde la perspectiva documental de Martin Rejtman”, a propósito del filme “Copacabana”. Desde su punto de vista, Rejtman prescindió de las referencias espaciales que sugieran la ubicaciõn de los migrantes bolivianos en Buenos Aires, salvo por alusiones muy discretas, lo cual sugiera la idea de una cultura transplantada que procura prolongarse en otros espacios en los que la mirada de los sujetos locales no se concentra ni observa: por ello, el espectador bien podría deducir que se trata de un documental realizado en Bolivia, pues los lugares presentados han sido adoptados por los migrantes y recreados a su modo, y que para gran parte de los ciudadanos porteños son completamente desconocidos.

Luego de las jornadas de la tarde, la organización ofreció un coffe-break durante el cual los expositores aprovechábamos para intercambiar impresiones sobre las ponencias y sobre la producción literaria en nuestros países, nuestros intereses para la investigación y experiencias diversas. Además, habrá una pequeña pero significativa feria de libros hasta que termine el evento. La editorial que más me impresionó fue 7letras. Su producción es bastante amplia y de un contenido original, de gran nivel, y a precios muy accesibles en un mercado editorial donde el libro, incluso para los propios brasileros, es caro. Esta editorial vendría a ser algo como Estruendomudo en Lima, si cabe la comparación. La diferencia es que 7letras le concede mucha importancia a la investigación literaria, artística, musical, en general, a las humanidades, y por supuesto, la creación literaria, con particular énfasis en escritores jóvenes. El fondo editorial de la UFF también es muy activo. Todas las actas de los eventos que organizan son plasmadas en textos; ello permite que tanto los profesores como los alumnos dialoguen y discutan en torno a lo que producen. En este aspecto nos llevan una gran ventaja porque en Lima demora mucho la edición de las actas de un congreso, seminario o coloquio casi siempre por cuestiones de presupuesto o trabas burocráticas. Aparte de ello, existen muchas instituciones comprometidas con la investigación en diversas áreas; no se trata solo de un compromiso filantrópico o entusiasta sino concreto y serio, pues se asumen todas las implicancias de la dirección de un proyecto académico. CNPq, FAPERJ y CAPES, además de los centros de investigación de la PUC-Rio, la UERJ, la UFF y la UFRJ son algunas de ellas. En este sentido, el incentivo para la investigación es considerablemente mayor que en el Perú.

De la segunda jornada me interesó mucho la intervención de la profesora Marcia Paraquett (UFF) acerca de dos interpretaciones de la canción “Soy loco por ti, América”. En su perspectiva, la segunda versión habría matizado los aspectos contestarios de la primera. Sin embargo, la discusión posterior a la ponencia nos llevó a los presentes a repensar la visión que desde Latinoamérica se tiene de Brasil y viceversa, y de la que conjuntamente se tiene en los EEUU de lo latinoamericano. De otro lado, Amalia Franco (Universidad Minuto de Dios) disertó acerca de la crítica literaria latinoamericana. Franco apuesta por la simultaneidad de puntos de vista que no se anulan entre sí sino que se complementan, recogiendo las propuestas de Antonio Cornejo Polar, Ángel Rama y Emir Rodríguez Monegal entre otros críticos latinoamericanos. A su modo de ver, el dilema entre teoría o crítica latinoamericana ha sido un callejón sin salida del cual no se ha salido.

En los días que vienen comentaré las conferencias plenarias y mi balance acerca del evento. Sigue leyendo

El Fuerte de Copacabana

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Ubicado entre las playas de Copacabana y Arpoador, el Fuerte de Copacabana alberga parte de la historia republicana del Brasil. Actualmente es un museo que contiene una exposición permanente dedicada a la historia del ejército del Brasil en la que se detalla su influencia en la vida política y en la consolidación de una idea de nación desde su creación en la Colonia hasta las décadas más recientes. Pero, sin duda, su mayor atractivo son las cúpulas del fuerte, cuyos interiores se han acondicionado como un museo que exhibe cómo era la vida diaria de los oficiales y soldados allí destacados.

El Fuerte de Copacabana fue inaugurado el 28 de setiembre de 1914. Sin embargo, los proyectos para su construcción datan desde la Colonia, puesto que se precisaba de una fortaleza que afianzara las defensas de la principal metrópoli de la época ante la amenaza de piratas e invasores extranjeros. El fuerte fue escenario de varios momentos importantes de la vida republicana del Brasil. El que posiblemente ha quedado más patente en la memoria de la nación es la “Revolución de los 18” protagonizada por un puñado de jóvenes oficiales en julio de 1922 quienes se alzaron en armas contra el presidente Artur Bernardes. La rebelión fue comandada por el capitán Euclides Hermes da Fonseca en rechazo al encarcelamiento de su padre, el mariscal Hermes da Fonseca, ordenado por el electo presidente Bernardes. El mariscal y ex presidente Fonseca gozaba de un gran prestigio dentro del ejército, pero fue encarcelado por ordenar al ejército que no reprima con violencia los alzamientos de los pobladores descontentos con el gobierno de Bernardes. La revuelta no tuvo la acogida prevista entre los mandos militares por lo cual los rebeldes fueron sitiados rápidamente en el Fuerte de Copacabana. El capitán Euclides da Fonseca fue tomado prisionero luego de las negociaciones. El teniente Siqueira Campos a cargo de un reducido contigente de hombres decidió no confrontar a las fuerzas leales al gobierno en el fuerte sino que saldrían caminando rumbo al palacio ministerial dispuestos a todo. Cortaron una bandera en 29 pedazos y la repartieron a cada uno de los rebeldes. Este episodio de la revuelta es conocido como la “Marcha de la muerte”. Durante la marcha algunos se rindieron y otros desertaron; al final quedaron 9 hombres a los cuales se unió un civil. Todos fueron abatidos por las fuerzas leales al gobierno federal.

El Museo Histórico del Ejército contiene una muestra que recrea la trayectoria del ejército del Brasil denominada “O Exército na formação da nacionalidade” (El Ejército en la formación de la nacionalidad) durante el periodo colonial, imperial y republicano. Destaca la figura de Pedro de Teixeira, cuya aventura expedicionaria más allá de los límites del Tratado de Tordesillas, que fijaba la frontera entre la corona portuguesa y española, culminó en la expansión del Brasil hacia la Amazonía. Teixeira remontó el Amazonas hasta llegar a Quito y durante su expedición sometió diversos territorios, fijó bases y trazó mapas que sirvieron de referencias para posteriores incursiones. Otra personalidad notable en el museo es Luis Alves de Lima e Silva, conocido como el Duque de Caxias, patrono del ejército del Brasil. Este connotado oficial tuvo una destacada trayectoria militar durante las guerras de independencia, el mantenimiento del orden público en la etapa posimperial, el aplacamiento de las rebeliones antiesclavistas, la guerra de la Triple Alianza, la consolidación de la unidad nacional brasileña y el fortalecimiento del poder central.

Después de visitar los espacios históricos es posible tomar un descanso un beber o comer en el “Café do Forte”, desde donde se goza de una excelente vista a la playa de Copacabana, o visitar la sala de exposiciones temporales que por estos días muestra cuadros costumbristas que dan cuenta de las escenas de la vida urbana de Río de Janeiro a mediados del siglo XIX. Desde la parte superior de las cúpulas “Duque de Caxias” y “Andre Vidal” se tiene una vista magnífica de toda la bahía de Copacabana y de las islas que se encuentran al frente.

El Fuerte de Copacabana nos ofrece una muy buena oportunidad para conocer la historia de la ciudad de Río de Janeiro. Si tiene la ocasión de visitar esta ciudad, haga una parada al final de la playa de Copacabana como quien va a Ipanema y luego, simplemente, siga disfrutando de la playa más sensual de todo el mundo a ritmo de bossanova y abrazado por las tibias aguas de Atlántico.

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