Archivo de la categoría: Literatura

Crítica literaria y reseña de libros

De profundis

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Una existencia parásita de tu recuerdo
es lo que me deja tu partida
Una incógnita indescifrable, una fisura
una huella indelebre que oscurece mi memoria
La aprisiona y envilece como una sombra gigantesca proyectada desde la profundidad del océano hasta los confines de la bóveda celeste
Impenetrable como una corona solar devorando un cielo sin color
Una existencia incompleta una marea en retirada
Un eterno desierto de girasoles viejos
es lo que me deja tu partida

01-01-2011 Sigue leyendo

LA POÉTICA DE ANNE SEXTON

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Anne Sexton, seudónimo de Anne Gray Harvey, se encuentra entre las más notables poetas norteamericanas contemporáneas de la tendencia poética confesional. Nació en Newton (Massachussets) el 9 de noviembre de 1928 y falleció en Boston el 4 de octubre de 1974. Estudió en el Garland Junior College y vivió casi toda su vida en Boston. Casada a los 19 años, y después de haber nacido su primera hija en 1953, ingresó en un hospital psiquiátrico para reponerse de un intento de suicidio. Fue su médico quien la apoyó para que desarrollara el interés en la poesía que había mostrado en la escuela secundaria. Condujo su carrera inmersa en un contexto de desórdenes mentales que eludieron cualquier diagnóstico, pasando por repetidas hospitalizaciones en clínicas mentales. En 1957, conoció a la también poetisa Silvia Plath, y a partir de entonces sus vidas se unieron en una relación que lindaba la identificación mutua y la rivalidad poética. Fue profesora en la Universidad de Boston y en la de Colgate y en 1968 fue distinguida por la Universidad de Harvard por la totalidad de su obra. Considerada “poeta confesional”, junto a Silvia Plath, Robert Lowell y W.D. Snodgrass, ofreció en su poesía una mirada íntima de su angustia emocional.

Sus versos poseen una elevada carga emocional autorreflexiva; además, se caracterizan por abordar temas como la culpabilidad en la infancia, la enfermedad mental, la maternidad, y la sexualidad femenina. Su poética destaca por las imágenes contundentes que alternan con versos de extraordinaria cadencia. De manera insólita, Sexton irrumpió en la escena literaria al transformarse de un ama de casa a una de las principales figuras de la literatura a inicios de los años 60. El arte y la vida de Anne Sexton tuvieron un correlato con los principios del movimiento feminista contemporáneo, llamando la atención sobre la existencia opresiva de la cual era víctima la mujer de clase media en la sociedad norteamericana.

Como poeta confesional, los escritos de Sexton son, en muchos sentidos, un registro autobiográfico de su lucha para superar los sentimientos de culpa, pérdida, insuficiencia, y de la desesperación suicida que la atormentaron. Inspirada en varios años en los que estuvo bajo tratamiento psiquiátrico, su poesía cuidadosamente elaborada construye un yo poético que se dirige a menudo al lector como una hija, esposa, amante, madre o paciente psiquiátrico. Su primera obra, To Bedlam and Part Way Back (1960), consiste en poemas escritos poco después su encierro en un hospital psiquiátrico. “The Double Image”, uno de los poemas más destacados de esta publicación, es una sucesión de siete poemas que describen el distanciamiento de Sexton con su madre mediante la descripción imaginaria de dos retratos que se miran uno al otro desde paredes opuestas. “Unknown Girl in the Maternity Ward”, que trata de una madre soltera que se prepara para abandonar a su niño ilegítimo alude a su sentimiento de culpa acerca pérdida de la custodia de sus hijos. Otro poema significante en el libro, “For John, Who Begs Me Not to Enquire Further,” consiste en la réplica de Sexton a la crítica que hizo John Holmes acerca de su estilo confesional. Los poemas de All My Pretty Ones ilustran la aptitud de Sexton en lo referente al trabajo de ritmos musicales e imágenes. El volumen contiene los poemas frecuentemente antologados “The Truth the Dead Know” “All My Pretty Ones”, “The Abortion” y “Letter Written on a Ferry while Crossing Long Island Sound,” los cuales desarrollan el tema de los sentimientos de pérdida. “With Mercy for the Greedy”, también perteneciente a este volumen, manifiesta el interés de Sexton por los motivos cristianos en muchos de sus trabajos posteriores. Los poemas de Live or Die exploran la vacilación constante de Sexton entre la vida y responsabilidad maternal, y su atracción al suicidio. Su obsesión con la muerte, un tema siempre presente en toda su trabajo, es explícito en los poemas “Sylvia’s Death,”, sobre el suicidio de Sylvia Plath, y “Wanting to Die”, el cual contrasta con la afirmación de la vida en el poema “Live”, ubicado al final del volumen. También, están incluidos poemas muy conocidos como “Flee on Your Donkey,” “Menstruation at Forty,” “The Addict,” “Little Girl, My Stringbean, My Lovely Woman,”, un tierno himno de alegría dedicado a su hija, y “Somewhere in Africa,”, un homenaje con motivo de la muerte de John Holmes. Menos involucrado con el trauma psíquico, Love Poems contienen versos que transitan desde la representación del deseo erótico en “The Breast”, “Song for a Lady” and “Eighteen Days Without You”; el elogio de la feminidad en “In Celebration of My Uterus” el dolor del fin del amor en “For My Lover, Returning to His Wife”, “You All Know the Story of the Other Woman” y “The Ballad of the Lonely Masturbator”; y la relación con su marido en “Loving the Killer”. Transformations (1971), es una colección de los cuentos de hadas de los hermanos Grimm flojamente reinterpretados y escritos con el propósito de realizar una sátira punzante y de humor negro en los que critica la noción de los finales felices o convencionales. Los últimos volúmenes publicados por Sexton revelan que la poeta está atravesando una profunda angustia, pues impregna su obra con una morbosidad creciente y vehemente religiosidad. Los temas de la alienación, muerte, y liberación son evidentes en “The Death of the Fathers” y “The Jesus Papers” pertenecientes a The Book of Folly (1972); “The Death Baby” y “O Ye Tongues,” una sucesión de salmos en The Death Notebooks (1974); y “The Rowing Endeth”, el último poema abiertamente religioso del volumen The Awful Rowing Toward God (1975) en que el portavoz llega a “la isla llamada Dios” para jugar una mano de tarjetas con el mismo Dios. El resto de la poesía de Sexton está reunido en los volúmenes póstumos 45 Mercy Street (1976) y Words for Dr. Y (1978).

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Anne Sexton es reconocida como una poeta americana representativa de la época de postguerra. Asimismo, es considerada entre las representantes más talentosas de la primera generación de poetas confesionales junto con Robert Lowell y Sylvia Plath. Los críticos frecuentemente destacan la naturaleza dual de la poesía de Sexton: el proceso catártico y el impulso destructivo. Mientras muchos reconocen el valor del elemento vivencial y confesional de su poesía, como la transmisión de sus experiencias dolorosas y los temas tabúes en el arte, otros han condenado los tales temas como exhibicionismo oportunista. El poeta y novelista James Dickey escribió en una reseña sobre To Bedlam and Part Way Back (1960) que “Uno siente la tentación de abandonar estos poemas en el bote de basura antes que enfrentar un sufrimiento tan explícito”. De otra parte, muchos críticos disciernen los motivos arquetípicos profundos en su trabajo, particularmente las alusiones al mito de Edipo en los temas de incesto y la búsqueda implacable de la verdad prohibida, y el complejo manejo de su propia búsqueda del significado espiritual en, por ejemplo, The Awful Rowing Toward God. Una voz poética mordaz que escribió con franqueza sobre la sexualidad y la enfermedad mental ofreció un ejemplo de honestidad para muchos de sus lectores. Lo que es innegable es que Anne Sexton permanece entre las poetas más importantes de su generación.

Alicia Ostriker compara la poesía de Anne Sexton con la de Ezra Pound y Keats. Considera que el programa poético con el que inició Sexton su primer volumen de poemas continuó presente a lo largo de toda su obra: el compromiso con una visión erótica del arte y la vida. En su opinión, cuando Sexton conoció a los poetas de su generación se dio cuenta de que ellos manejaban el “lenguaje” que a ella le interesaba y que le ayudaría a canalizar sus inquietudes vivenciales. A decir de Diane Middlebrook, el “lenguaje” al que se refería Sexton era el de la metáfora, un lenguaje libre de la censura que sirve para comunicarse con el yo interior.

J. D. McClatchy opina que los poemas de las poetas confesionales, en especial Sexton, crean el efecto de ser una crónica vivencial para el lector. Esta necesidad de registrar el paso del tiempo es más evidente en Live or Die donde los poemas no están dispuestos según una particular cronología narrativa, sino más bien de acuerdo a una cronología que se va componiendo progresivamente, especificando de manera detallada las referencias espacio-temporales que rodean la escritura del poema. Esta referencia a los detalles de tiempo y lugar se vuelve un método retórico de definición y descubrimiento, y apunta, finalmente, a los fundamentos esenciales de la poesía confesional, pues ¿cómo puede comunicar todo lo que es relevante de mi ser individual, sino a través de la exposición transparente de la experiencia acumulada? Mc Clatchy destaca que la retórica de la poesía confesional se alimenta del psicoanálisis freudiano, pues se trata de una manera de indagar en el propio yo del sujeto con la finalidad de exponer su interioridad venciendo las propias barreras de autocensura y represión que podrían crear un rechazo del propio yo. Se trata de una estrategia inversa a la que recurrieron los poetas vanguardistas que consistía en transfigurar, disfrazar o simbolizar la realidad interna o externa y representarla en la poesía. Sexton, como el resto de poetas confesionales de su generación, no tuvo como prioridad recurrir a la paradoja, la elipsis o la ambigüedad: obtuvo los mismos efectos en el lector mediante otros caminos, tales como la presentación directa de su drama personal.

Greg Jonson tiene una opinión diferente respecto al confesionalismo en la poesía de Sexton. Para comenzar, considera que el término confesional es muy engañoso y que puede inducir a gruesos errores de interpretación de la poesía clasificada en esta tendencia. Incluso, le parece que la mayoría de las veces la poesía de Sexton no es confesional en estricto sentido. También, discrepa de la afirmación de que el principal motivo de su poesía sea la muerte. A diferencia de Sylvia Plath, Johnson sostiene que eje articulador de la poética de Sexton es la vida. Esto es importante para concederle mayor independencia a su poesía respecto a la de Plath, de cuya obra muchos críticos consideran que Sexton es completamente deudora y tributaria.

Otra opinión contrastante con la de la mayoría de los estudiosos de la obra de Sexton es la de Karen Alkalay-Gut. Manifiesta que buena parte de su popularidad se basa en el hecho de ser percibida a menudo como un tipo de víctima, y hasta muy recientemente, la crítica se enfocó, principalmente, en su vida escandalosa y perturbada. Esto es notable en la década siguiente a la publicación de la excelente biografía de Diane Middlebrook (1991), la cual sugiere que el trabajo de Sexton solo destaca por la construcción de una mujer controlada por su locura. No obstante, Karen Alkalay-Gut sostiene que uno de los principales aportes de la poesía de Sexton radica en la reconceptualización de sí misma así como en una nueva mirada a los conceptos contemporáneos de arte e identidad.

Anne Sexton convirtió la experiencia de ser mujer en un tópico central dentro de su obra y a pesar de soportar críticas por hablar de temas como la menstruación, el aborto, el incesto, la homosexualidad y la adicción a las drogas, es evidente que su talento como poeta trascendió cualquier controversia. Se suicidó en 1974 inhalando el monóxido de carbono de su coche. Sin embargo, su poesía permanecerá como testimonio de una de las voces más importantes de la poesía norteamericana de mediados del siglo XX. Sigue leyendo

LUZ DE AGOSTO

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Eras luz de amanecer
súbita
extensa
cálida
remota
cercana
Próxima a la tristeza de mi resurrección

Apareciste
Allí donde florecían almendros desbrozados
en millares de pedazos que retornan como
puntiagudas estrellas

Iluminaste la oscuridad de mi universo
Más allá de los límites de aquella luz de agosto
Que aún resplandece a la distancia
Como el rabioso estallido de una tormenta solar
desplegada sobre un desierto de nieves perpetuas
Trepidante, intrépida, trashumante, incandescente, sibilante
poliforme, excéntrica, luminosa
augustina, vespertina y sigilosa

Así eras tú en aquella tarde de agosto
Un despertar maravilloso y anhelante, sediento y vigoroso
Promisorio como la primavera
Cálido como el estío
Dolorosamente mía como una puñalada sobre mi espalda

Mi existencia se diluyó en tu existencia luminosa
Toda la extensión de tu cuerpo albergó la tristeza de mi fracaso
la tentación de poseer un amor enamorado de sí mismo
la inconmensurable alegría de observar cada mañana
-aunque a intervalos prolongados-
la total, extensa y absoluta plenitud de tu belleza transparente
circundada por tu endemoniada cabellera ultravioleta

Eras
el universo atravesado por una llamarada radiante y silenciosa
que dibujaba un crepúsculo de fuego en el horizonte más lejano
e infinito que Dios hubiera imaginado
Retuviste en tu vientre mi incontinencia y mi violenta manera
de hacer del mundo una tragedia personal de alcance histórico
Definiste una nueva manera de hacer del amor
un sacrificio entregado a los brazos de un Centauro
mítico como el misterio que envuelve tu alejamiento
y que trastorna mi alma enamorada de tu recuerdo
y aterrorizada por tu presente

El terror reaparece bajo la forma de un diminuto nudo
insignificante y cómico
El terror de verte lejos
Y la dificultad de hallarme cercano
“A ese fascinante ligarse de mi vida

A tu existencia.”
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Para leer a Mario Vargas Llosa

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Para leer a Mario Vargas Llosa

A cargo de Carlos Arturo Caballero Medina

Fecha: Del 19 de enero al 23 de febrero
Hora: Miércoles de 6:30 a 9:00 p.m.

El curso brindará un panorama literario de las novelas más representativas de Mario Vargas Llosa con el objetivo de explicar el merecimiento que la Academia Sueca otorgó a su trayectoria literaria: “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”. Es decir, se intentará descifrar la nominación que la Academia concedió a la obra vargallosiana mediante la discusión de conceptos como “cartografía”, “poder”, “individualismo”, “sublevación”, etc.

Inversión:
S/. 180 (público en general) – S/. 100 (estudiantes) / Ver aquí formas de pago

Para inscribirse en el curso, haga click aquí.

Perfil: Carlos Arturo Caballero Medina

Licenciado en Literatura y Lingüística por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Ha dirigido la revista de literatura Náufrago (2004) y dirige la revista de investigación Letras del Sur. También, ha publicado ensayos de investigación en revistas académicas locales y en el extranjero vinculados a la obra de Mario Vargas Llosa. Además administra los blogs Letras del Sur y Náufrago digital en los cuales aborda temas sobre cultura y política. Actualmente, ejerce la docencia universitaria en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en la Universidad Privada del Norte. Sigue leyendo

Literatura y política: los ejes de la obra de Mario Vargas Llosa

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UNIVERSIDAD PERUANA DE CIENCIAS APLICADAS

DIÁLOGO DESDE LAS HUMANIDADES

CONVERSATORIO

LITERATURA Y POLÍTICA. LOS EJES DE LA OBRA DE MARIO VARGAS LLOSA

Viernes 5 de noviembre 3pm.

1. “El conflicto con el poder y las utopías. Una lectura panorámica a la novelística de Mario Vargas Llosa”

Henry César Rivas Sucari

En esta presentación, se brindará un panorama literario de las novelas más representativas de Mario Vargas Llosa con el objetivo de explicar merecimiento que la Academia Sueca otorgó a su trayectoria literaria: “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”. Es decir, se intentará descifrar la nominación que la Academia concedió a la obra vargallosiana mediante la discusión de conceptos como “cartografía”, “poder”, “individualismo”, “sublevación”, etc.

2. “Fuentes del pensamiento político de Mario Vargas Llosa”

Carlos Arturo Caballero Medina

Se explicará las nociones de libertad y cultura a través del pensamiento político de Vargas Llosa. En esta intervención, se abordará sobre todo su obra ensayística. Además, se rastrearán las fuentes del pensamiento político vargasllosiano y los vínculos que mantiene con su teoría de la novela.

3. “Cómo se hace un gran escritor. Concepción de lo literario y método de trabajo de Mario Vargas Llosa”.

Paul Llaque Minguillo

A lo largo de su trayectoria literaria, Mario Vargas Llosa ha demostrado poseer, desarrollar y poner en práctica una determinada concepción de lo literario en general y de la novela en particular. Al mismo tiempo, ha difundido un método de trabajo personal que le ha permitido escribir novelas con resultados altamente exitosos. La disertación expone, críticamente, los principales componentes de la concepción y el método literarios vargasllosianos.

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Los géneros vivos y los géneros muertos

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En Los géneros literarios, Kurt Spang comenta las diversas aproximaciones que intentan explicar el origen y evolución de los mismos. Una de ellas considera que su desarrollo es equiparable al de las especies vivientes, es decir, que de la misma forma que una especie animal se va adaptando a los cambios para sobrevivir, los géneros literarios sufren alteraciones producto de las circunstancias de la época para lograr vigencia.

Esta interpretación acerca de la génesis y desarrollo de los géneros literarios es comprensible en la medida que durante mediados y fines del siglo XIX y principios del XX la impronta del positivismo en las ciencias sociales y humanidades fue tan notable que muchos académicos llegaron al convencimiento de que estas disciplinas debían asumir sin cortapisas los métodos de las ciencias naturales, pues ello sería garantía de rigor científico y brindaría mayor solidez a los resultados de la investigación.

El desarrollo de la hermenéutica a principios del siglo XX, bajo el influjo de Dilthey, permitió darle un giro a la epistemología positivista que imperaba en ese momento. Wilhelm Dilthey rechazaba abiertamente el modelo epistemológico de las “Naturwissenschaften”, “ciencias naturales”, esto es, el método científico propio de las ciencias naturales. Esto le condujo a proponer el desarrollo separado de un modelo para las “Geisteswissenschaften”, “ciencias humanas” o “ciencias del espíritu” (filosofía, psicología, historia, filología, sociología, etc.) Su argumento se centraba en torno a la idea de que las ciencias naturales explican los fenómenos en términos de causa y efecto; por el contrario, en las ciencias humanas el mecanismo fundamental para comprender los fenómenos no es el principio de causa y efecto sino el empleo de la comprensión y penetración humana. De este modo, la hermenéutica desbarató las pretensiones exageradamente optimistas del positivismo científico.

El sustrato de la hermenéutica diltheyana era un vitalismo de corte historicista. El vitalismo considera la vida, y especialmente la vida humana, como la realidad primordial o central del pensar filosófico. Dentro de esta corriente filosófica, destacan, entre otros, Dilthey y Bergson. Ya mencioné que la orientación vitalista de Dilthey era historicista, es decir que “la vida misma es un enigma que exige una interpretación y una comprensión, y para ello los hombres parten de sus vivencias repetidas”. Posee una concepción cíclica de la historia, y cree que toda comprensión debe de realizarse desde ella; nada puede verse fuera de un contexto histórico. En consecuencia, la historia es un conjunto de estructuras dinámicas, de modo que cada etapa histórica constituye un horizonte cerrado, pero transitorio. Por otra parte, la orientación de Bergson enfatiza el impulso vital (élan vital) que anima a la evolución creadora (título de una de sus más celebradas).

En atención a estas ideas de Dilthey y Bergson es que hace un tiempo concebí la idea de introducir otra distinción dentro de la clasificación de los géneros literarios. Se trata una especie de división de aguas, tan arbitraria y convencional como cualquier otra que la haya precedido. Al respecto, sostengo que es posible distinguir entre géneros vivos y géneros muertos. Que un determinado género se ubique aquí o allá dependerá del grado de vitalidad que anime su desarrollo interno, no así su desarrollo externo. El aspecto interno tiene que ver con la transformación de estados, con la sucesión de eventos y la realización de secuencias no solo lógicas sino también cronológicas. En este sentido, un género se encontraría “vivo” porque durante su contemplación la conciencia puede observar una historicidad que conlleva transformaciones continuas, manera que lo observado se parece a la vida misma en su esencia, tal como lo manifestaban los filósofos vitalistas: un constante devenir animado por un impulso vital. Por el contrario, un género muerto es aquel en donde no podemos hallar, internamente en cualquiera de sus especies, movimiento, cambio, progreso o transformación de estados, o sea, no podemos contemplar el desenvolvimiento de una historia. Ejemplo de los primeros son la épica, la epopeya, el cantar de gesta o sus descendientes como el cuento, la novela, la crónica. Incluso podríamos extrapolar esta división a otros géneros artísticos. En consecuencia, también compartirían esta cualidad el cine y el teatro. Entre los segundos, me atrevo a colocar al ensayo, el artículo, la monografía, la fotografía y la pintura, solo por mencionar algunos ejemplos.

Posiblemente, alguien objetaría esta clasificación aduciendo que es demasiado caprichosa, artificial y forzada, pues lo vivo o muerto de un género se está evaluando solo en función de la presencia o ausencia del movimiento, cuya actividad se explica por la existencia de un impulso vital en su estructura interna. ¿Acaso las cavilaciones de un ensayo en el que se tiene que argumentar e hilvanar ideas y hechos que nos conducen a la obtención de conclusiones que, a su vez, servirán de premisas para nuevos razonamientos no son evidencia suficiente para demostrar que hay movimiento, cambio o desarrollo en este género? ¿Es posible afirmar que estos géneros denominados “muertos” no han experimentado cambios a través de la historia e incluso complicado la delimitación de las fronteras intergenéricas? Y además, ¿la contraargumentación, el debate, la confrontación de ideas opuestas no es una señal de que existen oposiciones que pueden dar lugar a una síntesis que supera a la anterior y, así, avanzar hacia un nuevo estado?

Frente a esta posible y muy comprensible objeción, replico, en primer lugar, que ambos géneros poseen existencia, mas solo los primeros poseen un espíritu que anima su ser. El criterio es que todas las especies de los géneros vivos contienen una representación de la vida misma, la cual, en términos de Dilthey, no difiere de la historia. La vida no se puede comprender fuera de la historia porque todos los acontecimientos de la primera se hallan relacionados dentro de un mismo marco que los organiza y les da coherencia global. Ello, por supuesto, no impediría el análisis y la interpretación de uno solo de los acontecimientos con prescindencia total del resto, pero ello significaría limitar su comprensión. Del mismo modo, en una novela, por ejemplo, encontramos que nos conmueve de manera distinta que el más riguroso de los ensayos, porque durante su contemplación vivenciamos las experiencias narradas y nos hacemos partícipes de una vida paralela a la que vivimos en la realidad. El ensayo posee una existencia racional, cuya vitalidad o forma de vida es diferente a la de la novela o cuento; la vitalidad del ensayo, en el cual no niego que exista cambio o movimiento de ideas, es diferente, ya que se asemeja a la existencia de un ánima en pena que ha perdido su corporeidad. Existe, sí, pero más allá de la realidad. Las ideas que se intercambian en un debate y que podrían generar nuevas ideas ad infinitum tienen una existencia y una dinámica que no se asemeja a la vida, pues no representan nada más que a ellas mismas. En cambio, los personajes de una novela, que también podrían ser portadores de alguna ideología, suelen adquirir dimensiones mayores que las ideas que defienden. ¿Qué trasciende más en Crimen y Castigo: la teoría del superhombre sostenida por Raskolnikov o el drama existencial y psicológico que lo agobia? Por ello insisto en dejar claro que el criterio para calificar como vivo o muerto a un género será el grado de representación de la vida como historia.

De hecho es muy posible que el término “muerto”, que encierra una connotación negativa, impregne esta clasificación de un sentido que no se desea. Generalmente, lo “muerto” es asociado no solo a lo que carece de vida o movimiento sino también a lo infértil, improductivo o inerte. Debo aclarar que dentro de mi perspectiva, lo muerto no es de ninguna manera un adjetivo que pretenda valorar negativamente un género, desprestigiarlo o privilegiar las cualidad de otro. Lo muerto de un género es, simplemente, la ausencia de vitalidad entendida como sucesión de acontecimientos similares a la vida misma, donde no solo hay lugar para la racionalidad o la génesis y/o cambio de ideas, sino también para la voluntad, la intuición, los sentimientos, la pasión, etc. En tal sentido, la multiplicidad de propósitos que puede albergar una película, un cuento o una novela (el placer de la contemplación, la vivencia de una vida paralela, la conmiseración por un estado de cosas injusto, etc.) contrastan con el objetivo primordial de un ensayo o un artículo de investigación (la validación de una postura o la explicación de un tema). La cerrazón de estos últimos en un solo objetivo los aproxima, a mi modo de ver, a la categoría de géneros muertos.

Lo muerto, para mí, también dista mucho de lo improductivo. Por supuesto que en el ensayo o la monografía hay producción, cambio y obtención de nuevos conocimientos, pero lo que no hay es una existencia autónoma y descentralizada de los componentes que integran el género. El narrador de un cuento, novela o crónica, o la voz que orienta al espectador en una película tiene vida propia, pues es una creatura del autor. Lo mismo podemos afirmar de los personajes e incluso del paisaje .No hay nada revelador en recalcar la distinción entre autor y narrador. Sin embargo, la traigo a colación para dejar en claro que esto ocurre en los géneros vivos, a diferencia de los muertos, donde, por ejemplo, existe una sola voz plenamente reconocible e identificable con el autor: no podemos culpar a Stevenson por las atrocidades cometidas por Mr. Hyde, pero sí puedo emitir un juicio de censura contra el autor de Mi lucha (Mein Kampf) por la naturaleza perniciosa del nazismo. Estoy seguro de que ningún individuo podría aceptar como un descargo válido que la voz del ensayo representa un alter ego del autor y que, en virtud de ello toda acusación contra aquel carece de fundamento, pues se trataría de entidades distintas. Si tuviera que definir de una manera muy personal a la novela, atendiendo a la clasificación que vengo proponiendo, este sería un género en el cual hay una vida virtual procede de o hace referencia a la vida real.

Por último, lo muerto tampoco debe ser interpretado como signo de decadencia, involución o detenimiento en el avance. Pienso que una errónea interpretación de mi propuesta podría manifestarse en enunciados del tipo “el artículo es un género muerto, es decir, acabado, en vías de extinción”. Muerto no es extinto o desaparecido o rumbo a la desaparición. “Cerrado” me parece un sinónimo mucho más acertado y próximo a lo que sostengo.

A pesar que tengo algunas certezas sobre el asunto que acabo de explicar, no puedo negar que me asaltan aún muchas dudas. La principal radica cómo ubicar a la poesía. ¿Está viva o muerta? ¿La prosa poética, la novela poética, la poesía novelada donde se ubicarían? Temporalmente, ensayo la siguiente explicación no sin reconocer que merece una mayor profundización.

Obras como La casa de cartón, de Martín Adán, o algunos textos de Borges que lindan entre el cuento y el ensayo nos colocan frente a una situación complicada cuando se discuten las clasificaciones de género. De mi parte, me parece que aunque una novela poética resulte a veces inclasificable porque haya incorporado recursos, estrategias, registros u otros elementos de la poesía e incluso de otros géneros extraliterarios, estructuralmente, sigue siendo una novela. Bombardero, de César Gutiérrez, e Inka trail, de Oswaldo Chanove, solo por citar dos ejemplos, son narraciones fragmentarias en las que se integra el discurso de la novela, la noticia periodística y la crónica o reportaje, pero no dejan de ser en esencia novelas como lo es Rayuela por más deslumbrante que fuera su experimentación. Por esta razón, no habría mayor polémica en ubicar tales obras dentro de la categoría de los géneros vivos. Sin embargo, la cuestión se complica cuando se trata de poesía.

La poesía es el género más permeable a la inserción de cualidades de otros géneros incluso no literarios. Comparte esta característica con la música. Tomando este punto como premisa, tenemos que hay una nueva oposición: la que contrapone los géneros abiertos y los cerrados, cuya elucidación no voy a abordar en esta oportunidad. Solo bastará decir que la apertura o cerrazón de un género dependerá de la abundancia o escasez de propósitos del género. La mayor variedad redundará en una mayor apertura o visto desde otro punto, su mayor disposición a la apertura ha generado una mayor variedad de especies; ahí tenemos a la novela y todas sus variedades; así como el cine con sus respectivas familias genéricas y subgenéricas. No ocurre así con el ensayo, la tesis o la monografía, por ejemplo, ya que sus variantes son muy limitadas.

La poesía es un género abierto en el sentido de su permeabilidad, a tal punto que podría invisibilizarse su esencia literaria oral o escrita, pero no por ello dejar de existir. Me refiero al aire poético que podemos hallar en discursos como el ensayo, la crónica o la novela. No son poesía propiamente dicha, pero poseen una atmósfera poética que nos indica su presencia. Sin embargo, es, además, un género muerto si es que, fieles a la premisa establecida al inicio, el criterio fundamental para decidir su clasificación es la presencia del movimiento. Algún lector asiduo de poesía o tal vez alguien que cultive este género con denodada pasión podría plantear la siguiente inquietud: ¿Cómo clasificaría Ud. a la poesía épica o a la poesía dramática? Mi respuesta no distaría mucho de la que utilicé en referencia a la prosa poética o a la novela poética. La Iliada y La Odisea fueron inicialmente un conjunto de relatos, cuya forma de expresión se adecuaba más a la oralidad de la poesía; pero, en lo que se refiere al contenido, me queda muy claro que se trata de una novela heroica y otra de aventuras, respectivamente, que sentaron un precedente para las novelas fundacionales de una identidad nacional y de las novelas de aventuras, abundantes durante los siglos XVIII y XIX, durante el apogeo de las potencias coloniales.

Mi problema con la poesía está en la dificultad para establecer una esencia en el género que me permita distinguirla de otros de manera clara e indubitable. Su enorme permeabilidad tanto para integrar como para integrarse en otros discursos dificulta esta tarea. Como mencioné, puede no existir un texto poético, pero ello no significa que lo poético no exista. Esta situación se complica cuando nos hallamos frente a la poesía cinética. Para comprenderlo mejor, revisemos el siguiente poema.

Déjame cubrir tu piel

Soy como un río que navega por la vertiente occidental de tu cintura
Derramando hilos de agua sobre tu vientre de praderas fértiles
He venido desde las alturas de tu cabellera espumosa
Dejándome caer por las laderas de tu cuello
Inundando las quebradas de tu espalda
Llenando todos tus espacios vacíos.

Soy, como una serpiente que silenciosa baja por las ramas de un árbol
Y en ondulados movimientos lo rodea
Y tiemblas de sólo sentir como desciendo para envolverte
Y ya quisieras tener
Los puños como martillos
Y las uñas como garras
Para liberarte.

Soy alrededor tuyo como la red es a la presa
Y como una torrencial lluvia de verano
Como un huracán enloquecido
Me dejo caer en ti.

La poesía cinética es aquella que se caracteriza por la presentación de imágenes en movimiento, a diferencia de otro tipo de poesía que podemos equipararlas con una fotografía o una pintura: una sola escena estática. En el poema anterior, apreciamos que si tuviéramos la intención de retratar la escena que se sugiere, no habría más remedio que elaborar un corto cinematográfico, pues solo podríamos aproximarnos a lo expuesto mediante un montaje secuencial de las imágenes sugeridas. Esta dificultad es extensible a la música, que no es más que una forma mucho más intensa y sublime de poesía. Recurriendo a una analogía de la física, la poesía es materia sumamente condensada, mientras que la música es energía sumamente sublimada.

Las teorizaciones ponen a prueba las creencias que tenemos acerca de la realidad. A veces pueden confirmarlas, otras, desencadenar una secuela de inquietudes que nos sumergen en la búsqueda de una concepción de alcance universal. Con estos breves apuntes acerca de los géneros literarios, solo pretendo llamar la atención sobre las posibilidades de la hermenéutica dentro de la investigación literaria y del resto de ciencias humanas, e ilustrar con la mayor claridad un particular punto de vista sobre el tema en cuestión.
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Río de Janeiro – Centro

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Aventura cultural en la ciudad del carnaval

Para la gran mayoría de cariocas visitar el centro histórico de Río de Janeiro forma parte de su rutina laboral diaria. En el centro de Río, se hallan algunos ministerios, cortes federales, oficinas gubernamentales, institutos y centros de investigación y antiguos edificios residenciales. En este sentido, transitar por las viejas calles del centro de esta ciudad no les representa mayor atractivo, sino, posiblemente, un mal necesario con el cual lidiar. Sin embargo, para el turista cuyas expectativas no solo se limitan a tomar sol en la playa o salir de compras pasear por el centro de Río puede ser una experiencia muy gratificante.

El turismo cultural puede que no esté en la cima de las preferencias de los miles de visitantes que llegan a esta ciudad, lo cual es muy comprensible, pues cuando se piensa en Río de Janeiro inevitablemente lo asociamos al carnaval, la samba o el fútbol. De hecho, luego de conversar con algunos profesores universitarios, todos apuntaban a que cuando se inaugura una exposición artística, feria del libro o festival cinematográfico se piensa más en São Paulo o Brasilia que en Río de Janeiro. A pesar de ello y ante la mirada reticente de algunos amigos cariocas, me aventuré a pasear por centro de esta ciudad que es dueña de una parte muy importante de la historia del Brasil.

El transporte público en Río está muy bien organizado, por lo cual no es difícil movilizarse en bus. Hay muchas líneas que atraviesan el centro y todas ellas provienen de distintos puntos de la ciudad. Mi aventura cultural en la ciudad del carnaval la inicié en el Palacio Tiradentes. Este lugar alberga la historia de la democracia y las vicisitudes que esta tuvo que enfrentar contra los embates del autoritarismo. La exposición permanente “Palacio Tiradentes: lugar de memoria de Parlamento Brasileño” muestra los principales acontecimientos sociales y políticos ocurridos en la ciudad desde la época imperial hasta el presente. Su nombre es un homenaje a Joaquim José da Silva Xavier (Tiradentes), quien estuvo preso allí cuando funcionaba la “Cadeia Velha” lugar de reclusión durante la Colonia.

La parte que más me interesó fue la republicana, exactamente la del primer gobierno de Getúlio Vargas, quien, a pesar de sus exabruptos autoritarios fue el responsable de la modernización del país. Vargas puso fin a la Republica Vieja y fundó el Estado Nuevo, periodo en el que hubo una fuerte represión contra la oposición, persecución al comunismo y en el que se cerró el Congreso. Durante este periodo, el Palacio Tiradentes pasó a ser identificado como la principal fuente de difusión de la propaganda política del “Estado Nuevo”, al punto que el frontis del palacio fue decorado con una gigantografía que conmemoraba el cumpleaños de Vargas en 1941. Luego de la caída de su régimen, la democracia volvió con la instalación de la Constituyente de 1946.

A partir de aquí, el Palacio se volvió sede de la Cámara de Diputados, condición que mantuvo hasta que la capital del Brasil se mudó a Brasilia. Desde 1975, el Palacio es la sede de la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro (ALERJ). Para los interesados en temas de derecho, la biblioteca del ALERJ ofrece una vasta colección de textos y documentos. Si el visitante lo desea, puede ser asistido por la guía de estudiantes universitarios de la UERJ (Universidad Estadual de Río de Janeiro).

Después del Palacio Tiradentes, puede pegar el salto al Paço Imperial, edificio colonial que fue el despacho administrativo de los virreyes del Brasil, así como del rey Juan VI y de los emperadores del Brasil. Actualmente, es un centro cultural con exposiciones permanentes acerca de la historia colonial e imperial del Brasil, fotografía, música, libros y escultura.

Para recobrar energías nada mejor que beber un buen café en Kopenhagen, cruzando la vereda al frente del Paço Imperial y siguiendo una cuadra hacia adelante. Sugiero el capuccino con chocolate, que es verdaderamente una delicia. Kopenhagen tiene locales en varios puntos de la ciudad y en todos ellos la asistencia es masiva a media mañana y poco antes o después del almuerzo.

De aquí ya estamos preparados para continuar con la siguiente visita al Museo Nacional de Bellas Artes. Esta institución es responsable de la custodia y divulgación del arte brasilero. La entrada al mismo es totalmente gratuita, lo que anima a su visita. Este museo brinda un espacio para la preservación de la memoria de la nación, de su arte, de la educación, de la inclusión y de la transmisión del conocimiento. El Museo Nacional de Bellas Artes se encuentra a disposición de toda la ciudadanía con vista al desarrollo y conservación del patrimonio cultural brasilero. Ubicado en la avenida Río Branco, en pleno centro de Río de Janeiro muy cerca de la Biblioteca Nacional y del Teatro Municipal, el acervo del museo tiene su origen en el conjunto de obras de arte traídas por Joao VI de Portugal en 1808, el cual fue ampliado posteriormente por Joachin Lebreton, quien dirigió la Misión Artística Francesa. De esta manera, se conformó la más importante pinacoteca del país que luego fue enriquecida con nuevas incorporaciones a lo largo de los siglos XIX y XX. La antigua sede del museo se hallaba en unas de las áreas que actualmente ocupa el Jardín Botánico. Con la construcción de la nueva sede de la Escuela Nacional de Bellas Artes en el centro de Río de Janeiro, todo el acervo se trasladó al nuevo edificio que fue inaugurado en 1937.

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Dependiendo de las normas de la institución, tomar fotografías puede estar prohibido en todas las instalaciones o solo en algunas. Por ello, es conveniente cerciorarse antes. Salvo en algunas salas, casi en todas las galerías del Museo de Bellas Artes está prohibido tomar fotografías. Permanentemente, hay un piso dedicado al arte brasilero contemporáneo que contiene pinturas, grabados, esculturas, dibujos e instalaciones de los artistas brasileros más connotados del siglo XIX y XX. Ahí podrán apreciar las escenas costumbristas de los pintores de inicios y mediados del XIX pasando por la evocación histórica de la conquista y los años de la esclavitud a fines del XIX y principios del XX, hasta las nuevas tendencias vanguardistas del periodo de entreguerras y la constante renovación del arte posmoderno. Algunas secciones contienen obras de destacados artistas como Cándido Portinari, Oswaldo Goeldi y Carlos Oswald. La Galería Nacional del Siglo XIX contiene pinturas de grandes dimensiones que evocan pasajes de la historia colonial, imperial y los inicios de la república. Son cuadros dotados de un realismo impresionante tanto por las escenas retratadas como por sus dimensiones. De todas las galerías recomiendo recorrer detenidamente esta en particular.

Si visita el Museo Nacional de Bellas Artes durante este mes de agosto, podrá apreciar la exposición del artista Paiva Brasil, denominada Jogos da arte en la cual presenta obras de gran vigor, dotadas de un lenguaje propio y fácilmente reconocibles. Paiva pertenece a una generación que transformó el quehacer artístico de manera definitiva y revolucionaria. A pesar de no haber integrado grupo alguno, su obra ha sido una pieza clave en la ruptura del arte moderno brasileiro, ocurrida en los 50. Su obra destaca junto a la de otros artistas contemporáneos como Ubi Bava y Rubem Ludolf.

En la sala Bernardelli hay una exposición de las obras de Sergio Telles, que reúne una muestras bastante amplia y representativa de sus pinturas, dibujos, grabados y acuarelas. Telles también colaboró con la ilustración de libros de escritores brasileros y portugueses entre los que destacan Jorge Amado, Fernado Pessoa y Carlos Drummond de Andrade. La obra de Telles retrata escenas urbanas cotidianas, playas, mercados, bailes populares e interiores de sus ateliês.

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La sala de esculturas clásicas es de las pocas que se pueden fotografiar. Contiene réplicas de esculturas que datan de la época del clasicismo griego como la Venus de Milo y la Victoria alada de Samotracia que se ubica justo en el centro de la sala.

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Nuestra aventura cultural culmina en el Centro Cultural Justicia Federal (CCJF). Este forma parte integrante del Corredor Cultural de Cinelandia y tiene como vecinos al Teatro Municipal, la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes. La sede del Supremo Tribunal de Justicia Federal fue reabierta en 2001 como Centro Cultural. El proceso de restauración respeto las formas del diseño original. La construcción, iniciada en 1905, estuvo destinada al Arzobispado de Río de Janeiro. Fue adquirida por el Gobierno Federal que lo transformó, en la sede del Supremo Tribunal Federal de 1909 a 1960. Con a mudanza del Supremo Tribunal Federal para Brasilia, el edificio fue ocupado por funcionarios de Hacienda Pública y por la Justicia Federal.

El actual edificio posee una vasta y moderna infraestructura. El CCJF dispone de 14 amplias salas de exposiciones, teatro, biblioteca, tienda y una cafetería. También, conserva una sala de cine para la proyección de películas. Constantemente, hay una programación cultural muy variada: música, pintura, fotografía, conferencias, seminarios, cursos y presentaciones de libros. Durante mi visita, pude apreciar la muestra “Livres do Pecado” del artista plástico André Malinski, quien aborda temas como la religión, sexo y SIDA, los cuales todavía pueden ser tabú en algunas esferas sociales.

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Otra exposición que me agradó fue “Nos” de Tatiana Verbicario, cuya muestra contiene cerca de 46 obras, incluyendo pinturas, dos instalaciones y una projección, en las que las texturas, agujas, hilos y pigmentos se entrelazan buscando despertar la curiosidad y la reflexión. Además, durante todo el mes de agosto y setiembre estará la muestra fotográfica “Rocinha, Arquitetura e Cotidiano”, que busca mostrar el corazón de la comunidad de Rocinha, en Río de Janeiro, a partir de imágenes que revelan la cotidianeidad de sus habitantes y también la peculiar arquitectura de la que es considerada la mayor favela de América Latina.

En estas líneas, he intentado bosquejar una pequeña ruta cultural que de ninguna manera agota todas las posibilidades de una visita al centro de Río de Janeiro. Quedan muchos otros museos, centros culturales, bibliotecas y fundaciones por visitar en esta “ciudad maravillosa”, sin contar una aventura musical en el tradicional barrio de Lapa o en Santa Teresa, o una incursión en búsqueda de las raíces de la música popular brasilera, de sus intérpretes, compositores, poetas y artistas. Se trata solamente de una entrada sugerente y muy particular de un turista que observa y disfruta de lo desconocido.

El próximo post estará dedicado al bossanova y a sus principales exponentes. Sigue leyendo